lunes, 15 de marzo de 2021

Excursión X270: La Peñota desde el Alto del León

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Alto del León
Final: 
Alto del León
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15 Km 
Desnivel [+]: 866 m 
Desnivel [--]: 866 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta











TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Programé esta ruta con el recuerdo aún vivo de la última vez que la hice, fue la primera del año, muy invernal y con mucha nieve. Quedamos en el aparcamiento del restaurante del Alto del León, donde un café nos templó la fresca mañana.

Echamos a andar, cruzamos con cuidado la carretera, para seguir el GR-10 en dirección a la Peñota, en todo momento por la cuerda de los cerros que en dirección noreste hacen de frontera entre Madrid y Segovia.

Enseguida nos acercamos al Cerro de la Sevillana, la primera de las cinco cumbres que teníamos que subir. Ésta y la de la Peñota son las únicas que tienen vértice geodésico durante la excursión, lo que proporciona siempre una buena excusa para hacer algo de postureo en sus cimas.

A su lado comenzamos a ver uno de los muchos vestigios de las defensas que se construyeron durante la Guerra Civil, en esta ladera que fue una de las más activa del frente, se trata de un barracón de mando rectangular blindado con los muros a media altura sin techo.

Un poco más adelante se encuentra un fortín observatorio cubierto de hormigón sobre grandes rocas graníticas que le brindan un camuflaje perfecto.

Unos metros más adelante, pasamos bajo el tendido electico de alta tensión que cruza el sendero, del que en otras ocasiones hemos escuchado una especie de chisporroteo debido a la carga eléctrica, no lo sentimos ahora, pero sí a la vuelta.

Descendimos hasta alcanzar el collado de la Sevillana, donde a la izquierda sale la senda del Arcipreste, por donde volveríamos. Subimos unos metros la falda de la Peña Arcipreste de Hita, donde se encuentra un mirador con su nombre, en el que hay un cartel informativo de lo que se ve desde él.

Contempladas las bonitas vistas que desde allí se tienen, descendimos hacia el collado del mismo nombre, donde una puerta metálica nos dio acceso al lado madrileño, para acercarnos a ver, a nuestra derecha, el monumento pétreo erigido al insigne poeta en un roquedo.

Fue declarado Monumento Natural de Interés Nacional el 23 de noviembre de 1930, en las postrimerías de la Restauración, a raíz de una solicitud de la Real Academia Española, para conmemorar los 600 años de una de las obras cumbre de la poesía medieval hispánica: El libro de buen amor, una obra del mester de clerecía del siglo XIV, una composición extensa, compuesta por más de 1700 estrofas de carácter variado, cuyo hilo conductor lo constituye el relato de la autobiografía ficticia del autor (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita).

En una de las rocas figura un breve verso alusivo a sus correrías por este collado, llamado antaño de la Tablada. En otra se le homenajea y al pie de otra hay un buzón donde nunca falta un ejemplar de su libro para quien quiera leerlo a su vera,

Es fácil imaginar al Arcipreste recorriendo estos parajes en los que fue a dar con la posadera de La Tablada y es que Juan Ruiz, arcipreste de la alcarreña Hita, debe considerarse el antecesor de los miles de excursionistas madrileños que, acaso sin saber cuales son sus orígenes, recorren los senderos y vericuetos guadarrameños por los que hoy caminamos.

Desde el collado, ascendimos al Cerro de Matalafuente, a más de 150 metros de diferencia de altura, con un par de ligeros desvíos antes de llegar, a la izquierda, para contemplar parapetos en piedra y búnker de nido de ametralladoras.

A nuestras espaldas, la inconfundible silueta del Monumento al Arcipreste y, más a lo lejos, las cumbres recortadas de Cabeza Líjar y Cueva Valiente, a nuestra izquierda la inconfundible silueta de la Mujer Muerta. Y de frente, nuestro objetivo, la tres veces picuda Peñota.

Alcanzada la cumbre del Cerro de Matalafuente, iniciamos el descenso hacia el Collado de Matalafuente siguiendo una alambrada de postes de madera, que unas veces nos quedaba a la derecha y otras a la izquierda, según estuviésemos pisado tierras de Segovia o de Madrid, un par de fortines, también a nuestra izquierda, jalonan el recorrido.

Desde el collado, con unas soberbias panorámicas ascendimos los 75 metros de altura hasta la cumbre del tercer cerro del recorrido, Peña del Cuervo, al que llegamos tras pasar cerca de los restos de otros dos fortines de la Guerra Civil.

En suave descenso, con un largo muro de piedras a nuestra derecha, donde asomaba otro fortín, alcanzamos el collado del Mostajo. Sin tregua, comenzamos a subir los pocos más de 60 metros que nos separaban del Cerro Mostajo, siguiendo una pista ancha.

Alcanzada su mocha cima, desde donde se contempla desafiante el amasijo de rocas que forman La Peñota, que contemplamos desde aquí como un reto imposible de alcanzar, por lo impresionante de su altura y su afilada silueta.

Descendimos en suave pendiente al collado de Gibraltar, desde el que nos separaban 225 metros de altura para alcanzar el objetivo. El día despejado, sin una sola nube y la buena temperatura invitaban a acometer con optimismo el tramo más empinado de la ruta, pero también el más entretenido.

Animosos, enfilamos la empinada cuesta siguiendo las marcas rojas y blancas del GR-10 por la que sin duda fue la parte más bonita del recorrido, una sucesión de pasos bajo las ramas, con un par de fortines medio camuflados junto al sendero.

A 500 metros de la cumbre, la senda gira a la derecha, cruza el muro lindero y bordea unos afilados riscos por su cara este.

Pasamos junto a una roca que asemeja tener un pico de pájaro, antes de cruzar la zona más complicada de la ruta, en la que hay un paso un poco expuesto y alguna trepada entre rocas, nada peligroso cuando está seco, pero que con nieve o hielo se puede volver muy arriesgado el intentar cruzarlo, porque un resbalón supone una caída de unas decenas de metros.

Salvado el precipicio, alcanzamos el primer pico de los tres que tiene La Peñota, situado a 1.878 metros de altura.

Cruzamos de nuevo el muro para seguir ahora por la vertiente segoviana y alcanzar por fin el callejón que separa las dos puntas gemelas de la cima principal y el vértice geodésico del pico más alto de la Peñota, situado a 1.944 metros y al que también se le conoce como Pico Carpentier, en honor a Alejandro Carpentier, naturalista español que vivió a finales del siglo XIX.

La panorámica desde la cumbre no podía ser más sublime, su cima constituye uno de los mejores miradores de la sierra, desde la que se ve gran parte de la llanura madrileña y segoviana, abarcando casi la totalidad de la sierra de Guadarrama: desde los Montes del Escorial, al Oeste, hasta el lejano Peñalara, pasando por la muralla que conforman la Sierra de Hontanares y la Mujer Muerta; al otro lado del verde valle del río Moros, Montón de Trigo, Siete Picos y La Maliciosa, al Este. El cielo a nuestro alcance.

A los pies del vértice geodésico nos tomamos el tentempié, disfrutando de las magníficas panorámicas de la cumbre y los riscos cercanos, que parecían milhojas apiladas, o libros puestos unos encima de otros, fruto de las inconmensurables presiones geotérmicas que dieron origen a estos riscos y de la erosión posterior que siguen modelando su aspecto.

La llegada de un grupo de senderistas nos animó a terminar rápido y acercarnos al siguiente pico, situado a 1.936 metros, que sin vértice geodésico, sí tiene un mojón sobre un risco, que nos retó a subir para contemplar las excelentes vistas que desde él se tienen.

Hechas las fotos de rigor, iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos. Al llegar al primer pico, recogimos a una de nuestras chicas, que había preferido no pasar de allí y descendimos hasta el collado del Mostajo.

En este punto había planeado una vuelta diferente al puerto del Alto de León, para hacer circular la ruta, siguiendo una senda que primero baja hacia la fuente del Mostajo y después gira a la izquierda para descender por la loma del resto de cerros que nos quedaba por cruzar hasta el puerto.

Fue todo un acierto elegir recorrer, por primera vez, esta senda, arropada por la umbría de un denso pinar hasta alcanzar un cortafuegos, que cruzamos para continuar, pasando una portilla, en la misma dirección, por un camino, éste ya conocido, que cruza el arroyo del Cuervo y la Majada del Pericón, en agradable paseo, hasta alcanzar la bonita Senda del Arcipreste, que nos llevó al collado de la Sevillana.

Solo quedaba remontar por el GR-10 los 50 metros de altura hasta la cumbre y volverlos a bajar para alcanzar el punto de inicio de la ruta.

Para celebrar la estupenda mañana algunos nos quedamos a degustar unos chuletones en la terrada del restaurante Alto del León, lo que hizo ya imperdonable no calificar esta ruta con la máxima nota, un 5.
Paco Nieto

FOTOS

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