martes, 8 de septiembre de 2015

Excursión X046: San Nicolás de Bujaruelo - Torla

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Bujaruelo
Final: Torla
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 18,7 Km
Desnivel [+]: 444 m
Desnivel [--]: 776 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Esta sería la última etapa de nuestra travesía, y ya se notaban los kilómetros acumulados, quizás por eso esta vez no madrugamos y despertamos en el refugio de San Nicolás de Bujaruelo bien repuestos del cansancio de la etapa anterior desde Gavarnie.

A pesar de su extraordinario valor natural y de los varios intentos llevados a cabo, intereses urbanísticos, turísticos y ganaderos han evitado que este paraíso se incorporación al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, aún a pesar de ser limítrofe con él.

Sin embargo sí que forma parte del lugar de importancia comunitaria Bujaruelo - Garganta de Los Navarros. Administrativamente, el territorio del valle forma parte del término municipal de Torla-Ordesa.

San Nicolás de Bujaruelo surgió alrededor de un antiguo hospital de peregrinos, construido en torno al 1150 por la Orden de los Hospitalarios y alrededor del cual hubo poblamiento hasta el siglo XVIII.

Desayunamos en el refugio y puntuales, a las 9:30, iniciamos la ruta que nos llevaría a Torla, pero como Juan siempre es una caja de sorpresas, primero quiso mostrarnos el Salto del Pich, situado aguas arriba del río Ara.

Para ello, cruzamos el puente románico y dejando a la derecha el desvío al Puerto de Bernatuara y Gavarnie, por el que descendimos ayer. Como teníamos que pasar de regreso de nuevo por el refugio, nos permitimos ir sin mochilas, todo un placer después de ir cargados con ellas durante toda la travesía.

Remontamos el río por su margen izquierda, de frente tenemos las resplandecientes moles de la Peña de Ordiso y Garma Azurillo, y la extensa loma de El Burguil.

Seguimops el GR-11, el sendero que cruza de oeste a este todo Pirineos, sale del cabo Higuer en el mar Cantábrico, y llega hasta el cabo de Creus en el mar Mediterráneo.

Tras nosotros, al este, el sol remonta las últimas montañas, todo un espectáculo.

Pronto llegamos al Barranco de Sandaruelo, justo donde entrega sus aguas al río Ara, cuyo topónimo pare derivar de la voz preindoeuropea "ar", que significa "corriente de agua o valle". Nace en la falda sur del macizo de Meillón y Viñamala, a unos 11 km de Bujaruelo y tras recorrer unos 70 Km, desemboca en el río Cinca, en la localidad de Aínsa.

Los dos ecosistemas más interesantes de este tramo del río s alternan constantemente: los prados o "fenales" y la vegetación de ribera que acompaña a las aguas del Ara.

A pocos metros, cruzamos el Barranco de Crapera y nos internamos en los prados húmedos de hierba fresca, salpicados de rodales de tejos, bojes, serbales y pinos silvestres que acogen a las aves de montaña.

Pasadas las exuberantes verdes praderas, nos adentramos en la Garganta de los Navarros, donde el camino se abre hueco por los enormes farallones a la derecha y un precioso bosque de hayas a nuestra izquierda.

Una curiosa fuente hecha con una caña nos sació la sed y terminó de llenar nuestras cantimploras.

Más adelante, dejamos a la izquierda el desvío al Puente Ocins y Valle de Otal, por el que a la vuelta pasaríamos, y continuamos de frente, hasta alcanzar el Salto del Pich, que con una longitud de 100 metro salva un desnivel de 150 metros, ofreciendo una imponerte vista.

Intentamos acercarnos lo más posible a la cascada, que con gran estruendo se desbordaba a nuestro alrededor. Nos hicimos un montón de fotos bajo este gran salto de agua, incluida la foto de grupo. Un poco más arriba se encuentran la cabaña del Vado y la de Ordiso, pero ya no daba tiempo visitarlas, aunque algunos del grupo sí lo hicieron en esta otra ruta.

Tras el grato encuentro con la cascada, iniciamos el regreso volviendo sobre nuestros paso para, al cabo de unos 350 metros, nos desviamos a la derecha para ver el puente colgante de Burguil, suspendido sobre el Río Ara tiene unos 15 metros y su balanceo al pasar sobre sus tablas puede que a más de uno le haga agarrarse al cable de seguridad que tiene a sus lados.

Desde él se tienen unas preciosas vistas del río encajonado en busca del Valle de Bujaruelo donde las aguas se tranquiliza y se vuelve menos impetuoso.

Enlaza con el Valle de Otal, pero por un sendero peligroso y casi inexistente, no recomendable.

Regresamos al cómodo camino del GR-11 para continuar el descenso, desviándonos un kilómetro y pico después para cruzar el amplio puente de Ocins, en donde hay unas buenas pozas, formadas por el río en su rocoso lecho, que se antojan ideales para refrescarse en verano.

Al otro lado, nos acercarnos a la fuente de Femalla para seguir por la margen derecha del río.

La fuente está construida sobre un mojón de piedra y por su caño salía un abundante chorro de agua muy fresca. Un poste nos indicaba que hasta San Nicolás de Bujaruelo quedaban 25 minutos. Y hacia allá fuimos, deleitándonos en el descenso con el exuberante paisaje.

Con el río a nuestra izquierda, rodeados de montañas, fuimos descendiendo en agradable paseo hasta llegar de nuevo al refugio de Bujaruelo, donde recogimos las mochilas para iniciar el regreso a Torla.

Cruzamos el puente para seguir la margen izquierda del río Ara, siempre paralelos y próximos a su cauce, se conoce como Senda de los Abetos o Camino de Cobatar.

En la primera parte hay una corta subida y tras entrar en el bosque es casi una bajada continua sin grandes desniveles. El sendero no es igual de cómodo en su totalidad, alterna tramos muy fáciles con otros mas complicados y algunos, muy próximos al río, por los que había que ir con más cuidado.

Cruzamos varios arroyos, el Barranco de Escusaneta, Gabieto y el de Cobatar, pasando por un frondoso bosque de abedules en los que abundaban los hongos y setas.

Sobre los tres kilómetros de recorrido llegamos al puente de los Abetos, que da acceso al camping Valle de Bujaruelo. Nos adentramos por su plataforma de hierro para ver las bonitas vistas que desde allí se tienen del río.

Allí nos quedamos un rato mientras hacíamos las fotos y nos extasiábamos con tan bellas panorámicas.

Regresamos a nuestro sendero y, a poco más de un kilómetro, llegamos al puente de Santa Elena, que cruzamos para seguir el sendero que baja por la margen derecha del río, mucho más interesante que la pista, aunque lógicamente, más incómodo.

Una indicación en un poste de madera informaba que al refugio de Bujaruelo había 1h30´ y al camping, 25´.

Al poco, pasamos cerca del Salto del Carpín y más abajo por un paso rocoso algo vertical, en el que han colocado una cadena para mayor seguridad.

A partir de aquí el sendero gana altura y se aleja un poco del río, pasa por una bonitas praderas con impresionantes vistas del Valle de Ordesa e inicia un fuerte descenso hacia el puente de los Navarros, al que llegamos tras recorrer unos metros la carretera A-135.

Cruzamos el puente, que en su parte central está formado por un gran arco de medio punto dovelado bajo el que discurre el río Ara, acompañado por cinco pequeñas arcadas en su parte superior a un lado y dos al otro.

Pegados al puente descendimos hacia el río Arazas, a escasos metros de entregar sus aguas al Ara. Cruzamos el río Arazas por una estrecha pasarela, acompañando a continuación al Ara en su descenso, entre preciosas praderas hasta dar con el Camino de Turieto, por el que continuamos bajando, con poca pendiente y en agradable paseo. 

Cruzamos el Barranco Duáscaro y enseguida alcanzamos el bonito Puente la Glera, puerta de entrada a Torla.

Su nombre se atribuye a una derivación de "Torre", en referencia a la torre defensiva que existió para defensa del valle frente a las incursiones desde territorio francés desde la época de Juan II de Aragón (siglo XV).

Esta fortaleza se supone construida donde hoy se encuentra la hermosa iglesia románica, sobre una gran roca que domina el valle y que la carretera actual atraviesa en túnel justo por debajo de la iglesia.

Buscamos un sitio para comer, pero como era un poco tarde, lo tuvimos complicado, al final en el bar El Taillón nos pudieron ofrecer unos suculentos bocadillos que nos supieron a gloria.

Dimos un pequeño paseo por el pueblo, visitamos la iglesia de San Miguel, una antigua fortaleza medieval que todavía conserva aspilleras y una torre fortificada hoy usada de campanario, y nos fuimos al hotel de Broto a ducharnos y demás.

Por la noche celebramos el final de la travesía en el restaurante de la Villa de Torla, poniendo así el boche final a esta nueva aventura pirenaica, que como no podía ser de otra forma, se mereció sobradamente las 5 estrellas.

En total, aparte de los 8km del primer día, más bien de entrenamiento, en la travesía hemos recorrido 73,8 km, hemos subido 4.229 metros y descendido 5.07 metros, ahí es nada.
Paco Nieto.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Excursión X045: Gavarnie - San Nicolás de Bujaruelo

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Gavarnie. Francia
Final: San Nicolás de Bujaruelo. España
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,6 Km
Desnivel [+]: 749 m
Desnivel [--]: 1.229 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Tras dormir en el albergue Gîte Le Gypaète, en Gavarnie, desayunamos muy temprano y nos preparamos para la que creíamos iba a ser una larga ruta hasta San Nicolás de Bujaruelo, pero Juan nos tenía preparada una sorpresa, había contratado los servicios de un taxi 4x4 para, por un lado acortar el recorrido y, por otro, evitar tener que repetir parte de lo pisado el día anterior, saliendo de un lugar diferente, la Presa de Ossue (Gavarnie).

Con mucha niebla y el cielo amenazando lluvia, llegamos a los pies de la presa, donde se sitúa una zona de acampada en la que existe una cabaña encima de un cerrillo.

Las montañas parecían fantasmagóricas, medio ocultas entre la niebla y de algunas de ellas se veían caer lágrimas en forma de cascada, estaban tristes hoy.

Nos preparamos y echamos a andar en dirección a la presa, situada donde originariamente había un lago glacial. Conforme avanzábamos, el ruido del agua sobrante cayendo desde gran altura era cada vez más atronador.

Cruzamos con cuidado el Gave d´Ossue por un puente metálico, pintado de verde. Ver desde aquí cómo el agua se desborda por todo el arco de la presa era todo un espectáculo. Un cartel informativo indica, entre otros destinos, el de Gavarnie, a 2h45´, eso que nos hemos ahorrado.

Esta es una de las puertas de entrada al macizo del Vignemale, con su mayor cumbre el Pico Vignemale o Viñamala, que hace frontera entre la provincia de Huesca (España) y Hautes Pyrénées (Francia) con hasta 16 cumbres de más de 3000 m.

Otro destino marcado como "Cabane de Lourdes" indicaba 0h30´, allí íbamos, ese era nuestro siguiente objetivo, en dirección sur.

Seguimos el sendero en suave ascenso, con unas vistas sobrecogedoras de un mar de nubes blancas flotando sobre el valle, a la vez que los primero rayos de sol asomaban por entre los riscos más altos de las montañas tiñendo de oro sus escarpadas crestas.

Cruzamos varios arroyos, de poco caudal, junto a uno de ellos, bajo unas rocas nos contemplaba un rollizo sapo que estaba tomando el sol.

A estas horas, las nubes y la niebla habían desaparecido por completo y un cielo azul, soleado nos aligeró el vestuario. Tras vadear el arroyo de Ruisseau d´Aube alcanzamos la Cabaña de Lourdes.

La cabaña, más parece una casita, de paredes blancas con dos cuerpos y un pequeño patio delantero, en el que aprovechamos para hidratarnos y tomarnos un respiro.

Reanudamos la caminata ascendiendo por la margen izquierda del arroyo Ruisseau de la Canau, que da nombre al valle en forma de U, típico de los valles glaciares.

El incesante murmullo del agua, que en ocasiones brincaba entre las rocas formando pequeños saltos, nos acompañaba, toda una delicia para los sentidos.

Cruzamos un par de arroyos y un poco más adelante, el propio Ruisseau de la Canau. Al llegar al Pla  de Canau, pasamos junto a un nutrido rebaño de vacas de raza bruna de los Pirineos, que proviene de una antigua fusión entre la vaca autóctona catalana y bovinos de raza Parda Alpina procedentes de Suiza. Su dócil temperamento y su buena aptitud materna en producción de leche y cuidado del ternero hace que sea una raza muy apreciada por sus criadores.

Al final del precioso y verde valle, dimos el último tirón hacia arriba para alcanzar el puerto de Bernatuara (2.338m), límite natural entre Francia y España, que nos regaló unas espectaculares vistas del Ibón de Bernatuara.

Pero antes de bajar a su encuentro, nos desviamos un poco a la derecha para coronar el pico del mismo nombre, que con sus 2.516 metros de altura ofrece unas vistas panorámicas únicas de las montañas circundantes y del propio ibón.

Estábamos justo a la mitad de la ruta de hoy, habíamos caminado unos 5,5 km, con un desnivel de casi 750 metros y no sabíamos como dejar este privilegiado mirador en el que Juan nos fue identificando los picos más relevantes.

Volvimos al puerto para iniciar el descenso de los poco más de 150 metros que nos separan del Ibón de Bernatuara, que tiene una superficie de 1,8 hectáreas y una altitud de 2.334 metros. Está encajado entre el pico Bernatuara y el pico de Gabiet o Punta de Sandaruelo.

En sus azuladas y transparentes aguas, de un gélido cristalino, nos refrescamos algunos, y a su vera sacamos todo lo que habíamos comprado para comer. y hacernos los bocadillos, de los que enseguida dimos cuenta mientras contemplábamos la belleza de tan precioso lugar.

Daban ganas de quedarse allí y pasar la noche contemplando las estrella.

Tras el descanso, retomamos de nuevo la marcha, afortunadamente ya solo quedaba descender hasta Bujaruelo, eso sí unos 1.200 metros de desnivel, ahí es nada.

Siguiendo las múltiples zetas del sendero, fuimos perdiendo altura, a la vez que nos acercábamos al arroyo de Bernatuara, desagüe natural del ibón, que con gran caudal descendía brincando, formando pequeños saltos de agua de gran belleza. 

Por los verdes laderas y con el arroyo siempre a la vista fuimos descendiendo. Cruzamos la Plana Sandaruelo, plagada de vacas que pactaban curiosas a nuestro paso.

Un poco más abajo, pasamos junto al refugio de Sandaruelo, y enseguida el sendero se va adentrando en un bosque, vadeamos el Barranco de Bernatuara y descendiendo junto a él, enseguida cruzamos por un puente de hierro el Barranco de Sandaruelo.

El sinuoso sendero se abre paso por el tupido bosque hasta que, de pronto, ya vemos el río Ara y el característico puente románico, el icono del lugar. No tardamos mucho en darnos un refrescante baño en sus aguas heladas, que nos quitó de sopetón todo el calor acumulado en la bajada.

Por la noche, en el refugio nos dimos un buen homenaje a base ce chuletas y otros manjares que nos supieron a gloria.

Por todo lo vivido y disfrutado en esta magnífica excursión, le otorgo 5 estrellas y porque no hay más.
Paco Nieto

FOTOS

Excursión X044: Refugio de Serradets - Gavarnie

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Refugio de Serradets. Francia
Final: Gavarnie. Francia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15,2 Km
Desnivel [+]: 287 m
Desnivel [--]: 1.502 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Tras una mala noche de hacinamiento en el precario y desangelado refugio de Serradets, el peor en el que he estado, del que solo le salva su ubicación, (cinco años más tarde lo reformaron). No esperaba que con la tradición montañera de Francia tuvieran un refugio tan precario.

Nos levantamos temprano para ponernos en marcha nada más desayunar, a eso de las 8 de la mañana. Recuerdo que lo primero que hice al despertarme fue bajar a hacerle unas fotos a la Brecha de Rolando, con la primera luz del día, su silueta recortada en el cielo era impresionante.

Hay dos caminos posibles para ir desde el refugio a Gavarnie, uno es recto hacia el circo por donde se despeña su famosa cascada, descendiendo hasta el valle por una senda muy vertical, en la que hay una zona muy complicada y técnica llamada l'Echelle des Serradets, que se hace totalmente desaconsejable con la roca mojada o con hielo.

Por eso Juan optó por la más común de las bajadas, la que desciende hacia el puerto de Bujaruelo, desviándose enseguida hacia Gavarnie. Es más larga pero mucho más fácil y sobre todo, segura.

Iniciamos la ruta perezosamente, la falta de una buena ducha se hace notar, pero la única que había estaba en el exterior y no tenía agua caliente, ni los más valientes se atrevieron.

Descendimos en dirección noroeste, pronto alcanzamos el Serradets, desde donde tenemos unas espectaculares vistas del piramidal Taillón (3.145m), que con la luz dorada del amanecer parece un montón de oro, a nuestra derecha, el majestuoso Pic des Sarradets (2.738m). Más espectacular aún es contemplar las nieves perpetuas de su glaciar, muy mermado en esta época del año, y de la vistosa cascada que se precipita hacia su circo.

Más abajo, la senda zigzaguea buscando disminuir la fuerte pendiente, alcanza una zona rocosa por la que pasa el incipiente arroyo que nace en la ladera del Taillón. Tenemos que extremar las precauciones al estar las rocas mojadas y muy pulidas por la acción del agua.

Unos metros más abajo, llegamos a un cruce de sendas, señalizado por un poste informativo, a la izquierda Port de Boucharo (Bujaruelo) 0h45, a la derecha Plateau Bellevue 1h30 y Gavarnie 2h, hacia donde nos dirigimos, solo que nosotros antes de llegar a Gavarnie, nos desviamos a ver su cascada.

Fue todo un espectáculo ver cómo el sol iba iluminando poco a poco los profundos valles y las altas cumbres de las montañas, que parecían despertar de su sueño.

Al poco, nuevamente tenemos que cruzar el arroyo Taillón, esta vez vadeándolo por una escarpada zona de pequeñas rocas, con algo menos de dificultad que antes.

Ante nuestros ojos tenemos una de las maravillas naturales más impresionantes y conmovedoras de los Pirineos, un enclaves de singular belleza, de un verdor imposible hasta los primeros lienzos de roca virgen, neblinosa, veteada por cientos de cortinas de agua de deshielo procedentes de los glaciares.

Extasiados con estas paradisiacas vistas, vimos para nuestra sorpresa cómo un helicóptero iba y venía de una pradera al refugio de Serradets, llevándoles víveres y retirando el material de desecho.

Conforme descendíamos por lo que fue la morrena del glaciar, íbamos alcanzando las nubles blancas, como algodones, que veíamos antes a nuestros pies, todo un espectáculo.

Un poco más abajo, llegamos a una preciosa pradera en la que pastaba un numeroso rebaño de ovejas, marcadas en su cuello con pintura azul para identificarlas.

Aunque la mayoría eran de lana blanca, entremezcladas con ellas también las había de lana marrón, de raza tarasconesa, una especie poco vista por nosotros, pero muy común en el pirineo francés, emparentada con la raza aranesa, procedente del Valle de Arán.

Tras un pequeño descanso, contemplando el devenir del ganado, continuamos el descenso, cruzamos el arroyo de Taillón por tercera vez, en esta ocasión sin mayores problemas. Al poco, la senda se precipita hacia el valle formando un gran número de pequeñas zetas,

Pasamos junto a un poste indicativo, situado en el segundo posible desvío hacia el Puerto de Bujaruelo, que ahora quedaría a 1h15, mientras que a Gavarnie le daba 1h.

Continuamos descendiendo, siguiendo los hitos de piedras que mostraban el camino entre el verde paisaje y algún que otro pino solitario, verdaderos héroes capaces de resistir los duros envites invernales.. 

Descendimos por otro grupo de zetas, ahora más numerosas y cerradas, que nos bajan al encuentro de Gave des Tourettes, un torrente de agua que nos ofrecieron dos espectáculos únicos, el primero una marmota puesta de pie observándonos desconfiada junto a unas rocas y el segundo, una impresionante caída de agua en forma de cola de caballo.

Enseguida se nos fue la marmota a lugares más seguros, cruzamos el arroyo y continuamos el descenso por una estrecha senda que acompaña al agua por su margen izquierda, que desciende el valle con un mar de montañas frente a nosotros.

Cruzamos dos regatos medio secos y un arroyo con algo de agua. Nás adelante, la senda se aparta ligeramente de Gave des Tourettes para pasar por Plateau de Bellevue, una hermosa pradera con una lagunilla seca donde pastaban unas vacas. 

El entorno es sublime, estamos rodeados de montañas calizas que nos muestran sus blanquecinas cumbres algo tímidas, medio a escondidas, con la complicidad de las nubes.

Girando a la derecha, hacia el sur, buscamos de nuevo el encuentro con el Gave des Tourettes, que acabamos cruzando por un puente de madera, inmersos en un apabullante contraste de verdes praderas y un cielo azul sobre montañas blancas. Con tan idílicas panorámicas, paramos a descansar un rato.

Reanudada la caminata y después de cruzar el puente, el sendero perdió la pendiente y durante un par de kilómetros caminamos por una agradable llanura plagada de florecillas y hongos, en la que se alternaban los claros y los bosquejos de pinos.

Enormes taludes a nuestra izquierda nos dan idea de lo brutal que tuvo que ser el afloramiento montañoso de Pirineos en esta zona, de un verdor imposible hasta los primeros lienzos de roca virgen, neblinosa, veteada por cientos de cortinas de agua de deshielo procedentes de los glaciares.

Y casi sin esperarlo, frente a nosotros contemplamos por primera vez, a lo lejos, la gigantesca cascada, destacando como hilo de plata en el maravilloso Circo de Gavarnie, el espectáculo es sensacional.

El Circo de Garvarnie es el "Gran coliseo de la naturaleza", en palabras de Victor Hugo, un impresionante anfiteatro natural con más de 5 km de diámetro y 1.500 m de alto, coronado por cumbres de más de tres mil metros de altura, entre cientos de cascadas.

El circo de Gavarnie fue la meca del descubrimiento de los Pirineos y la cuna de los Pirineos de dificultad. Grandes familias de guías, de la aldea de Gavarnie, acompañaron a los visitantes que buscaban la belleza de la ruta y la hazaña deportiva.

Una leve subida nos proporcionó mejores vistas del circo y el valle, lugar que escogimos para tomar el tentempié de media mañana mientras nos hipnotizaban las vistas.

Aquí existen pequeños lagos virginales escondidos entre las cumbres, espejos solo perturbados por el galope de las tormentas o la caricia imperceptible del silencio. Y las corrientes derretidas de los glaciares se trenzan para alimentar más abajo la esperada cascada.

Tras reponer fuerzas, iniciamos el descenso hacia la cascada. Se nos hizo corto este tramo, quizás por la marcha a la que fuimos, con ganas de llegar a su explosivo chorro, la Grande Cascade.

Con 423 metros de caída, es la más alta de Francia y la segunda de Europa fuera de Noruega (tras la Cascada Röthbach en Alemania).

Marca el inicio del río Gave de Pau. Es alimentada por la fusión de la nieve y un pequeño glaciar al pie del Pico Cilindro, situado en España. Esta agua se filtra bajo tierra hasta que sale por el borde superior de la cascada.

La altura de la caída, está dividida en dos saltos, una de ellas con una elevación de 281 m, es tan importante que el agua se vaporiza en una nube de aerosol. La corriente de aire de la cascada determina un microclima frío en los pies y mantiene un campo de nieve que desaparece gradualmente con el aumento de las temperaturas.

El flujo es muy variable, tan bajo como 6 m³ / s durante el verano y hasta 200 m³ / s durante las lluvias y nevadas, principalmente en invierno y otoño.

Se encuentra a 55 kilómetros de Lourdes, en pleno Parque Nacional de los Pirineos, en el departamento francés de Hautes-Pyrénées. Este verdadero altar a lo sublime, entre alturas deslumbrantes, en 1997 fue declarado con todo merecimiento Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El circo de origen glaciar fue creado durante el Pleistoceno, cuando media Europa estaba cubierta de hielo, y los pliegues alpinos del Pirineo o los Alpes fueron cortados a cuchillo para formar estos desniveles de vértigo con forma de anfiteatro.

Una vez contemplada la cascada desde todos sus ángulos, descendimos por el valle, ​dejando atrás tan imponente maravilla. Cruzamos arroyos y praderas y al poco llegamos al Hôtel du Cirque et de la Cascade, donde paramos un momento a contemplar lo que minutos antes teníamos encima de nosotros.

Las vistas desde aquí del Circo y la Cascada son espectaculares. Con preciosas panorámicas continuamos descendiendo por el valle, junto a la margen derecha del Gave de Gavernie. Cruzamos un par de arroyo y el Bosque de Arribama, un precioso y tupido hayedo y abetos de sabiduría centenaria, muy sombrío, que fue toda una delicia recorrerlo.

Pasamos junto a un bonito puente de piedra y finalmente cruzamos por un puente de asfalto e hierro el incipiente río para continuar el recorrido por la margen izquierda hasta alcanzar el pueblo de Gavarnie, un paraíso de montaña.

La muralla de roca de Gavarnie se eleva 1500 metros desde el fondo del valle hasta las cimas que coronan este impresionante escenario natural. El Gran Astazu, el Pico Taillón o el Marboré, éste último con 3248 metros de altura, son sin duda los guardianes perfectos para custodiarla.

Cruzamos el pueblo por sus preciosas calles, llenas de comercios, hoteles y bares hasta llegar al albergue Gîte Le Gypaète, donde cenamos y pusimos la ropa a secar. Aquí pasamos la noche, recuperándonos de la dura etapa pero con el convencimiento de que mereció la pena, nos tocaba ahora descansar para mañana iniciar la etapa hasta San Nicolás de Bujaruelo.

Por lo bonito de la ruta y las precisas panorámicas que hemos disfrutado, le otorgo 5 estrellas a esta preciosa excursión.
Paco Nieto