lunes, 31 de agosto de 2020

Excursión X231: Cascada del Hervidero y Canal del Mesto

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Agustín de Guadalix
Final: San Agustín de Guadalix
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 17 Km 
Desnivel [+]: 435 m 
Desnivel [--]: 435 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
¡Qué mala es la envidia!. Fue ver una foto de la cascada del Hervidero en Facebook y decir "el lunes vamos". Claro que en eso se basa la publicidad, en mostrarte una hamburguesa a la hora de comer, o los turrones en Navidad.

La cosa era que a esta idílica cascada ya había ido en un par de ocasiones, la primera vez saliendo de San Agustín de Guadalix y la segunda desde Pedrezuela. Me costó un poco planificar una ruta que tuviese algo de cada una de ellas y que no fuese la clasifica de ida y vuelta, sino más circular.

Y con un día no tan caluroso como el de la semana pasada, quedamos en el aparcamiento de la Laguna de los Patos, en la parte norte de San Agustín de Guadalix, ahí había aparcado la otra vez. Pero los primeros en llegar avisaron que estaba cerrado por una valla, así que todos dejamos los coches en el polígono industrial El Raso, pasado el puente.

Echamos a andar hacia la laguna de los Patos, cruzando el puente sobre el río Guadalix, contemplando la hermosa laguna que forma aguas abajo, en una zona bien acondicionada junto a su ribera.

Continuamos en dirección al pueblo, por un amplio y agradable camino muy arbolado, utilizado para el paseo y las bicis.Al llegar a una fuente, cruzamos la Avenida de Madrid y giramos a la derecha por un sendero que bordea una casa y cruza el arroyo del Caño, accediendo, por una cuesta, a la Vereda de las Mentiras (curioso nombre), por la que continuamos entre encinas y enebros en dirección norte.

En constante y suave pendiente fuimos subiendo por este camino de tierra, cada cual a su paso, en animadas charlas, parando de vez en cuando a la sombra de las encinas de mayor porte para refrescarnos a su sombra o bebiendo agua.

Al cruzarnos con el camino del Canal Bajo, cruzamos un portón y continuamos de frente, hasta alcanzar la Almenara de los Castillejos junto a unas instalaciones de radio.

El Canal Bajo enlaza el depósito inferior de la central eléctrica de Torrelaguna con el depósito de Islas Filipinas en Madrid. Tiene una longitud de 58,1 km, transita sobre 27 acueductos, 41 túneles y salva 4 barrancos o zonas bajas mediante sifones metálicos, una de ellas ésta de la cuenca del Guadalix, que desde donde nos encontramos se contempla en toda su extensión.

Hacia el valle nos dirigimos, descendiendo por un sendero con fuerte pendiente, mitigada en parte por numerosas zetas, en las que varias vacas estaban tranquilamente pactando. A mitad de la bajada, pasamos junto a un sifón y tras una curva cerrada, comenzamos a escuchar el sonido del agua al caer desde la cascada del Hervidero.

Un desvío a la izquierda nos conduce directamente a la parte alta del gran salto de agua desde donde se ve cómo el río se divide en dos, por tener un gran peñasco en medio de su lecho. Abajo, la gran charca que la cascada ha labrado, a la que la gente se acerca a contemplar caer el agua.

La zona es bastante peligrosa ante posibles crecidas del río si abren las compuertas del embalse del Vellón o Pedrezuela, de lo que advierte un cartel colocado en una de las rocas.

Contemplado tan bello espectáculo, regresamos por una senda que bordea el precipicio y que acaba en un paso estrecho entre dos columnas, que da acceso al puente que forma el Canal Alto para salvar el río Guadalix, en la llamada Casa del Lavadero, ahora medio en ruinas.

Cruzamos el puente y por unas estrechas escaleras empedradas, que salen a nuestra izquierda, descendemos con cuidado para poder contemplar, de repente, las dos cascadas desde abajo, en un entorno con mucho encanto, un lugar idílico y relajante en el que el tiempo parece no existir, una pequeña joya natural que oculta este precioso valle.

Contemplamos extasiados la incesante doble caída del agua, que desde unos 6 metros de altura, presentaba un gran caudal, inusual en esta época, seguramente debido a la apertura de compuertas del embalse del Vellón. Aquí paramos a tomar el tentempié de media mañana mientras las cámaras no dejaban de captar todos los ángulos posibles de esta maravilla.

Tras hacernos la foto de grupo, regresamos por las escaleras al puente, desde donde seguimos por una senda que asciende con bastante pendiente por la ladera izquierda, entre encinas y matorral, en la que un mirador con buenas vistas de las cascadas nos da un respiro.

A pocos metros del mirador alcanzamos el camino que sigue el Canal del Mesto, por el que seguimos en un agradable paseo de 3 km con estupendas vistas del cañón del río Guadalix, en un entorno de gran belleza dominado por la vegetación que en esta zona cuenta con una gran densidad.

El paisaje está dominado por las encinas, los enebros y la coscoja con una gran variedad de vegetación presidida por la jara, de gran belleza en primavera por su floración rosa.

Durante el recorrido se ven numerosas construcciones relacionadas con la conducción de agua del Canal de Isabel II, como sifones, torres de control, respiraderos y, a lo lejos, el Acueducto del Zegrí. A nuestra izquierda el profundo cañón que el agua del Guadalix ha labrado y que de vez en cuando se deja ver.

Tras numerosas revueltas bordeando Peña Águila, alcanzamos el Azud del Mesto, hoy en desuso. Fue construido en el año 1905 utilizando una presa preexistente. Tiene 4 metros de altura y está construido en sillería de piedra caliza.

El agua se captaba mediante un sistema de compuertas para conducirla hasta el Sifón de Guadalix. En Peña Águila pudimos observar un antiguo canal excavado manualmente en la roca, por el que discurría el agua antes de la construcción del Canal del Mesto.

Con la construcción de este embalse del Vellón, el azud quedó en desuso, aunque se encuentra todavía operativo por si fuese preciso el trasvase de las aguas al Canal Bajo.

Después de contemplar durante un buen rato la hermosa cascada que forma el aliviadero de la pequeña presa y deleitarnos con unos higos y unas uvas que recogimos aquí mismo, plateamos la forma de regresar, si deshaciendo el camino hasta llegar de nuevo a la cascada del Hervidero y de allí al inicio de la ruta siguiendo el río, o bien, para no repetir, seguir un camino algo más largo y empinado, pero con un paisaje muy diferente al hasta ahora visto.

En resumen, un regreso cómodo y sombreado, bien conocido, u otro más exigente, incierto  y con poca sombra.

Aunque no lo esperaba, ganó la segunda opción, lo que da idea del nivel de preparación y exigencia del grupo, o de su nivel de temeridad e imprudencia, que ambas lecturas son posibles.

Desde las Casas de la Almenara proseguimos por una pista de tierra que pasa junto a la Casilla del Mesto, antigua casa del guarda, en dirección a El Molar.

Pasamos un puente sobre el arroyo de Jacinto, único lugar con algo de sombra, y al poco abandonamos para bajar hacia el arroyo del Mesto.

Cruzamos el pequeño valle que forma este arroyo, ahora seco, para ascender al cañón del Guadalix desde lo alto, en una vista espectacular donde se contemplaba toda la Cuerda Larga al noroeste, detrás de Pedrezuela,  el cerro de San Pedro al oeste y la atalaya de El Molar al este.

Entre pradera que el estío había trasformado en secarral, sin apenas sombras y con el sol arreando, por fin alcanzamos la parte más alta del recorrido, en la que una valla y una puerta cerrada obliga a bordear una finca, siguiendo, entre encinas, la cresta de la pequeña cuerda que se precipita hacia el valle del Guadalix.

Alcanzado el Camino del Canal Bajo, descendimos por él, recortando las alargadas curvas en dos ocasiones gracias a sendas que minimizan el recorrido, aunque añaden pendiente a la bajada. 

Dejando atrás un par de Almenaras, por fin alcanzamos el camino, que tras pasar junto a la Almenara de fondo y cruzar el río Guadalix por el puente de San Antonio, se dirige hacia el punto de inicio de la excursión.

Abandonando la pista al llegar a una curva, seguimos por el sendero que busca el curso del río y que, tras cruzar un puente de madera, se interna en un grato y espeso bosque de ribera en el que el río se remansa medio oculto por la vegetación.

Estamos en el área recreativa junto a la cual habíamos dejado los coches. Sitio ideal para tomar el bocadillo en una de las abundantes mesas de madera existentes. Y para hacer aún más agradable el momento, compramos unas cervezas frías y unos helados en el supermercado DIA que hay al lado, haciendo que esta ruta, llena de contrastes y de naturaleza, se mereciese 4 estrellas.
Paco Nieto

lunes, 24 de agosto de 2020

Excursión X230: La Barranca por el Paso Cagalera y la Ventana de la Maliciosa

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Barranca
Final: La Barranca
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 7 Km 
Desnivel [+]: 493 m 
Desnivel [--]: 493 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El Valle de la Barranca se encuentra bajo el Cerro de las Guarramillas, más conocido como Bola del Mundo, por las antenas de TV instaladas en su cima y que se representaban encima de la bola del Mundo en las primeras emisiones desde Navacerrada.

Por él se pueden realizar varias rutas fáciles y aptas para todos los públicos, siguiendo un bonito recorrido de unos 11 kilómetros que pasa por el Mirador de las Canchas y la fuente de la Campanilla, pero pocos conocen otros rincones que esconde este precioso valle, mucho más espectaculares.

Y con el objetivo de darlos a conocer a algunos componentes del grupo, nos reunimos en el aparcamiento más próximo al Hotel la Barranca, al que se llega siguiendo, desde Navacerrada, la carretera que, como curiosidad, fue asfaltada en 1982, con motivo del Mundial de fútbol para facilitar el acceso a los futbolistas de la selección francesa que se alojarían en este hotel.

Por la pista, ahoya ya de tierra, ascendimos, en suave pendiente, dejando a nuestra derecha los embalses del Pueblo de Navacerrada y del Ejército del Aire, en los que los riscos cercanos a la Maliciosa y a la Bola del Mundo se reflejan en sus mansas aguas como si de un espejo se tratara, sin duda una de las estampas más alpinas de la sierra de Guadarrama.

Al llegar a la zona recreativa de las Vueltas, antes de una cerrada curva a la izquierda, dejamos la pista para seguir la senda que surge a la derecha, próxima a la caseta de control de Pino a Pino, y que enseguida cruza el río Navacerrada, al que acompañamos, remontándolo, primero por su margen izquierda y después por el de la derecha, tras vadearlo por segunda vez.

Otro nuevo vadeo, y una pequeña cuesta, nos hizo alcanzar la senda Alakan, que paralela al río, entre frondosos pinos y enebros, conecta al final con la pista que recorre el valle. En dirección sur la seguimos, para en su primera curva, abandonarla e iniciar el ascenso, sin senda que nos guiara, en busca de los riscos donde se oculta el Paso Cagalera.

Es éste un curioso hueco abierto entre la mole de granito, con una altura vertical de unos 10 metros, divididos en dos tramos y que seguramente debe su nombre al mal cuerpo que a más de uno se le debe de poner al verlo desde arriba. La verdad es que no es para menos.

Hasta ahora siempre lo había bajado sin mayor dificultad, pero hoy, para variar, tocaba subirlo.

Llegados a la base de tan singular paso, lo primero era trepar, con la ayuda de una cadena, un escalón de unos tres metros de altura, al que le sigue una pared vertical de unos cuatro metros, superable gracias a una escalera de hierro colgada entre las rocas, de unos cuatro metros de altura, asegurada con un cable atado a una roca en su parte más alta.

De uno en uno, no hay espacio para más, fuimos subiendo todos, menos los que se quedaron con los perros, porque por aquí es imposible auparlos y por ello tuvieron que rodear estos riscos. Mi conclusión es que se sube mejor que se baja.

Una vez arriba, había dos opciones, seguir la canal hasta alcanzar el collado del Callejón de las Tijerillas o subir por la vía ferrata El Cuervo. Sólo la mitad del grupo se atrevió con la segunda opción, a ciencia cierta mucho más prudentes que nosotros.

Al pie de la desafiante pared constatamos que ya no existe la placa que la anunciaba, donde figuraba también su año de creación: el 2003. En su lugar hay un grabado a mano realizado a golpe de cincel sobre la roca y pintado en rojo, en el que se lee "Vía Cuervo". También han desmontado el cable de vida instalado junto a las anillas de sujeción.

Comenzamos el ascenso de uno en uno y guardando una cierta distancia de seguridad, tanteando cada uno de los peldaños, para comprobar su estabilidad. Siempre con al menos un pie y una mano asegurados y sin mirar para abajo, fuimos superando los aproximadamente 15 metros de altura de la pared, que conforme se va subiendo va ganando en verticalidad.

Al llegar arriba, una roca plana permite contemplar, con cierta congoja, el precipicio por el que se sube. Un metro más arriba asoma una cruz de hierro pintada en azul, utilizada para asegurar el desaparecido cable de vida de la vía ferrata.

A ella llegamos los cinco, con una poco disimulada alegría por haber superado el reto. Ni que decir tiene que, si no se está preparado, este tramo es muy peligroso, por lo que no es aconsejable para personas con vértigo o sin el debido entrenamiento.

Una vez hechas las inevitables fotos junto a la cruz, rodeamos los riscos hasta alcanzar el collado de las Tijerillas, donde nos esperaba el resto del grupo y un nutrido grupo de vacas ocupadas en buscar algo verde que llevarse a la boca.

Nosotros, para no ser menos, allí nos tomamos el tentempié de media mañana mientras contemplábamos las excelentes panorámicas del valle de la Barranca, el embalse de Navacerrada y sus alrededores.

Tras el descanso, ofrecí la opción de acercarnos a la Ventana de la Maliciosa a aquellos que no la conocían, lo que secundaron éstos y alguno más, que repetía, porque lo cierto es que su espectacularidad bien merece el paseo.

A ella se llega tras una trepadita por las rocas que se encuentran al este del collado, y siguiendo una tenue senda marcada con hitos de piedra enseguida se alcanza este roto en los pétreos riscos de la parte sur de la Maliciosa. A los nuevos creo que le encantaros las vistas desde este original mirador.

Regresamos sobre nuestros pasos hasta el collado de las Tijerillas, dirigiéndonos desde él a la fuente de la Campanilla, donde nos esperaba Antonio y José Luis, siguiendo una empinada senda, muy desdibujada en la que abundaban troncos caídos que ya a nadie parecen interesar. ¿Dónde quedan aquellos tiempos de gabarreros que mantenían limpios los bosques?

En la fuente tocamos, como es preceptivo, la campanilla que le da nombre y, tras recargar las botellas con su fresca agua, iniciamos el regreso, descendiendo por el PR-26 hasta la pista donde un hito marca la "Puerta de la Maliciosa", donde nos hicimos la foto de grupo.

Por la pista, cruzamos el puente sobre el arroyo de Peña Cabrita, pasamos junto a la fuente de Mingo. La idea era continuar por la pista, ver el mirador de las Canchas y regresar por la senda Ortiz, pero el tiempo apremiaba y optamos por dejar la cómoda pista para seguir la senda que se acerca al río Navacerrada, al que acompañamos en su descenso lo más arrimados posibles a su cauce.

Al llegar a la zona recreativa de las Vueltas vimos unos cuantos niños saltar de pino a pino, y recuperada la pista, descendimos en cómodo paseo hasta disfrutar de nuevo de las vistas hacia la Maliciosa y la Bola del Mundo desde el Embalse del Ejército del Aire y del Pueblo de Navacerrada, antes de llegar al aparcamiento de inicio.

La jornada acabó en casa de Pepa, donde celebramos su cumpleaños con barbacoa y bañito piscinero incluido, haciendo de este día una jornada inolvidable, que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 17 de agosto de 2020

Excursión X229: El Chorro Grande y las calderas del río Cambrones

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,5 Km 
Desnivel [+]: 532 m 
Desnivel [--]: 532 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Son muchos los atractivos que ofrecen a los senderistas los alrededores de la Granja de San Ildefonso, pero hay dos que destacan, el Chorro Grande y las calderas (pozas) del río Cambrones. Unir en una sola ruta ambas maravillas, no es fácil, porque entre ambos lugares hay una gran diferencia de altura y ningún camino que lo facilite.

Hoy quería unir estos dos atractivos lugares siguiendo una ruta que no había explorado y que, fiándome de los mapas, parecía ser posible.

Para ello, nos reunimos en la explana del Palacio de la Granja, dirigiéndonos, tras tomar café, hacia la plaza de los Dolores, que cruzamos para, dejando la iglesia a la derecha, llegar a la plaza de toros, y al ver desde allí la cúpula del pozo de nieve, nos acercamos para enseñárselo a los que no lo conocían.

Fue construido en 1736 por encargo real para abastecer al pueblo, que se creaba entonces, fue sufragado por los vecinos con un impuesto especial.

Se rehabilitó en el 2011 como equipamiento cultural, dejando ver el pavimento originario de losas de barro, cubierto ahora por un suelo de cristal, y las paredes de piedra con una profundidad de más de ocho metros y una cúpula de cristal, que emula una gigantesca bola de nieve.

Continuamos por el sombreado paseo del Molinillo para, cruzando un puente, dirigirnos a la urbanización Seo de Urgel, donde tomamos el camino del Reventón, nombre que asustó a más de uno de los participantes.

Este empinado camino sirvió de cortafuegos natural en el incendio que comenzó el 4 de agosto del pasado verano y quemó 400 hectáreas, al parecer fue provocado por un vecino de la Granja. Daba pena ver cómo el fuego había acabado con el hermoso robledal, del que solo quedaban algunas ramas chamuscadas en el suelo, en lo que parecían cadáveres a medio enterrar en un campo de batalla.

La buena noticia es que, a pesar del desolador panorama, arbustos y otras especies han comenzado a florecer en las calcinadas laderas, devolviendo algo de esperanza a la pronta recuperación de la zona.

Tras superar media docena de zetas, con estupendas vistas en cada curva, y esperar a que una vaca con su ternerillo dejara el paso libre, llegamos a unas peñas, momento en que dejamos la pista para internarnos el espeso bosque de pinos, salvado de las llamas por la existencia de un cortafuegos que impidió su avance.

Por una cómoda senda nos internamos en el pinar, agradeciendo la buena sombra que nos proporcionaba. A los pocos metros, pasamos junto a la fuente JM, en la que figura la fecha 24-6-2001, suponemos que en referencia al día de su construcción.

Un poco más adelante dimos con otra al pie mismo del arroyo de la Fuente del Infante, que vadeamos para, unos metros más adelante, alcanzar la preciosa cascada con poza incluida, que el arroyo del Chorro Grande forma en un paradisíaco rincón.

Unos metros más al norte, se accede a un espectacular mirador, en el punto en que el agua del arroyo se precipita en un colosal salto de 80 metros, en tres tramos, de caída casi vertical. Aquí paramos a tomarnos el tentempié de media mañana, con extraordinarias vistas de la Granja, el cerro de la Atalaya y toda la meseta castellana.

Una placa conmemorativa del fallecimiento, en el 2015 de un chico de 27 años, da idea de lo peligroso que es sufrir aquí una caída. Costó ponernos de nuevo en marcha, y de nuevo en la poza, seguimos una senda paralela al arroyo, descendimos con mucha pendiente hasta la base de la cascada, salvando un desnivel de 100 metros en menos de 300 metros de recorrido. La perspectiva desde la poza donde cae el agua no da idea del desnivel real de la Chorrera.

Hechas las correspondientes fotos de la Chorrera, continuamos el descenso hasta alcanzar la pista que viene de la Granja y que seguimos a mano derecha, vadeando las inquietas aguas del arroyo, que forman aquí un bonito rincón.

Tras vadear otro arroyo, éste más pequeño, el camino alcanza un mirador natural de bellas vistas de la Granja, donde dejamos la pista para seguir por terreno desconocido para mi.

Cruzamos una alambrada con puerta abatible y continuamos por una cómoda pista entre robles, alguno de gran belleza, siguiendo el track que intuitivamente tracé hasta dar, después de remontar una rocosa cuesta, con una pista, que enseguida abandonamos para seguir una hondonada por el límite de un pinar hasta alcanzar otra pista, ya conocida.

Tendré que buscar una alternativa al tramo de subida, para hacer más fácil el acceso a este punto. Desde aquí, buscamos el pequeño puente de piedra, medio oculto por la vegetación, que cruza el Arroyo del Hueco.

Al otro lado del arroyo, seguirnos una desdibujada senda paralela a él, que entre esbeltos pinos descendía al encuentro con el río Cambrones, con el arroyo del Hueco siempre a nuestra izquierda. Llegados al río, lo vedamos con la ayuda de unas piedras en un punto intermedio entre la Cacera Madre y la Caldera Primera.

Seguimos durante un corto trama el río, disfrutando del murmullo del agua y la refrigerante sombra de su arbolado, con la idea de visitar las tres primeras calderas, las más escondidas, buscando para ello los senderos más próximo a la ribera.

Sin embargo, en dos ocasiones hay que alejarse momentáneamente del agua para salvar grandes riscos que impiden seguir su cauce. Una vez entre la Caldera Primera y Segunda y otra entre ésta y la Tercera.

Cada poza es distinta, la Primera es muy bonita, con un pequeño salto de agua en su inicio, la Segunda es la más oculta y salvaje y, por ello, también la más atractiva para los que van buscando intimidad.

En ella hay unas enormes marmitas gigantes labradas a base de paciencia y el roce de piedras arrastradas por el agua.

La Tercera es alargada y profunda, alcanzando los tres metros, con una cascada que forma una especie de jacuzzi en su inicio, invisible desde el otro extremo de la poza, y que nosotros llamamos Caldera Mágica, por no sé que leyenda de algún senderemago caminado y emergiendo de sus aguas de forma milagrosa.

Tras dar cuenta de los bocadillos en tan agradable lugar, iniciamos el regreso, buscando la senda principal, que alcanzamos poco antes de llegar a una gran roca de dudoso equilibrio. Continuamos por la senda viendo desde lejos las calderas en las que habíamos estado, hasta alcanzar una caseta y acequia de captación de agua, llamada Cazera Madre.

Detrás de la caseta sale una senda, que nada más pasar un portón de hierro se interna en un placentero bosque de robles. con el río a nuestra izquierda, hasta otro portón de hierro y un romántico puente de madera que cruza el río Cambrones.

En este punto, nos despedimos del río, que continua su camino hacia el embalse de Portón Alto, donde entrega sus aguas, mermadas, eso sí por la que le roban en la Cazera Madre.

Continuando hasta la pasarela que accede a la pista que baja hacia San Ildefonso, cruzamos el Arroyo del Chorro Grande por el Puente de la Princesa, y seguimos por la calle del Pocillo, Puerta de la Reina y el Parador, regresando así al punto de inicio, la explanada del Palacio de la Granja, donde nos esperaban las cervezas del bar Roma.

Por el hermoso día, las magníficas vistas desde el Chorro Grande, lo refrescante del paseo junto a las calderas, esta ruta se merece una puntuación de 4,5 sobre 5.