lunes, 19 de julio de 2021

Excursión X293: Los encantos de la Barranca

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: La Barranca
Final: La Barranca
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,2 Km
Desnivel [+]:  723 m
Desnivel [--]: 723 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Son muchos los encantos que guarda la Barranca y para recorrer algunos de ellos, realizamos esta ruta, que se adentra en sus pinares y rincones más recónditos.

Quedamos en el aparcamiento situado enfrente del hotel La Barranca, que lamentablemente sigue envuelto en una supuesta remodelación que se está haciendo eterna.

Iniciamos la marcha acercándonos al embalse del Pueblo de Navacerrada, en cuyas quietas aguas se refleja, como un espejo, la Bola del Mundo y el Peñotillo de la Maliciosa. Cruzamos el muro de su presa y seguimos por la senda que sale a la izquierda, junto a la valla metálica del embalse, hasta alcanzar el siguiente pequeño embalse, el del Ejército del Aire, llamado así porque se construyó para abastecer de agua al Sanatorio Antituberculoso y Casa de Reposo que el ejercito del Aire construyó un poco más abajo en los años 50 del pasado siglo.

Seguimos desde aquí una senda que al principio va paralela al la margen izquierda del arroyo de Navacerrada, también llamado Samburiel, pero que enseguida se aleja para poder cruzar más cómodamente el arroyo de la Maliciosa, también llamado de las Tijerillas, para luego volver a buscar el arroyo de Navacerrada, junto al que seguimos, en dirección norte, por la senda Alakán, entre frondosos helecho y espigados pinos, hasta alcanzar una amplia pista forestal.

Seguimos por la pista, en dirección sureste. unos pocos metros, para enseguida abandonarla al llegar a la primera curva para continuar por una desdibujada senda en la que los pocos hitos que tiene nos van acercando a unas grandes formaciones rocosas donde se encuentra uno de los rincones con encanto del valle, el curioso y monumental boquete horadado en el risco de granito al que se accede por una cadena de acero y una escalera de hierro, no sin cierto canguelo, de ahí el ilustrativo nombre con el que se le conoce: Paso Cagalera.

A pesar del alarmante nombre, no es complicado su paso, aunque seguro no opina lo mismo nuestra mascota, que tuvimos que subir en brazos entre tres. Al llegar arriba, unos optamos por ir al encuentro de la ferrata El Cuervo, mientras que los más prudentes continuaron por el callejón que asciende hacia el collado del Callejón de las Tijerillas.

Con mucha prudencia y asegurando siempre tres puntos de apoyo antes de cada peldaño, los más osados fuimos escalando la inclinada pared del risco, con la ayuda de las grapas que hay instaladas, hasta llegar a la cima, donde una cruz de hierro pintada en azul aseguraba el cable de vida que ahora ya no está.

Tras las fotos de rigor junto a la cruz, nos fuimos hacia el mencionado collado, desde el que se tienen unas magníficas vistas del valle, con el embalse de Navacerrada y la Sierra del Castillo al sur, y de la Ventana de la Maliciosa, otra curiosa oquedad natural, situada al este del collado.

Desde allí, descendimos siguiendo, en dirección noroeste, una senda entre pinos hasta alcanzar la fuente de la Campanilla, en la que nos refrescamos, pues el calor se había hecho notar, y como era la hora, paramos a almorzar en una mesa de picnic de madera que hay junto a ella.

Repuestas las fuerzas, descendimos por el amplio camino que baja hacia la pista que recorre el valle, justo donde hay instalado un hito del Parque Nacional de Guadarrama en el que figura "Puerta de la Maliciosa", ya que si en lugar de bajar hubiésemos seguido subiendo, por una senda de bastante pendiente y en algunos tramos resbaladiza, hubiésemos alcanzado su cumbre , una vez superado el collado del Piornal.

Por la pista continuamos, pasando por los puentes que salvan el regajo del Pez y el arroyo de Peña Cabra, hasta alcanzar, en dirección suroeste, el Mirador de las Canchas.

Es éste un excelente balcón desde el que se tienen las mejores vistas de la Sierra de las Cabrillas, el Alto de las Guarramillas (Bola del Mundo) y de la Maliciosa. Unos murales instalados sobre poyetes de rocas nos permiten identificar todas las cumbres y los puntos de interés que desde allí se divisan.

Tras las inevitables fotos, iniciamos el descenso, en dirección sur, por la senda que discurre paralela a la pista, dejando ésta a nuestra derecha, entre pinos silvestres. El marcado sendero pasa junto a unas rocas que hacen de estupendo mirador del valle, sin duda es uno de los puntos más hermoso de la excursión. Un poco más abajo cruza la Senda Ortiz. Aquí nos planteamos el seguir por ella en dirección a la Barranca o continuar para ver el embalse del Chiquillo.

Ganó la segunda opción y continuamos por la senda que de frente bordea por la izquierda el Cancho Gordo, un conglomerado rocoso en el que grandes bloques graníticos se apilan sin ningún orden. Un giro a la derecha hace que la bonita senda se acerque al arroyo del Chiquillo, que acabamos cruzando, para seguir la senda de su margen derecha, que entre pinos silvestres y vegetación arbórea de ribera que crece en sus orilla alcanza, aguas abajo, el pequeño embalse que lleva su nombre.

Cruzamos el pequeño muro que forma su presa y contemplamos sus verdosas aguas, en las que se reflejaban los árboles de su alrededor. Junto al embalse, una artística fuente sirvió para refrescarnos y hacer de marco de algunas fotos.

Con cierta celeridad, ya que se nos había echado la hora de comer, seguimos el camino, que hacia el este, conecta con la carretera de la Barranca, por la que seguimos con todo el sol a nuestras espaldas y sin ninguna sombra en la que mitigar el calor.

Dejamos a nuestra izquierda las ruinas del edificio levantado en 1949, que fue Sanatorio del ejército del Aire, y que en 1965 pasó a ser el Sanatorio del Santo Ángel. Cerrado definitivamente en 1995, la fecha marca el inicio de las numerosas leyendas que aportan un punto tenebroso a su ya de por sí fantasmagórica apariencia.

Reunidos en el aparcamiento donde habíamos dejado los coches, nos fuimos a Navacerrada a degustar las refrescantes cervezas y el menú de la Terraza Jardín Felipe, dando así por finalizada esta bonita ruta, entre pinares, arroyos, fuentes, embalses y sorprendentes pasos rocosos que bien merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto