lunes, 18 de marzo de 2019

Excursión X168: Cruz del Niño Pedrín y Pozos de Nieve de Abantos

FICHA TÉCNICA
Inicio: 
San Lorenzo de El Escorial

Final: San Lorenzo de El Escorial
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,8 Km 
Desnivel [+]: 897 m 
Desnivel [--]: 897 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc


RESUMEN
Pocos conocen una triste historia acaecida a finales del año 1892 en San Lorezo de El Escorial y que únicamente una solitaria cruz de granito hace que perdure en la historia y no la borre el paso del tiempo.

Y para conocer esa cruz y los también olvidados Pozos de Nieve de Abantos realizamos esta excursión, reuniéndonos en la parte alta de San Lorenzo de El Escorial, en el cruce de la calle Cesáreo Pontón y Cerro Abantos, aunque si son muchos los participantes, conviene utilizar el aparcamiento del Euroforum que está bajo la presa del Romeral.

Echamos a andar en dirección oeste siguiendo lo que queda de la Cañada Real Leonesa, poco reconocible por la proliferación de chalets que seguramente se hayan comido parte de su trazado y coincidente en este tramo con el GR-10, el sendero de gran recorrido que recorre de punta a punta la Sierra de Guadarrama, en su tránsito entre el Mediterráneo y el Atlántico partiendo por la mitad la península Ibérica. Dejamos a nuestra derecha la finca El Alarife, que a modo de museo expone en su explanada curiosas estatuas de todo tipo.

A la altura del embalse del Romeral, ascendemos en dirección norte en busca de la comentada cruz, a la que llegamos tras atravesar dos veces la carretera, pasar un mirador, y desviarnos a la izquierda, pasando por debajo de una valla para bajar por un sendero 70 metros hasta dar con la Cruz del Niño Pedrín, que recuerda el truculento y triste suceso ocurrido acabando el año 1892.

Reproduzco la historia contada en El Guadarramista:
Pedrín, un niño de 8 años de edad, monaguillo del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, no regresó a su casa una tarde, tras haber salido para ayudar en la ceremonia litúrgica como tantas veces hacía. Su familia, amigos y vecinos, rastrearon las inmediaciones del camino hasta el Monasterio sin descanso pero, debido a la nieve espesa que cubre el lugar en invierno, no obtuvieron resultados. El niño se había desvanecido sin dejar rastro. Algunas versiones dicen que era el 25 de diciembre de 1892.

Pedrín fue encontrado sin vida, en pleno Monte Abantos, el 10 de febrero de 1893. Cuentan que su cuerpo había sido mutilado y que sufrió otros horrores que no serán mencionados. En honor al pequeño, se erigió una gran cruz de piedra en la que fue grabada la siguiente descripción: “EL10 DE FEBRERO DE 1893 FUE HALLADO EN ÉSTE SITIO EL CADAVER DEL DESGRACIADO NIÑO PEDRÍN BRAVO Y BRAVO VICTIMA DE BRUTAL SALVAJISMO” 

Con motivo del misterio que rodeó su muerte, han surgido diferentes suposiciones sobre lo que pudo ocurrir. Unas, las consideradas menos creíbles, enmarcan el trágico suceso dentro del Monasterio, mientras que otras hablan de un fatal desenlace en el Monte Abantos. La montaña serrana de más de 1.700 m habría sido la principal testigo de esta historia.Aquellos que afirman que Pedrín llegó a su destino y, por tanto, fue asesinado en el interior del Monasterio, conservan dos versiones diferentes: el niño fue víctima de uno de los monjes o, por otro lado, los religiosos descubrieron el cadáver y lo trasladaron al monte para que no se les relacionara con el terrible hecho. Estas dos hipótesis se han adjudicado a los periódicos republicanos de la época, que eran considerados radicalmente anticlericales.

La segunda teoría, la que sitúa a Pedrín en el camino al Monasterio, también cuenta con dos interpretaciones; la primera, recoge la aparición de una figura negra gigantesca, a la que se habría visto merodear el cuerpo, momentos antes de desaparecer al ser espantada por unos cazadores. Este ser de imagen diablesca, habría raptado al niño y tratado de llevárselo al inframundo por la puerta que, se cree, permanece oculta en el Monasterio. Al no lograrlo, el espíritu de Pedrín habría permanecido allí, protegiendo su cruz para siempre.

La información más fiable y que puede ser consultada en la hemeroteca digital del diario ABC, es la condena a ‘El Chato del Escorial’ por este crimen. El medio lo recogió en su revista ilustrada Blanco y Negro de 30 de diciembre de 1893. Este suplemento se conserva en una edición especial, publicada el 26 de diciembre de 1964. Según este testimonio escrito, el ‘Chato del Escorial’ (individuo al que ya se había acusado con anterioridad de dos actos delictivos) fue condenado y permaneció en la cárcel hasta que, viejo y mermado por la ceguera, fue liberado. Pasó sus últimos días pidiendo limosna por las calles de Madrid.

Cuando un hecho resulta ser demasiado atroz, se tiende a crear versiones alternativas que hagan más llana la historia y, a la vez, la alejen de la realidad. Sin duda, resulta menos doloroso, por ser menos tangible, cualquier fábula que verse sobre demonios, fantasmas o seres imaginarios. La importancia de esta leyenda es que permanecerá siempre en la memoria del receptor y, de esta forma, Pedrín no será olvidado.

Volvemos a la pista, dejando en su triste soledad tan luztuoso lugar, continuamos hacia el oeste hasta enlazar con el Camino de Abantos (GR-10), un sendero zigzageante que asciende con cierta pendiente y que abandonamos al cabo de un kilómetro para seguir el que nos sale a la derecha, que asciente con mayor pendientea un collado situado entre la Solana de Enmedio y la Solana de la Barranquilla, con impresionantes vistas de El Escorial y toda la planicie de Madrid.

Tras numerosas fotos de las panorámicas que se tienen en lo alto de sus riscos, continuamos en dirección noreste para, tras otro buen número de zetas, alcanzar la loma de Abantos, justo por el lugar que suelen utilizar lo más atrevidos para despegar con parapentes y alcanzar el cielo.

Los 1753 metros de altura del vértice geodésico de Abantos es lo que alcanzamos nosotros tras recorrer la cuerda, donde como recompensa disfrutamos de unas vistas excepcionales desde su cima: al sur Las Machotas, la Almenara y muy al fondo, las aún nevadas cumbres de la Sierra de Gredos. Al este San Lorenzo de El Escorial y su majestuoso Monasterio, y hasta donde la vista alcanza, toda la planicie de Madrid y sus características Cuatro Torres. Al norte, la Sierra de Hoyo, La Pedriza y la nevada Cuerda Larga al completo, ofreciendo su imagen más característica.

Tras dar cuenta de los bocadillos y de las inevitables fotos, dejamos atrás el vértice geodéssico y una nutrida batería de placas solares y antenas de comunicaciones para continuar hacia la esquina del muro de piedra que delimita el Real Sitio de Felipe II, transmutado por obra y gracia de Franco en el Valle de los Caídos, donde dejamos el GR-10 para continuar la cuerda hacia el noreste, para luego cruzar el muro por una portilla y subir por una pista en el interior del recinto hasta alcanzar los pozos de nieve y regresar de nuevo a la portilla.

Sin embargo, tal como aparece en los mapas adjuntos, es mejor continuar por el GR-10 descendiendo junto al muro unos 1100 metros, cruzando el despejado Navazo de la Pulga hasta alcanzar una entrada en la cerca -la portilla de los Pozos de Nieve- nada más pasar una cancela, y así alcanzar éstos sin tener que hacer el camino de ida y vuelta.

Se llega al Real Pozo de Nieve tras recorrer en suave bajada 300 metros desde el muro una pista abandonada y medio desaparecida entre la vegetación. Se encuentra a una altura de 1.650 metros, en la parte alta del pinar que desciende hasta el fondo de Cuelgamuros.

En esta umbría de Cuelgamuros se excavó hace siglos una batería de agujeros cuyos restos aún perduran entre la pinada. Estas extraordinarias construcciones sirvieron para dotar de hielo a la Villa y Corte de Madrid, separada del paraje más de cincuenta kilómetros y muchas horas de caballería.

A pesar de la distancia y del ímprobo trabajo que suponía el acarreo, la industria de los pozos de nieve prosperó en el Guadarrama durante más de 300 años, propagándose por toda la sierra tan singulares construcciones.

El Monasterio del Escorial tuvo ocho, uno de los cuales aún se mantiene en perfecto estado en la huerta de los religiosos.

Oquedades de tamaño variable, en ocasiones superaban 15 metros de profundidad y 10 de diámetro que eran recubiertas por una construcción de piedra, que protegía su interior de las altas temperaturas estivales.

En el pozo, cuyas paredes y fondo eran recubiertas de piedra, se almacenaba la nieve en sucesivas capas que eran fuertemente apelmazadas. Cada cuatro o cinco metros de hielo, se colocaba una capa de helechos, que ejercía de aislante. Así hasta la bocacha del agujero.

En 1609 se erigió el pozo en el que estamos, que estuvo en servicio hasta 1934, no recuperándose después de la Guerra Civil. En 1985 se restauró este Real Pozo de Nieve de Felipe II, que es uno de los mejores conservados de la Sierra de Guadarrama. Con 14 metros de profundidad y 8,5 metros de diámetro, en su interior se apelmazaban 20.000 arrobas de nieve o lo que es lo mismo, unas 230 toneladas de nieve. De bóveda de cañón sus rústicas hechuras se cubrieron con teja árabe a dos aguas.
Tras contemplarlo desde el exterior, por esar cerrado por rejas de hierro, continuamos el descenso, siguiendo la senda que pasa junto a dos más, ya muy deteriorados y sin cubierta que los proteja, por lo que están medio cegados de tierra y matorral.

Junto al tercer pozo, continuamos la perceptible senda que a media ladera que nos lleva en dirección oeste a una de las puertas de acceso del recinto, que al estar cerrada obliga a saltar por un rebaje del muro y así continuar en descenso la cuerda por un cortafuegos hasta tomar el primer desvío a la derecha para regresar así a San Lorenzo de El Escorial.

La agradable pista desciende suavemente por la Solana del Barrancón, la Solana de la Penosilla y al llegar a la carretera asfaltada, la cruzamos continuamos de frente, pasando por una zona agradable área recreativa con mesas de madera desde la que descendemos por una senda que en dirección sur bordea la falda de la Solana de las Cebadillas y Prado Doctor hasta rozar la urbanización Monte Carmelo y regresar así al punto de partida.

Las cervezas de celebración de esta estupenda y soleada ruta, llena de leyendas e historia las tomamos en el mesón de las Tinajas, junto al centro comercial Zaburdón, alcanzando así las 5 estrellas que se merece.
Paco Nieto

lunes, 4 de marzo de 2019

Excursión X167: Cerro del Caloco

FICHA TÉCNICA
Inicio: 
Navas de San Antonio

Final: Navas de San Antonio
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 16,1 Km 
Desnivel [+]: 621 m 
Desnivel [--]: 621 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 5

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Los Calocos constituyen un macizo montañoso aislado formado por tres cumbres: La más alta y más oriental es el Cerro del Caloco (1562 m), hacia el norte, el Calocomediano (1433 m) y más al norte el Caloquillo o Tomillarón (1353 m). Constituye una elevación ubicada entre la sierra de Malagón y la Mujer Muerta o sierra de Quintanar, de la que algunos consideran una estribación, aunque claramente diferenciada por el curso del río Moros que la limita por el norte. Morfológicamente pertenece a la sierra de Guadarrama, con bloques de granito y matorral bajo ocupando sus cimas, mientras que en las laderas de umbría domina la encina.

Para conocerla nos citamos en la plaza de Navas de San Antonio, donde iniciamos la ruta saliendo del pueblo en dirección sur, pasando entre casa de granito para alcanzar enseguida el túnel que cruza por debajo de la carretera N-VI.

En la primera bifurcación, seguimos por la que nos sale a la izquierda en dirección sureste, iniciando una suave cuesta con la carretera a nuestra izquierda y una línea de alta tensión sobre el camino.

En la siguiente bifurcación, pasadas una charca, de nuevo seguimos por el camino que nos sale por la izquierda en la zona conocida como Carrascalejo, desde la que tenemos una vista completa de las tres cimas de los Calocos, a nuestra izquierda y a la derecha, la silueta de lo que queda de una torre del telégrafo, en el Alto del Castrejón, que formó parte de la línea de Madrid-Irún, que dispuso de 52 torres. Las más cercanas a ésta fueron la del Puerto del Alto del León (actualmente desaparecida) y que habría estado donde las antenas de comunicación militares actuales, y la de Villacastín, también desaparecida.

Superada la cuesta del Alto de Zamarra, descendemos ligeramente para después de atravesar un portón cruzar la carretera N-VI por su kilómetro 74, dejando una casa en ruinas a nuestra izquierda, continuando, tras pasar otro portón, por la senda que se dirige a la ladera sur del Cerro del Caloco.

Poco antes de alcanzar la Cañada Real Soriana Occidental, nos desviamos, para primero en dirección este y enseguida hacia el norte, ascender con fuerte pendiente a la cumbre del Caloco, mientras las nubes se hacían cada vez más presentes y disfrutábamos a nuestras espaldas de las vistas de la vega de El Espinar y su ermita del Cristo de Caloco, al pie de la N-VI.

Tras el esfuerzo de la empinada subida, poca recompensa tuvimos, pues la niebla apenas nos dejaba ver las antenas y caseta de su cima. Una pena porque desde sus 1562 metros es seguro que se tienen unas magníficas vistas de la sierra de Malagón, Mujer Muerta y cordal del Puerto del León-Montón de Trigo.

A resguardo del viento tras unas rocas dimos cuenta de los bocadillos, antes de iniciar el descenso por su cara noroeste, entre zarzas y matorral, hasta alcanzar el collado Entrecalocos (1285m), previo paso por tres muros de separación de fincas bastante marcados.

Desde el collado ascendemos junto a un muro lindero hasta alcanzar el Alto Calomediano, previo salto de otro muro, todos ellos sin mayor dificultad. En esta segunda cumbre nos hicimos la foto de grupo.

Ya sin nubes, continuamos por la cresta noroeste, descendiendo hacia el tercer cerro, pasamos una alambrada entre encinas antes de acometer la última subida, por suerte la de menos altura hasta alcanzar los 1353 metros del Tomillarón o Caloquillo, y a pesar de ser el de menor altura de los tres, está coronado por un vértice geodésico, accesible tras saltar la alambrada lindera.

Siguiendo la cresta, delimitada por un muro de piedras, descendemos junto a él en dirección noroeste, saltamos el muro poco antes de llegar a un depósito de agua y saltando otro murete de piedra entramos en el recinto de la Ermita de San Antonio, edificada sobre una de finales del siglo XVI.

Llama especialmente la atención su fachada barroca de granito, y rematada en una esbelta espadaña de doble cuerpo con una sola campana. En esta misma fachada podemos contemplar un buen ejemplo de esgrafiado típico segoviano. En su interior se encuentra una bóveda de media naranja de 1742 decorada con pinturas al fresco alusivas a los milagros del Santo. Tres retablillos neoclásicos adornan la ermita.

En el interior y junto a una escalera de madera que da acceso al coro, se halla un misterioso bloque de piedra, con inscripciones casi borradas, que, según parece, al pasar la mano con suficiente Fe, uno encuentra novio o novia. Misma tradición y poderes se atribuye al hacer sonar la campana en trece ocasiones.

Tras las oportunas fotos con la ermita de fondo, descendemos hacia el pueblo por la asfaltada carretera conocida como Camino de la Ermita, que en poco más de 3 kilómetros nos lleva junto a la iglesia de San Nicolás de Bari, tras dejar atrás el arroyo del Hondón y el Tanatorio. Es un templo de tipo salón, obra de la segunda mitad del siglo XVI, de estilo gótico tardío.

En el bar Centro, junto a la plaza de Conde de Finat, donde se encuentra el Ayuntamiento, nos tomamos la cervezas de celebración del final de ruta de esta bonita excursión que se merece 4 estrellas.
Paco Nieto