lunes, 31 de mayo de 2021

Excursión X288: Valle de la Fuenfría por Arroyo Pradillo y Ducha de los Alemanes

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 15,9 Km
Desnivel [+]:  696 m
Desnivel [--]: 696 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Unas fotos vistas en el grupo de Senderismo Madrid, que administro, picaron mi curiosidad por hacer este recorrido que remonta el arroyo Pradillo, tramo desconocido para todos y que nos dejó gratamente impresionados.

Quedamos en la plaza de Cercedilla, tras dejar los coches en el aparcamiento subterráneo de la plaza Nueva y tomarnos un café en uno de sus bares.

Subimos por la escalinata de la Travesía de la Pontezuela hasta dar, en dirección norte, con el Camino Cerca de la Mata por el que continuamos en plácido paseo entre una densa y verde vegetación. Cruzamos el arroyo de la Teja por un puente de hormigón y giramos a la derecha, en dirección este, siguiendo un encajonado camino llegamos al depósito de agua de Cantos Gordos, que abastece al pueblo.

Proseguimos el ascenso por el Camino de Majavilán, coincidente con el GR-10, señalizado con marcas rojas y blancas, rodeados de robles y bonitos chalets con amplios jardines.

El camino de tierra nos llevó a Camorritos, colonia construida en 1923 por la compañía de la nueva línea férrea, la Sociedad de Iniciativas del Guadarrama. Debido a la personalidad de sus creadores, miembros del Club Alpino Español y la Institución Libre de Enseñanza, pronto alcanzó un gran éxito como lugar de veraneo entre aquellos que buscaban un retiro en la naturaleza.

Se edificó siguiendo modelos alpinos con villas de paredes de piedra y madera, en las que trabajaron afamados arquitectos de la época. Tal como reza en una placa, José de Aguinaga, ingeniero del Eléctrico del Guadarrama e impulsor de la colonia, están ligados a este lugar.

Cruzadas las vías de la ahora abandonada estación de Camorritos, continuamos por el Camino de las Encinillas, señalizado con las marcas del GR 10, para ir ascendiendo hasta la parte más alta e ir disfrutando de las vistas de algunas de las villas de más original arquitectura.

Coronada la colonia, giramos a la derecha para seguir en dirección noreste por la Senda de la Teja, que entre robles y pinos pronto alcanza el arroyo del Polvillo, represado por un muro de piedra. Lo cruzamos por un puente de cemento, del que el agua se ha llevado gran parte, y seguimos en cómoda pendiente ascendiendo entre pinos y helecho que dejan entrever las vías del tren al puerto de Navacerrada a nuestra derecha.

Al poco, llegamos a nuestro objetivo, el arroyo Pradillo, aprendiz de río, que entre grandes rocas desciende saltándolas con alegre murmullo.

Un cartel señalizando una fuente hizo que bajase a buscarla y al pisar una de las rocas mojadas, resbalé cayendo al agua, afortunadamente sin consecuencias, solo un buen remojón, que me ayudó a hacer el camino bien fresquito. De la fuente, ni rastro de ella.

Remontar el arroyo fue de lo más agradable, cada dos por tres nos deleitábamos con las chorreras y pequeños saltos de agua que forma el arroyo en su descenso, especialmente bello es el que se encuentra en la desembocadura del Barranco del Arranque.

Siempre con el arroyo Pradillo a nuestra derecha, vamos ascendiendo hasta alcanzar su nacimiento, en la fuente de los Acebos, que al verla con poca agua, supuse que era por un atranque y efectivamente, una piña estaba impidiendo el paso del agua.

A la izquierda de la fuente crecen unos esplendidos ejemplares de acebos, de aquí su nombre, y a la derecha, el incipiente arroyo Pradillo, que junto al arroyo de la Venta y el arroyo del Regajo del Puerto, conforman, aguas abajo, el río Guadarrama.

Recuperado su siempre buen chorro al quitarle la obstrucción, junto a ella paramos a tomar el tentempié de media mañana amenizados por su hipnotizante susurro. Rellenamos las cantimploras con su fresquita agua y de nuevo nos pusimos en marcha.

Desandamos unos metros el sendero y, girando a la derecha, seguimos por el el Camino de la Pata la Cabra (PR-8), agradable sendero que entre robles y pinos desciende suavemente hasta la Pradera de Navarrulaque.

El origen de este apodo, es desconocido, algunas creencias apuntan a que el nombre, se debe a los cabreros que en tiempos pasados, traían a pastar su ganado, por estos parajes. Lo cierto es que el trazado desde la Pradera de Siete Picos a la de Navarrulaque, se asemeja a una pata de cabra.

Antes de llegar a la Pradera, pasamos junto a la fuente de Ignacio, en la que su tocayo Nacho se refrescó aplacer. Poco después, llegamos al mirador de Las Rocas de Laín, bonito paraje desde el que se disfruta de las hermosas vistas de los Siete Picos y su entorno, al estar situado casi en el centro, del hueco o cóncavo de los Siete Picos.

Dos pequeños bolos de granito, están grabados con el año del homenaje de la agrupación Aurrulaque, del Club de Senderismo de Peñalara, a Pedro Laín Entralgo, que fue médico, historiador, ensayista, filósofo y amante de la naturaleza, y en el otro, se halla parte de la carta que el intelectual escribió a Luis de Rosales, a propósito del Guadarrama.

Junto a la roca, en un canchal se encuentra el petroglifo del dragón, en referencia a cómo se le conocía antaño a Siete Picos, por sus crestas, que se asemejan a las de este mitológico animal.

Pasado el arroyo del Polvillo, llegamos a un alargado banco, con una leyenda en uno de sus respaldos, recordando a Enrique Herreros, personaje con una gran dimensión cultural, en la España del siglo pasado. Montañero, en primer lugar, por lo que nos atañe, humorista, dibujante cartelista, periodista y cineasta. Esta ruta fue trazada por él, de ahí este simple monumento, dedicado por el círculo Aurrulaque.

En él no hicimos las fotos de grupo, y pocos metros después, llegamos a la Pradera de Navarrulaque, donde se cruza el GR-10 con la Carretera de la República. donde se encuentra un hito de granito que conmemora la declaración de Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama en 2013. Y cerca de allí, unas rocas a modo de mesa conmemoraron en el Aurrulaque de 2002 el año Internacional de las Montañas.

Muy próximo, se encuentra el bonito refugio Aurrulaque, donde hicimos una breve parada, a buen recaudo del sol, al arrullo del sonido del agua de su fuente, antes de encaminarnos hacia la senda Victory, llamada así en honor de Antonio Victory, que fue presidente de la Sociedad Peñalara y gran conocedor de la Sierra de Guadarrama, además de un apasionado de la Naturaleza.

La senda coincide con el PR-6 y discurre medio equidistante a la carretera de la República, entre pinos de gran porte y sin grandes desniveles por el Poyal del Rubio, cruza el arroyo de Cerromalejo y del Acebo, pasa por el mirador de Matagitanos, con estupendas vistas del valle de la Fuenfría, pasa junto a tejos de hermoso aspecto y acaba en el puente de madera que hay encima de la Ducha de los Alemanes, bonita cascada por la que se precipita el agua del arroyo de la Navazuela desde una altura de dos metros.

Debe su nombre a las duchas que se daban en ella los primeros montañeros de la sierra -varios de ellos de origen alemán- a principios del siglo XX. Antiguamente se le llamaba "chorro del Árbol Viejo", por un viejo tejo que sigue creciendo junto a ella.

Tras refrescarnos bajo la cola que forma al caer el agua, descendimos por la margen izquierda del arroyo de la Navazuela, entre pinos, tejos, enebros, helechos y rosales silvestres hasta alcanzar la carretera de la República, junto al puente que salva este arroyo.

Sin dejar el suave trazado de la carretera de la República, pasamos junto al arroyo de los Acebos, donde a pocos metros visitamos el llamado Descanso de González Bernáldez, recoleto rincón de paz y sosiego junto a unos acebos espectaculares.

Monumento elegido en recuerdo al que fue un gran defensor del movimiento ecologista en España, al que en 1988 se le concedió el primer premio nacional al Medio Ambiente.

A pocos metros de aquí, dejamos la carretera de la República para seguir la senda que sale a la derecha, con gran pendiente, que zigzaguea entre pinos y rocas hasta llegar al arroyo de Cerromalejo, con muy poca agua, al poco una fuente entre piedras, de la que manaba bastante agua, y en agradable paseo por la ladera de las Berceas, alcanzar la Vereda Alta.

Por ella seguimos, en dirección sureste hasta el Raso de Pedro Morales, previo paso por la Piedra de Pablo. En este cruce de caminos, continuamos descendiendo entre pinos por la senda que en dirección sur se dirige a Las Eras y el Collado de los Burros.

El resto fue descender hacia Cercedilla, entrando por la calle del río Guadarrama, enseguida cruzar las vías del tren y pasar junto a la Iglesia de San Sebastián y terminar comiendo en la terraza del restaurante Muñoza, frente al Ayuntamiento.

Por todo ello esta ruta de arroyos, bosques de robles y pinos y con mucha sombra y agua, que recorre muchos de los rincones más bellos de la Fuenfría, bien se merece la máxima nota, 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 24 de mayo de 2021

Excursión X287: Puerto de Navafría desde Lozoya

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Lozoya
Final: Lozoya
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 16,1 Km
Desnivel [+]:  798 m
Desnivel [--]: 798 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Cuando he subido en coche al puerto de Navafría desde Lozoya, siempre me he preguntado si se podría subir caminado por senderos y si sería o no complicado, y para averiguarlo, diseñé esta ruta que nos sacaría de dudas.

Dejamos los coches en el amplio aparcamiento de Lozoya que hay nada más pasar la curva de la carretera que viene de Rascafría. Cruzamos el arroyo de la Fuensanta por un bonito puente de madera y nos acercamos callejeando a la amplia Plaza Mayor, dejando a nuestra derecha el antiguo convento, que ocupa una extensa manzana de forma irregular, cercada con una tapia de mampostería, fue construido en el siglo XVI por los Suárez de la Concha, señores de la villa.

El edificio del ayuntamiento data del siglo XVII y es de estilo barroco, a su espada se encuentra el Rollo, columna sobre gradas que acreditaba la condición de Villa de la ciudad, lo que indicaba que tenía Alcalde
y Juez propios.

Un poco más adelante pasamos por la fuente pilón de los Cuatro Caños, es de trazas neoclásicas y está fechada en 1791. Junto a ella nos hicimos las foto de grupo y unos metros más adelante, la iglesia de El Salvador, que fue edificada durante el siglo XVI, en la que destaca su portada plateresca.

El nombre de Lozoya, proviene de Loza, oza, osa, que significa "pastizal" en la forma dialectal del vasco de Guipúzcoa, ya que vascos fueron los primeros repobladores del valle, tras la Reconquista.

Seguimos por la calle de la izquierda de la Iglesia hasta dar con unas escaleras que acaban en la carretera que sube al puerto de Navafría, la M-637 y que luego volveríamos a cruzar varias veces durante el ascenso.

Continuamos por el Camino Presilla, llamado también Camino Natural Valle del Lozoya, entre chalets, hasta llegar a un puente que salva el arroyo de la Fuensanta, pasado el cual nos sale una bifurcación, eligiendo el ramal de la derecha, que asciende paralelo al arroyo.

Proseguimos por este camino de tierra atravesando praderas en suave ascenso, dejando atrás el pueblo. Un poco más adelante, nos sale un desvío que baja a la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta, a la que nos acercamos a ver cruzando para ello un puente sobre el arroyo.

Constituida originalmente en el siglo XVIII, fue destruida durante la Guerra Civil y reconstruida por la Dirección General de Regiones Devastadas.

Tiene un pequeño campanario y un pórtico de entrada con un arco de medio punto.

En ella se celebra una concurrida romería todos los años, el último fin de semana de mayo. En la parte posterior de la Ermita existen barbacoas y bancos para disfrutar de una buena comida.

Recuperado el camino, continuamos ascendiendo en dirección norte, alejándonos progresivamente del arroyo. Entre helechos, robles primero y pinos después, fuimos ganando altura siguiendo una clara senda que tras cruzar en tres ocasiones la carretera del puerto (M637) y remontar en su parte final un empinado cortafuegos, nos llevó al encuentro de la Horizontal, una pista forestal casi plana que tomada a la izquierda, enseguida nos dejó en el Puerto de Navafría.

Conseguido el objetivo, tocaba regresar sin perder mucho tiempo, porque habíamos decido comer en Lozoya, por lo que tras las fotos de rigor, cruzamos la carretera y en ligera cuesta, fuimos a buscar el sendero que desciende al área recreativa de las Lagunillas, en cuyas mesas de madera paramos a tomar el tentempié.

Con renovadas fuerzas, proseguimos el descenso, siguiendo la senda que en dirección suroeste cruza los pinares de Majalvir antes de desviarnos a la izquierda para acercarnos a conocer el área recreativa El Mirador,

Su nombre hace honor a las bellas vistas que se pueden contemplar desde su amplia pradera rodeada de pinares y de una inmejorable panorámica de las cumbres cercanas y de todo el Valle del Lozoya. Tiene una bonita fuente junto a un banco protegida por un techo de tejas que bien puede hacer de pequeño refugio.

Volvemos sobre nuestros pasos para continuar, con fuerte descenso, por un amplio camino entre pinos, que más parece un cortafuegos, hacia el encuentro del arroyo del Palancar y que, al dar una curva, abandonamos para continuar por una senda que finalmente lo cruzamos con ayuda de unas piedras y unos troncos.

A partir de aquí, la vegetación cambia completamente y pasa a ser de robles, a los que se une el verde musgo que recubre las rocas. Sin duda, uno de los tramos más bellos de la ruta.

Más adelante, dejamos el robledal para continuar el descenso con amplias y bonitas vistas de Lozoya y el embalse de Pinilla, impregnados por los gratos perfumes del cantueso y el romero en flor. 

Pasamos junto a una pequeña fuente, de la que manaba un buen chorro de agua, y volvemos a internarnos en un espeso robledal que cubre parte de la ladera por la que descendíamos.

Cruzamos la pista de la Cerrada del Hoyo y continuamos de frente descendiendo por una senda no muy marcada que acaba en un muro de piedras en el que, a mano izquierda, hay una portilla de alambre para impedir el paso del ganado.

Nada más pasar la portilla, la senda se encaja entre dos muros de piedra, en el denominado Camino de Peñas Huecas, rodeado de robles y que va a dar al depósito de las Aleguillas.

Descendimos unos metros por una pista, para continuar por la que sale a la izquierda, cruza por un puente muy deteriorado el arroyo del Palancar y conecta con el tramo por el que habíamos pasado hasta llegar al pueblo.

Una buena comida en el bar El Valle de Lozoya, de los pocos abiertos hoy lunes, puso fin a esta entretenida y estupenda excursión que hemos disfrutado con un excelente tiempo y que bien se merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto

sábado, 22 de mayo de 2021

Excursión X286: Gorgos y Albufera de Anna

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Gorgo de la Escalera. Anna. Valencia
Final: Gorgo de la Escalera. Anna. Valencia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,6 Km
Desnivel [+]: 365 m
Desnivel [--]: 365 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para mitigar los calores de estos día, Kika nos propuso una ruta con mucha agua que discurre por las inmediaciones de la población de Anna, al sur de la provincia de Valencia.

Este municipio se encuentra rodeado de un paisaje tan fértil como diverso y, sobre todo, acuático. Al lado del casco urbano encontramos el lago de la Albufera, poblado de ocas y garzas. Muy próximos hay que buscar los gorgos o pozas que forman el río que alimenta el lago.

Aunque inicialmente teníamos previsto comenzar la ruta visitando el lago de la Albufera, una vez estacionados, decidimos realizarla a la inversa, dejando esta parte para el final, lo que creo fue todo un acierto.

Aparcamos a las afueras del pueblo, muy cerca de la entrada al Gorgo de la Escalera. En este enlace dejo las coordenadas para llegar más fácilmente hasta él.

Comenzamos saliendo del aparcamiento hacia la izquierda, por un camino que entre plantaciones de frutales y casas de labranza zigzaguea en dirección noreste hacia la primera de las cascadas.

A ella llegamos tras descender por una senda, rodeada de una tupida vegetación, en la que hay que bajar con precaución un par de escalones de tierra de cierta altura.

El Gorgo Gaspar, también llamado de Palet conforma un pequeño salto de agua, procedente de la Albufera de Anna, que en otro tiempo daba energía hidráulica a la cercana fábrica textil Miguelín por medio de una noria.

Más abajo estas mismas aguas forman la cascada de Los Vikingos o Gorgo de la Canal. En este vídeo se muestran unas bonitas imágenes aéreas de ellas.

Para llegar a esta segunda cascada, de mayor altura, sin cruzar el puente que tenemos frente a nosotros, continuamos por la derecha el descenso, que a los pocos metros nos lleva a los pies de este segundo gran salto.

Con precaución cruzamos por unas tablas y rocas el río para continuar el recorrido siguiendo las indicaciones del GR-332 (marcas rojas y blancas), por un sendero balizado con cuerdas y, en la parte superior, con vallas de madera desde el que se tienen unas buenas vistas de las ruinas de la fábrica textil mencionada.

El recorrido circular que hemos realizado nos da la oportunidad de volver a ver el Gorgo de Gaspar, ahora desde el otro lado del puente, así como una pequeña zona de mesas y bancos de piedra.

Tras las últimas fotos de este rincón con mucho encanto, proseguimos ascendiendo por un camino asfaltado que se interna por las calles de del pueblo de Anna hasta alcanzar la plaza de los Álamos, su centro histórico.

Aquí se ubica el Palacio de los Condes de Cervellón, que según he podido leer, es muy bello en su interior, al que muchos llaman “la pequeña Alhambra valenciana”.

Alberga los museos de etnología y del agua. El patio y sala árabes, recrean el mundo decorativo de los musulmanes, asentados en este municipio a partir del siglo XII, con sus espléndidos mosaicos cerámicos, artesonados y yeserías.

Con más tiempo, habrá que volver para conocerlo, hoy solo lo hemos podido ver por fuera,.

La plaza está adornada con dos fuentes, una en forma de cascada y la otra, llamada de Santa María, con forma de peineta, tiene tres caños y está decorada con una balaustrada barroca, ambas reciben el agua procedente de la Acequia Madre, de la albufera de Anna.

Aunque no lo podamos ver, el agua de la acequia madre discurre bajo nuestros pies hacia la Bajada del Molino, y de allí al rio. Antaño, ese curso de agua era aprovechado por un molino de arroz que existía junto al Palacio, varios molinos harineros, fabricas de paños y centrales hidroeléctricas, hoy todos ellos en ruinas.

Por la escalinata de la Bajada del Molino descendimos, dejando un potente chorro de agua que cae desde las fuentes a nuestra derecha.

Al final de la bajada, conectamos con el Camino de las Fuentes, que nos habla de un tiempo lejano en el que los musulmanes construyeron el puente de Garahament sobre el río, para facilitar el acceso a los nacimientos de agua próximos y molinos.

Como también nos trae el recuerdo de cuando las jóvenes del lugar iban con cántaros y botijos a las Fuentes de Abajo (cueva) y de Arriba (5 chorros) para suministrar agua a sus hogares. Junto a esta última, en sus alargados bancos de piedra paramos a tomarnos un refrigerio.

Tras el descanso, continuamos con el paseo, que a los pocos metros conduce al Gorgo Catalán, que mantiene el encanto que supone andar entre una frondosa vegetación bajo el susurro constante del agua.

Esta pequeña cascada recoge las aguas que nacen en la Sierra de Enguera, surgen en el manantial de la Fuente Negra y por avenidas, van a precipitarse a este pequeño lago, de color esmeralda, rodeado de árboles, acondicionado para el baño y que tiene unos 8 metros de profundidad.

Bordeando la zona habilitada con mesas de madera, por detrás de la cascada, sale la senda que entre frondosa vegetación nos lleva a la Fuente Negra. Poco antes de llegar vimos un precioso pony atado a un árbol.

Se trata de un bello y pequeño paraje, en forma de área recreativa, que cuenta con el encanto de disponer de algunas mesas para picnic, un puentecito de madera, un pequeño aparcamiento cercano y un nacimiento de aguas cristalinas que precipitan en forma de río hacia otras fuentes en un entorno tranquilo y relajante.

Girando a la derecha, continuamos por un camino que pasa junto a un antiguo caserío y lavadero que estaban rehabilitando y que, unas decenas de metros más adelante, conecta con una pista que entre olivos, higueras, chopos y abedules nos llevó al encuentro con el río Anna.

Con cierta destreza para no caer al río, lo vadeamos con la ayuda de unas piedras y tubos, siguiendo una estrecha senda medio oculta por la espesa vegetación hasta alcanzar un pinar, al que, sin entrar de momento en él, rodeamos en dirección al río Sellent, a pocos metros de la desemboca del Anna.

Aquí vimos las ruinas de lo que fue una explotación de sal que se surtía de una fuente salada, de la que apenas queda un cobertizo, un abandonado depósito y una excavadora oxidada que hizo las delicias de los fotógrafos.

Retrocedimos sobre nuestros pasos hasta el borde del pinar, por el que nos internamos, ascendiendo por una serpenteante senda de unos 150 metros de desnivel entre la espesura del bosque.

A mitad de la subida, la senda alcanza un camino que va a dar a un precioso enclave donde está situado un vetusto caserío llamado Villa Sarrión. En él se encuentra la Fuente de la Moleta, de la que manaba apenas un hilillo de agua.

Con fuerte pendiente ascendimos por la pista de tierra, que tras una amplia curva pasa por un alargado depósito de agua pintado de verde, supongo que para minimizar su impacto visual.

Al superar otra alargada curva, en el punto más alto del día, La Moleta, paramos a tomar un tentempié, tras el cual dejamos la pista para seguir por la derecha un largo sendero entre pinos y arbustos en flor.

Tras la bajada, dejamos el bosque y pasamos junto a una zona de cultivos, en la que dejamos la pista, para seguir a la derecha una senda que baja al río Anna, donde nos esperaba de nuevo al agua.

Un giro a la izquierda, antes de alcanzar el río, nos interna en una senda medio oculta por la vegetación que pasa junto a la Casa del Salto, una antigua fábrica de luz abandonada, donde han caído bastantes árboles y es difícil pasar para verla, pero que al final conducen al Gorgo de la Escalera.

De repente, estamos en medio del desfiladero, extasiados por la belleza del imponente salto. En sus frías aguas, algunos nos dimos un refrescante baño, con ducha incluida, mientras los demás contemplaban el relajante paisaje amenizado con el sonido del agua que se precipita en forma de cascada en las profundidades del barranco.

Un grupo de barranquistas estaban descendiendo sus 25 metros de altura desde lo alto de la cascada, algo común en este gran cañón, como puede verse en este vídeo.

En tan paradisiaco paraje nos tomamos los bocadillos, reanudamos la marcha divididos en dos grupo, unos cruzamos el río por un puente de madera para ascender por una senda empinada pero corta hasta las inmediaciones del aparcamiento.

Los que no cruzaron el río, siguieron por una senda que remonta el acantilado, rodea unas granjas y vuelve a bajar al río, en la parte alta del Salto, regresando al aparcamiento por los 136 escalones que dan nombre a ese lugar.

Desde el aparcamiento acometimos la última parte de la excursión, visitar la Albufera de Anna, a la que llegamos, tras unos dos kilómetros, por el camino que sale a la derecha del aparcamiento, cruza la carretera CV-580 y tras un desvío a la derecha alcanza nuestro objetivo.

Se trata de un lago de, apenas 300 metros de ancho y con un pequeño islote central. El lago recibe el agua de los saltos y fuentes que lo rodean y de él mana un un caudal de hasta 24.000 litros por minuto, según épocas.

Los Almohades lo convirtieron en un embalse con el fin de regar las tierras próximas, una misión que no ha dejado de tener a lo largo de los siglos, aunque desde mediados del siglo XX la Albufera se acondicionó para convertirla además en un destino turístico.

La hermosa laguna está bordeada por pinos y plataneros que nos permitieron disfrutar de un agradable paseo bajo su acogedora sombra. Patos, ocas y garzas anidan en la isla que emerge del centro del lago, mientras en sus profundidades vimos carpas y barbos.

Hay un parque infantil para los más pequeños, una piscina junto al lago y otra municipal, además de un camping muy cerca de ella. En uno de los kioscos que hay cerca del agua nos tomamos unas cervezas antes de regresar al aparcamiento.

Al llegar a las escaleras, muy cercanas al aparcamiento, los que no habíamos pasado por ellas, las recorrimos para bajar a ver el inicio del Salto y las enormes pozas que forma el río en este fantástico enclave, dando así por terminada esta estupenda ruta que se merece la máxima puntuación, un 5.
Paco Nieto

FOTOS