lunes, 28 de marzo de 2022

Excursión X330: El Montón de Trigo desde el puente de la Cantina

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puente de la Cantina
Final: Puente de la Cantina
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 17,6 Km
Desnivel [+]: 997 m
Desnivel [--]: 997 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
El Montón de Trigo es quizás una de las montañas de la Sierra de Guadarrama más identificable desde cualquier lugar de su entorno desde donde la contemplemos, su aspecto cónico la delata.

La leyenda que fantasea con su origen y justifica su nombre, concuerda a las mil maravillas con la estampa de esta piramidal mole de pedruscos que la trilla geológica fue separando del haz de la Tierra y amontonando, granito a granito, hasta alcanzar los 2.161 metros de altura.

A propuesta de Juan, teníamos que hacer esta ruta como se hacía hace bastantes años, con mapa y brújula. Nada de GPS ni Oruxmaps que utilizamos habitualmente (la verdad es que se sospecha que algunos del grupo se saltaron esto a la torera).

En esta tesitura y tras las indicaciones de Juan para saber el rumbo (espero se diga así) a tomar, por primera vez algunos del grupo comenzamos a tener en cuenta si cruzábamos un arroyo, si lo teníamos al lado, si la senda hacia una curva pronunciada a izquierda o derecha, etc, cualquier cosa que nos sirviera para situar nuestra posición en el mapa “en papel”.

Y para coronar su vértice y deleitarnos con sus magníficas iniciamos la ruta, no desde las Dehesas del Valle de la Fuenfría, la vía de ascenso más directa al Montón de Trigo, sino que lo hicimos desde el cinematográfico puente de la Cantina, situado en la carretera que va del puerto de Navacerrada a San Ildefonso. En él se rodó una escena de La Caída del Imperio Romano.

Cruzamos la carretera que baja del puerto de Navacerrada al Real Sitio de San Ildefonso, y siguiendo una bonita senda junto al río Eresma, en dirección suroeste, conectamos con la pista que asciende al puerto de la Fuenfría, coincidente con el GR-10.1.

Con el olor a tierra mojada y la agradable sensación de transitar entre pinos y helechos humedecidos por la lluvia fuimos siguiendo las revueltas que remontan con suave pendiente el bosque. Cruzamos el puente sobre el caudaloso arroyo del Telégrafo, la pradera de Venta de Araña, el puente sobre el arroyo Minguete y, poco antes de llegar a la fuente de la Reina, el arroyo de Casarás.

Junto a la fuente nos tomamos el tentempié de media mañana. Un mojón de granito con el símbolo del camino de Santiago nos indica que estamos a 596 Km de completarlo.

Repuestas las fuerzas, salvo Emilio que tira hacia la Fuenfría, abandonamos la pista del puerto para seguir otra a nuestra derecha, que enseguida asciende a la conocida como pradera de la Venta, y es que antaño, estos caminos eran muy frecuentados al ser el paso natural entre Segovia y Madrid.

Nada más llegar a la pradera, dejamos la cómoda pista para seguir a la izquierda una senda propiciada por el paso de maquinaria utilizada en la explotación de estos pinares y que, en dirección este se dirige hacia el collado de Tirobarra.

Un chozo de piedra y madera a nuestra derecha nos sacó por un instante del camino para ir a explorarlo, continuando el ascenso entre pinos y pequeños claros. Cruzamos un arroyo que nace en la ladera norte del Montón de Trigo y poco más abajo se une al arroyo del Regajo.

Ahora la senda se adorna a sus orillas con el verde color del piorno, que delata que hemos alcanzado una cota alta, 1800 metros. Al poco, el piorno se hace más presente y el bosque menos denso, estamos llegando al arroyo de las Cabras, que también nace en la ladera norte del Montón de Trigo y desemboca en el arroyo de los Horcajos unos metros más abajo.

Hicimos un descanso al alcanzar la Majada del Regajo, también llamado Corrales de las Cabras, por ser lugar de descanso del ganado.

Cruzamos el lecho del arroyo de las Cabras y continuamos ascendiendo entre los bellos piornos, bordeando el pinar, que nos quedaba a nuestra derecha, hasta alcanzar, con una pendiente endiablada, el collado de Tirobarra, que estaba nevado y corría en él un viento gélido.

Se llama así porque era donde los pastores, en sus ratos libres, competían tirando la barra lo más lejos posible. Estamos a 1984 metros y tenemos que subir a 2161 metros. Las vistas desde aquí son espectaculares, al noroeste, las cumbres de la Mujer Muerta, al suroeste, valle del río Moros, con los embalses del Espinar y el Tejo de fondo y al sureste, nuestro objetivo, el Montón de Trigo.

Nos quedaba atacar el repecho final, entre piornos al principio y pedreras después, hasta coronar la cónica cumbre, sin apenas descanso para conseguir llegar a ella sin nubes que la cubriese.

A mitad de ladera (2050 m) Teresa, JL, Juan y Jorge Isidro (que se lesionó)  decidimos no hacer cumbre y, pisando bastante nieve tomar una senda que discurre por la ladera SW en torno a 2040 m que lleva directamente al Collado Minguete, donde esperan al resto del grupo.

La sierra de la Mujer Muerta (a poniente) y la afilada crestería de Siete Picos (a naciente) son las alturas vecinas que se contemplan desde este señero pedregal.

Los valles de la Fuenfría y del río Moros (al sur y al suroeste, respectivamente) y los pinares de la Acebeda y de Valsaín (al norte y al noreste) acercan sus arroyos como dedos trémulos hasta la base de este túmulo que una fuerza inhumana plantó sobre el Guadarrama. Al norte, toda Segovia. Al sur, todo Madrid.

Tras las fotos de rigor y habernos zampado los bocadillos bien resguardados del viento, iniciamos el descenso por la cara sur, siguiendo la marcada senda, señalizada con hitos, que lleva al collado Minguete, situado a 2026 metros de altura.

Desde el collado, descendimos la ladera del cerro Minguete hasta alcanzar el puerto de la Fuenfría, desde sus 1792 metros de altura contemplamos una vez más la silueta puntiaguda del Montón de Trigo.

El descenso hasta el puente de la Cantina lo hicimos bajando por el GR-10.1, desvío a la izquierda que tomamos nada más pasar la fuente de la Fuenfría y dejar la senda de los Cospes a la derecha.

Con fuerte pendiente, nos llevó a nuestra meta, una vez que enlazamos con la pista por la que habíamos subido al comienzo de la jornada, finalizando así esta bonita ruta que bien merece 4,5 estrellas.
JoséLuis Molero

sábado, 26 de marzo de 2022

Excursión X329: Pantano de Tibi

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Bar Xirau. Tibi
Final: Bar Xirau. Tibi
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11 Km
Desnivel [+]: 277 m
Desnivel [--]: 277 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Nueva ruta con Raquel, que nos propuso conocer el histórico embalse de Tibi, del que había oído hablar.

La ruta la iniciamos en el aparcamiento situado junto al Mesón Maigmó y la gasolinera y restaurante Xirau, situado en la salida 482 de la autovía A-7, a poco más de 7 Km de Tibi.

Descendimos hasta el embalse por el Camino del Pantano, coincidente con el PR-CV 142, siguiendo la carretera asfaltada que sale desde el mismo punto donde aparcamos y que al poco pasa a ser de tierra.

El día, algo nublado y más bien fresco, era ideal para caminar sin los calores que se presume pueda haber en verano, porque la zona no tiene mucha sombra.

Cruzamos campos de olivos y almendros perfectamente alineados, que muy pronto se adornarán de flores con la llegada de la primavera, que les devuelva el colorido.

En la tercera revuelta del camino, dejamos a la izquierda la finca Ronesa, un hotel de cuatro estrellas especializado en la celebración de eventos que toma su nombre del cercano barranco de la misma denominación.

Siempre en dirección este, continuamos por el camino, con bonitas vistas de las montañas que rodean el valle, hasta alcanzar un puente sobre el río Montnegre, con una llamativa y sorprendente inscripción en honor a Carlos IV, en la que reza "CAROLVUS IV PATER PATRIAE PONTES VIAM QVE ROTIS PROVEXIT" en un espacio tan naturalizado y hasta cierto punto agreste.

Otro puente da acceso a la casa del pantanero y la que fue ermita de la Divina Pastora, del siglo XVIII, con una arquitectura singular por la excelente conservación de sus formas originales.

Destaca un escudo de la España de aquella época con la siguiente inscripción "SE CONSTRUYÓ ESTA HERMITA EN EL AÑO DE 1786 SIENDO JUEZ ADMINISTRADOR DEL PANTANO EL COMISARIO DE GRRA DON ANTONIO MONTARNILLA".

Esta construcción era el lugar de residencia del administrador del pantano y sala de reuniones.

La ermita, además de para el servicio religioso del administrador y trabajadores del embalse, jugaba un papel destacado en caso de avenida o desbordamiento de la presa, gracias a su campana, que formaba parte del sistema de avisos utilizado en la cuenca del Montnegre en casos de fuertes lluvias.

Tras un breve descanso, nos dirigimos a la estrecha cerrada por la que el camino invita a internarnos. Y al girar la vista, casi viniéndose encima de uno, más de 40 metros de sólida muralla se alzan imponentes desde hace más de cuatro siglos la presa de Tibi.

La monumentalidad de la presa está en consonancia con su antigüedad y con la grandeza de sus orígenes y al igual que otras coetáneas como Almansa, Elx o Relleu, se realizó por iniciativa y a expensas de los municipios, comunidades de regantes y señores territoriales que se beneficiaban de sus aguas.

El papel de la Corona, ostentada por los Austrias, fue tangencial, ya que el protagonismo principal lo tuvieron esas poblaciones inmersas en un crecimiento agrario y comercial centrado en el incremento de la productividad de cultivos especializados y enfocados a la exportación. Cambios que, al igual que otras regiones de Italia o los Países Bajos, supusieron importantes transformaciones sociales, económicas y paisajísticas.

También representa la aplicación de una innovación técnica, iniciada en Almansa, al aprovechar las propiedades del arco tumbado para construir altas paredes de contención y sin grandes grosores. Esta revolución en la ingeniería hidráulica supuso que Tibi fuera, durante siglos, la presa más alta del mundo, el modelo a seguir, gracias al trabajo conjunto entre el mundo de la ingeniería y los conocimientos endógenos de los maestros locales, que representa una etapa excepcional de la ingeniería renacentista, con repercusiones hasta nuestros días.

Las obras se iniciaron en 1580 con grandes expectativas, no obstante, las obras pronto se paralizaron por razones económicas. La posterior reactivación del proyecto, con una mayor intervención de la Corona, permitió la participación de prestigiosos técnicos que se desarrolló bajo la dirección de Cristobal Antonelli: la aplicación del efecto arco permitiría alcanzar alturas sorprendentes y una capacidad de retención de aguas desconocidas hasta el momento.

El agua aseguraba las cosechas de secano como cereal, viñedo, olivo y almendro, junto con algunos espacios de hortalizas y moreras. A resguardo de las heladas y con el agua correctamente repartida en momentos clave, las cosechas eran exitosas y constantes.

Inevitablemente, en estas sociedades hidráulicas, el agua cobró un valor muy superior al de la tierra. Existían, hasta no hace demasiadas décadas, propietarios aguatenientes, poseedores de muchas más horas de agua que de hectáreas de huerta, dedicados a vender y especular con las horas de riego.

La construcción de la presa obligó a armonizar el interés general de los regantes con esta poderosa oligarquía urbana, naciendo la dicotomía entre agua vieja y agua nueva (adscrita esta última a la tierra), cada una con sus respectivas files y horas.

La conflictividad hidráulica siempre estuvo presente, aunque a lo largo de cuatro siglos se idearon mecanismos de regulación, adaptados a las circunstancias de cada época, que han sido reconocidos internacionalmente por su eficiencia.

En 1594, agotados los recursos económicos, se dio por finalizada la presa con casi 43 m de altura -casi 10 m por debajo de lo proyectado inicialmente- un arco de 65 m de longitud y una anchura de 59 m en la coronación y sólo 9 m en el fondo de la cerrada.

A pesar de todas las innovaciones técnicas que se habían desarrollado en esta monumental obra -planta curva y altura, tomas de agua, aliviadero lateral- la limpieza de los tarquines acumulados por las avenidas representó un problema de difícil solución.

En relación con la mala evacuación de légamos, la presa sufrió desperfectos en 1601, y tal vez estuvieran éstos detrás de los graves daños sufridos por las compuertas en 1697, que inutilizaron la presa. 

No será hasta finales de 1738 cuando se pueda de nuevo almacenar agua, ya de forma casi ininterrumpida hasta nuestros días, salvo averías menores, labores de limpia y refuerzos de la pared.

La presa ha conseguido resistir importantes avenidas de agua, como la de 1793, cuya memoria queda reflejada en una inscripción en el estribo septentrional de la presa que recuerda el nivel alcanzado por las aguas y da idea de la enorme cascada que debió formarse, sin ocasionar desperfectos importantes.

Fue la presa más alta del mundo durante cerca de tres siglos, solo superada durante un tiempo por el malogrado pantano de Puentes, que retuvo las aguas del río Guadalentín entre 1785 y 1802. La infraestructura del pantano consta además de una serie de obras secundarias que controlan y distribuyen las aguas almacenadas.


Los azudes de Mutxamel, Sant Joan y El Campello son obras muy notables y permiten entender también la magnitud de las ocasionales crecidas del río. Junto con la compleja red de acequias y partidores, básicamente desmantelada o entubada por el inmisericorde proceso de urbanización sufrido por la Huerta de Alicante, aportaba al conjunto un gran valor patrimonial.

El pantano es un ecosistema artificial y el río Montnegre, uno de los más antiguos ejemplos de río completamente represado. Pero sus más de cuatro siglos de existencia aportan al medio indudables ventajas ecológicas. Hasta el embalse se le denomina río Verde, a partir del pantano, río Montnegre y llegando a El Campello, río Seco.

La presencia de una laguna de agua permanente ha enriquecido el mosaico de ambientes que podemos encontrar en el entorno del pantano, dominado por pinares, roquedos verticales, barrancos, olmedas y cañaverales junto con pequeñas huertas.

Las aguas del pantano, caracterizadas por su tonalidad variable de verdes oscuros, en ocasiones turquesa y azules profundos, cuando no negros, destacan en su contacto abrupto con las orillas rocosas. 

Cuando se alcanza la presa y el abismo que le acompaña en el paramento aguas abajo, la perspectiva se abre para ofrecer un territorio donde el agua ha determinado singulares paisajes de huertas conectadas por el río y sus acequias y profundos barrancos, en un entorno marcado por la aridez.

El ascenso por la escalera, tallada en la piedra a finales del siglo XVIII, resulta una experiencia emocionante que permite observar la pared en toda su dimensión.

En la culminación, junto a la señal que indica la altura alcanzada por las aguas en la riada de la noche del 7 al 8 de septiembre de 1793, puede observarse también una placa conmemorativa de la visita del ministro Rafael Gasset en 1900, con motivo de la inauguración de las obras de recrecimiento y modificación de la galería de desagüe.

Fueron una de las últimas obras de entidad acometidas en la presa que, con sus cuatro siglos de existencia, ostenta el título del embalse en funcionamiento más antiguo de Europa y el precursor de las presas modernas.

Con cuidado de no resbalarnos con el agua que pasa por encima de la presa, la atravesamos, no sin antes hacernos un montón de fotos.

Junto con estos valores ambientales y paisajísticos, la monumentalidad de la presa esconde también en su entorno un patrimonio asociado de enorme valor y multitud de detalles para descubrir. Junto con la casa del pantanero, la ermita y el puente, visitamos también las casas de los obreros, con la fuente y lavadero del pantano y una inscripción de estilo neoclásico conmemorativa de la construcción de dicha fuente en 1795.

Y un poco más arriba, los restos del horno de cal utilizado para la construcción de la presa. En la cerrada, junto a las imponentes galerías donde se realizaban las peligrosas operaciones de desagüe, puede observarse el trazado de la Acequia de los Enamorados, que transcurre colgada y parcialmente escondida en la roca y que parece tener un origen romano, cuando se canalizaron las aguas provenientes de la Font de l'Alcornia.

Iniciamos el regreso por el mismo sendero PR-CV 142 marcado con las líneas blancas y amarillas, con unas preciosas vistas del embalse conforme subíamos por las zetas que minimizan la fuerte pendiente.

Conectamos con el Camino del Pantano y volviendo sobre nuestros pasos, regresamos al punto de inicio, donde en el restaurante Xirau degustamos un estupendo arroz con caracoles que puso el broche final a esta excursión que bien se merece 4 estrellas por todo su valor paisajístico e histórico.
Paco Nieto


sábado, 19 de marzo de 2022

Excursión X328: Sendero de la Costa de Villajoyosa

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Playa del Torres. Villajoyosa
Final: Playa del Torres. Villajoyosa
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 7,3 Km
Desnivel [+]: 331 m
Desnivel [--]: 331 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Me uní a la propuesta de Raquel para realizar una ruta que discurre por senderos paralelos a la línea de costa norte de Villajoyosa, una de las pocas que aún se mantiene virgen, sin edificaciones.

Antes de reunimos todos en el aparcamiento de tierra que hay junto a Playa El Torres, me subí por unas escaleras a un mirador que queda a la derecha, con estupendas vistas de esta bonita playa de Villajoyosa que cuenta con una extensión de más de medio kilómetro, y una anchura que varia entre los 15 y 30 metros, es una de las preferidas por las familias porque cuenta en la misma playa con sombra natural otorgada por una gran cantidad de eucaliptos al borde de la playa.

Íbamos a recorrer gran parte del Sendero de la Costa de Villajoyosa, que conecta la Playa del Torres, con la Cala de Finestrat o Morales, junto a Benidorm.

Iniciamos la ruta acercándonos a la playa, bastante pedregosa, en la que desemboca el río Torres, que le da nombre y que se cruza por una pasarelas de madera. Palmeras y eucaliptos adornan el paseo marítimo, que recorremos en dirección noreste, hasta alcanzar su extremo oriental, con bonitas vistas de la isla de Benidorm al fondo.

Cruzamos un arroyuelo por una pasarela de madera y ascendemos por un sendero al que le han colocado traviesas de madera y un vallado de madera, para facilitar la subida por la ladera. En lo alto gozamos de una estupendas panorámicas de la playa.

Unos paneles informativos dan cuenta de los trabajos de acondicionamiento del sendero, que transcurre en gran parte por la vía pecuaria Colada de la Costa.

Desde allí comenzamos el ascenso por otro sendero que va ganado rápidamente altura, mezclando zonas áridas de matorral con pinares, en dirección noreste, por la ladera del los acantilados, hasta dar, tras un liguero descenso, con una pista que cruzamos para continuar remontando por la ladera, con el siempre presente mar a nuestra derecha

Un pequeño respiro, en el que el trazado se allana da la oportunidad de contemplar el Racó del Conill, una cala por la que regresaríamos a la vuelta.

Tras una pequeña bajada, pasamos junto a lo que queda del antiguo cuartel de Carabineros que entre 1824 y 1940 vigilaba las costas, fronteras y aduanas.

Su principal función era evitar el contrabando. Los guardias civiles solían alojarse en casas como estas, situadas en puntos estratégicos de la costa.

Tiene una de las mejores vistas del Racó Conill, de Benidorm y de Villajoyosa, así como de un mar mediterráneo azul e intenso, el lugar francamente es impresionante.

Un poco más arriba, un mirador con mesa y banco de madera ofrece otra oportunidad de repetir las inmejorables vistas. Siguiendo el amplio sendero, un poco más arriba, llegamos a la Torre del Aguiló.

Fue construida con fines defensivos en el siglo XVI bajo el reinado de Felipe II y formó parte del sistema de vigilancia costera contra la piratería.

Es una torre prismática de base cuadrada de cuatro metros de lado y ocho de altura.

Su base hasta unos tres metros de altura es maciza y se encuentra ataludada, situándose sobre ella la dependencia de los vigilantes, cuadrada, terminada en bóveda circular y con huecos en las cuatro fachadas. En lo alto existió un matacán del que solo quedan dos ménsulas.

La fábrica está realizada en mampostería irregular, siendo más homogénea en la cara exterior. En las esquinas y en el hueco de acceso a la dependencia de los vigilantes se empleó sillarejo.

Junto a ella se encuentra una hondonada de la antigua calera, horno para fabricar la cal que se utilizó para la construcción de la torre.

Desde aquí se ve todo Benidorm, la Sierra Helada (Serra Gelada), la costa y el inmenso azul del mar hasta donde se pierde la vista. Mejor lugar para descansar y tomar algo no íbamos encontrar, y en una de las mesas paramos para almorzar.

Tras las fotos de rigor, iniciamos el descenso, en dirección sur, hacia los acantilados por un empinado sendero que alcanza la Colada de Costa, por el que continuamos a la derecha, en dirección este, disfrutando de la brisa del mar y las espectaculares calas de su costa.

Tras pasar por un bonito mirador con mesas a la sombra de un pinar, descendimos hasta llegar al Racó del Conill, una preciosa cala dividida en dos por un espolón que se adentra en el mar.

Dada su situación, con complicado acceso, es utilizada habitualmente por nudistas, de hecho su denominación popular en valenciano proviene de la expresión "anar en conill" ​en el sentido de "ir desnudo".

Está situada entre montañas, muy cerca de la Cala de Finestrat y Benidorm, y alterna roca y arena. Es una de las más conocidas calas de tradición nudista de la Marina Baixa, se remonta a los años setenta del siglo XX, con un uso continuado desde entonces por los seguidores del estilo de vida naturista.

La cartelería oficial instalada por el Ayuntamiento de Villajoyosa informa de esta característica del lugar.

Continuamos bordeando los acantilados de la costa en dirección a Villajoyosa, siguiendo el sendero costero, que nos seguía ofreciendo magníficas panorámicas a cada recodo. Un descenso nos permite tener una estupendas vistas de Cala Fonda y sus alrededores.

Al poco volvemos a enlazar con el sendero que utilizamos de subida, y que, ahora en descenso, nos llevó hasta la playa El Torres, inicio y final de esta interesante ruta con impresionantes vistas. Un buen arroz puso el punto final a esta estupenda ruta que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto