viernes, 12 de marzo de 2021

Excursión X269: Torrelodones por los miradores del Monte de los Ángeles

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: 
Torrelodones
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 6,5 Km 
Desnivel [+]: 214 m 
Desnivel [--]: 214 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3,5
Participantes: 2

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx) 

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH 
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Había ganas de dar un paseo cortito por los alrededores de nuestro pueblo y esta ruta, que pasa por varios roquedales que hacen de miradores naturales con excelentes panorámicas, nos pareció la más adecuada.

Así es que quedamos en la Plaza del Ayuntamiento, desde la que nos encaminamos hacia la calle Carlos Picabea, en dirección a la remodelada plaza del Arca del Agua y la fuente del Manantial, previo paso por la plaza del Caño, con su herreriana fuente, una de las más antiguas de la Comunidad de Madrid.

Giramos a la derecha para continuar callejeando hasta salir al Instituto Diego Velázquez para, cruzando la Avenida de la Dehesa, seguir por una senda que sube hacia el depósito de agua del Canal Isabel II, que abastece al pueblo.

La senda prosigue por la derecha de la valla de la finca del Monte de los Ángeles, en dirección noreste, dejando de momento las que descienden hacia el pueblo.

Este bonito sendero discurre entre encinas, jaras, tomillo, lavandas y hasta un alcornoque de gran porte, pasando por varios aglomerados graníticos que hacen de excelentes miradores con estupendas vistas de la parte más occidental de esta pequeña Pedriza, desde donde además se contempla gran parte del pueblo y, en la lejanía, la extensa planicie de Madrid, con sus inconfundibles torres.

Mucho más cerca, destaca la omnipresente silueta del Palacio del Canto del Pico.

Por un estrecho paso, continuamos por la serpenteante senda, que entre grandes rocas y matorral va abriéndose camino hasta alcanzar la tapia de la finca del Canto del Pico. El alto muro de piedras apiladas se extiende de este a oeste en perfecta línea recta.

Fue justo aquí donde coincidimos con uno de los profesores del instituto, que aprovechando un hueco entre clases, estaba explorando esta parte del pueblo, de cuya historia estaba muy interesado.

Regresamos unos metros para enseguida girar a la izquierda, para continuar por la senda que desciende, en dirección sureste, rodeados de encinas, madreselvas, juncos y jaras.

La senda cruza un par de regatos estacionales, ya sin agua, y gira poco después hacia el sur para acercarnos, en breve ascenso, a un bonito mirador, desde el que se tiene las mejores vistas de las Charcas del Loco.

Con cuidado, descendimos a la la charca superior, la situada más al norte, que nos sorprendió verla con mucha agua. Continuamos bordeándola por la senda que recorre su lado este y, entre mucha vegetación y grandes rocas, alcanza la charca del Loco, la más grande y bella, llena a rebosar.

Tras las fotos de rigor, proseguimos el descenso bordeándola por su cara sur, y antes de llegar a la charca inferior, giramos a la izquierda para seguir una senda en dirección este hasta alcanzar las ruinas de un corral o casa que donde antaño se guardaba el ganado.

Continuamos hacia el sureste, cruzando enseguida el arroyo cartografiado como del Canto del Pico, al que también llaman del Piojo, para al poco girar a la izquierda, en dirección norte, siguiendo una senda que a tramos medio se pierde entre los berrocales, desde uno de ellos, otro mirador más, tuvimos unas estupendas vistas del entorno.

Finalmente volvimos a cruzar el arroyo y llegamos a lo que queda de una corraliza con estructura de piedra construida a partir de la técnica, denominada “de piedra seca”, que sirvió para albergar ganado.

Como curiosidad, tiene un contador o gatera, una abertura en el muro de pequeñas dimensiones, que tenía como finalidad permitir el acceso de ovejas y cabras. Es una pena que los árboles y la maleza se haya instalado en su interior, vestigios del pasado ganadero del pueblo deberían preservarse.

Por un vericueto sendero continuamos en dirección norte hasta dar con la senda, de mejor trazado, que bordea la tapia del Palacio del Canto del Pico, por la que seguimos a la derecha hasta alcanzar otro de los bellos miradores de hoy, el roquedal que tiene las mejores vistas, por cercanas, del Palacio y el de mayor altura de la ruta.

Da pena contemplar la tétrica silueta del Palacio, que cada vez está más cerca de la ruina desde que volvió a arder parte de su tejado. En este histórico caserón, se vivieron episodios tan notorios como la muerte de Antonio Maura, bajando sus escaleras, la dirección del general Miaja de la batalla de Brunete desde su azotea o las largas idas y venidas de Franco desde el Pardo.

Desde aquí, regresamos descendiendo la cresta de los riscos que en dirección suroeste se precipitan hacia el pueblo.

Con excelentes vistas, amplificadas por algún que otro mirador rocoso más, la senda serpentea entre grades moles graníticas hasta alcanzar el Canto de la Cueva, en el que se encuentra la pequeña cueva en la que al parecer hay pinturas rupestres, aunque parece ser que no son tan antiguas.

Su acceso se encuentra tapiado y cerrado para evitar actos de vandalismo, como los que de hecho ya se produjeron.

Desde allí, buscamos la senda que, en dirección sureste y cercana a los últimos chalets, busca la calle de subida a los Robles, llamada Mar Rojo, para, una vez cruzada, continuar a la izquierda por avenida de las Dehesas.

Giramos por la primera calle que sale a la derecha, pasamos junto al parque JH, llegamos a la calle Real y de allí a la plaza del Ayuntamiento, dando así por finalizada esta esta cortita, pero gratificante ruta que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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