viernes, 29 de enero de 2021

Excursión X260: Por el Alto del León y Cabeza Líjar

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Alto del León. Guadarrama
Final: 
Alto del León. Guadarrama
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,1 Km 
Desnivel [+]: 393 m 
Desnivel [--]: 393 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















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* Perfil, alturas y distancias de la ruta












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RESUMEN
En esta ocasión todos tenemos un poco de prisa por lo que hemos decidido hacer una ruta corta y cercana para no perder tiempo en el trayecto.

Salimos no muy tarde, en un día que ha levantado muy nublado, camino del Alto del León, algo contrariados pues las previsiones atmosféricas no eran malas.

En las últimas curvas de la N-VI poco antes de llegar al Puerto atravesamos las nubes y aparece el cielo totalmente despejado. El aparcamiento está casi vacío y tras ponernos las botas miramos hacia el sur y contemplamos un impresionante mar de nubes que llega hasta el horizonte y que nos impide ver lo que hay bajo ellas.

Tomamos la carretera que -teóricamente- permitiría llegar hasta San Lorenzo del Escorial en coche y, a buen paso dejamos rápidamente atrás, a nuestra derecha, las instalaciones de antenas de comunicación -creo militares- y en apenas un kilómetro nos desviamos unos metros para contemplar un búnker perfectamente conservado.

En este punto el GR10 deja de discurrir por la carretera y, por la derecha y pasando por una puerta metálica, se convierte en senda que discurre entre los pinares camino de la cumbre del Cerro Piñonero o de la Gamonosa.

La senda serpentea entre el pinar en moderada subida y rápidamente superamos los poco más de 800 metros de distancia y 100 de desnivel.

Aprovechando los puntos de interés que nos envió Paco, nos acercamos -girando a nuestra izquierda- al búnker y excelente mirador que mira hacia el Sur.

Como el anterior, muy bien conservado y con varias entradas y/o salidas. Mires para donde mires las vistas son impresionantes, hacia el sur el inmenso mar de nubes que no cede con el avance del día, mirando hacia el Este contemplamos el Valle de la Fuenfría que está despejado, la Peñota, la Bola del Mundo y la Maliciosa, un poquito más al Sur, entre nubes, el Cerro de San Pedro y, hacia el Oeste, las Machotas y nuestro destino, Cabeza Lijar.

Siguiendo la senda que lleva al mirador comenzamos a bajar hacia el Collado de la Gasca, estamos cerca y llegamos enseguida, desde este punto hasta la cumbre de Cabeza Lijar nos separan poco más de mil trescientos metros con 210 de desnivel y una pendiente media del 15,5%.

La subida la hacemos tranquilamente y parando a menudo para hacer fotos, las vistas nos lo piden a gritos. Apenas queda nada de nieve, parece increíble después de la gran cantidad caída hace poco tiempo y la altitud en que nos encontramos.

Nos cruzamos con una manada de caballos que parecen jóvenes y están muy delgados cerca de la zona conocida como el Penacho de donde sale una senda que baja por la vertiente norte hacia San Rafael. 
Nosotros continuamos por el GR10 y rápidamente llegamos a la cumbre donde tomamos un tentempié, descansamos un poco y nos hacemos las preceptivas fotos junto al vértice geodésico.

Para bajar hacia el Collado de la Mina tenemos dos opciones, el GR10 oficial que baja haciendo eses o tomar una senda que baja directa por la línea de cumbres que es la opción que tomamos finalmente. Los 750 m de distancia los hacemos rápidamente y al llegar al Collado decidimos bajar hasta la bocamina que -supongo- da nombre al collado.

El trayecto es corto y llegamos en un momento. Al contrario que en otras ocasiones, apenas podemos adentrarnos en la misma pues tiene muchísima agua -sorprendentemente clara-.

Volvemos a la carretera y apretamos el paso pues yo tengo algo de prisa, en un ratito estamos nuevamente en el Collado de la Gasca, como la carretera se nos hace monótona, en este punto decidimos rodear por el norte el Cerro Piñonero por una senda que lo bordea sin dificultad.

En ligera subida, retomamos el GR10 justo en otro de los puntos de interés que nos indicó Paco, el Árbol de los Mil Abrazos, yo al menos no fui capaz de localizarlo para hacerle una foto, habrá que volver y buscarlo hasta encontrarlo.

Volvemos rápidamente por terreno pisado hace un rato y llegamos con presteza a nuestro punto de salida.

Mis prisas me impiden quedarme a tomar una cervecita, otra vez será.

Dia entretenido y luminoso, califico la ruta con 4 estrellas.
José Luis Molero

lunes, 18 de enero de 2021

Excursión X259: Torrelodones por el puente de Alcanzorla

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 12,4 Km 
Desnivel [+]: 287 m 
Desnivel [--]: 287 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 6

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RESUMEN
Esta ruta tenía como objetivo hacerle una visita al al bello y romántico puente de la Alcanzorla, de evocadora historia, amén de recorrer la zona de Monte Peregrinos, en el extremo oeste de Torrelodones.

Iniciamos la ruta en la plaza del ayuntamiento, todavía cubierta de nieve y con su fuente congelada, y enseguida nos dirigimos hacia la explanada del punto limpio para, nada más pasar bajo la A-6, ascender por la escalera que conduce a la torre de los Lodones, estratégica Atalaya de origen árabe.

Al pie de sus muros de piedra, cargados de historia, las vistas del pueblo, de la llanura de Madrid y de la Sierra de Guadarrama son sencillamente majestuosas, e invitan siempre a su contemplación sin prisas, máxime si están engalanadas de un persistente manto blanco, el que dejó la borrasca Filomena con su gran nevada y que está resistiendo a deshelarse.

Tras las fotos junto a tan emblemática torre, giramos a la derecha, entre bastante nieve, hacia la urbanización de Las Marías, que toma su nombre, y esto pocos lo saben, precisamente de la atalaya, ya que proviene del árabe Al-mariya, el mismo étimo que, por ejemplo, ha dado nombre a la ciudad de Almería.

Cruzamos la urbanización por el paseo de Emilio Alarcos hasta llegar a la otra entrada a la urbanización, la de la carretera de Galapagar.

Cruzamos la rotonda y pasando junto al club de campo, hoy día denominado como Centro de Iniciativas y Desarrollo Municipal Torreforum, nos encaminamos hacia el bonito parque que hay tras él, en el que el par de lagunas que tiene estaban completamente congeladas.

Tras cruzar el parque, callejeamos en dirección noroeste buscando la avenida de Rosario Manzaneque, pasando junto a modernistas chalet cúbicos, alguno con la impronta del arquitecto Joaquín Torres, el que diseñó varias viviendas de lujo en el conjunto La Finca.

Conforme nos internamos por la parte más antigua de la Colonia, los chalets van tornándose más rústicos, abandonan las grandes cristaleras y las paredes rectangulares en blanco para dar paso a la piedra de granito, la pizarra y amplios y boscosos jardines.

Al llegar a la calle Monte Aurora, giramos a la derecha, en busca de la entrada al Monte Peregrinos. Se trata de una urbanización con amplias zonas de encinas entre las cuales van asomando casas desperdigadas a la vieja usanza.

Tras zigzaguear por el encantador entorno, apenas sin pendiente, en su extremo más occidental se inicia una fuerte bajada y, al poco, seguimos por una estrecha senda que sale a la derecha en dirección al arroyo de Peregrinos, límite natural con la urbanización Parquelagos.

Buscamos el lugar más idóneo para vadear el arroyo, pero llevaba tanta agua, que nos resultó imposible hacerlo, se hubiese necesitado dar un salto olímpico para conseguirlo.

Tuvimos que arrastrar un pesado tronco y cruzarlo a modo de puente por la zona más estrecha del arroyo para poder pasar a la otra orilla.

Continuamos por la senda que nos sale a la izquierda, acercándonos al alud que soporta las vías del ferrocarril, en su empeño por hacer su recorrido plano.

Para pasar al otro lado, nos metimos por el túnel que encauza las aguas del arroyo Peregrinos, pero que deja una elevada acera de paso, libre de inundaciones.

Continuamos por la senda que desciende arroyo abajo, hasta dar con una pista en la urbanización Las Minas y que, tras una empinada cuesta, facilita el paso por una alambrada al mirador natural del río Guadarrama, al que nos acercamos a contemplar el impresionante cañón que ha labrado con paciencia el agua.

Desde allí descendimos con cuidado entre enormes riscos hasta las proximidades de puente de la Alcanzorla, parando a tomar el tentempié de media mañana en un promontorio rocoso que hacía de excelente mirador del puente y el desfiladero.

El puente salva el río Guadarrama a la salida de su estrecha garganta. Aunque muchos le asignan un origen romano, es una construcción medieval, erigida durante la dominación musulmana del centro de la península, probablemente levantado entre los siglos IX y XI.

Formaba parte de un camino militar, a través del cual se unían distintas torres-vigía y ciudadelas, diseminadas longitudinalmente entre Talamanca de Jarama y el Valle del Tiétar.

Las fortificaciones más cercanas a su enclave son la Atalaya de Torrelodones y La Torrecilla, ubicada en el término de Hoyo de Manzanares.

Las primeras referencias escritas del puente son muy posteriores a su construcción. Estas se sitúan en el año 1236, cuando el rey Fernando III de Castilla pidió ayuda para recuperar Córdoba a cambio de unos terrenos situados entre Galapagar y Torrelodones, curiosidades que unen mis dos ciudades de vivencias.

Tras las muchas fotos que este puente merece, lo cruzamos con cuidado, ya que su parte norte mantenía nieve y placas heladas que tuvimos que sortear con la máxima atención. Al otro lado, pasamos a la urbanización de Los Jarales, para salir a otro puente, llamado Puente Nuevo.

Fue conocido como tal desde su inauguración en el siglo XVI, para diferenciarlo del viejo puente de la Alcanzorla, que quedó en desuso tras la apertura de la nueva infraestructura, mandada construir por Felipe II y atribuido a Juan de Herrera.

Desde allí, enlazamos por la calle de la Tejera con las escaleras y el puente que salvan las vías del tren, para continuar por la carreteras M-519, la que va a Galapagar, unos pocos metros para enseguida desviarnos a la derecha por la calle de la Estación.

Pasamos junto a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y la Estación, antes de alcanzar la travesía del Gasco para, sin cruzarla, continuar por la dehesa que sale al este de la urbanización Montealegría, muy cubierta de nieve, lo que la hacía aún más bella recorrer la bonita senda que nos llevó hasta el camino del Pardillo.

Dejando a la derecha el túnel sobre el ferrocarril, proseguimos por la senda que, en dirección noreste, se dirige a Las Marías, dejando a la derecha los numerosos riscos que preceden la hondonada por la que circula encajonado el tren.

Entre nieve, ascendimos hasta llegar al pequeño pinar que hay en las inmediaciones de la Torre de los Lodones, siempre agradable, especialmente por su sombra en verano. 

Siempre me sobrecoge el momento en que la atalaya comienza asomar entre las rocas, con el Palacio del Canto del Pico al fondo.

Descendiendo por su lado oeste, menos abrupto, alcanzamos las escaleras por las que bajamos a la explanada y bajo los túneles de la autovía A-6, alcanzar de nuevo la plaza de la Constitución, dando así por finalizada esta estupenda excursión, que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

viernes, 15 de enero de 2021

Excursión X258: Torrelodones por el Canto del Mirador

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 3 horas
Distancia: 6,1 Km 
Desnivel [+]: 131 m 
Desnivel [--]: 131 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3
Participantes: 4

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RESUMEN
Torrelodones seguía confinado y por cuestiones de tiempo, buscamos una ruta corta que saliera del pueblo, nos decidimos en hacer esta que ofrecía bonitas vistas desde el Monte de los Ángeles y seguir pisando nieve.

Desde la Plaza del Ayuntamiento, que continuaba con mucha nieve y su fuente congelada, nos encaminamos hacia la calle Carlos Picabea. Al acercarnos a la a la Iglesia de Nuestra Señora de la Ascensión, comprobamos que tenía un aspecto invernal digno de los pueblos de los Alpes.

Enfilamos la calle Camino de Valladolid, en dirección al polideportivo, pasamos junto al cruceiro que queda a nuestra derecha y a mitad de la subida, nos desviamos por la senda que nos sale a la derecha hacia el colegio Peñalar, que estaba cubierta por un espeso manto blanco de nieve.

Enseguida, conectamos con la rampa de cemento que sube a las antenas de telefonía y TV que hay junto al refugio de la fundación Apascovi y que, excepto en su tramo final, estaba libre de placas de hielo. Por la parte de atrás seguimos la senda que pronto alcanza el depósito de agua del Canal Isabel II que abastece al pueblo.

La senda prosigue por la derecha de la valla de la finca del Monte de los Ángeles, en dirección noreste, ignorando las que descienden hacia el pueblo.

Esta bonita senda discurre entre encinas, jaras, tomillo y lavandas, apenas perceptible por estar tapadas por la nieve, pasando por varios aglomerados graníticos que hacen de excelentes miradores con estupendas vistas de la parte más occidental de esta pequeña Pedriza, desde donde además se contempla gran parte del pueblo y, en la lejanía, la extensa planicie de Madrid, con sus inconfundibles torres. Mucho más cerca, destaca la omnipresente silueta del Palacio del Canto del Pico.

Por un estrecho paso, continuamos por la serpenteante senda, que entre grandes rocas y matorral va abriéndose camino hasta alcanzar la tapia de la finca del Canto del Pico. El alto muro de piedras apiladas se extiende de este a oeste en perfecta línea recta.

Pasamos por uno de los rotos del muro, que da paso a un camino por el que continuamos en dirección oeste unos metros hasta abandonarlo en la primera curva para seguir una senda con la misma dirección que llevábamos. Al poco, otro paso de la tapia nos sitúa en un camino que bordea la Berzosilla.

Lo seguimos en dirección noroeste para continuar por el que enseguida surge a la izquierda, para dejarlo poco después para seguir una senda, que en unos metros nos llevó a un promontorio rocoso llamado Canto del Mirador, al que se asciende por unos escalones labrados en la piedra granítica.

El lugar no puede ser más acogedor, al resguardo del viento, cuenta con un amplio banco, labrado en la roca al estilo de la Silla de Felipe II, y un sillón, también cincelado, justo enfrente.

Desde este privilegiado mirador se tienen unas vistas impresionantes de 360º, divisando casi al completo la Sierra de Guadarrama y medio Madrid.

Tras las fotos de rigor, iniciamos el regreso volviendo sobre nuestros pasos hasta volver a cruzar la tapia del Palacio del Canto del Pico por segunda vez, retroceder unos metros más por la senda que habíamos traído, hasta alcanzar una roca partida, donde hicimos un giro de 90º hacia la izquierda, para continuar por la senda que desciende, en dirección sureste, rodeados de encinas, madreselvas, juncos y jaras engalanadas de nieve.

La senda gira poco después hacia el sur siguiendo la margen derecha de un regato, que se acerca a la primera de las charcas, completamente congelada.

Continuamos bordeándola por la senda que recorre su lado este, que entre encinas, enebros y grandes rocas, alcanza la charca del Loco, la más grande y bella. Completamente congelada parecía una pista de patinaje.

Tras las fotos de rigor, proseguimos el descenso bordeándola por su cara sur, proseguimos por el camino principal y después, por la senda, que en dirección sur sigue paralela al riachuelo de desagüe de las charcas y alcanza las primeras casa del pueblo, justo donde se une al arroyo del Canto del Pico.

Cruzamos la avenida de la Dehesa y descendimos por las escalinata que da acceso a la senda que, paralela al arroyo, se interna en el Parque Flor de Lis hasta alcanzar la calle Nueva y la plaza del Arca del Agua, regresando así a la plaza del ayuntamiento, previo paso por la la plaza del Caño, una de las más antiguas de la Comunidad de Madrid, dando así por finalizada esta cortita, pero gratificante ruta que se merece 3 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

martes, 12 de enero de 2021

Excursión X257: Torrelodones por la Presa del Gasco con nieve

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,3 Km 
Desnivel [+]: 322 m 
Desnivel [--]: 322 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













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PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
Como en Torrelodones seguíamos estando confinados, nos animamos a hacer esta ruta para deleitarnos con la nieve caída en días anteriores en la gran nevada que trajo la borrasca Filomena y que cubrió de blanco media España. 

Iniciamos la ruta en la plaza del Ayuntamiento, que estaba completamente nevada y con la fuente congelada. Nos dirigimos hacia la explanada del punto limpio, previo paso bajo los arcos que sostienen la autovía A-6.

Dejando a la derecha el roquedal en el que se alza la torre de los Lodones, avanzamos por la blanca planicie hasta alcanzar el arroyo de la Torre, donde nos esperaba otro de los habituales compañeros de rutas.

Cruzamos el arroyo de la Torre y continuamos por la senda que enseguida sale a la izquierda, dejando la principal que sube recta hacia la urbanización de las Marías.

Entre encinas y jaras nevadas, pronto conectamos con otra senda de mayor anchura que se dirige en dirección este hacia El Gasco, con un recorrido paralelo a las vías del tren, por las que no dejaban de pasar, a cada poco tiempo, los trenes de cercanías que van y vienen a Madrid.

La senda tenía un surco de nieve pisada, que hacía muy fácil el seguirla, sube un par de cuestas y cruza un arroyuelo, que por primera vez le vi con agua, y va a dar al Camino del Pardillo, sobre el túnel del ferrocarril. Allí nos esperaba, nuestra chica del grupo, completando así los cuatro participantes de esta ruta.

El cielo estaba totalmente despejado y el sol se reflejaba en la nieve, haciendo que hubiese una luminosidad especial.

Remontamos la cuesta que va a dar con la entrada a la Casa del Enebrillo. En ligero descenso, enseguida alcanzamos Casa Panarrás, que aún conservaba nieve en sus tejados.

Es un caserón de estilo vasco construido por un marqués a principio del siglo XX, se convirtió en puesto de mando republicano en la batalla de Brunete, con unas vistas estratégicas al flanco norte de esta ofensiva que tenía por objetivo frenar el avance de las tropas franquistas a Madrid y ayudar a las provincias del Norte de España, que acabó con multitud de muertos de ambos bandos en veinte días de crueles enfrentamientos.

Desde allí, iniciamos el descenso por el Camino de la Isabela, para poco después, en la primera curva, dejar el camino para seguir la senda que sale a la derecha en dirección a un cerro desde el que se tiene estupendas vistas.

El Monte Abantos y las Machotas al oeste, completamente blancos, al este la planicie de Madrid, al sur unas bonitas vistas del embalse de Molino de la Hoz y toda la urbanización que ha nacido a su vera y al norte el Monte Gurugú, donde se asienta Casa Panarrás.

Continuando en dirección sur por esta bonita senda y, tras un moderado descenso, giramos a la izquierda, medio enterrados en nieve, para conectar de nuevo con el Camino de la Isabela y descender hasta dar con el Canal de Guadarrama y el camino que lleva a la presa del Gasco.

Como íbamos bien de tiempo, subimos a ver cómo el tiempo continúa su lenta pero infatigable tarea de convertir en ruinas lo que fue una gran casa con múltiples edificios, como cocheras, cobertizos, casa de los guardeses y hasta dos piscinas, una cubierta, en lamentable estado.

Tras tomarnos un refrigerio, descendimos hacia el Camino de la Presa, dejando el canal del Guadarrama a la derecha. El inmenso muro de la presa fue diseñado, en su momento, como la más alta del mundo, con 93 metros.

De este proyecto, sólo se conserva un lienzo de 53 m de altura y 251 de longitud, con una anchura que oscila entre los 72 m de la base y los cuatro de la parte superior.

Tras contemplar desde su cima cómo el río Guadarrma lo atraviesa, retrocedemos sobre nuestros pasos, hasta llegar al precioso bosque de pinos donde el Canal del Guadarrama se hace más presente, manteniendo agua todo el año.

El Canal del Guadarrama, fue una ciclópea obra que pretendía realizar un canal navegable de 771 km, que, salvando un desnivel de 700 m, hubiese unido fluvialmente la ciudad de Madrid con el océano Atlántico.

Partiría de una presa que habría de construirse a la altura de Torrelodones, enlazaría las cuencas de los ríos Guadarrama, Manzanares, Jarama, Tajo, Riansares, Záncara, Jabalón, Guarrizas, Guadalén, Guadalimar y Guadalquivir. Sólo pudieron ejecutarse los primeros 27 km del canal y la Presa de El Gasco, su embalse regulador. Aquí muchos más detalles del proyecto.

Desde allí, iniciamos el regreso cruzando el frondoso pinar que hay junto al canal, ascendiendo por la Cuesta Blanca del Camino de la Isabela, en dirección norte, hasta llegar de nuevo a Casa Panarrás y Casa del Enebrillo, donde enlazamos con el Camino del Pardillo.

Este camino unió durante siglos Torrelodones con Villanueva del Pardillo a través del Molino de la Hoz. La primera constancia de su existencia se remonta al siglo XII, como paso vinculado a la aldea de Santa María del Retamar, fundada por madrileños en la primera mitad del siglo XII y habitada, por lo menos, hasta finales del siglo XIV.

En el siglo XVI adquirió un importante auge al iniciarse las obras del monasterio de El Escorial que hicieron de Torrelodones parada y fonda. Durante este periodo, el Camino sirvió para el transporte de mercancías desde Villanueva del Pardillo para los mesones y posadas de nuestro pueblo.

La construcción de los puertos de Galapagar y del León, y el nuevo camino hasta Segovia por Las rozas, Galapagar y Guadarrama, supusieron la decadencia progresiva del Camino del Pardillo.

Desde allí, descendimos hasta pasar de nuevo por encima del túnel del ferrocarril, donde giramos a la derecha para seguir por una senda que en dirección noreste pasa junto a unos riscos hasta alcanzar la urbanización Las Marías.

Atravesamos un bonito pinar, continuando en dirección norte hasta alcanzar la Torre de los Lodones, con vistas especialmente bellas de la Sierra de Guadarrama, la planicie de Madrid y todo Torrelodones, destacando al fondo el Palacio del Pico, otro de los iconos del pueblo.

La atalaya toma su nombre del almez, árbol que también es conocido como lodón o lotonero y que era abundante en su enclave y por extensión, el caserío surgido a sus pies acabó llamándose Torrelodones.

Fue erigida en algún momento indeterminado del período omeya de Al-Ándalus, entre los siglos IX y XI, durante el periodo andalusí, y formaba parte del muy jerarquizado sistema defensivo omeya de la Marca Media, que tenía su centro en Toledo, con la que la población musulmana intentaba frenar el avance de los reinos cristianos.

Sólo quedaba descender por una empinada pendiente de escalones con traviesas de madera en dirección al pueblo, pasar por el viaducto bajo la A-6, girar para a la izquierda para pasar frente a la Iglesia de Nuestra Señora de la Ascensión y llegar de nuevo a la plaza del Ayuntamiento, completando así esta excursión que complementa los atractivos naturales con los históricos y además con un aspecto único al estar todo nevado como nunca lo habíamos visto y que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto