domingo, 7 de septiembre de 2014

Excursión X037: La Panera y Alto del León

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Panera. El Espinar. Segovia
Final: La Panera. El Espinar. Segovia
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,3 Km 
Desnivel [+]: 285 m 
Desnivel [--]: 285 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 3
Participantes: 2

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El área recreativa de la Panera está situada junto al curso del río Moros, a su paso por el municipio de El Espinar, en la falda norte de la Sierra de Guadarrama, muy concurrida en verano por sus posibilidades de baño en una piscina seminatural y la posibilidad de hacer fuego en barbacoas.

Nuestra intención era dar un paseo antes de comer por el valle del río Moros, en la que llamada La Garganta, donde se donde se cierra el valle bajo los picos del Montón de Trigo y la Peña del Oso, pero estaba cerrado el acceso. Optamos entonces por seguir el GR-88, el sendero de gran recorrido que une el Pontón de la Oliva (Patones), con San Lorenzo de El Escorial y acercarnos al nacimiento del río Gudillos.

Dejando atrás los aparcamiento de la Panera, ascendimos en dirección sureste siguiendo el GR-88 hasta dar con una gran pradera, lugar donde nace el río Gudillos, de un pequeño manantial apenas perceptible, pero que hace de la zona un bonito humedal.

Como nos pareció corto el recorrido, lo alargamos para seguir el Cordel de las Campanillas, agradable pista que cruza el arroyo del Cuervo y bordea la Cerca de Montosa, una construcción de los años 50 a 60, promovida por la Organización Sindical Española, conocida comúnmente como Sindicato Vertical de los Trabajadores, con la intención de crear una residencia de las “Hermandades del Trabajo”.

El tejado era de zinc, con corcho como aislante, pero con el paso del tiempo se fueron llevando todo lo que podía ser aprovechable. Luego, como tantas otras edificaciones que han abandonado su destino inicial, fue dedicada a almacén de paja para el alimento de ganado vacuno y hoy es un edificio en avanzado estado de ruina.

Dejando atrás tan histórico lugar, proseguimos por el llamado camino del Agua, que nos llevó, tras un largo recorrido, y después de cruzar un cortafuegos, hasta una casa abandonada, al pie de la carretera N-VI, la que baja del puerto del Alto del León hacia El Espinar.

Ya solo nos quedaba regresar por donde habíamos venido y acabar la jornada con una ricas chuletitas y chorizos hechos a fuego lento en las barbacoas de la Panera, dando así por finalizada esta apacible excursión a la que le otorgo 3 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS
Fotos de Paco Nieto

lunes, 25 de agosto de 2014

Excursión X036: Las fuentes de La Granja de San Ildefonso

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 1 a 2 horas
Distancia: 6,7 Km 
Desnivel [+]: 139 m 
Desnivel [--]: 139 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3,5
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, declarado conjunto Histórico Monumental, es una de las mejores muestras del esplendor monárquico del siglo XVIII. Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, se enamoró de este bello lugar allá por 1717. 

Tal fue el “flechazo” que decidió levantar allí un palacio y unos jardines adornados con esculturas y fuentes que le recordaran su infancia en la corte francesa de su abuelo Luis XIV. La creación de este Real Sitio fue su gran obra personal, había encontrado el lugar ideal para retirarse del mundo.

Ya en la Edad Media, los reyes de Castilla, que con frecuencia residían en Segovia, utilizaban como lugares de caza los bosques situados al pie de las montañas de Guadarrama, y en especial, el paraje de Valsaín. Los sucesivos reyes continuaron utilizando los pinares de Segovia como zonas de recreo y fue así como, en 1717, Felipe V se enamoró de la belleza y riqueza cinegética del lugar.

En 1720 compró a los jerónimos su granja de San Ildefonso para hacer de ella un nuevo Real Sitio en el que poder retirarse. Encargó las obras del palacio a Teodoro Ardemans y las de los jardines a René Carlier. El estilo español tradicional del primer arquitecto contrastaba con el radicalmente francés del segundo, discípulo del arquitecto de Luis XIV. Las obras avanzaron con gran rapidez, de modo que los reyes pudieron instalarse aquí en 1723.

El 10 de enero de 1724, Felipe V anunció en San Ildefonso que abdicaba en su hijo Luis I, pero su prematura muerte en agosto de aquel mismo año obligó a volver al trono al “Rey padre”. El Real Sitio hubo de adaptarse también a este cambio, pues de ser la residencia de un ex soberano se convertía en el Real Sitio favorito del monarca reinante. El Palacio, inicialmente de dimensiones modestas, hubo de ser ampliado, y también lo fue el jardín a costa del parque, añadiéndose nuevas y más espectaculares fuentes.

Cuando en 1736 el arquitecto Filippo Juvarra vino a España, los reyes le encargaron una nueva fachada en el eje central del jardín, terminada ya por su discípulo Giambattista Sacchetti. El conjunto arquitectónico del palacio resulta muy italiano y de una gran densidad debido a todas estas fases construidas en tan poco tiempo.

Tan relevantes como el palacio eran para Felipe V los jardines, en los que puso grandísimo empeño. Los jardines del Real Sitio de La Granja son el mejor ejemplo en España de jardín a la formal a la francesa, una modalidad que empezó a difundirse por toda Europa a finales del XVII, a raíz de la popularidad de las creaciones de André Le Nôtre, jardinero de Luis XIV, el famoso “Rey Sol”.


El Palacio de Versalles es el ejemplo más conocido y admirado del jardín formal del Barroco, pero Felipe V nunca pretendió emular en La Granja la vasta escenografía monárquica de su abuelo, Luis XIV. Siempre tuvo claro que su lugar de retiro se parecería a otro jardín menos conocido que Versalles, ya que la Revolución lo desmanteló: el de Marly, donde el “Rey Sol” pasaba sus jornadas de descanso.

La abundancia de agua, procedente de la montaña, fue uno de los mayores atractivos del lugar para Felipe V, pues le permitió llenar el jardín de fuentes con juegos de agua espectaculares. Su sistema hidráulico original se conserva a la perfección, tanto es así, que siguen en funcionamiento hoy en día. ¡Y lo mejor de todo es que todos podemos disfrutar de este magnífico espectáculo!


La abundancia de agua, procedente de la montaña, fue uno de los mayores atractivos del lugar para Felipe V, pues le permitió llenar el jardín de fuentes con juegos de agua espectaculares. Los surtidores de la fuente “La Fama”, por ejemplo, consiguen elevar el agua a más de 40 metros de altura. ¡Algo impensable hasta para Versalles!

Las fuentes, realizadas en plomo para ser pintadas imitando bronce y mármol, y las estatuas de mármol, forman el conjunto escultórico de mayor riqueza y el mejor conservado de su época. El sistema hidráulico original se conserva, además, a la perfección, tanto es así, que sigue en funcionamiento hoy en día. ¡Y lo mejor de todo es que todos podemos disfrutar de este magnífico espectáculo!


Siempre que la climatología lo permite, el 30 de mayo, el 25 de julio y el 25 de agosto de cada año, puedes ver en funcionamiento el conjunto completo de fuentes. Además, a lo largo de la denominada “Temporada de Fuentes”, que suele ir desde la Semana Santa a finales del verano aproximadamente, algunos grupos de fuentes se accionan, de forma alterna, cada semana.

Y como hoy era precisamente 25 de agosto, festividad de San Luis Rey de Francia y Patrón del Real Sitio de San Ildefonso, se accionaban 8 de las fuentes más monumentales, además gratis.

Siguiendo al abanderado, fuimos recorriendo las siguientes fuentes: Carrera de Caballo, Cascada Nueva, Los vientos, El Canastillo, Las Ocho Calles, Las Ranas, Los Baños de Diana y La Fama, además nos acercamos al gran estanque, llamado El Mar, por sus dimensiones.

Hay un total de 21 fuentes con más de 300 surtidores de agua. En su conjunto consumen 9.000 metros cúbicos por hora. El depósito principal se agotaría en 13 horas. Por ese motivo las fuentes nunca funcionaban a la vez. Estaban pensadas para encenderse solamente al paso del rey.

En resumen, una bonita tarde de paseo llena de encanto y belleza, con algún que otro remojón, lo que agradecimos sobremanera. Por todo ello, a esta excursión le otorgo 3,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

sábado, 24 de mayo de 2014

Excursión X035: Torrelodones por el Canto del Pico y embalse de los Peñascales

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 16,9 Km 
Desnivel [+]: 348 m 
Desnivel [--]: 348 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Esta ruta recorre varios de los lugares más emblemáticos de Torrelodones, algunos de ellos marcados por las huellas que la Guerra Civil dejó en este municipio.

Desde la plaza de la Constutución echamos a andar por la calle Carlos Picabea, y callejeando salimos al encuentro del arroyo del Canto del Pico, continuando por su margen derecha, subimos unas escaleras y cruzando la Avenida de la Dehesa para avanzar por la estrecha senda que, en dirección norte, nos llevó a la Charca del Loco, dejando sin cruzar un bonito puente de madera a nuestra izquierda.Siguiendo en la misma dirección, pronto alcanzamos la charca superior, más pequeña que la anterior.

Ascendimos al mirador natural que queda enfrente, formado por unos riscos desde los que se tiene una estupenda vista de las lagunas y gran parte del Monte de los Ángeles, que se parece mucho geológicamente al paisaje granítico de La Pedriza.

Continuamos por la bonita senda que discurre entre encinas, jaras, tomillo y olorosas lavandas, pasando por varios aglomerados graníticos que hacen de excelentes miradores con estupendas vistas de la parte más occidental de esta pequeña Pedriza.

Desde ellos se contempla gran parte del pueblo y, en la lejanía, la extensa planicie de Madrid, con sus inconfundibles torres. Mucho más cerca, destaca la omnipresente silueta del Palacio del Canto del Pico, al que llegaríamos un poco más tarde.

Unos pocos metros más, en dirección noreste, nos pusieron a los pies de la extensa tapia del palacio, que en este punto ofrece un paso fácil por estar el muro derruido. Desde allí, conectamos, a la altura de una atalaya, con la pista que recorre el interior de la finca. Siguiéndola en dirección oeste, pronto llegamos a lo que queda de las casas del guarda.

Daba mucha pena comprobar el estado de abandono y ruina en que se encuentran, totalmente destrozadas y llenas de pintadas en cada uno de sus rincones. Desde aquí, se contempla la cara norte del Palacio del Canto del Pico, al que nos acercamos siguiendo una corta pista de tierra que acaba junto al vértice geodésico que domina el cerro, a las puertas del palacio.

La malograda casa-museo fue proyectada por José María del Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, en ella reunió un buen lote de elementos arquitectónicos que había recolectado por toda la geografía española de muy diferentes estilos.

Por los muros del palacio han desfilado numerosas personalidades de la historia de España. En él falleció el estadista Antonio Maura, que residía en una mansión cercana, denominada El Pendolero, propiedad del hijo.

En una de sus visitas al lugar murió repentinamente mientras descendía por unas escaleras, según se recoge en una placa conmemorativa instalada en el interior del edificio («Bajando por esta escalera, ascendió al cielo don Antonio Maura»).

Durante la guerra civil, el Palacio del Canto del Pico fue sede temporal del Mando Militar Republicano que sirvió de cuartel general a Indalecio Prieto y al general Miaja, quienes dirigieron desde allí la ofensiva militar para aliviar a Madrid de la presión de las tropas sublevadas y que desembocó finalmente en la batalla de Brunete.

El conde de las Almenas perdió a su único hijo durante la guerra. Su muerte le ocasionó una fuerte depresión.​ Dejó en 1947 la finca y el palacio escriturados a nombre de Francisco Franco como herencia.Tras su muerte, la propiedad pasó a sus herederos. Su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú, Merry, y el periodista Jimmy Giménez-Arnau fijaron allí su residencia a finales de los años 1970, después de contraer matrimonio.​

El palacio fue abandonado por su familia durante 13 años, tiempo en que el edificio quedó en estado de semi ruina, saqueado y desvalijado. El palacio fue comprado en 1988 por la empresa inglesa Stoyam Holdings, actual propietaria, que ante los impedimentos para hacer de él un hotel, al estar patológicamente protegido, lo ha abandonado a su suerte.

Tras contemplar el penoso aspecto que presenta el palacio y sus alrededores, lleno de pintadas y muros en proceso de derrumbe, regresamos a las casas del guarda para continuar, en dirección norte, hasta dar con otra apertura de la tapia.

Una vez en el exterior, seguimos una senda que entre jaras y encinas, en dirección este, va a dar con la carretera de Hoyo de Manzanares, muy cerca de la entrada a la finca de Los Jarales.

Cruzamos la carretera con cuidado y seguimos una senda paralela a ella que en dirección sur nos acercó a la puerta de entrada del Palacio del Pico, justo en la casa donde estuvieron viviendo Merry y Jimmy Giménez-Arnau, casa que fue segregada del resto de la finca para ellos y que ahora es propiedad de una afamada periodista.

Por una ancha pista, continuamos, en dirección sureste, en dirección a la Posición Lince, a la que se llega tras seguir por el desvío que enseguida sale a la derecha.

La Posición Lince fue un puesto de vigilancia edificado durante la Guerra Civil como observatorio blindado de ladrillo y hormigón sobre roca granítica en una localización privilegiada por sus magníficas vistas. Cuenta con dos estancias, una de ellas con aspilleras, y otra con una terraza-mirador con barandillas en mal estado de conservación.

Debido a su elevada posición, ofrecía unas buenas panorámicas de la carretera de La Coruña y de la zona del monte del Pardo. Actualmente el observatorio está cubierto de pintadas y faltan tramos de barandilla, pero el conjunto de su estructura se mantiene en buen estado.

Tras disfrutar de las bonitas panorámicas del búnker, descendimos por un hermoso encinar carpetano hacia la abandonada casa de Cantos Negros, que a mi me recuerda a los cortijos de mi tierra. También en lamentable estado de conservación, amenaza ruina.

Cruzamos la deshabitada casa para descender por una estrecha senda a las proximidades del arroyo de Trofas, al que seguimos por su ribera derecha hasta alcanzar la carretera del Pardo, aquí cambiamos de orilla y por una sombría senda acompañamos al arroyo hasta su desembocadura en el embalse de Peñascales.

Oficialmente llamado embalse de Gabriel Enríquez de la Orden, fue construido en 1962 para abastecimiento de agua de las urbanizaciones de su entorno, si bien ha perdido este uso con el desarrollo de otras infraestructuras hidráulicas por parte del Canal de Isabel II, que suministran agua a las viviendas de Los Peñascales.

La presa tiene 179 metros de longitud y 18 metros de altura, que no impiden que su capacidad de almacenamiento se haya mermado mucho por la continua sedimentación a que está sometido.

El humedal al que ha dado lugar el embalse está integrado, desde el año 1985, dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, así como su zona de influencia, poblada por sotos y encinares carpetanos con gran abundancia de vegetación de ribera en muy buen estado de conservación. Destacan los fresnos, los sauces, chopos y juncos entre otras especies. Actúa como corredor natural y como refugio para muchas especies animales, sobre todo aves.

Bordeamos el embalse por su lado este y acompáñanos al arroyo hasta que se interna en el Pardo, desde allí subimos hasta unas posiciones donde pudimos observar una línea de trincheras de varios kilómetros de longitud que penetraban hacia el Pardo, así como puestos de francotirador y tres nidos de ametralladoras pesadas.

Estas infraestructuras dan idea de la vigilancia mantenida durnte la Guerra Civil en la zona para proteger el cuartel general del General Miaja durante la batalla de Brunete, situado en Palacio del Canto del Pico, de donde venimos, y prevenir también el riesgo de una incursión de las tropas franquistas hacia Madrid.

Vistas las posiciones, retrocedimos hasta llegar de nuevo a los pies de la depuradora de los Peñascales, ya sin servicio, continuando por la carretera hasta desviarnos por una vista que paralela al arroyo del Pretil va a dar al Prado de la Solana.

Cruzamos el arroyo de Villarejo, y al llegar al cementerio, ascendimos hacia el campo de fútbol para regresar por la rotonda del Dedo Gordo y la calle Real a la plaza de la Constitución de Torrelodones, dando así por terminada esta larga pero bonita excursión, cargada de historia y bonitos paisajes que califico con 4 estrellas.
Paco Nieto

P.D.: Esta ruta recorre en parte de ella fincas particulares, por lo que se recomienda contar con el permiso de sus propietarios.

domingo, 27 de abril de 2014

Excursión X034: Paseo por los Peñascales y arroyo de Trofas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 13,8 Km 
Desnivel [+]: 232 m 
Desnivel [--]: 232 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 2

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN WIKILOC

RESUMEN
En esta excursión volví a recorrer los lugares por los que pasé en la excursión X027, pero modificando el tramo final.

Por lo tanto, salmos de la Plaza de la Constitución, recorrimos la calle Real, y al llegar a la rotonda del Dedo Gordo, cruzamos la Avenida Conde de las Almenas, y continuando por la calle Daniel Jiménez hasta salir al Cordel de Hoyo de Manzanares, por el que descendimos hacia el cementerio.

Desde allí nos acercaremos a ver la línea de trincheras que durante la Guerra Civil vigilaban la carretera de la Coruña y que tras el paso de los años, la vegetación y la erosión casi ha tapado.

A continuación, bajamos, entre encinas y jaras en flor, hacia los Peñascales por el Área Homogénea Norte, cruzando el arroyo de Villarejo y el del Pretil, por los que aún corría algo de agua.

Al alcanzar el arroyo de Trofas, seguimos su curso hasta dar con la valla del Pardo, donde subimos a ver unas posiciones y una línea de trincheras de varios kilómetros de longitud que penetraban hacia el Pardo, así como puestos de francotirador y hasta tres nidos de ametralladoras pesadas que vigilaban el acceso al Pardo, zona de comunicación de la capital con Torrelodones y resto de pueblos de la zona oeste.

Desde ese punto subimos paralelos al arroyo de Trofas, bordeando el embalse de los Peñascales por su orilla este, en el que el sol se reflejaba como si de un espejo se tratara.

Posteriormente cruzamos la carretera del Pardo para continuar remontando el arroyo de Trofas hasta llegar a la desembocadura en él del arroyo de Carboneros.

Continuamos en dirección a la Casa de la Mina, unas construcciones, ahora en ruinas, que se utilizaron en la explotación de la La Mina de Arroyo de Trofas, también llamada “Mina Rosa María”, una antigua mina de cobre que se explotó durante los siglos XVIII y XIX por medio de calicatas y pequeños pozos. A finales de los años 50 del siglo XX vista la riqueza en Uraninita, se intentó recuperar el yacimiento y explotarlo comercialmente. Sin embargo, los trabajos se abandonaron rápidamente debido a unos resultados menores de lo esperado.

Dejando un colmenar a nuestra izquierda, ascendimos hasta el Cancho de las Cruces, donde iniciamos el descenso hasta vadear el arroyo de las Carboneras, desde donde ascendimos buscando la carretera M-618 de Torrelodones a Hoyo de Manzanares.

Alcanzado el objetivo, nos acercamos a las puertas de entrada al Palacio del Canto del Pico, donde un cartel anunciaba pomposamente obras de reforma y conservación de este edificio lamentablemente caído en desgracia, quizás porque esas reformas seguramente nunca llegaron a realizarse.

Ya solo nos quedaba seguir la senda que va paralela a la carretera hasta llegar de nuevo a la calle Real y así regresar a la plaza del pueblo, dando así por finalizada esta ruta que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS