lunes, 24 de abril de 2023

Excursión X405: Peña el Águila y Cascada de Balsainejo desde las Dehesas

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas. Cercedilla
Final: Las Dehesas. Cercedilla
Tiempo: x a x horas
Distancia: 11,6 Km
Desnivel [+]: 764 m
Desnivel [--]: 764 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta












PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Con la idea de realizar una ruta no muy larga pero con atractivo montañero, nos animamos a subir a Peña el Águila, que sin exigir una gran subida, regala unas vistas impresionantes de casi toda la Sierra de Guadarrama y del Valle del Río Moros.

Y para disfrutarlo, partimos del aparcamiento de Majavilán, saliendo en dirección oeste hacia el encuentro con la senda del Camino Viejo de Segovia (PR-M 30), por la que seguimos ascendiendo en dirección norte, con alguna que otra curva en ambos sentidos.

Esta es un de las mejores para subir al Puerto de la Fuenfría, con menos pendiente y no tan pedregosa como la Calzada Romana o la Borbónica.

Además goza de mejores vistas, al discurrir a media ladera, dejando ver entre los claros de los pinos las cumbres de Siete Picos y el amplio valle de la Fuenfría.

Cruzamos el arroyo de la Barranca, que llevaba poquísima agua y un poco más adelante, el Regajo de la Peña, éste completamente seco.

Al poco, en un claro del bosque, tras dejar atrás un árbol caído, giramos a la izquierda para continuar por la Senda de la Peña, una desconocida para mí, que me pareció encantadora.

En dirección oeste, va recorrido el pinar con poca pendiente, mostrando excelentes panorámicas del valle. Cruzamos de nuevo el Regajo de la Peña, ahora por una cota más alta, pero sin agua, como antes.

Un poco más adelante, casi me salto una fuente, medio oculta por la vegetación, que Carlos R nos había alertado de su existencia. De su caño de tubo manaba sorprendentemente un buen chorro de agua, con la que nos refrescamos.

Superada una última cuesta, alcanzamos el collado de Marichiva, cruce de caminos montañeros para ir o venir al puerto de la Fuenfría, por el camino del Infante, a los Ojos del río Moros y continuación al collado de Tirobarra, para quizás subir al Montón de Trigo o, algo más osado, a la Mujer Muerta; a las Dehesas, o como es nuestro caso, a Peña El Águila o la Peñota.

Tras el breve descanso de agrupamiento, ascendimos, por el GR-10 en dirección suroeste, a Peña El Águila (2.008m), con impresionantes vistas de la Mujer Muerta y del valle del río Moros.

Algunos, contribuimos a colocarle algo de más altura al enorme hito que hay en su roma cumbre, donde nos hicimos la foto de grupo.

Aquí nos tomamos el tentempié de media mañana, sin muchas ganas de irnos por disfrutar un poco más de las magníficas panorámicas, giramos al sureste para descender hacia el Collado de Cerromalejo, pero antes de alcanzarlo, en un collado anterior, dejamos el GR para seguir por la senda que desciende hacia la Calle Alta, por la que tampoco nunca había ido, otro descubrimiento de esta excursión.

Cruzamos la pista forestal de Calle Alta, iniciando un descenso de gran pendiente, en dirección este, por la Vereda de la Piñuela, que entre pinos desciende por la Ladera del Infierno, hasta dar con el arroyo del mismo nombre, previo paso por una fuente con bañera.

En dirección noreste continuamos hasta alcanzar el arroyo del Balsainejo, donde el agua forma una pequeña cascada, muy vistosa cuando baja con mucho caudal, que no era nuestro caso.

Y tras cruzar el arroyo de Pinolobero y Majavilán, llegamos a la fuente del mismo nombre, junto al aparcamiento donde habíamos iniciado la ruta.

En resumen, una bonita ruta, con muchos alicientes y original ascensión a Peña El Águila, con garantía de bonitas vistas. En el Rincón de la Cuchara, en el centro de Cercedilla, disfrutamos de otras deliciosas vistas, en forma de arroces, judiones, pescaditos y carnaza que elevó a 4,5 estrellas la nota que le otorgo a la ruta.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 10 de abril de 2023

Excursión X404: Embalse de los Peñascales y pequeña Pedriza de Torrelodones

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,6 Km
Desnivel [+]: 333 m
Desnivel [--]: 333 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Algunos del grupo teníamos compromisos familiares y teníamos que estar de vuelta pronto, por lo que pensamos en esta ruta por cercana y porque algunos no conocían.

Echamos a caminar desde la Plaza de la Constitución, para recorrer la calle Real, y cruzar la Avenida Conde de las Almenas, título que ostentaba el primer propietario del cercano Palacio del Canto del Pico, junto al que pasaríamos unas horas más tarde.

Dejamos atrás la rotonda del Dedo Gordo, mediocre reproducción del que fue un risco que había a la salida del pueblo, junto a la antigua carretera de la Coruña, volado en la construcción de la autovía A-6. 

Continuamos por la calle Daniel Jiménez hasta salir al Cordel de Hoyo de Manzanares, por el que descendimos hacia el cementerio, al que rodeamos.

Desde allí, giramos a la izquierda para bajar por el Prado de la Solana, rodeados de encinas, entre el arroyo de Villarejo y el arroyo del Pretil hasta la Avenida del Lago, donde alcanzamos la antigua depuradora de los Peñascales, ya en desuso, cruzamos la carretera, para llegar a la fuente que hay junto al puente que salva el arroyo de Trofas, al que estaban limpiando de vegetación sus márgenes, lo que es de agradecer.

Remontamos el arroyo por su orilla izquierda, siguiendo una senda con escaleras, hasta alcanzar la presa del embalse de los Peñascales, oficialmente llamado de Gabriel Enríquez de la Orden. Nos recreamos con las bellas imágenes del cielo y casas reflejándose en sus quietas aguas, en las que una bandada de patos nadaban tranquilamente. Una serpiente de escalera huyó despavorida a nuestro paso por el sendero que en ese momento estaba cruzando.

Bordeamos la ribera de este embalse, que fue construido en 1962 para abastecimiento de agua de las urbanizaciones de su entorno, si bien ha perdido este uso con el desarrollo de otras infraestructuras hidráulicas por parte del Canal de Isabel II, que suministran agua a las urbanizaciones de Los Peñascales.

Seguimos la preciosa senda que entre juncos, zarzamoras y flora de ribera serpentea entre las lujosas viviendas que lo circundan hasta alcanzar el arroyo de Trofas que nutren de agua al embalse.

Un puente de madera permite cruzarlo, aunque en nuestro caso no lo hicimos, para continuar remontándolo, siguiendo una bonita senda, con una pequeña cascada incluida y mucha vegetación, donde el musgo engalana rocas y muros.

Alcanzada la carretera del Pardo, la cruzamos para continuar por la senda que paralela al arroyo sigue remontando el arroyo de Trofas. En un cruce de sendas, continuamos por la que nos sale a la izquierda, que en prominente cuesta, entre jaras y encinas, alcanza la casa de Cantos Negros, que avanza hacia su imparable ruina.

Tras un recorrido por sus aledaños y estancias, todas grafitadas y en penoso estado de dejadez de lo que tuvo que ser una magnífica casa, continuamos por el precioso camino de acceso, adornado por dos hileras de pinos que parecen conducir al paraíso y que a mi siempre me ha recordado a los cortijos de mi tierra.

Aquí nos paramos a tomar el tentempié de media mañana, disfrutando del canto de los pájaros y la paz del lugar.

Pronto la dejamos, para ascender por una senda que sale a la derecha, con estupendas vistas de la Sierra del Hoyo y el pequeño valle que forma el arroyo de Trofas, destacando hacia el oeste la blanca fachada de la casa del Pendolero, famosa finca que perteneció a la familia de Antonio Maura, el que fuera varias veces presidente del consejo de ministros y otros cargos políticos con Alfonso XIII. Ha sido escenario de diez películas, entre las más conocidos están: Mamá cumple cien años y Ana y los lobos.

Alcanzado el repecho, tomamos un desvío a la izquierda para visitar un viejo búnker militar de la posición Lince, construido durante la Guerra Civil sobre un espigado risco de granito.

Tiene dos estancias, una de ellas con aspilleras, y otra con una terraza-mirador con barandillas que han caído al suelo.

Durante la guerra civil, en la que el palacio del Canto del Pico fue utilizado como cuartel general del ejército republicano en la batalla de Brunete, este observatorio, debido a su elevada posición estratégica, ofrecía unas buenas panorámicas de la carretera de La Coruña, de la zona del monte del Pardo y toda la planicie sur de Madrid, en dominio republicano.

Reanudamos la marcha siguiendo el camino hasta alcanzar la carretera de Hoyo de Manzanares, a pocos metros de la entrada a la finca del Palacio del Pico.

Un poco más abajo, la cruzamos para seguir por la urbanización de Los Robles, ascendiendo por la calle Abeto al mirador de los Robles.

Desde allí, a vista de pájaro, se contempla todo Torrelodones, en espectacular panorámica. Desde aquí nos internamos, en dirección noreste en la que para mí es la pequeña Pedriza, por asemejarse, en pequeña escala, a la reina de los riscos graníticos madrileños.

Unas escaleras en piedra dan acceso a una senda que se dirige hacia la tapia del Palacio del Canto del Pico, la malograda casa-museo que vive sus horas más bajas, después de haber acumulado muchas obras de arte y mucha historia reciente de España. Uno de los símbolos más reconocibles del pueblo, caído en desgracia y en el más terrible de los abandonos.

Continuamos paralelos a la tapia de piedra , pasando detrás del depósito de agua, ya en desuso que linda con ella. En dirección oeste y siempre con la tapia muy cerca de nosotros a nuestra derecha, fuimos cruzando el Monte de los Ángeles, que nos regalaba estupendas vistas de Torrelodones y, a lo lejos, de los pueblos circundantes y cumbres reconocibles como las Machotas y Abantos.

A cada rato, la intrigante silueta del palacio se nos mostraba, tan de cerca, que parecía que estábamos más al otro lado de la tapia que de éste hasta que sucumbimos a su llamada y nos adentramos unos metros hasta estar a sus pies, aprovechando un tramo derruido de la tapia.

Está situado en uno de los puntos más altos de la localidad, a 1011 metros de altitud, desde donde se pueden divisar 37 localidades de la provincia, incluida la capital.

La edificación se localiza junto a un canto granítico en forma de pico de ave que da nombre al palacete.

Salimos de nuevo al sendero y al alcanzar un promontorio de rocas que hace de estupendo mirador del Palacio, giramos a la izquierda para descender entre grandes moles de granito hasta los límites urbanísticos del pueblo.

Pasamos junto a unos grandes riscos, tras los cuales se encuentra una cueva, ahora cerrada, en la que al parecer se encontraron pinturas rupestres.

Por detrás de la urbanizaciones continuamos, para girar después a la derecha por la calle que baja de los Robles, regresando así a la plaza del Ayuntamiento, tras pasar junto a la pista de atletismo José Luis Torres y callejear hasta ella. En el Club 72 se quedaron a comer los que no tenían compromisos familiares, dando así por finalizada esta entretenida ruta, que bien se merece 4 estrellas. 
Paco Nieto

lunes, 3 de abril de 2023

Excursión X403: La Peñota desde el Alto del León

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Alto del León. Guadarrama
Final: Alto del León. Guadarrama
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,7 Km
Desnivel [+]: 743 m
Desnivel [--]: 743 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Es la Peñota una de mis cimas favoritas, al entretenido recorrido para llegar a ella y ascender a su triple cresta, se une las maravillosas vistas que de desde ella se tiene de toda la Sierra de Guadarrama, en un panorámico abanico, mires donde mires.

Y para disfrutar de sus alicientes, quedamos en el aparcamiento del restaurante del Alto del León, donde un café previo al inicio de la marcha nos templó la fresca mañana.

Echamos a andar, cruzamos con cuidado la carretera, con intención de seguir el GR-10 en dirección a la Peñota, pero a sugerencia de Carlos R, doblamos a la derecha para seguir un bonito sendero que bordea el Cerro de la Sevillana, por el que nunca había ido.

Una charca, en sus comienzos, me permitió sacar con la cámara un bonito reflejo para mi colección. Al llegar al collado de la Sevillana, en lugar de seguir por la cresta y el GR-10, continuamos por la Senda del Arcipreste de Hita, que en ligero y agradable descenso, se dirige hacia el nacimiento del río Gudillos.

Al llegar a las ruinas de lo que fue una casa, dejamos la senda, desviándonos a la derecha. Pasamos junto a una fuente con bañera e iniciamos el ascenso hacia la Peñota. Atravesamos la Majada del Pericón en agradable paseo, entre pinos y arbustos.

Pasamos una portilla, cruzamos un cortafuegos, para continuar por la umbría de un denso pinar hasta alcanzar la fuente del Mostajo, que nos costó un poco encontrar.

Giramos a la derecha y ascendimos al collado del Mostajo, que estaba lleno de florecillas amarillas anunciando la primavera. Aquí, dejamos a nuestro miembro más veterano, que prefirió ahorrarse la subida, emprendiendo el regreso por la cresta.

El resto, sin tregua, comenzamos a subir los pocos más de 60 metros que nos separaban del Cerro Mostajo, siguiendo una pista ancha.

Alcanzada su mocha cima, contemplamos el desafiante el amasijo de rocas que forman La Peñota, que desde aquí se perciben como un reto imposible de alcanzar, por lo impresionante de su altura y su afilada silueta.

Descendimos en suave pendiente al collado de Gibraltar, desde el que nos separaban 225 metros de altura para alcanzar el objetivo. El día despejado, sin una sola nube y la buena temperatura invitaban a acometer con optimismo el tramo más empinado de la ruta, pero también el más entretenido.

Animosos, enfilamos la empinada cuesta siguiendo las marcas rojas y blancas del GR-10 por la que sin duda fue la parte más bonita del recorrido, una sucesión de pasos bajo las ramas, con un par de fortines medio camuflados junto al sendero.

A 500 metros de la cumbre, la senda gira a la derecha, cruza el muro lindero y bordea unos afilados riscos por su cara este.

Pasamos junto a una roca que asemeja tener un pico de pájaro, antes de subir por un callejón que parece vigilar la silueta de una cara.

Cruzamos la zona más complicada de la ruta, en la que hay un paso un poco expuesto y alguna trepada entre rocas, nada peligroso cuando está seco, pero que con nieve o hielo se puede volver muy arriesgado el intentar cruzarlo, porque un resbalón supone una caída de unas decenas de metros.

Salvado el precipicio, alcanzamos el primer pico de los tres que tiene La Peñota, situado a 1.878 metros de altura.

Cruzamos de nuevo el muro para seguir ahora por la vertiente segoviana y alcanzar por fin el callejón que separa las dos puntas gemelas de la cima principal y el vértice geodésico del pico más alto de la Peñota, situado a 1.944 metros y al que también se le conoce como Pico Carpentier, en honor a Alejandro Carpentier, naturalista español que vivió a finales del siglo XIX.

La panorámica desde la cumbre no podía ser más sublime, su cima constituye uno de los mejores miradores de la sierra, desde la que se ve gran parte de la llanura madrileña y segoviana, abarcando casi la totalidad de la sierra de Guadarrama: desde los Montes del Escorial, al Oeste, hasta el lejano Peñalara, pasando por la muralla que conforman la Sierra de Hontanares y la Mujer Muerta; al otro lado del verde valle del río Moros, Montón de Trigo, Siete Picos y La Maliciosa, al Este. El cielo a nuestro alcance.

A los pies del vértice geodésico nos tomamos el tentempié, disfrutando de las magníficas panorámicas de la cumbre y los riscos cercanos, que parecían milhojas apiladas, o libros puestos unos encima de otros, fruto de las inconmensurables presiones geotérmicas que dieron origen a estos riscos y de la erosión posterior que siguen modelando su aspecto.

Desistimos acercarnos al siguiente pico, situado a 1.936 metros, que sin vértice geodésico, no ofrece mayor atractivo que el de las vistas que ya disfrutamos desde aquí.

Hechas las fotos de rigor, iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos. Al llegar al primer pico, giramos a la izquierda y descendimos hasta el collado del Mostajo.

En suave pendiente, desde el collado, ascendimos con un largo muro de piedras a nuestra izquierda, pasamos junto a los restos de un fortín de la Guerra Civil, hasta alcanzar la cumbre de la Peña del Cuervo, la tercera antes de llegar al puerto.

Con unas soberbias panorámicas descendimos hacia el collado de Matalafuente, al que llegamos tras pasar cerca de los restos de otros dos fortines, continuamos hasta alcanzar la cumbre del Cerro de Matalafuente, siguiendo una alambrada de postes de madera, que unas veces nos quedaba a la izquierda y otras a la derecha, según estuviésemos pisado tierras de Segovia o de Madrid, un par de fortines, también a nuestra derecha, jalonan el recorrido.

Girando a la derecha, descendimos hacia el collado del Arcipreste de Hita. De frente, la inconfundible silueta del Monumento al Arcipreste y, más a lo lejos, las cumbres recortadas de Cabeza Líjar y Cueva Valiente, a nuestra derecha la inconfundible silueta de la Mujer Muerta. Y a nuestras espaldas, la tres veces picuda Peñota. Parapetos en piedra y un búnker de nido de ametralladoras son testigos de lo vigilado y estratégico que eran estas posiciones.

Con poco esfuerzo, ascendimos a la Peña del Arcipreste de Hita, donde se encuentra un mirador con su nombre, en el que hay un cartel informativo de lo que se ve desde él.

Enseguida descendimos hasta alcanzar el collado de la Sevillana, donde a la derecha sale la senda del Arcipreste, por donde fuimos al inicio.

Desde el collado, iniciamos el ascenso al cerro de la Sevillana, encontrándonos a nuestro compañero, que tras algún que otro despiste con las sendas, volvía hacia el puerto, poco antes de llegar a un fortín observatorio cubierto de hormigón sobre grandes rocas graníticas que le brindan un camuflaje perfecto.

Allí nos hicimos la foto de grupo, reanudando enseguida la marcha hacia el punto de inicio.

Unos metros más adelante, pasamos bajo el tendido eléctrico de alta tensión que cruza el sendero.

Poco antes de alcanzar el cerro de la Sevillana, contemplamos uno de los muchos vestigios de las defensas que se construyeron durante la la guerra, en esta ladera que fue una de las más activa del frente, se trata de un barracón de mando rectangular blindado con los muros a media altura y sin techo.

Enseguida nos acercamos al Cerro de la Sevillana, la última de las cinco cumbres que recorrimos. Ésta y la de la Peñota son las únicas que tienen vértice geodésico en esta ruta, lo que proporciona siempre una buena excusa para hacer algo de postureo en sus cimas. Solo quedaba descender el GR-10 para alcanzar el punto de inicio de la ruta.

Para celebrar la estupenda mañana nos tomamos unas cervezas en el Alto del León, dando así por finalizada esta excursión, que califico con la máxima nota, un 5.
Paco Nieto

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