sábado, 24 de mayo de 2014

Excursión X035: Torrelodones por el Canto del Pico y embalse de los Peñascales

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 16,9 Km 
Desnivel [+]: 348 m 
Desnivel [--]: 348 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK


PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Esta ruta recorre varios de los lugares más emblemáticos de Torrelodones, algunos de ellos marcados por las huellas que la Guerra Civil dejó en este municipio.

Desde la plaza de la Constutución echamos a andar por la calle Carlos Picabea, y callejeando salimos al encuentro del arroyo del Canto del Pico, continuando por su margen derecha, subimos unas escaleras y cruzando la Avenida de la Dehesa para avanzar por la estrecha senda que, en dirección norte, nos llevó a la Charca del Loco, dejando sin cruzar un bonito puente de madera a nuestra izquierda.Siguiendo en la misma dirección, pronto alcanzamos la charca superior, más pequeña que la anterior.

Ascendimos al mirador natural que queda enfrente, formado por unos riscos desde los que se tiene una estupenda vista de las lagunas y gran parte del Monte de los Ángeles, que se parece mucho geológicamente al paisaje granítico de La Pedriza.

Continuamos por la bonita senda que discurre entre encinas, jaras, tomillo y olorosas lavandas, pasando por varios aglomerados graníticos que hacen de excelentes miradores con estupendas vistas de la parte más occidental de esta pequeña Pedriza.

Desde ellos se contempla gran parte del pueblo y, en la lejanía, la extensa planicie de Madrid, con sus inconfundibles torres. Mucho más cerca, destaca la omnipresente silueta del Palacio del Canto del Pico, al que llegaríamos un poco más tarde.

Unos pocos metros más, en dirección noreste, nos pusieron a los pies de la extensa tapia del palacio, que en este punto ofrece un paso fácil por estar el muro derruido. Desde allí, conectamos, a la altura de una atalaya, con la pista que recorre el interior de la finca. Siguiéndola en dirección oeste, pronto llegamos a lo que queda de las casas del guarda.

Daba mucha pena comprobar el estado de abandono y ruina en que se encuentran, totalmente destrozadas y llenas de pintadas en cada uno de sus rincones. Desde aquí, se contempla la cara norte del Palacio del Canto del Pico, al que nos acercamos siguiendo una corta pista de tierra que acaba junto al vértice geodésico que domina el cerro, a las puertas del palacio.

La malograda casa-museo fue proyectada por José María del Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, en ella reunió un buen lote de elementos arquitectónicos que había recolectado por toda la geografía española de muy diferentes estilos.

Por los muros del palacio han desfilado numerosas personalidades de la historia de España. En él falleció el estadista Antonio Maura, que residía en una mansión cercana, denominada El Pendolero, propiedad del hijo.

En una de sus visitas al lugar murió repentinamente mientras descendía por unas escaleras, según se recoge en una placa conmemorativa instalada en el interior del edificio («Bajando por esta escalera, ascendió al cielo don Antonio Maura»).

Durante la guerra civil, el Palacio del Canto del Pico fue sede temporal del Mando Militar Republicano que sirvió de cuartel general a Indalecio Prieto y al general Miaja, quienes dirigieron desde allí la ofensiva militar para aliviar a Madrid de la presión de las tropas sublevadas y que desembocó finalmente en la batalla de Brunete.

El conde de las Almenas perdió a su único hijo durante la guerra. Su muerte le ocasionó una fuerte depresión.​ Dejó en 1947 la finca y el palacio escriturados a nombre de Francisco Franco como herencia.Tras su muerte, la propiedad pasó a sus herederos. Su nieta, María del Mar Martínez-Bordiú, Merry, y el periodista Jimmy Giménez-Arnau fijaron allí su residencia a finales de los años 1970, después de contraer matrimonio.​

El palacio fue abandonado por su familia durante 13 años, tiempo en que el edificio quedó en estado de semi ruina, saqueado y desvalijado. El palacio fue comprado en 1988 por la empresa inglesa Stoyam Holdings, actual propietaria, que ante los impedimentos para hacer de él un hotel, al estar patológicamente protegido, lo ha abandonado a su suerte.

Tras contemplar el penoso aspecto que presenta el palacio y sus alrededores, lleno de pintadas y muros en proceso de derrumbe, regresamos a las casas del guarda para continuar, en dirección norte, hasta dar con otra apertura de la tapia.

Una vez en el exterior, seguimos una senda que entre jaras y encinas, en dirección este, va a dar con la carretera de Hoyo de Manzanares, muy cerca de la entrada a la finca de Los Jarales.

Cruzamos la carretera con cuidado y seguimos una senda paralela a ella que en dirección sur nos acercó a la puerta de entrada del Palacio del Pico, justo en la casa donde estuvieron viviendo Merry y Jimmy Giménez-Arnau, casa que fue segregada del resto de la finca para ellos y que ahora es propiedad de una afamada periodista.

Por una ancha pista, continuamos, en dirección sureste, en dirección a la Posición Lince, a la que se llega tras seguir por el desvío que enseguida sale a la derecha.

La Posición Lince fue un puesto de vigilancia edificado durante la Guerra Civil como observatorio blindado de ladrillo y hormigón sobre roca granítica en una localización privilegiada por sus magníficas vistas. Cuenta con dos estancias, una de ellas con aspilleras, y otra con una terraza-mirador con barandillas en mal estado de conservación.

Debido a su elevada posición, ofrecía unas buenas panorámicas de la carretera de La Coruña y de la zona del monte del Pardo. Actualmente el observatorio está cubierto de pintadas y faltan tramos de barandilla, pero el conjunto de su estructura se mantiene en buen estado.

Tras disfrutar de las bonitas panorámicas del búnker, descendimos por un hermoso encinar carpetano hacia la abandonada casa de Cantos Negros, que a mi me recuerda a los cortijos de mi tierra. También en lamentable estado de conservación, amenaza ruina.

Cruzamos la deshabitada casa para descender por una estrecha senda a las proximidades del arroyo de Trofas, al que seguimos por su ribera derecha hasta alcanzar la carretera del Pardo, aquí cambiamos de orilla y por una sombría senda acompañamos al arroyo hasta su desembocadura en el embalse de Peñascales.

Oficialmente llamado embalse de Gabriel Enríquez de la Orden, fue construido en 1962 para abastecimiento de agua de las urbanizaciones de su entorno, si bien ha perdido este uso con el desarrollo de otras infraestructuras hidráulicas por parte del Canal de Isabel II, que suministran agua a las viviendas de Los Peñascales.

La presa tiene 179 metros de longitud y 18 metros de altura, que no impiden que su capacidad de almacenamiento se haya mermado mucho por la continua sedimentación a que está sometido.

El humedal al que ha dado lugar el embalse está integrado, desde el año 1985, dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, así como su zona de influencia, poblada por sotos y encinares carpetanos con gran abundancia de vegetación de ribera en muy buen estado de conservación. Destacan los fresnos, los sauces, chopos y juncos entre otras especies. Actúa como corredor natural y como refugio para muchas especies animales, sobre todo aves.

Bordeamos el embalse por su lado este y acompáñanos al arroyo hasta que se interna en el Pardo, desde allí subimos hasta unas posiciones donde pudimos observar una línea de trincheras de varios kilómetros de longitud que penetraban hacia el Pardo, así como puestos de francotirador y tres nidos de ametralladoras pesadas.

Estas infraestructuras dan idea de la vigilancia mantenida durnte la Guerra Civil en la zona para proteger el cuartel general del General Miaja durante la batalla de Brunete, situado en Palacio del Canto del Pico, de donde venimos, y prevenir también el riesgo de una incursión de las tropas franquistas hacia Madrid.

Vistas las posiciones, retrocedimos hasta llegar de nuevo a los pies de la depuradora de los Peñascales, ya sin servicio, continuando por la carretera hasta desviarnos por una vista que paralela al arroyo del Pretil va a dar al Prado de la Solana.

Cruzamos el arroyo de Villarejo, y al llegar al cementerio, ascendimos hacia el campo de fútbol para regresar por la rotonda del Dedo Gordo y la calle Real a la plaza de la Constitución de Torrelodones, dando así por terminada esta larga pero bonita excursión, cargada de historia y bonitos paisajes que califico con 4 estrellas.
Paco Nieto

P.D.: Esta ruta recorre en parte de ella fincas particulares, por lo que se recomienda contar con el permiso de sus propietarios.