lunes, 4 de diciembre de 2017

Excursión X123: Las Pirámides y la Raja de la Pedriza

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto del Berrueco
Final:
 Canto del Berrueco
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,6 Km 
Desnivel [+]: 852 m 
Desnivel [--]: 852 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta






















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN

Había visto hace tiempo fotos de unas pirámides existentes en la Pedriza desde no se sabe cuándo, pero hasta ahora no había surgido la oportunidad de programar una ruta para conocerlas.

En un estupendo día, nos dispusimos a ir en su búsqueda, como si de exploradores por Egipto se tratase. Además, el enigma de quién las puso allí y por qué, aún nos animaba más a acercarnos a este misterio.

Aparcamos los coches en la pista forestal cercana al Canto del Berrueco, en la Pedriza Anterior, en la parte oriental de Manzanares El Real. Comenzamos a caminar por esa misma pista, coincidente con el Cordel de Prado Herrero y el antiguo GR-10, en dirección norte, hasta alcanzar un cómodo puente sobre el Arroyo de Santillana, que cruzamos tras pasar por un portón.

Dejado el cordel, continuamos por el Monte de Las Pedrizas, El Rincón y el Jaralón, dejando a nuestra izquierda las Casas del Jaralón, finca que fue adquirida por la Comunidad de Madrid, y donde unas vacas pastan sorprendidas por nuestra presencia, pero que ni se inmutan a nuestro paso.

Un poco más adelante, la pista realiza una cerrada curva a la izquierda, la seguimos, dejando a la derecha la que asciende al Collado de la Dehesilla por el Hueco de Coberteros.

Una curva más y unas ruinas de ladrillos a nuestra derecha nos anuncian que estamos cerca de la Gran Cantera de gneis, a la que nos acercamos siguiendo un sendero poco marcado, que enseguida nos deja en la parte superior de la Gran Cantera que sirvió, entre otras cosas, para extraer el granito de las traviesas de la línea ferroviaria Madrid-Irún.

Impresiona contemplar esta gran brecha de unos 10 metros de ancho por unos 15 de alto y de 1 kilómetro de largo. En sus alrededores todavía podemos ver los restos de las construcciones que en su día se usaron para la explotación. Con el abandono de la actividad minera se volvió a los usos tradicionales de los terrenos, principalmente pastos y reservas de agua para el ganado.

Recuperada la pista, continuamos por ella, ascendiendo en dirección suroeste, por el zigzagueante camino, que tras media docena de curvas acaba en una valla con la puerta cerrada a cal y canto, pero que no es necesario cruzar, pues la ruta continua hacia el oeste por una casi inexistente senda que surge a la derecha de la misma, señalizada escasamente por hitos de piedra.

Al poco, llegamos a una alambrada, que sorteamos por su extremo izquierdo, con mejor paso, iniciando desde aquí un ascenso con cierta pendiente, entre rocas que nos ofrecían estupendas vistas y a las que se asomaban un nutrido grupo de cabras que para nuestra sorpresa se dejaron fotografiar sin asustarse.

Conforme ascendemos nos vamos encajonando. Al alcanzar la cumbre del estrecho paso, formado por el Cerro del Jaralón, a nuestra izquierda y otro risco a la derecha, se abre a nuestra vista una gran explanada, al norte de Peñas Sordas, y en la que se ubican las dos pirámides objetivo de nuestra excursión.

Descendemos hacia ellas sorprendiéndonos su altura, de unos dos metros, y su construcción, realizada con multitud de piedras perfectamente encajadas, en forma de pirámide con una base cuadrada de unos tres metros de longitud, integradas en el entorno, ya mágico de por sí, y al que las pirámides añaden un halo de misterio y fascinación, cercano al que debió sentir Napoleón cuando contempló por primera vez las de Egipto.

Tras las inevitables fotos junto a las enigmáticas pirámides, nos marchamos con las mismas incógnitas que traíamos de quién, por qué y cuándo se construyeron. Caminamos en dirección suroeste, ascendiendo de nuevo siguiendo una empinada senda, mucho mejor definida, que deja el Risco del Águila a nuestra derecha, con estupendas vistas del Hueco de Cobertero, la Pedriza Posterior y la Cuerda Larga, y que al poco alcanzaba las Cuatro Damas y la Cara, singulares riscos que al trasluz nos mostraban sus sorprendentes parecidos con las figuras que les dan nombre.

En sus proximidades, nos aposentamos para tomar los merecidos bocadillos y descansar, bajo un reconfortante sol y estupendas vistas del entorno de tan conocidos riscos, reconfortados por saber que ya habíamos ascendiendo prácticamente todo lo previsto y que en adelante solo quedaba bajar.

Pensando en ello, nos ponemos de nuevo en marcha, enlazando enseguida con el PR-M1, coincidente en este tramo con la Senda Maeso, por la que continuamos, a nuestra izquierda, en dirección suroeste, pasando cerca del Dromedario y el Acebo a la izquierda, dejando los imponentes riscos de los Fantasmas a la derecha.

Continuamos el divertido descenso, ya en dirección sur, sin hacer caso a dos sendas que nos salen a la derecha y que en ambos casos conducen al Yelmo.

Caminamos entre rocas y riscos de curiosos nombres: La Caperucita, Arco de Cuchilleros, Risco Cinco Fisuras, el Caracolete, Risco de los Marte y Risco de los Lunes. Y es al pasar junto a estos últimos cuando la senda presenta mayor dificultad, con descensos entre grandes rocas en los que es obligado extremar la precaución.

Alcanzada la Gran Cañada, reagrupación y breve descanso para acometer el último tramo de la ruta, mucho más asequible que todo lo recorrido hasta ahora. Seguimos para ello, en dirección este, por el nuevo trazado del GR-10, casi plano hasta alcanzar el Collado del Avispadero, donde vemos a nuestra izquierda a dos escaladores intentando alcanzar la cima de Peñas Cagadas, mientras unos buitres las sobrevuelan, no sabemos con qué malas intenciones.

Desde el collado iniciamos un nuevo descenso, de fuerte pendiente, hasta alcanzar el Arroyo del Recuenco, nuestra menor cota del día, iniciando desde él un repecho que pasa junto a un colmenar, cerrado por un muro y una puerta en la que el cartel de “Precaución Abejas” es suficientemente intimidatorio como para darle de lado.

Llegados a las proximidades del Arroyo de Santillana, nos desviamos a la izquierda para acercarnos a ver la Raja de los Aljibes, desconocida para algunos de los componentes del grupo y que a pesar de hallarse a solo 130 metros de GR-10, es poco mencionada en los habituales puntos de interés que marcan guías y mapas.

En realidad es una cantera ya abandonada que surtió de materia prima las necesidades pétreas de la capital, especialmente las relacionadas con las obras públicas durante el siglo XIX y principios del XX. La enorme grieta abierta en la montaña está bastante escondida entre la vegetación, por lo que para aproximarnos a ella hay que hacerlo con mucho cuidado.

La cantera fue explotada a cielo abierto, tiene casi 400 metros de longitud, dividida en dos tramos, con una orientación este-oeste y estuvo dedicada a la extracción de lamprófidos o lamprófiros , un mineral granitoide que aparece en filones, siguiendo un trazado horizontal, ya que en su formación el magma terrestre ascendió a la superficie a través de fallas.

En algunos de sus puntos alcanza los 30 metros de profundidad y apenas diez de anchura en sus partes más amplias. Esto crea una morfología encajada e incidida que hacen las delicias de los escaladores en verano.

El primer tramo de la raja tiene un acceso más fácil que el segundo, en el que hay que bajar un muro de unos 3 metros, con cuidado de no caer en las zarzas de enfrente, o al cortado, bastante profundo, del otro lado de la brecha. La ayuda de un tronco, unas cuerdas y unas agarraderas de hierro, recientemente instaladas, nos facilitan el paso.

La gran grieta fue horadada a base de dinamita para obtener el lamprófido, cuya característica principal radica en que su composición es máfica y ultrapotásica, rica en minerales ferromagnesicos (máficos) tales como el piroxeno, anfíbol y la biotita, que le aporta su característico color negro.

El primer uso que tuvo durante el periodo de explotación de la cantera, fue el emplear la piedra como bordillos y adoquines para Madrid y los pueblos de los alrededores. Sin embargo, dada la dureza y la dificultad de dicho mineral para ser trabajado, se optó finalmente por machacarlo y utilizarlo como pavimento bituminoso.

Una vez agotado el filón de esta Grieta, se inició la búsqueda de otros filones por las inmediaciones de la cantera. El gran filón sustituto se encontró en la cantera El Jaralón que visitamos al comienzo de la ruta, situado a 1,6 km de ésta, con la misma orientación pero de unas dimensiones ciclópeas.

Tras visitar la Raja, descendemos abriéndonos paso entre las jaras, continuando por el GR-10 hacia el Canto del Berrueco, vadeando el Arroyo de Santillana. Esta zona cuenta con un importante patrimonio arqueológico.

Por una parte, el de la cueva El Abrigo de Los Aljibes, que tiene pinturas rupestres fechadas en el Bronce Final (1400-1200 a.C.) y fueron descubiertas en 1989. Las pinturas se encuentran en buen estado de conservación y para protegerlas se han instalado unas rejas a la entrada. Actualmente, no está abierta al público. La cueva es una pequeña oquedad natural de 6 metros de profundidad, 2 de anchura máxima y 1,50 de altura máxima. En este vídeo se puede ver por dentro.

Y por otra parte, situado en la misma finca, está el asentamiento del Cancho del Confesionario, en el que se han encontrado restos de un poblado visigodo, excavado en 1968, y fechado en los siglos VI-VII. Su función era defensiva y estuvo dedicado a la ganadería y el pastoreo.

Al llegar de nuevo al Cordel de Prado Herrero, pasamos junto al Canto del Berrueco, que más parece una muela puesta al revés, y a los pocos metros alcanzamos el aparcamiento donde habíamos dejado los coches, dando así por terminada esta bonita excursión de parajes enigmáticos y sorprendentes, que se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS
Fotos de Carlos Beltrán

1 comentario:

  1. Buenas,

    La ruta es preciosa, pero para nada es una ruta nivel medio, hay momento de desnivel que tienes que bajar 1 metro por cada 2 metros. Nosotros la hicimos en casi 8 horas y la verdad nos sobraron los ultimos 4 kilometros.

    Si eres un sederista avanzado te recomendiendo esta ruta sino busca una con menor desnivel o mucho mas corta

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