lunes, 17 de junio de 2019

Excursión X185: Cascadas del Purgatorio desde la Isla

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla
Final: La Isla
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 10 Km 
Desnivel [+]: 434 m 
Desnivel [--]: 434 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 1

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Esta excursión la realicé para explorar una forma de llegar a las Cascadas del Purgatorio que no fuera la clásica desde el Monasterio de El Paular. Para ello, me acerqué al área recreativa de la Isla, en cuyo aparcamiento inicié la aventura.

Me dirigí al puente de madera que cruza el arroyo de la Angostura, germen del río Lozoya, para seguir la senda que remonta la margen derecha de él tras pasar un portón que evita el paso del ganado.

Al poco, ya se hacia escuchar el estruendo del agua al caer del muro de la presa del Pradillo, que se construyó para hacerla llegar a la antigua fábrica de la luz, metros más abajo y que desde hace tiempo está en desuso.

El embalse, como siempre, transmitía una sensación de sosiego y paz dificil de describir. En él se refleja, como en un espejo, el cielo y los árboles, dándole un aspecto alpino a este bello valle de la Angostura.

Retomado el sendero, desde unas rocas cercanas se tiene quizás la panorámica más bella de este idílico paraje. Un poco más adelante, alcancé la parte de la cola del embalse, desde ella, la perspectiva cambia por completo el encuadre del estanque, ganando en amplitud lo que pierde en profundidad.

Desde aquí, había que buscar la forma de subir por la ladera que encajona el embalse procurando ascender con la menor pendiente posible y sin zarzas o cualquier otra vegetación que impidiese el paso. Seguir la vaguada que forma un pequeño regato parecía una buena opción.

Dejando a mi derecha el arroyuelo, ahora sin agua, ascendí cerca de él un primer tramo, pero enseguida me tuve que separar para evitar una espesa vegetación de ribera, en la que abundaban también acebos mezclados con el pinar. Pasé junto a unos sabinos secos, cerca de un muro de piedra y giré ligeramente a la derecha hasta llegar a unas rocas que hacían de mirador.

En dirección este busqué la zona de mejor paso hasta dar con una pradera, a 500 metros del embalse, en la que el pinar desaparece y las vistas se hacen infinitas hacia Peñalara y el valle. Muy cerca, una alambrada protege un comedero de buitres con puesto de observación incluido en la que abundaban huesos y cabezas de animales como únicos restos después de haber servido de banquete carroñero.

A pocos metros de la caseta de madera sale una agradable senda que en dirección sureste se dirige al collado Gollete, por la que continué, entre pinos y alguna que otra retama. Crucé un arroyo seco y al poco alcancé la explanada del collado, en el que se cruzan varios caminos.

Continué por la pista coincidente con el GR-10.1, que desciende hacia sur, arropada por hermosos ejemplares de pinos silvestres. Al pasar un arroyo, la pista cambia a dirección este, para al poco de rebasar una curva abandonarla definitivamente para ir a buscar el arroyo Aguilón, descendiendo para ello próximo a un arroyo que desemboca en él.

Me paseé un poco por la ribera del Aguilón, buscando una zona de paso, decidiéndome por fin a hacerlo por la zona más angosta que encontré. Con el arroyo a mi izquierda, le acompañé en su descenso hasta tomarme con unas grandes rocas que complicaban el paso, por lo que lo volví a cruzar para buscar por la otra orilla una mejor solución.

Bordeado un pequeño risco que fuerza al arroyo a realizar un pequeño salto, descendí en busca del agua, llevándome la grata sorpresa de encontrar bajo la pequeña cascada una espectacular poza en la que no tardé en zambullirme.

Tras el refrescante baño, aproveché tan paradisíaco rincón para tomarme el bocadillo. Recuperadas las fuerzas, proseguí descendiendo el arroyo, para enseguida vadearlo y dejarlo a mi izquierda siguiendo una tenue senda que poco a poco se separa del agua, dejando ver un par de pozas de gran belleza.

Cuando la senda alcanza un arroyo que desciende la loma del Cerro Cardoso, hay que cruzarle y continuar cercanos al arroyo Aguilón, que a pocos metros se despeña desde un roquedal formando la que es la segunda cascada del Purgatorio, contada en sentido ascendente.

Con cuidado, me asomé al inicio del precipicio por donde cae el agua, en un salto de 15 metros que desde aquí no se ve, solo el agua desapareciendo hacia el Hueco de los Ángeles, que es como se denomina esta profunda garganta.

Retrocedí unos pasos para continuar por la senda, que en este punto asciende por el borde del acantilado, ofreciendo cada vez mejores vistas de la cascada. Al llegar a la parte más alta, presidida de unas rocas que hacen de excelente mirador natural de la gran depresión que forma El Purgatorio, comencé el descenso hacia la base de la primera cascada.

Realizando una gran curva, la senda va perdiendo altura, se incrusta entre afilados riscos y desciende por una gran pedrera. Un recorrido que ya conocía de otras excursiones y no apto para poco iniciados o desconocedores del terreno.

Al llegar al mirador de madera que precede la primera cascada, enseguida me puse el bañador para disfrutar de la cascada doble que forma el arroyo, 10 metros de cola caballo sublimes. En las dos pozas en las que se precipita el agua me zambullí, la más alta a modo de enorme jacuzzi en el que no se toca fondo, puro placer.

Con el objetivo conseguido, solo restaba volver al punto de partida, lo que hice siguiendo la archiconocida senda que paralela al arroyo lleva al puente de madera que lo cruza 1,5 kilómetros más abajo, después de pasar junto a pozas y pequeños saltos que hacen de este recorrido una delicia en cualquier época.

Crucé el puente de madera para enseguida girar a la izquierda y buscar la senda que un poco más arriba conecta con una pista, que en dirección noroeste, conecta un poco más adelante con el GR-10.1, por el que seguí 900 metros hasta dejarlo en una curva cerrada para seguir otra pista, en dirección sureste, que cruza el arroyo de la Bardera.

La pista hace una curva y asciende suavemente entre pinos, pero antes de una segunda curva la abandoné para buscar una trocha que acortara el camino de vuelta a la Isla. Resultó fácil la búsqueda, porque a la derecha de la pista sale una senda algo desdibujada que cumplía perfectamente este objetivo, aunque después me dejé guiar más por la intuición y el GPS que por lo que me marcaba ella.

Casi sin darme cuenta, alcancé la pista que bordea la Isla, crucé el arroyo de la Angostura por el su puente de madera y regresé al aparcamiento de donde había salido por la mañana.

La cerveza de recompensa por haber conseguido lo propuesto me la tomé en Venta Marcelino, en el puerto de Cotos, dando así por finalizada esta fantástica ruta que se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 10 de junio de 2019

Excursión X184: Paseo por el río Cambrones

FICHA TÉCNICA
Inicio: San Ildefonso
Final: San Ildefonso
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 9,5 Km 
Desnivel [+]: 194 m 
Desnivel [--]: 194 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 3,5
Participantes: 1

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Esta excursión me la planteé de exploración de un nuevo camino para llegar a las calderas del río Cambrones. Lo habitual es salir de la Granja de San Ildefonso y por la calle del Pocillo hasta llegar al discreto puente de la Princesa y seguir la pista que, tras continuar por una senda que sale a la izquierda, nos lleva al puente de madera que cruza el río.

Pero si se fija uno en los mapas, hay otras posibilidades de alcanzar el cauce del Cambrones, facilitando el realizar rutas circulares, mucho más interesantes que las de ida y vuelta. Y para ver si era posible sobre el terreno encontrar una variante, me fui a San Ildefonso, una mañana estupenda, con nubes blancas para adornar los cielos en las fotos.

Partí de la explana del Palacio, me dirigí a la plaza de los Dolores cuando aún se estaba desperezando, sin apenas gente en ella, bajé hasta la Puerta de la Reina y continué a la derecha, dejando el Museo Real de la Fábrica de Cristales a la izquierda, descendiendo por la calle Pocillo, hasta la Fábrica de Vidrio.

Allí continué por el camino de la Mata de la Sauca, cruzando el arroyo de las Flores, el del Chorro Grande y al poco el del Chico, hasta llegar al portón de la finca de la Junta de Castilla y León,  conocida como Mata la Saúca. La idea era seguir por ella si hubiera posibilidad de paso, y efectivamente, el portón dejaba a la derecha un paso estrecho, pero cómodo para el paso de personas.

Siguiendo una pista que surge nada más pasar el portón de entrada, me acerqué a una preciosa laguna que hay en su interior. La bordeé por su cara este, parando a contemplar su quieta agua, remanso de paz y sosiego que invitaba a hacer fotos de los árboles reflejándose en su espejo de plata, mientras miles de ranas croaban sin parar.

Con tan magnífico espectáculo, me costó ponerme de nuevo en marcha, regresé sobre mis pasos para bordear la laguna por su cara occidental, enlazando seguidamente con una pista al norte.

Por ella continué descendiendo paralelo al arroyo del Hueco, al que esperaba cruzar más adelante, pero al poco vi una estrecha senda  que se dirigía hacia el arroyo. La seguí y para mi agradable sorpresa, cruzaba el arroyo por un rustico puentecillo de madera, justo lo que quería encontrar.

Ahora solo tuve que seguir una desdibujada senda paralela al arroyo, que entre esbeltos pinos descendía al encuentro con el río Cambrones, co el arroyo del Hueco siempre a mi izquierda. Llegado al río, lo vadeé sin dificultad alguna en un punto intermedio entre la Cacera Madre y la Caldera Primera: objetivo conseguido.

Contento por haber dado con este otro trazado alternativo, me propuse darme un baño en las tres primeras calderas, buscando para ello los senderos más próximo al río. Sin embargo, en dos ocasiones hay que alejarse momentáneamente del agua para salvar grandes riscos que impiden seguir la ribera. Una vez entre la Caldera Primera y Segunda y otra entre ésta y la Tercera.

Cada poza es distinta, la Primera es muy bonita, con un pequeño salto de agua en su inicio, la Segunda es la más oculta y salvaje y, por ello, también muy atractiva, con unas enormes marmitas gigantes labradas a base de paciencia y el roce de piedras arrastradas por el agua. La Tercera es alargada y profunda, alcanzando casi los tres metros, con una cascada que forma una especie de jacuzzi en su inicio, invisible desde el otro extremo de la poza.

Cumplido el deseo y bien fresquito tocaba, por la hora, regresar a tiempo de comer en la Granja, para ello desde la Caldera Tercera volví unos metros para ascender la ladera que encajá el río hasta dar con la senda principal, que mucho más alejada de su cauce nos lleva hasta la caseta de la Casera Madre y la acequia de captación de agua.

Detrás de la caseta sale una senda, que nada más pasar un portón de hierro se interna en un placentero bosque de robles. con el río a nuestra izquierda, hasta otro portón de hierro y un romántico puente de madera que cruza el río Cambrones, que continua su camino hacia el embalse de Portón Alto, donde entrega sus aguas.

Cruzado el puente, continué hasta alcanzar la pasarela que accede a la pista que baja hacia San Ildefonso, y que seguidamente cruza el arroyo del Chorro Grande por el puente de la Princesa, siguiendo por la calle del Pocillo, Puerta de la Reina y el Parador, regresando así al punto de inicio, la explanada del Palacio de la Granja, dando así por finalizada esta exitosa exploración. Por todo ello, esta excursión se merece 3,5 estrellas.
Paco Nieto

P. D.: Cundo, mes y medio más tarde, quise repetir este recorrido, me encontré con la desagradable sorpresa de no poder acceder a la laguna porque el paso que existía junto al portón de entrada a Mata de la Sauca lo habían tapado con una cutre valla, siguiendo la creciente moda de ponerle puertas al campo, por lo que si alguien quiere seguir este track, debe tenerlo en cuenta.

FOTOS
Fotos de Paco Nieto

domingo, 9 de junio de 2019

Excursión X183: La Chorranca y fortines del Cerro del Puerco

FICHA TÉCNICA
Inicio: CENEAM. Valsaín
Final: CENEAM. Valsaín
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,5 Km 
Desnivel [+]: 512 m 
Desnivel [--]: 512 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Queríamos una ruta por pinares y con algo de agua, por lo que una visita a los bosques de Valsaín y a la Chorranca era una buena propuesta, y así surgió esta bonita excursión.

Iniciamos la ruta en el aparcamiento del Centro Nacional de Educación Ambiental (CENEAM), situado en La Pradera de Navalhorno y que lleva desde 1987 trabajando para promover la responsabilidad en relación con el medio ambiente, que buena falta hace.

Bordeamos el centro, donde han colocados grandes fotos de Parques Nacionales y otros entornos naturales. Giramos a la derecha por su lado norte y tras pasar un portón en la alambrada, seguimos una pista, coincidente con el GR-10.4.

Nos internamos, en dirección sur, en un espléndido robledal. Al llegar al arroyo de la Cueva del Monje, giramos a la izquierda hasta alcanzar la zona conocida como Charcón de Navalongilla.

Enseguida nos desviamos a la izquierda para acercarnos a ver una laguna dedicada a la recuperación de anfibios, que a estas horas de la mañana reflejaba el cielo como si fuese un espejo. No escuchamos ranas croando, un poco pronto quizás para cortejos, lo que si vimos fue un enorme hormiguero ceca de la laguna.

Continuamos por la pista en suave ascenso, cruzamos un canal que capta el agua del cercano arroyo de Peñalara y enfilamos la senda que poco después pasa junto a la bonita fuente del Ratón, con banco y mesa a su vera, donde descansamos y llenamos las botellas con su fresquita agua.

Al alcanzar una pista, la cruzamos y continuamos en dirección noreste, hasta llegar al arroyo del Chorro, que vadeamos como pudimos. Desde aquí iniciamos la ascensión a la Chorranca, con el arroyo siempre a nuestra derecha remontamos entre arbustos, robles y pinos silvestres los escasos 500 metros que nos separaban de los dos espectacular salto de agua y sus correspondientes pozas.

Pero antes, llegamos al cruce donde parcialmente se une la bajada forzada del arroyo de Peñalara con el de la Chorranca, donde forma una impresionante cascada de alrededor de 100 m, de longitud, por 50 de desnivel, conocida como Cascada del arroyo Peñalara, que continua su recorrido por un canal artificial de forma suave, hasta desembocar en el Estanque de las Ranas, en el Palacio Real de la Granja.

No estaba el agua para bromas y ni se nos ocurrió meternos, y eso que a mí me gusta fresquita, nos conformamos con contemplar esta caída de unos entre 15 m y 20 m sobre una bonita poza, y que de esta se ramifica en dos generando otros dos nuevos saltos esta vez de unos 5 metros.

Continuamos el descenso, con el arroyo a nuestra izquierda para, terminada la fuerte pendiente, vadearlo y dejarlo a la otra mano mientras en dirección oeste alcanzamos la pista que nos lleva a la Cueva del Monje, lugar de leyenda y encanto, donde hicimos una breve parada.

Antes subimos por la escalera de madera que hay a a la derecha de la cueva, que da acceso a una pequeña plataforma lisa coronada con flores en lo alto de la losa, desde donde se tienen mejores vistas de la pradera que la antecede, y de los Montes de Valsaín.

Tras el descanso, continuamos regresando a la pista, para después abandonarla por una senda que nos sale a la izquierda, y que nos lleva al Cerro del Puerco, lugar plagado de trincheras construidas entre 1937 y 1938, durante la Guerra Civil, y pertenecen al bando sublevado. Escenario, el 30 de mayo de 1937 de parte de la batalla de La Granja. Visitamos nidos de ametralladora, ruinas de construcciones para la tropa y muchas trincheras, muy bien conservadas.

En el extremo más occidental, encaramados en un lanchar de inmejorables vistas paramos a tomarnos los bocadillos, con excelentes vistas de la Granja de San Ildefonso, el embalse del Pontón Alto, así como de Siete Picos, la Mujer Muerta, Montón de Trigo y Peñalara.

Tras la parada, descendimos por una senda que sale por la parte norte para luego conectar con una pista que, tras unas zetas alcanza la Pradera de Navalhorno, callejeando por ella, enseguida nos alcanzamos de nuevo el CENEAM, en cuya fuente, paramos a beber su agua, no tan buena como la de las otras fuentes de las que hemos disfrutado en el camino.

Alcanzado el aparcamiento donde habíamos dejado elcoche, dimos finalizada esta bonita ruta que cumplió con todas nuestras expectativas, ganándose 4,5 merecidas estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 3 de junio de 2019

Excursión X182: Valle de la Fuenfría y Miradores de los Poetas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas
Final: Las Dehesas
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,6 Km 
Desnivel [+]: 768 m 
Desnivel [--]: 768 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
El valle de la Fuenfría siempre nos asegura una ruta con encanto, tires para donde tires y para confirmarlo nos acercamos a las Dehesas, punto de partida de innumerables senderos que atraviesan de norte a sur y de este a oeste las lomas horadas por el río de la Venta.

Partimos del aparcamiento que hay enfrente de Casa Cirilo, cruzamos la carretera y nos dirigimos hacia la fuente del III Retén, atravesando para ello una bonita pradera, siguiendo una vereda marcada con círculos de pintura naranja.

En el montañoso término de Cercedilla hay, según los mapas, 72 fuentes, la mayoría de esas fuentes, unas 50, se hallan en el valle de la Fuenfría, que ya su nombre lo dice todo.

Prueba de ello es que a escasos metros del aparcamiento se encuentran tres de ellas, la fuente de la Teja, la de Majavilán y la del III Retén, con alto muro de piedra y nombre grabado en una de ellas, en la que paramos por un instante antes de cruzar el río de la Venta por una pasadera de madera y doblar a la izquierda, casi hasta llegar al embalse de la Venta, para ascender en zigzag por la ladera oriental del valle, entre un espeso bosque de pinos silvestres.

Por la vereda de los Encuentros, que así se llama, y luego por la Alta, igualmente señalizada, llegamos a la fuente del Pocito, que estaba medio perdida y fue recuperada en el año 2000 con motivo de la fiesta montañera del Aurrulaque, cuyo promotor, Antonio Sáenz de Miera, adorna todos los años el valle con un monumento nuevo, en este caso bonito y de práctico.

Continuamos hasta, un poco más arriba, dar con la carretera de la República, por la que continuamos a la derecha para alcanzar el mirador de Vicente Aleixandre, hecho con rocas en forma de quilla de barco en Aurrulaque de 1985, y desde el que se domina una magnífica vista de Siete Picos.

Seguimos, entre rocas escritas con poemas de varios poetas, hasta llegar, siguiendo una bonita senda, al mirador de Luis Rosales, tras pasar primero por el vértice geodésico que hay a su derecha.

El mirador fue inaugurado en el Aurrulaque de 1986, en homenaje a este poeta, que veraneaba en Cercedilla. El Aurrulaque, nombre que se da a los montes comunales de Cercedilla, nació, como iniciativa de la Fundación Cultural Cercedilla, en 1984 con el objetivo de disfrutar del paisaje y fomentar el senderismo haciendo una marcha y un acto colectivo cada verano.

Tras leer una poesía de uno de los libros que se guarda en un recinto cerrado incrustado en la roca y disfrutar de las hermosas vistas del pueblo de Cercedilla, regresamos sobre nuestros pasos para continuar por la carretera y acercarnos a ver la hora en el Reloj de Cela, que si hay sol, la da con precisión astronómica desde el Aurrulaque de 1995, donde se declaró "caminante de la Sierra del Guadarrama antes que Nobel" y que dio cuenta de sus correrías por estos parajes en el Cuaderno del Guadarrama, publicado ese mismo año.

Unos metros más allá, nos encontramos con el Monumento a los Primeros Caminantes de la Sierra de Guadarrama, singular y alegórico: siete traviesas de madera colocadas en artístico semicírculo apuntando a los Siete Picos. Monumento a ganaderos, cabreros, leñadores, maestros, geólogos, escritores, pintores y pioneros del montañismo.

En plena pradera de Navarrulaque, nos encontramos otro monumento, un hito de granito que conmemora la declaración de Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama en 2013. Y cerca de allí, unas rocas a modo de mesa conmemoraron en el Aurrulaque de 2002 el año Internacional de las Montañas.

Muy próximo a él, se encuentra la bonita fuente-refugio Aurrulaque, que nos proporcionó sombra y agua mientras reponíamos fuerzas. Desde allí nos encaminamos hacia la senda Victory, llamada así en honor de Antonio Victory, que fue presidente de la Sociedad Peñalara y gran conocedor de la Sierra de Guadarrama.

La senda coincide con el PR-6 y discurre medio equidistante a la carretera de la República, entre pinos de gran porte y sin grandes desniveles por el Poyal del Rubio hasta alcanzar el mirador de Matagitanos, un roquedal con impresionantes vistas del valle.

A partir de este punto, la senda desciende en zig-zag entre rocas hasta alcanzar, tras un giro a la izquierda, el arroyo de la Navazuela, donde se encuentra la Ducha de los Alemanes, una bonita cascada por la que se precipita el agua desde una altura de dos metros. Debe su nombre a las duchas que se daban en ella los primeros montañeros de la sierra -varios de ellos de origen alemán- a principios del siglo XX. Antiguamente se le llamaba "chorro del Árbol Viejo", por un viejo tejo que sigue creciendo junto a ella.

Tras refrescarnos bajo la cola que forma al caer, cruzamos un puente de madera y remontamos la margen derecha del arroyo de la Navazuela, entre pinos, tejos, enebros, helechos y rosales silvestres hasta alcanzar la carretera de la República, junto al puente que salva este arroyo.

Sin dejar el suave trazado de la carretera de la República, enseguida llegamos a la fuente de Antón Ruiz de Velasco, bautizada así en memoria de un destacado miembro de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara. En ella nos refresquemos antes de continuar por la carretera, hoy día convertida en pista forestal.

Al pasar por el mirador de la Reina, disfrutamos de las amplias vistas que desde allí se tienen del valle de la Fuenfría y algunos cerros de la sierra, destacando el Montón de Trigo.

Poco después, coronaremos el puerto de la Fuenfría, donde paramos a admirar un hermoso caballo blanco que campaba a sus anchas en busca de algo de comida.

El regreso al fondo del valle lo hicimos por el Camino Viejo de Segovia, que desciende por la loma occidental del valle, dejando la Calzada Romana mucho más abajo.

En la fuente de los Acebos, y van ya unas cuantas, paramos a tomar los bocadillos, bajo la sombra del frondoso pinar. Cruzamos el Regajo de la Peña, el arroyo de la Barranca y de Majavilán antes de llegar a la fuente del mismo nombre y de allí al punto de inicio, el aparcamiento de las Dehesas.

Como Casa Cirilo estaba cerrada, las cervezas de celebración de fin de ruta nos las tomamos en la estupenda terraza del Hostal Longinos, cerca de la estación de Cercedilla, dando así por finalizada esta excursión que bien se merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto