lunes, 26 de octubre de 2020

Excursión X240: Otoño por la Herrería y Machota Baja

FICHA TÉCNICA

Inicio: La Herrería
Final: La Herrería
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 12 Km
Desnivel [+]: 571 m
Desnivel [--]: 571 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta














PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta






PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC

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RESUMEN
Como estaba previsto, partimos del aparcamiento situado junto al cruce de la M-505 y la pista asfaltada que sube hasta la Silla de Felipe II.

Por no ir por donde siempre, decidimos seguir una senda que, desde la ermita de la Virgen de Gracia y en dirección SW, transcurre entre robles y castaños con una pendiente moderada.

El día ha amanecido algo nublado pero con menos frío del previsto, como alguno de nosotros tiene algo de prisa marchamos a buen ritmo y contemplamos cómo las grandes rocas y muchos de los árboles están cubiertos de musgo que mejora grandemente su aspecto.

Poco antes de hacer el primer kilómetro de nuestra caminata, la senda transcurre pegada a al muro de la finca El Castañar, que no dejamos hasta llegar a la pista asfaltada a la altura de la Fuente de la Reina, antigua carretera a Zarzalejo. 

A partir de este punto, la pendiente de la senda aumenta, enseguida llegamos a un imponente castaño -Castanea sativa- que la Comunidad de Madrid lo cataloga con el número 31. Unas fotillos y continuamos subiendo.

Llegamos enseguida a un prado cerrado por un murete de piedras que tenemos que saltar y, tras ligera subida llegamos a otro, de mayor extensión muy próximo al GR-10 que tomamos tras saltar nuevamente el muro de piedra.

Caminamos por el mismo en dirección S y luego SW y llegamos al collado de Entrecabezas, justo al hacer el kilómetro tres de nuestro recorrido, creo que es la primera vez que no paro ni un momento al llegar aquí, tenemos prisa por llegar pronto a la Machota Baja y, en esa ocasión tomamos la senda que transcurre por el oeste del pico menor de esta montaña. Llegamos al colladito que hay antes de llegar a la cumbre principal y nos acercamos a intentar averiguar por donde baja la senda que nos llevará a Zarzalejo Estación, no nos parece muy complicada. 

En este punto nos separamos un rato, parte subimos hasta el vértice geodésico y parte se queda comiendo algo. Subimos, nos hacemos unas fotos junto al vértice geodésico (pintado con los colores de la bandera de España) y volvemos por nuestros pasos.

Volvemos a unirnos y tiramos “pa bajo” siguiendo la senda que no está muy marcada, no es complicada, pero la perdemos en algunas ocasiones metiéndonos en un terreno algo mas difícil de andar. Son casi dos kilómetros de bajada y descendemos doscientos ochenta metros para llegar a una senda en ligera subida que discurre paralela al núcleo urbano de Zarzalejo estación.

Durante un buen rato caminamos por antiguas canteras y cruzamos junto a un par de edificaciones sin techo, poco después del kilometro 7 llegamos a la antigua Calzada Romana, donde se conservan antiguos mojones y en algún tramo, lo que parece el antiguo pavimento.

Confluía esta vía romana con la importante Vía Antonina, que se extendía entre Titulcia y Segovia y tiene su tramo mejor conservado en el valle de Fuenfría, en Cercedilla.

Este tramo, paralelo a las vías del tren, lo recorremos con facilidad y al poco de pasar un puente que salva las vías, giramos a nuestra izquierda, en dirección NW, y volvemos a caminar por el bosque de la Herrería.

Rodeados de robles, pasamos por la Lancha de Zacarías y cerca de la fuente de la Prosperidad decidimos quedarnos a comer en uno de los muchos bancos que hay en esta zona.

Bonita y cómoda ruta en la que hemos descubierto una bajada de la Machota Baja que ninguno del grupo conocía. Se merece 4 estrellas.
José Luis Molero

lunes, 19 de octubre de 2020

Excursión X239: Hayedo de San Lorenzo y Pico Abantos


FICHA TÉCNICA
Inicio: San Lorendo de El Escorial
Final: San Lorendo de El Escorial
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10,3 Km 
Desnivel [+]: 761 m 
Desnivel [--]: 761 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 10

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
A veces elegir qué ruta realizar no es tan fácil como uno podría pensar, a los habituales condicionantes meteorológicos y estacionales, se pueden unir un rosario de factores que condicionen la elección. En este caso había que buscar una ruta que no estuviera en territorio confinado; no estuviera muy lejos, porque tenía que estar pronto de regreso; no fuera muy dura, para que pudiera acompañarnos Jorge I, que necesita ir fortaleciendo su tendón; que tuviese ambiente otoñal; que a ser posible fuera por un lugar donde abundaran las setas y, por último, pero no menos importante, que tuviese un restaurante cercano con terraza en el que poder comer, ya que no nos íbamos a ver en un mes.

Pues esta ruta, aunque parezca increíble, reunía todos esos requisitos y además se cumplieron satisfactoriamente, incluso por encima de lo esperado.

Quedamos en el aparcamiento del restaurante La Horizontal, en San Lorenzo del Escorial, donde íbamos a comer al finalizar. Al final de su estupenda terraza sale una senda que conduce a la presa del Romeral, por la que seguimos y, girando a la izquierda, ascendimos por la empinada senda que discurre junto a la alambrada del embalse, que estaba medio vacío.

Al alcanzar la carretera, la cruzamos y seguimos ascendiendo por una bonita senda entre pinos y alguna que otra haya, pasando por el Mirador de los Alerces, de bonitas vistas del valle.

Llamado así por tener en sus cercanías varios ejemplares de este árbol de la familia de las pináceas pero curiosamente de hojas caducas, que se vuelven amarillas y caen a finales de otoño.

Los alerces miden entre 15 y 50 metros de altura; son las plantas dominantes en los inmensos bosques boreales de Rusia y de Canadá.

Desde el mirador, continuamos ascendiendo para disfrutar del pequeño pero precioso hayedo que repoblaron los estudiantes y profesores de la Escuela de Ingenieros Forestales y que ya comenzaba a lucir su dorado color otoñal, cumpliéndose así uno de los objetivos de la ruta.

Un poco más arriba, nos acercamos a ver la fuente del Trampalón, que para nuestra sorpresa tenía un más que digno chorro de agua. Continuamos hasta salir otra vez a la carretera que sube al puerto de Malagón, justo donde está el Descansadero del mismo nombre.

Fue por esta zona donde Jorge I vio cumplido su deseo de hacerse con unos buenos boletus en el lugar más inesperado, otro de los objetivos cumplido.

Desde allí, en una curva de la carretera, giramos a la derecha, por una senda que más arriba enlaza con la pista que lleva al pico Abantos, desviándonos de ella al poco para ver la Cruz de Rubens y disfrutar de las magnificas vistas que desde ella se tienen en este privilegiado mirador que inmortalizó el famoso pintor barroco de la escuela flamenca en uno de sus viajes como diplomático a la corte, con el fin de informar a Felipe IV sobre la situación de las negociaciones de un tratado de paz con Inglaterra.

Alcanzada de nuevo la pista, proseguimos por ella hasta llegar a un desvío que cogimos a la izquierda, por una senda bien marcada (GR-10), que desemboca en el Pico Abantos desde donde contemplamos, al pie de su cruz y su vértice geodésico (1.753m), las impresionantes vistas de El Escorial, su colosal monasterio, Las Machotas, el Cerro de San Benito, a lo lejos la Almenara y más lejos la Sierra de Gredos, además de toda la planicie de Madrid.

De allí, continuamos por una pequeña pero visible senda hasta la pista para llegar al Risco de San Benito, en la Solana de Enmedio, donde se encuentra una caseta de vigilancia contra incendios que hace de excelente mirador.

Para cumplir otro de los requisitos de la ruta, el de estar a tiempo para comer y poder regresar pronto, bajamos por la parte más corta, esto es, bordeando el mirador por la izquierda siguiendo una empinada y pedregosa senda marcada con hitos, para descender después por otra de mejor trazado que zigzaguea formando varias zetas, para hacer más llevadera la bajada, hasta enlazar con el Camino de Abantos (GR-10), con bonitas vistas del hayedo por el que pasamos.

Por él continuamos el descenso y tras cruzar una pista de tierra y otra asfaltada, vadeamos el arroyo del Romeral, enlazando con una pista en cuesta, que una vez superada dejamos para descender hacia la presa del Romeral, deshaciendo el recorrido que habíamos seguido al inicio , hasta llegar al aparcamiento del restaurante La Horizontal, donde cumplimos el último de los requisitos de partida de esta ruta.

Por lo bonito del recorrido, las vistas que proporciona y lo emotivo del encuentro, con dos despedidas, una temporal y otra de más duración, esta excursión se merece 4,5 estrellas. Olga, ¡que te vaya bonito, te esperamos pronto de vuelta!.
Paco Nieto

FOTOS
* Fotos de Jorge Montero
* Fotos de José Luis Molero
* Fotos de Paco Nieto
* Fotos de Nacho Castellanos

martes, 13 de octubre de 2020

Excursión X238: Circular por los Chorros de la Pedriza

FICHA TÉCNICA

Inicio: Canto Cochino
Final: Canto Cochino
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 16,6 Km 
Desnivel [+]: 863 m 
Desnivel [--]: 863 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta












TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Tenía ganas de volver a recorrer uno de los rincones más bellos de La Pedriza: los chorros del Manzanares. Una espectacular sucesión de saltos de agua y pozas cristalinas del recién nacido río.

Comenzaremos la ruta en el aparcamiento del puente de las Ranas, porque el de Canto Cochino estaba en obras. Cargados de optimismo por el buen día que hace, cruzamos el puente de las Ranas y, lo más próximos posibles a la margen izquierda del río Manzanares, remontamos sus acaudaladas aguas.

Con el sonido del agua de fondo, disfrutamos con la densa vegetación de ribera del río, como fresnos, sauces, e incluso un tejo encontramos. Cuando no es posible acercarse tanto, caminamos por el PR-M18, el sendero que recorre el curso alto del Manzanares, señalizado con marcas amarillas y blancas.

Dejamos a nuestra izquierda el puente Cola de Caballo y poco más adelante el del Vivero. En este último podríamos haber optado por cambiar de margen y seguir por el PR, pero decidimos seguir por la misma orilla y explorar el tramo que va al puente de los Manchegos por este otro lado, que no conocíamos.

Cuando era posible nos acercábamos a la orilla del río para contemplar las grandes pozas y sus pequeños saltos de agua, de una gran belleza.

La ribera nos adentró en un paraíso de densa vegetación en la que el pino se iba imponiendo conforme nos acercábamos a la Charca Verde, espléndido remanso de agua del que añoro sus refrescantes baños en verano, ahora ya prohibidos.

El deterioro que iba adquiriendo en sus zonas más visitadas y el turismo irresponsable, que alteraba el cauce del río dejando basura por las orillas, provocó la decisión de tomar estas drásticas medidas.

Rodeamos las enormes rocas que hay junto a la charca siguiendo el trazado de una tubería que remonta el río unos 400 metros hasta el punto donde capta el agua. La senda no está muy señalizada, pero es fácil de seguir, siempre próxima al río, cruza el arroyo del Chivato, donde una roca señala que estamos en zona nudista, y pasa junto a un puente derruido.

Los colores otoñales comenzaban a percibirse en las hojas de los árboles y abundaban las setas a poco que nos fijáramos en el suelo, aunque a falta de los expertos del grupo, no nos atrevimos a cogerlas.

Al poco, alcanzamos la pista que viene de Canto Cochino, a escasos metros del puente del Francés, donde paramos a tomar el tentempié de media mañana mientras nos deleitamos con el melodioso sonido del agua al chapotear en un poza cercana.

Tras el breve descanso, continuamos la marcha cruzando el puente hasta llegar enseguida a la s escaleras de piedra que salen a la derecha, por las que continua el PR-M18 que habíamos dejado, justo donde hay un cartel, advirtiendo de la prohibición de la práctica del barranquismo, ya que hace muchos años esta zona era el único lugar de barranquismo que había en la Comunidad de Madrid.

Enseguida llegamos a una fuente perfectamente encajada entre piedras, aunque sin apenas agua. La bonita senda, señalizada con marcas blancas y amarillas, discurre a media ladera, con el sonido del río a nuestra derecha, que de vez en cuando nos ofrece unas espectaculares vistas de sus pozas de agua cristalina.

Seguimos las marcas blancas y amarillas, sobre los árboles y de vez en cuando sobre rocas, adentrándonos en la zona más abrupta que no la de mayor desnivel, donde la tupida vegetación, sobre todo los helechos y las jaras, intentan cerrar las sendas sin conseguirlo.

Al poco, alcanzamos el Puente del Retén, con una bonita charca de agua cristalina a su izquierda. Este renovado puente llegó a estar muy deteriorado y una escuela-taller lo restauro en el 2005.

Una vez lo cruzamos, comenzó la parte de mayor desnivel, entre pinares y durante 1 km aproximadamente se ascienden 200 metros. Seguimos los hitos y marcas del PR de la zigzagueante senda hasta la altura donde el rugir del agua comienza a dejarse sentir.

Un pequeño sendero que sale a la izquierda, con unas marcas en las piedras, nos indica que varios metros más abajo, al pie de de un denso pinar y de la loma de Cerro Ortigoso, se encuentra la cascada de los chorros del Manzanares, una larga hilera de pequeñas cascadas que se suceden unas a otras y que hacen de este lugar un rincón único y especialmente bello.

Quisimos verlo de cerca, y en lugar de volver sobre nuestros pasos, continuamos lo más próximos que pudimos al río, disfrutando de los continuos saltos de agua, chorreras y cascadas. Esta zona puede ser muy peligrosa en caso de lluvia por lo resbaladizas que pueden ponerse las rocas.

Al llegar al Barranco de los Chorros, se nos hizo imposible continuar junto al río, lo que nos obligó a subir por un lanchar hasta alcanzar de nuevo el PR-M18.

Por el que continuamos ascendiendo para unos pocos de metros más adelante desviarnos a la izquierda unos metros para contemplar la Poza de Nerón, precedida de varios saltos de agua que hacen de este sitio un lugar con mucho encanto.

Recuperamos el sendero y proseguimos el ascenso por el estrecho sendero del PR-M18, entre helechos ya amarillentos por efecto del estiaje. Vadeamos el arroyo del Berzoso con la ayuda de unas piedras. El paisaje no podía ser más alpino, rodeados de pinos y con el río Manzanares saltando de poza en poza a nuestra izquierda.

Por fin alcanzamos la pista y, a los pocos metros, el puente de los Manchegos, donde paramos para dar cuenta de los bocadillos al lado del río.

Repuestas las fuerzas, dejamos el PR-M18 en su camino hacia la Bola del Mundo, para seguir por la pista, que en ligero ascenso se dirige al collado de los Pastores, mirador privilegiado que con sus 1748 metros era la cota de mayor altura de la ruta. Desde él, se tiene unas magníficas vistas de la Cuerda Larga, la Sierra de los Porrones y toda la Pedriza, fáciles de localizar por tener cuatro paneles  identificando los perfiles de la sierra.

Tras extasiarnos con las panorámicas, iniciamos el descenso, con el alivio de saber que ya todo era bajada, al principio por amplia pista con varias zetas, y después recortando las curvas del camino por dos bellos senderos, el último desconocido hasta ahora por nosotros, así hasta alcanzar el Mirador de la Pedriza, que como era de esperar ofrece unas estupendas vistas de ella. Un poco más adelante pasamos junto a la fuente de las Casiruelas, de la que no caía ni una sola gota de agua.

Por una cómoda senda que evita la pista, bordeamos la Loma de las Casiruelas, entre pinos y enormes rocas de singular forma, hasta alcanzar las inmediaciones de Canto Cochino y de allí al aparcamiento del puente de las Ranas donde teníamos los coches.

Las cañas de celebración de fin de ruta nos las tomamos en Manzanares el Real al pie de su iglesia, dando así por finalizada esta estupenda excursión que se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 12 de octubre de 2020

Excursión X237: Paseo por el Eresma desde Boca del Asno

FICHA TÉCNICA

Inicio: Boca del Asno
Final: Boca de Asno
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 8,7 Km 
Desnivel [+]: 181 m 
Desnivel [--]: 181 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 5

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Para disfrutar de la festividad del 12 de Octubre, nos acercamos al siempre gratificante valle del Eresma, con idea de dar un paseo por su bella ribera, comer en la Granja de San Ildefonso y visitar los jardines del Palacio.

Aparcamos junto al área recreativa de Boca del Asno. Enseguida buscamos el murmullo del agua que a poco de cruzar el puente de madera se precipita con brío a través de la angostura que da nombre a este bello lugar.

Sin entretenernos en contemplar tan placentero espectáculo, echamos a andar hacia el espléndido pinar por la margen izquierda del río, que llevaba más agua de la esperada para esta época del año.

Con la ayuda de unas piedras, vadeamos el arroyo del Tesoro, enigmático nombre para este afluente del Eresma que nace a los pies del cerro de la Camorca y con escaso caudal por efecto del recién superado estiaje.

Poco más arriba, el río se encajona entre enormes rocas de granito plagadas de musgo, formando una pequeña hoz de singular belleza, para mí uno de los rincones más bellos del valle y el que más fotos se llevó.

Pasada la estrecha angostura, se hacen más evidentes los vestigios del acondicionamiento de este río como pesquerías reales, que mandó realizar, entre 1767-1769, el Rey Carlos III, un amante de la caza, de la pesca y de la naturaleza en general, lo que le llevó en 1761 a comprar a los segovianos el bosque de Valsaín, para disfrutar en exclusiva de la pesca, procediendo posteriormente a allanar en forma de aceras las orillas del Eresma. Además del camino, el monarca dotó a este tramo del río, de escaleras, represas y saltos de agua encaminados a oxigenar el agua.

Se trata de un singular recorrido de unos 10 kilómetros, aproximadamente, entre el puente de la Cantina y el puente de Segovia o puente de Santa Cecilia, que nosotros estamos recorriendo en su tramo final.

Pasamos junto al puente de madera de los Vadillos, y sin cruzarlo, continuamos río arriba hasta alcanzar la desembocadura del arroyo del Telégrafo, por el que seguimos, sin cruzarlo. Un poco más adelante una gran roca a nuestra derecha nos indica que hemos alcanzado la mítica poza de los Baños de Venus, donde en otras ocasiones nos hemos dado unos refrescante chapuzones.

Tras tomar un pequeño refrigerio junto a la poza y la fuente que hay unos metros más arriba, continuamos el ascenso del arroyo, hollando veredas de pescadores, inicialmente por la margen izquierda del cauce por el que circula el agua, para pasar a la contraria por un puente de madera, poco después de cruzar el arroyo de las Pamplinas, otro nombre curioso.

Enseguida alcanzamos la pista asfaltada, justo antes de cruzar el arroyo del Telégrafo y el de Minguete, que se unen en este punto, donde hicimos una breve parada.

Regresamos sobre nuestros pasos para seguir por la pista en dirección al puente de la Cantina, con ligerísimas subidas y bajadas, la pista traza suaves curvas que se adaptan a un terreno de pie de monte recubierto por el más vigoroso pinar del Guadarrama.

Formado íntegramente por pino silvestre, el rey de los pinos ibéricos, se trata de un monte publico, rigurosa y sabiamente explotado desde hace siglos por los madereros de Valsaín.

Esta pista también es punto de paso de una variante del GR10, señalizado como GR-10.1 con marcas blancas y rojas, que se dirige hacia la fuente de la Reina, donde enlaza con el Camino de Santiago.

Pasada una portilla, llegamos al puente de la Cantina, de arco único de medio punto, fue construido en la misma época que el camino trazado por Juan de Villanueva, en 1778, por orden de Carlos III para unir la Corte con el palacio de San Ildefonso; terminado bajo el reinado de Carlos IV.

Por él, bajaban los espectaculares carros cargados con grandes cubas de vino de Navalcarnero y Arganda, parando a descansar en la venta de la Cantina camino de La Granja y Segovia.

Cruzamos el cinematográfico puente, escenario de la mítica película La Caída del Imperio Romano, el mismo que, afortunadamente, sólo voló Hemingway en las páginas de su Por quién doblan las campanas. Al otro lado del puente nos esperaban las frescas aguas que manan de la no menos histórica Fuente de la Canaleja.

Tras una breve parada para las fotos, regresamos sobre nuestros pasos volviendo a pasar por la portilla, para poco después descender por una senda que poco a poco se va acercando al río. De nuevo en la margen izquierda del Eresma, proseguimos el agradable paseo junto a su orilla.

Sin trazas aún de la plataforma de pesquerías, el camino se mete bajo una enorme roca, que recuerda a los muchos pasos que hay en La Pedriza de estas características.

Aguas abajo, llegamos a un puente de madera que le cruza, justo en la desembocadura del arroyo del Telégrafo, cambiando así a la margen derecha del río. Aquí, el río forma un remanso a los pies de una enorme roca musgosa que no hubo manera de mover, por más empeño que pusieron nuestras chicas.

Pegados al río le acompañamos en su descenso, vadeando el arroyo del Retamar y Camaliebre hasta llegar de nuevo a la Boca del Asno, dando así por finalizado el agradable paseo por las Pesquerías Reales y sus míticos pinares.

En la terrada del restaurante Segovia, unos judiones y un excelente cochinillo, como manda la tradición, nos elevó el ánimo y nos dio fuerzas para acabar la tarde perdiéndonos por los jardines, estanques  y fuentes, muchas en proceso de reparación, del Palacio de la Granja.

Sus alineados y dorados bosques nos ofrecieron un preludio de lo bonito que se pone en otoño, cuando el verde da paso al ocre y al oro. Por todo ello, esta excursión se hizo merecedora de 4 estrellas.
Paco Nieto