lunes, 27 de junio de 2022

Excursión X348: Valle de Navalmedio

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Cercedilla
Final: Cercedilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13 Km
Desnivel [+]: 568 m
Desnivel [--]: 568 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 5

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Para la última ruta antes de irnos de vacaciones, nos animamos a recorrer el siempre bello valle de Navalmedio, por el que discurre el río que le da nombre, uno de los primeros afluentes del río Guadarrama, junto con el río Pradillo, y el río de La Venta, que desemboca en Cercedilla antes del límite con Los Molinos. Tradicionalmente a partir de este punto se le denomina río Guadarrama.

El valle tiene una longitud aproximada de 6 km y una superficie de unos 10 km². Está limitado, en el noroeste, por la vertiente sureste de Siete Picos, y, en el sureste, por un cordal montañoso que comienza en la Bola del Mundo y que separa este valle del de la Barranca.

En el extremo noreste está el puerto de Navacerrada. En el extremo suroeste del valle está el embalse de Navalmedio,

Para disfrutarlo, quedamos en las proximidades del polideportivo de Cercedilla, desde donde echamos a andar descendiendo, por la calle Manuel González Amezua, en dirección noreste, en busca del primer encuentro de la ruta con el río Navalmedio.

Nada más cruzarlo por un amplio puente, dejamos la cómoda pista para girar a nuestra izquierda y subir al encuentro con la Ermita de San Antonio siguiendo una vereda junto a un muro de piedra que cruza un portillo.

En mitad de una extensa pradera donde existen mesas, bancos, un pequeño jardín y una fuente, se alza la ermita, construida en 1998 por 25 vecinos de Cercedilla, en la que se celebra la romería del santo cada 13 de junio, a pocos centenares de metros del embalse de Navalmedio y en las laderas de Siete Picos, del que se tienen unas bonitas vistas.

Dejamos atrás la ermita y su bonita espadaña rematada en cruz para salir por el portón que hay en el extremo noreste, para descender por el camino, que en dirección sur, bordea una finca hasta dar de nuevo con la pista que habíamos abandonado.

Por ella continuamos, cruzamos sin apenas darnos cuenta el arroyo del Baillo y enseguida volvemos a dejar la pista para seguir el sendero que surge a nuestra izquierda y que, entre robles, acaba uniéndose al Camino del Calvario, tras dejar a nuestra izquierda una finca en la que unos cuernos de vaca presiden su entrada.

El camino va a dar, pasados unos 300 metros, a la pista asfaltada de acceso al Embalse de Navalmedio que viene de la Fonda Real. Por ella continuamos en dirección al embalse, dejando a nuestra izquierda la Casona de Navalmedio, una finca reconvertida en restaurante asturiano.

El embalse no se puede visitar porque una puerta de hierro y una cerca lo impide. Continuamos por la senda que sale a la derecha, conocida como Trialera del Escorpión, que en dirección noreste comienza a remontar el valle, ahora entre pinos, dejando el río a nuestra izquierda.

Nuestra intención era continuar por este cómodo sendero, que a media loma llega hasta el pino de la cadena, pero al alcanzar la vereda de la Trialera del Miedo, no pudimos resistir la tentación de conocer el motivo de tan llamativo nombre y todos, menos una, nos lanzamos a averiguarlo.

El nombre podría habérselo puesto los ciclistas de montaña que al bajar por sus pronunciadas pendientes, con piedras sueltas, raices de los pinos y alguna que otra zeta, sentían esa inevitable sensación.

Por lo demás la senda en su tramo final, donde deja a la derecha la Casa de las Mariposas, goza de excelentes vistas del valle, con Siete Picos y el Puerto de Navacerrada al fondo.

La senda acaba en las proximidades de El Ventorrillo, donde se encuentra el Centro de Viabilidad Invernal de la Sierra de Guadarrama, que mantiene libre de nieve la carretera de los Puertos de Navacerrada y Cotos, y a su lado, la Estación Biológica, inaugurada en 1911, enseguida alcanzó un gran prestigio científico por los estudios de biodiversidad y adaptación de las especies realizados, tanto por investigadores nacionales como extranjeros. Depende del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Aquí más información sobre ella.

Tomamos la agradable pista que desciende desde el Ventorrillo al río de Navalmedio, cruzando el arroyo Regajo de los Baldíos, que llevaba poca agua, y al poco llegamos al Pino de la Cadena, donde de nuevo nos agrupamos todos.

El Pino de la Cadena, árbol que a modo de pulsera tobillera, tiene una cadena en su base con letras en rojo, guarda una historia de amor de un hijo a su padre.

La cuenta un cartel que hay junto a él, resumida en lo que pone en la cadena: «A su querida memoria, 1840-1924». Este pino silvestre o pino albar (Pinus sylvestris) con una edad aproximada de unos 195 años y unos 25 metros de altura. está catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid con el número 142.

Unos metros más abajo alcanzamos el arroyo de Fraguilla, que vadeamos sin problemas, e iniciamos el ascenso del valle por una senda que entre helechos y pinos conecta, 500 metros más arriba, con el Camino del Calvario, por el que seguimos.

El descarnado camino, con mucha piedra suelta y pinos que dejan mostrar sus raíces, un poco más arriba lo abandonamos por la primera senda que surge a la izquierda, en dirección norte, hacia el encuentro con el Regajo del Puerto, el arroyo que nace a los pies del Puerto de Navacerrada y que unirse al de Matasalgado y Fraguilla, dan lugar al río Navalmedio.

En su orilla paramos un rato a tomar el tentempié de media mañana. Este fue el punto más alto de la ruta, desde aquí ya solo quedaba bajar, lo que hicimos cruzando el arroyo un poco más abajo sin problemas, al llevar muy poca agua.

Lo acompañamos en su descenso por la Senda Whistler, que discurre muy próxima a él, sintiendo la humedad de su orilla, mientras sorteábamos troncos caídos en la senda y alguna que otra zona embarrada de su orilla.

Cruzamos el arroyo de Matasalgado y llegamos a los restos de lo que fue el campamento juvenil Alonso de Ercilla, del que poco queda. Al otro lado, cruzando el río Navalmedio por un puente de madera, llegamos a la fuente de la Pradera de las Cortes, donde llenamos las cantimploras antes de dirigirnos a buscar la mina del mismo nombre.

Por una empinada senda, algo confusa en sus inicios, llegamos a la bocamina, al cabo de unos 400 metros y después de cruzarnos con un colegio.

Esta pequeña mina fue construida entre los años 1856 al 1859 para la extracción de pirita arsenical (arsenopirita). Según parece, después de la Guerra Civil se intentó explotar durante un tiempo para extraer wolframio, material muy apreciado para el revestimiento de los cañones, y que llevó a buscarlo por toda la Sierra, como es el caso de la que se encuentra en Cabeza Líjar.

Se trata de una pequeña calicata de unos 3 metros, que desemboca en una galería de 30 metros de longitud con dos cortos ramales siguiendo el filón a derecha e izquierda.

Al final de su oscura galería se encuentra un Belén y algunos recuerdos dejados por los que se atreven a llegar hasta aquí.

Tras las inevitables fotos de esta curiosa mina, regresamos sobre nuestros pasos por la senda que nos había traído hasta aquí, ladera abajo, hasta alcanzar el Camino del Calvario, en la Pradera de las Cortes, por el que seguimos paralelos al río Navalmedio, entre helechos, pinos y abedules.

Justo cuando el camino se dirige hacia él para vadearlo, lo abandonamos para seguir por un sendero, bastante plano, que bordea el embalse de Navalmedio por su cara norte.

Desde un roquedal que hay unos metros a la izquierda del sendero, algo más libre de vegetación, pudimos contemplarlo algo mejor. Estaba medio lleno.

Tiene una capacidad de 11 hm³ y una superficie máxima de 93 hectáreas. Su función es regular las aguas del río para transvasarlas al embalse de Navacerrada, situado a los pies del vecino valle de la Barranca.

Dejamos a la derecha el Cerro del Corral de Simón, una vez sobrepasado el embalse y en dirección sur.

Seguimos por la senda que cruza las praderas de las Retuertas, con bonitas vistas de Cercedilla, hasta alcanzar el Río Pradillo, que nace unos 4 km más arriba, en la fuente de los Acebos. Lo cruzamos por una pasarela de hormigón y conectamos con el GR-10, en su ascenso hacia Camorritos.

Nosotros continuamos por el Camino de las Retuertas en dirección sur, hasta alcanzar las primeras casas del pueblo, para enseguida llegar al polideportivo, donde habíamos dejado los coches.

En el bar Rincón de la Cuchara de Cercedilla, celebramos el final de la ruta, degustando un estupendo menú, en el que no faltó unas manitas empanadas con salsa de tomate que me supieron a gloria.

Con los parajes visitados, curiosidades como la mina, el frescor de los arroyos y tan buen final solo se podía calificar a esta ruta con una buena nota, 4 estrellas le otorgo.
Paco Nieto

lunes, 20 de junio de 2022

Excursión X347: Valle de la Angostura desde el Puerto de Cotos

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,1 Km
Desnivel [+]: 438 m
Desnivel [--]: 438 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
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RESUMEN
Realizamos esta ruta para recorrer el precioso valle de la Angostura, en busca de sus bosques e innumerables pozas, que dotan de frescor al recorrido.

Quedamos en el Puerto de Cotos, el punto más alto de la ruta, para enseguida ir al encuentro del arroyo de las Guarramillas, siguiendo una senda paralela a la carretera que va a Valdesquí.

Al llegar a la pradera que precede al refugio del Pingarrón, tuvimos unas bonitas vistas de Cabezas de Hierro y resto de la Cuerda Larga. Bordeamos el refugio, con su inconfundible color granate, que nunca he podido ver por dentro y bajamos por el zigzagueante sendero que conduce al arroyo de las Guarramillas.

Este recodo es uno de los más bellos del valle, por él desciende desde las proximidades de la Bola del Mundo este arroyo que junto con el de las Cerradillas, el de la Laguna de Peñalara y el Aguilón, entre otros, forman el río Lozoya. 

Lo acompañamos en su descenso por la margen izquierda hasta alcanzar, unos pocos de metros más abajo, la poza de Socrátes. Junto a ella paramos un momento a realizar las inevitables fotos de este bello e íntimo rincón.

Esta apartada y recoleta poza no debe su nombre al sabio ateniense, sino a Sócrates Quintana, que salvo filósofo fue de todo a lo largo de su dilatada existencia (1892-1984): jugador del Atlético de Madrid, plusmarquista nacional de salto con pértiga, 800 metros y decatlón, pintor impresionista, grabador y funcionario de Hacienda.

También fue, desde 1914, un miembro hiperactivo del Club Alpino Español, y como delegado del albergue que dicha sociedad tiene en Cotos, se preocupó de acondicionar con un muro de contención esta cercana poza para que los señores socios pudieran bañarse con una comodidad insólita para los inicios del pasado siglo.

Proseguimos el descenso, siempre cercanos al agua, disfrutando de los pequeños saltos de agua y pozas que en este tramo se suceden hasta que la vegetación se adueña del reconocible sendero por el que caminamos y nos obliga a cambiar de margen, previo vadeo del arroyo con la ayuda de unas piedras.


Enseguida llegamos a un roquedal que salvamos subiendo unos metros por su derecha. Desde lo alto de las rocas, que hacen de privilegiado mirador natural, se tienen una de las vistas más bellas y amplias del valle de la Angostura, que desde aquí parece no tener límite.

Con cierto cuidado para no resbalar, descendimos hasta dar con otra de las maravillas del valle, unos tejos milenarios que crecen a la vera de una oculta cascada, solo visible tras pasar por una estrecha grieta de las rocas. Una maravilla que a muchos les pasa desapercibida.

Continuamos por la senda, que a media ladera y próxima al arroyo, desciende hasta dar con una pista por la que continuamos.

A pocos metros, cruzamos el arroyo de las Cerradillas, que estaba prácticamente seco, punto en el que al unirse al arroyo de las Guarramillas pasan a llamarse arroyo de la Angostura, nombre que recibe del estrechamiento que, cerca del puente del mismo nombre, se ve obligado a pasar su cauce.

A media altura, seguimos al renombrado arroyo en su alegre descenso, saltando de vez en cuando entre las rocas y formando bellas pozas como la de Joselu. Poco después, pasamos junto a unos pontones de hormigón que facilitan el vadeo del arroyo, pero que no cruzamos. 

Continuamos próximos al agua y, cuando la pista intenta alejarse del arroyo, la abandonamos para continuar por una vereda, poco transitada, junto a su orilla hasta alcanzar el puente de los Hoyones, que de momento tampoco cruzamos. 

Desde aquí, retomamos la pista que habíamos dejado, cruzamos el arroyo de Peña Mala por unos puentes de madera y, dejando atrás un bello salto de agua, llegamos a otro más espectacular aún en el que hay una gran y profunda poza.

Al arrullo de su preciosa cascada paramos a tomar el tentempié de media mañana, el lugar lo merecía.

Resguardado del sol por la densa vegetación y arbolado y refrescados por el influjo del agua, no podíamos estar mejor.

Tras el descanso, tocaba regresar para llegar a tiempo a la comida que pensábamos hacer en un restaurante de Navacerrada.

Volviendo sobre nuestros pasos, volvimos a pasar por las pasarelas de madera que salvan el arroyo de Peña Mala y, esta vez sí, cruzamos el puente de los Hoyones, conectando con una pista por la que al poco cruzamos un puente sobre el arroyo de la Laguna, procedente de Peñalara .

Más adelante dejamos la pista para ascender por un empinado sendero, que los que iban en cabeza se pasaron y tuvimos que llamarles para rectificar su despiste.

Ya todos juntos, entre hermosos y esbeltos pinos, subimos por la serpenteante pendiente, cruzamos la carretera de Cotos a Rascafría, la M-604, y conectamos con el Camino Viejo del Paular, señalizado con las marcas blancas y rojas del GR-10.4.

Alcanzamos la espaciosa pradera que antecede al puerto de Cotos y, dejando a nuestra izquierda la caseta de control, llegamos al aparcamiento de donde habíamos salido.

En la terraza del restaurante de Navacerrada Felix el Segoviano comimos, mientras recordábamos la bonita excursión, en la que nos hemos deleitado con los múltiples rápidos, cascadas y las pozas a la sombra de los pinos albares, los robles y los abedules. Por todo lo anterior califico esta ruta con 4,5 estrellas.
Paco Nieto

jueves, 16 de junio de 2022

Excursión X346: Camino Francés. Etapa 4. Pamplona - Puente la Reina

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Pamplona
Final: Puente la Reina. Navarra
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 24,6 Km
Desnivel [+]: 462 m
Desnivel [--]: 567 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Nuestra cuarta y última etapa, por ahora, del Camino se presentaba calurosa, por eso madrugamos más aún que los días anteriores. Nos espera Puente la Reina, lugar de confluencia de las dos principales rutas españolas, la que entra por Somport y la que nosotros seguimos desde Roncesvalles.

Tras desayunar, sellar las credenciales y preparar el equipaje para su recogida, salimos del hotel Leyre de Pamplona a las 6:45, todos menos dos, a las que el pronóstico meteorológico les asustó y prefirieron hacer el trayecto en bus antes de perecer en el intento.

Los demás nos dirigimos callejeando hacia el suroeste en busca de la Ciudadela, que bordeamos por su cara sur. Esta fortificación, de antiguo uso militar, fue construida entre los siglos XVI y XVII por orden de Felipe II, acorde con el gusto renacentista italiano. Tiene forma de estrella de cinco puntas para así poder controlar todos los posibles ángulos de ataque, de los que en más de una ocasión tuvo que hacerse valer cuando era sitiada. En la actualidad se mantiene gran parte de ella en pie como jardín y con actividades culturales en sus edificios.

Abandonamos Pamplona por hermosas avenidas siguiendo las conchas compostelanas a través del campus de la Universidad de Navarra.

En tranquilo paseo llegamos hasta el río Sadar, que salvamos por el puente de Acella, construido en piedra calva, con bóveda de ladrillo y arco carpanel de bella estampa y en cuyo lugar sitúa la leyenda la batalla en la que Carlomagno derrotó al rey moro Aigolando.

Le sigue otro, sobre el río Elorz, al que el Sadar entrega sus aguas unos pocos metros antes. Caminamos junto a la carretera que se dirige a Cizur Menor, pasamos por un paso elevado sobre las vías del tren y en suave ascenso llegamos directamente al núcleo urbano de Cizur Menor.

Desde la carretera divisamos a nuestra derecha la iglesia de San Emeterio y San Celedonio, una construcción rural románica del siglo XII, que perteneció a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Su torre forma un bloque prismático de gran empaque y escasa altura, que se levanta sobre el tramo de los pies de la nave.

Enfrentada a ella, a la izquierda de la carretera, se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel, también del siglo XII, es la única iglesia porticada románica del reino de Navarra. Tiene un aspecto de fortaleza por ser una encomienda de la Orden del Temple de San Juan de Jerusalén, que veló para que fuera destinada a la ayuda de los peregrinos que pasaban por allí camino del puerto del Perdón.

Llegó a contar con tres hospitales para peregrinos. En la actualidad es la Soberana Orden de Malta quien regenta el refugio de peregrinos de esta localidad, situado junto a la iglesia, en lo que fuera uno de ellos y monasterio.

Cruzamos un pequeño parque que surge a nuestra derecha, en el que los aspersores de riego hacían que se disfrutara de una buena temperatura y buscamos un sendero que conduce hasta una pista asfaltada y ésta a su vez a un buen camino de tierra, dejando a nuestra derecha Cizur Mayor.

Cruzamos la carretera que nos llevaría hasta Cizur Mayor, y seguimos de frente, por un tramo ascendente de tierra hasta pasar bajo la línea del tendido eléctrico y coronar una pequeña loma.

Desde aquí la panorámica se extiende ya sobre toda la llanura, dedicada en gran parte al cultivo de cereales, que rodea la capital navarra, en la que destacan pequeños montículos dominados casi siempre por pequeños grupos de edificaciones, hoy medio abandonadas en su mayoría.

En el horizonte se divisa el contorno de la Sierra del Perdón, con sus modernos molinos de viento, nuestra referencia permanente.

Cruzamos la carretera de Galar, la NA-6004, y continuamos por un buen camino que deja un campo de girasoles a la izquierda y se interna en una zona de toboganes de vegetación por la presencia de arroyos en la que se nota la presencia del agua.

Una bonita balsa a la izquierda del camino da fe de ello. La impermeabilidad del terreno hace que con lluvia se encharque abundantemente esta zona, pero sin llegar a formar el tan molesto barro.

A nuestra derecha se divisa la silueta de Guendulaín, enclavado en lo alto de una loma por la que el camino no asciende. En él destaca el palacio de los Condes de Guendulaín, que lamentablemente está en un penoso estado de abandono.

Un banco situado en el cruce con el camino que va al cementerio facilitó la espera a los más adelantados para así reagruparnos, junto a él hay una cruz cargada de recuerdos en la que figura "Koks Frans Belgie" en homenaje a un peregrino belga fallecido aquí.

Un poco más adelante llegamos a Zariquiegui, término de origen vasco, que significa "Lugar o colina de sauces". Proviene de la palabra vasca zarrika que significa "sauce" junto con el sufijo -egi `local' o (h)egi 'colina'.

A la derecha de la carretera nos recibe la iglesia de San Andrés, construcción de origen románico de la segunda mitad del siglo XII, según indican algunos vestigios que se conservan, como la puerta de ingreso y la pila bautismal. En el siglo XIV se llevó a cabo una profunda remodelación que le aportó su configuración actual.

La torre es de gran anchura y escasamente sobresale en altura por encima del tramo de los pies de la nave. Preside la cabecera un retablo mayor romanista de la primera mitad del siglo XVII. En ella nos sellaron la compostelana.

Cerca de la iglesia se encuentra el albergue y una zona de descanso con fuente, en la que rellenamos las cantimploras. Una tienda situada en las primeras casas del pueblo estaba repleta de peregrinos que, como nosotros, aprovecharon para tomar algo y hacer un breve descanso.

A la salida de Zariquiegui hay un ligero y corto descenso que nos llevó a un pequeño arroyo, conocido como Barranco de Zariquiegui al que le sigue otro un poco más adelante. Siendo el último que nos encontramos en un buen trecho.

Aquí comienza, entre algo de vegetación, la parte más empinada de la ascensión al Alto del Perdón, menos mal que no es muy larga, apenas llega a los dos kilómetros, pero puede hacerse muy dura en función de las condiciones del terreno, pues hay que superar un desnivel del 15% sobre un terreno pedregoso.

Nosotros subimos con el suelo completamente seco y mucho sol. Con el terreno embarrado, el panorama seguro que cambia radicalmente. El terreno arcilloso por el que discurre la mayor parte del ascenso se debe convertir en un auténtico barrizal por el que se haría muy difícil avanzar.

En este punto, a la izquierda del camino, se localiza la Fuente de la Teja o de Reniega, en la que, según la leyenda, el diablo disfrazado de caminante le ofreció a un cansado peregrino la posibilidad de refrescarse y de beber si renegaba de Dios, pero éste rechazó la oferta.

Entonces, el demonio le volvió a tentar, sugiriendo que tal vez bastaría con renunciar a la Virgen María para recibir el preciado líquido. Tampoco esta vez lo aceptó.

Como última oferta, Satanás apuntó que bastaría con renegar del apóstol Santiago para conseguir el agua. Pero el peregrino rehusó de nuevo la tentación y se puso a rezar pidiendo ayuda a las alturas. Entonces, el demonio desapareció entre una nube de azufre, y en su lugar apareció la cristalina fuente, donde el peregrino sació su sed. Nosotros no pudimos porque estaba seca.

Unos metros más adelante culminamos el ascenso al llegar al cruce con la carretera que asciende hasta la cumbre del monte El Perdón, repleta de potentes “ventiladores” que aprovechan el que aquí siempre hace viento.

Y efectivamente hacia una agradable brisa que nos refrescó de la calurosa subida. Este icónico paso está situado a 790 metros de altitud, mientras que la cima se halla, a nuestra izquierda, a 1.037m.

Desde 1996, uno de los grandes símbolos del Camino de Santiago es la escultura realizada por Vicente Galbete, que inmortalizó en chapa a un pelotón de peregrinos en su camino a Compostela.

En una de las figuras que integran la obra se puede leer: “Donde se cruza el camino del viento con el de las estrellas”. Junto a ella nos hicimos la foto de casi grupo, pues los más adelantados ya se habían ido cuando llegamos.

Desde este punto la panorámica se amplía de manera extraordinaria. Atrás quedan Pamplona y la cuenca del Arga. De frente se divisan ya los poblados de Uterga, Muruzábal, Obanos, hacia los que nos dirigimos, y más al fondo las cumbres del Arnotegui y Montejurra.

A la izquierda de la carretera, en el 2017, se instaló un memorial en recuerdo y reconocimiento de las 92 personas asesinadas en la sierra del Perdón durante los años 1936 a 1937 por la represión que se hizo tras el golpe militar que desencadenó la Guerra Civil.

Está formado por un conjunto de 20 grandes piedras. Con una piedra central, que recuerda a todas las personas desaparecidas, y otras diecinueve colocadas alrededor en forma de espiral abierta que representan a cada unas de las localidades de las que algún vecino fue asesinado en ese lugar.

Más animados tras refrescarnos y tomar algo, cruzamos la carretera para inmediatamente descender por un sendero de tierra y piedras sueltas la ladera del cerro, con una empinada pendiente durante un par de kilómetros entre arbustos propios de monte bajo.

Si el ascenso del Perdón exige cierto esfuerzo físico, su descenso no lo desmerece. El firme es muy irregular, propicio para las lesiones, por lo que tuvimos que extremar las precauciones para no resbalar.

Superado este tramo, la pendiente decrece y el terreno se va convirtiendo poco a poco en una aceptable pista de tierra, rodeada de dorados campos de cereales a punto de recoger, por lo que caminar por aquí se convirtió en un verdadero placer.

Unos bancos a la sombra de unas encinas nos facilitaron además un pequeño descanso para reagruparnos.

Vadeamos el Barranco Txirria, que apenas llevaba agua, flanqueados por una chopera que se extiende a ambos lados del pequeño arroyo y, tras una corta cuesta, llegamos a unas encinas bajo las que se encuentra una hermosa imagen de la Virgen de Irunbidea.

Según parece, fue donada por un peregrino, José Lucas Fernández, madrileño y notario de profesión que, viniendo del Alto del Perdón, muy fatigado y al borde del desfallecimiento, decidió abandonar el Camino mientras reposaba en este lugar.

En ese momento, se le acercó una niña y al responderle que se llamaba "María" al preguntarle por su nombre, recuperó la esperanza, y encomendándose a la Virgen, sintió como, milagrosamente, el cansancio desaparecía, y las fuerzas volvían a sus piernas pudiendo así acabar el camino hasta Santiago.

El nombre de Irunbidea viene de Iruña (Pamplona) y bidea (camino), es decir, la Virgen del Camino de Pamplona.

Unos metros más adelante el camino llega a Uterga, donde a la derecha de un pequeño parque, en el que jugamos como críos, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construcción del siglo XVI, con obras y reformas posteriores. Estaba cerrada y no pudimos contemplar su retablo mayor, pero sí su pórtico de ladrillo que la cobija desde 1820. La torre, es del XVIII, a la que se le añadió el cuerpo de campanas y más recientemente la espadaña de remate.

Al final del pueblo se encuentra el albergue Casa Baztán, con una estupenda terraza y bar enfrente. Allí paramos a reponer fuerzas antes de que nos pasara lo que al peregrino de la Cruz de Irunbidea. También aquí pudimos sellar las compostelanas.

En su interior, en las paredes hay numerosas fotografías, algunas de personajes conocidos y un cartel del documental dirigido por Lydia B en el año 2017 "Walking The Camino: Six Ways to Santiago", en el que a través del relato de sus seis protagonistas, evoca, a la vez que inspira realizar el Camino a los que lo ven. Aquí se puede acceder al tráiler oficial.

Pero la película que verdaderamente ha descubierto el Camino al mundo, ha sido la que realizó Martin Sheen en el 2009 y estrenada un año más tarde en EE.UU con el nombre de "The Way", de hecho la mayoría de los peregrinos extranjeros que nos encontramos en el Camino nos contaron que fue al verla cuando decidieron venir a hacerlo.

Está interpretada por Martin Sheen -cuyo nombre real es Ramón Antonio Gerardo Estévez- y fue dirigida por uno de sus hijos, Emilio Estévez, quien también interpreta a su hijo en la ficción.

Trata la historia de un reconocido oftalmólogo de California que un día recibe una llamada informándole de la muerte de su hijo, Daniel, en los Pirineos. Tom viaja a Europa para hacer todos los preparativos propios de una defunción pero, durante su estancia, descubre que Daniel estaba haciendo el Camino de Santiago y no pudo pasar de la primera etapa, en Jean Pied de Port. Decide entonces ayudar a su difunto hijo a terminar el Camino de Santiago, llevando sus cenizas en una caja. Aquí el tráiler de la emotiva película y aquí la película completa.

Entre vides y campos de cultivo, enseguida recorrimos los dos kilómetros que nos separaban de Muruzábal, una antigua villa de señorío realengo. En 1407 el rey Carlos III la incluyó dentro del vizcondado creado en favor de su hermano Leonel.

Nada más entrar, nos fuimos directos a la fuente situada a espaldas de su iglesia de San Esteban a refrescarnos y echarnos el agua por encima, tal era el sofoco que llevábamos.

Mientras los demás descansaban a la sombra de los árboles del pequeño parque, me acerqué a ver la iglesia. Una amable señora que custodiaba el templo y sellaba las credenciales se ofreció a darme todo tipo de detalles sobre la iglesia.

Es de construcción gótica de las primeras décadas del siglo XIV, con posteriores ampliaciones. El interior del pórtico se cubre por tres bóvedas de arista y cobija una portada gótica del siglo XIV de acceso al templo, abocinada por cuatro arquivoltas apuntadas y guardalluvia exterior.

En el interior se conserva el retablo mayor de estilo romanista, del siglo XVIII. En él se haya colocada una talla de la Virgen con el Niño, del siglo XVI, procedente de Eunate. La hornacina central alberga dos tallas de los Santos Juanes, de estilo gótico de la segunda mitad del siglo XV. La talla renacentista de Cristo Crucificado corresponde al segundo tercio del siglo XVI.

Me llamó la atención la bonita y detallista maqueta que hay de la Iglesia de Santa María de Eunate, de estilo románico, construida en el siglo XII y muy peculiar por ser de planta octogonal, muy similar a la de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, lo que la ha atado de forma fantasiosa a los caballeros templarios. El Camino Aragonés pasa por ella poco antes de llegar a Obanos.

A la salida, una cruz de hierro a la derecha de la carretera nos indica el lugar del que parte un estrecho camino por el que descendimos entre una tupida vegetación. Por un túnel, pasamos bajo la carretera NA-601 y poco después, tras un pequeño repecho, nos situamos junto a las primeras casas de Obanos.

En una amplia plaza, se encuentra su iglesia de San Juan Bautista, de construcción neogótica ojival, llevada a cabo en 1912, sustituyendo a otra iglesia anterior posiblemente de origen gótico que se conservaba en mal estado y resultaba insuficiente.

La nueva construcción utilizó algunos elementos de la antigua como la portada, los arcos del pórtico y la bóveda del coro colocada sobre el presbiterio. La torre se encuentra adosada a los pies de la nave y consta de un fuste cúbico y cuerpo de campanas con arcos apuntados.

Como estaba cerrada no pudimos contemplar su retablo mayor, dedicado a San Juan Bautista, de estilo neogótico, pero se puede contemplar en este vídeo.

En el camino de salida, pasamos junto a la la Ermita de San Salvador, punto en que se unen las dos rutas jacobeas pirenaicas del camino de Santiago, la procedente de Somport (Camino Aragonés) y la que nosotros seguimos desde Roncesvalles (Camino Francés) y en cuya encrucijada se ha levantado un espigado monumento a los Caminos.

Abandonamos Obanos descendiendo por un camino de tierra, que discurre por entre una plantación de viñas y huertas, paralelo al río Robo, y que pronto nos deja en la entrada de Puente la Reina, en el albergue y hotel Jakue, donde sellamos nuestras credenciales.

Enfrente, junto a una rotonda de la N-111 se ha colocado un monumento al peregrino en el que pueden leerse las palabras de Aymeric Picaud “Desde aquí todos los Caminos a Santiago se hacen uno sólo”.

Cansados y hambrientos, ahora con el grupo de nuevo reunido, buscamos un sitio cercano para comer que tuviese aire acondicionado.

El Asador El Fogón de Etayo reunía los requisitos y en él nos dimos un buen homenaje que puso punto final a nuestra primera parte del Camino, lo que celebramos brindando por poder reanudarlo pronto, total ¡solo nos quedan 672 Km!

Después, unos regresamos a Madrid, mientras que otros decidieron pasar el fin de semana en San Sebastián, buscado su famosa playa para aliviar la asfixiante ola de calor.

Por lo bonito del recorrido y el emocionante e icónico paso del Alto del Perdón, esta ruta se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS