lunes, 25 de febrero de 2019

Excursión X166: El Canal del Cabarrús y Uceda

FICHA TÉCNICA
Inicio: 
Torremocha de Jarama
Final: Torremocha de Jarama
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 19,3 Km 
Desnivel [+]: 211 m 
Desnivel [--]: 211 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
El canal de Cabarrús es una antigua vía de agua, hoy parcialmente destruida, que corría en los términos municipales de Torrelaguna, Torremocha de Jarama y Patones. Se construyó entre los años 1775 y 1799. Llegó a tener 12 kilómetros de longitud y unía las cuencas del río Lozoya y del río Jarama.

Y hasta Torremocha de Jarama nos acercamos para recorrer parte de lo que queda su trazado, en un soleado día que más que de invierno parecía primaveral.

Iniciamos la ruta saliendo en dirección oeste por el camino de Torrelaguna. Unos hitos de madera nos indican que por aquí se va a Santiago de Compostela, pero nosotros pronto nos salimos del camino, para continuar en dirección sur por el Canal del Lozoya o de la Parra, que nos sale a la izquierda.

Es un tramo del canal primitivo del abastecimiento a Madrid que entró en servicio en el año 1858. Comienza en el azud de La Parra y termina en la almenara del Empalme, en las cercanías de la Aldehuela, donde se une al canal Bajo.

Tiene un recorrido de 23,7 km, del que nosotros recorremos entre verdes campos y blancos almendros solo unos 2,3 Km del mismo, a los pocos metros de pasar junto a la almenara de Valdeperote.

Continuamos unos 2 km más por una pista que nos sale con la misma dirección que traíamos. Al rebasar un olivar, giramos a la izquierda, para descender junto a los olivos hasta alcanzar el Canal de Cabarrús, junto a las ruinas de la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad o de Santa María de la Cabeza, a la que me acerco a hacer unas fotos de la que, asegura la tradición, casó la santa mujer, nacida en el barrio de Caraquiz en Torrelaguna, con San Isidro y donde murió, reposando sus restos en este lugar hasta que se trasladaron en 1769 a la Colegiata de San Isidro Labrador de la capital madrileña.

De ella solo se conservan por desgracia la antigua planta de una sola nave con restos del iconostasio, parte de los muros y del arranque del ábside de la cabecera y la espadaña del siglo XVII. Una pena que para restaurar tan histórico lugar no haya dinero o voluntad, o lo que me temo, las dos cosas. 

De regreso al canal, lo recorremos en sentido norte algo menos de 6 Km. Fue en la segunda mitad del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, cuando Francisco Cabarrús, conde de Cabarrús, asesor financiero de la Corona española y prestamista del rey, ideó un canal artificial que aprovechase las abundantes aguas de los ríos Jarama y Lozoya para dedicarlas a usos agrícolas. Cabarrús, que poseía una notable fortuna, adquirió los derechos de las aguas de ambos ríos y puso en marcha el proyecto.

Durante casi 25 años desembolsó casi ocho millones de reales, una cifra muy alta para la época, y vio como el canal iba tomando forma y a su alrededor crecían las huertas y los campos de labor. Los ingenieros responsables de la construcción del canal fueron los hermanos Carlos y Manuel Lemaur. Se construyó como infraestructura auxiliar al canal un total de 12 puentes de piedra, cinco acueductos, una acequia y diez casas de guarda para los vigilantes del canal. Por último, se erigió una gran casa de oficios, que utilizó como vivienda estacional.

El canal se mantuvo operativo hasta 1822, año en que dejó de utilizarse en favor de los extensos cultivos de secano propios de la meseta castellana. En 1880 lo poco que quedaba de las instalaciones fue comprado por el Canal de Isabel II, que mantiene su titularidad hasta hoy.

Nuestro recorrido discurre por la amplia pista, construida sobre lo que fue el canal, entre cultivos y de tiempo en tiempo se vislumbran restos del mismo. Al fondo y a la derecha, vislumbramos la potente casa de oficios, a la que nos acercamos desviándonos a la derecha. Estaba cerrada, por lo que regresamos al canal y continuamos haciendo breves paradas en los pontones y restos de lo que fueron las casas de los guardas del canal, como el de la Ortiguilla, los Borrachos, de la Cañada y de Casa Quemada.

En este último portón, a poco de pasar el acueducto de San Román, abandonamos el canal para seguir a nuestra derecha la carretera M-128. Pasamos pasamos junto a lo que fue la Fábrica de Harinas, otro edificio emblemático heredado del pasado agrícola de la localidad –hoy convertida en lugar de celebraciones–, erigida sobre un molino medieval, junto al río Jarama, en el siglo XIV.

Cruzamos la acequia que daba servicio al molino y por el puente de Hierro, salvamos el río Jarama, para enseguida dejar la carretera a nuestra izquierda y ascender por el empedrado camino de la Varga, que cuan calzada romana, remonta en un continuo zigzag la empinada cuesta que nos lleva a Uceda, justo donde se ubica lo que queda de la antigua iglesia románica de Santa María de la Varga.

Construida en la primera mitad del siglo XIII siguiendo una traza románica, aunque en su arquería se percibe la influencia del gótico. En el siglo XVIII, durante el barroco, sufrió una reforma destacable en el absidiolo meridional. No sé si el tener un cementerio en su interior o por el estado medio ruinoso del recinto, pero se presta a ser el escenario de una película de misterio, con fantasmas y ánimas pululando a media noche entre la niebla.

Continuamos hasta la nueva Iglesia Parroquial NuestraSeñora de la Varga, ésta del siglo XVI. En no de los bares de sus proximidades nos paramos a tomar unas cervezas con algunos aperitivos, e incluso a lgunos les dío para una cabezada. 

El regreso lo realizamos volviendo sobre nuestros pasos hasta alcanzar de nuevo la fábrica de harinas, donde seguimos por la derecha. Bordeamos la que fue Casa de la Barca, ahora en ruinas, girando a la izquierda para ir a buscar un pequeño tramo del Canal de Cabarrús, totalmente desmantelado. Lo dejamos para seguir por la carretera que atraviesa la urbanización El Retiro.

Por la M-128, la carretera de Uceda, entramos en Torremocha, pasando junto a la singular fuente de las Tinajas y la Parroquia de San Pedro Apóstol, templo románico que fue construido en piedra con bóveda de medio cañón en el siglo XIII sobre la base de una torre defensiva. Posteriormente, durante el XV, el XVI y el XIX, sufrió varias remodelaciones y ampliaciones, descubriéndose en 1986, en el ábside unas de las pinturas murales de estilo gótico más importantes de la Sierra Norte.

Por toda la historia que esta ruta recorre, además de su idoneidad para todo tipo de público, se merece ser calificada con 4 estrellas.
Paco Nieto

lunes, 18 de febrero de 2019

Excursión X165: La Najarra desde la Ermita de San Blas

FICHA TÉCNICA
Inicio: 
Ermita de San Blas
Final: Ermita de San Blas
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 17,2 Km 
Desnivel [+]: 1125m 
Desnivel [--]: 1125 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN

La Najarra es la última cumbre del extremo este de la cuerda larga y con ella finalizan en esa zona las cumbres superiores a los 2000 metros de la zona este de la sierra de Guadarrama. Se le considera el lugar donde limitan la Cuerda Larga y la sierra de la Morcuera, dos cordales con una orientación muy similar.

Su cima, situada a 2120 metros de altura, es uno de los más sencillos y asequibles dosmiles de toda la cordillera. A ella Vicente Aleixandre, quien pasó largas temporadas en Miraflores de la Sierra, el pueblecito madrileño enclavado en la base de la montaña, le dedicó estos versos extraídos de su poema 'Adiós a los campos':

Montaña hirviente que en su entraña, sólo piedras agita... Desde esta cima solitaria os miro, campos que nunca volveréis por mis ojos, piedra de sol inmensa, entero mundo, y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.

Pero como la senda que hace esta cumbre asequible, que remonta poco más de 300 metros desde el puerto de la Morcuera, nos parecía muy sencilla elegimos iniciarla desde la Ermita de San Blás, para así tener un desnivel cercano a los 1200 metros, puro masoquismo.

Para ello nos acercamos a Soto del Real y cogiendo la carretera que sube a Miraflores de la Sierra, nos desviamos, pasadas cuatro rotondas, hacia la izquierda, siguiendo el Camino de Cruz de Toribio, que dejamos más tarde para seguir a la derecha en dirección a la Hacienda Jacaranda, continuando una vez llegada a ella, hasta las inmediaciones de Ermita de San Blas. 

Echamos a andar junto a la entrada de la finca El Nogalejo, para en dirección oeste seguir el Camino de la Peña del Madroño. A pocos metros cruzamos el arroyo de San Blas, casi sin darnos cuenta, y poco después vadeamos el arroyo de los Eriales, ambos con poca agua.

Frente a nosotros, el inconfundible perfil de la Pedriza, con parte de la Cuerda Larga nevada. A 1,5 km del inicio, enlazamos con el camino forestal de San Blas, internándonos con suave pendiente en un bosque cada vez más denso de pinos y algún que otro roble. Dejamos las ruinas de lo que parece haber sido una casa a nuestra derecha, ahora en ruinas.

El camino realiza una amplia curva a la izquierda cruza el arroyo del Mediano Chico y pasado un portón, disfrutamos de una preciosa vista del Hueco de San Blas, señalizado por un hito del Parque Nacional del Guadarrama como Puerta del Hueco de San Blas.

Aquí cambiamos de dirección hacia el noroeste, internándonos de nuevo en el pinar, al poco un claro da paso a unas rocas que hacen de magnífico mirador natural, con toda la Pedriza oriental a nuestro alcance.

Dejando a nuestra derecha lo poco que queda del desmantelado retén de Miraflores, un cobertizo con mesas que no entendemos por qué lo han demolido, dejamos el camino para desviarnos a la derecha para seguir una pequeña vereda que remonta con algo de más pendiente la ladera de la Plata hasta alcanzar la Majada de la Porra, donde hay unas jaulas para regular la población de cabras, permitiendo su captura para reubicarlas en otros lugares sin tanta sobrepoblación.

Desde aquí se inicia la parte más dura de la ruta, primero ascendiendo por unas zetas entre rocas, que afortunadamente tras cruzar un par de arroyos de bonitos entornos, da paso a un largo trecho horizontal, en dirección este, que permite recuperarnos antes de iniciar el último tramo, con una pendiente de hasta el 36% antes de alcanzar la cumbre de La Najarra.

Desde su vértice geodésico admiramos una de las vistas más inéditas del Guadarrama y que se extiende desde la alejada Maliciosa hasta los montes de Canencia. Hacia el sur, el roquedo pedricero, el embalse de Santillana, los llanos de Colmenar, el Pardo y, en el horizonte, las Cuatro Torres. Hacia el norte, el frontón de los Montes Carpetanos, que culminan con las alturas del Peñalara, toda cubierta de nieve.

Tras tomarnos los bocadillos a resguardo del viento, iniciamos el descenso, buscando la senda Santé, que en dirección este desciende con fuerte pendiente hasta alcanzar el camino del Monte Aguirre, pasando previamente por el Pinar del Umbrión, con impresionantes vistas de Miraflores de la Sierra y su pequeño embalse.

Cruzamos un arroyo y continuamos el descenso, pasamos junto a la fuente de la Parada del Rey, enlazando con el camino del Puerto de la Morcuera, y un poco más adelante con el Cordel del Puerto de la Morcuera, coincidente con el PR-12, que nos llevó a la Ermita de San Blas y siguiendo el GR-10, alcanzamos el lugar donde habíamos dejado los coches. 

La aventura para buscar un bar abierto en Soto del Real para celebrar la finalización de esta ruta, fue más larga que la subida, acabando en la plaza de Manzanares el Real, donde celebramos además el inminente cumpleaños de Jorge.

Por lo singular de esta ruta y su gran dificultad, se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 4 de febrero de 2019

Excursión X164: Los Molinos del río Cofio

FICHA TÉCNICA
Inicio: 
El Pimpollar
Final: El Pimpollar
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15 Km 
Desnivel [+]: 374 m 
Desnivel [--]: 374 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
El río Cofio es un afluente por la izquierda del Alberche -este, a su vez, tributario del Tajo-. Discurre por las provincias de Ávila, en la que tiene su fuente, y de Madrid, donde desemboca en el embalse de San Juan, construido sobre el río Alberche. Su recorrido sigue, en líneas generales, la vertical norte-sur y se extiende a lo largo de 51 km.

Antaño era conocido como el río de los Molinos. Nace en la unión de los arroyos de Valtravieso y de las Herreras, en la sierra de Malagón, y hace de frontera entre Santa María de la Alameda y las Navas del Marqués a lo largo de cinco kilómetros, que se recorren en esta ruta en la que conoceremos siete molinos, o lo que queda de ellos.

Para ello nos acercamos en coche a la urbanización El Pimpollar, junto a la estación de Santa María de la Alameda, que es el término más septentrional de la comarca “Sierra Oeste” de Madrid, en los límites de Ávila, Segovia y Madrid.

Echamos a andar cruzando por encima el túnel del ferrocarril, caminado en dirección norte por una amplia pista entre pinos hacia el Molino Nuevo, en la zona conocida como La Grulla.

Los charcos del camino completamente congelados dan idea de las temperaturas nocturnas que estamos teniendo. A poco más de un kilómetros nos encontramos las primeras casas del Molino Nuevo, dejamos una fuente a nuestra izquierda y llegando a la zona de La Palomilla, donde nos desviamos a nuestra izquierda para acercarnos a ver una acequia utilizada para el riego de las fincas colindantes, separadas unas de otras por anchos muros de piedra.

De regreso al camino, continuamos el paseo sin cambiar de dirección por la zona conocida como La Cabrera, contemplando prados en los que pastan unas tranquilas vacas con sus terneros. Al llegar a una bifurcación, continuamos por la pista de la izquierda, que nos lleva directamente al río Cofio, justo al vado que en condiciones normales permitiría el paso al otro lado del mismo, pero que hoy era imposible de cruzar sin llevarse un buen remojón.

Tocaba pues, buscar el puente que a unos 700 metros río arriba nos permitiría pasar a la otra orilla del río. Retrocedemos para ello y seguimos la pista que traíamos, que entre pinos y enebros se aleja del río siguiendo una cerca de piedra, que tenemos que saltar al poco de cruzar un arroyuelo, para no alargar en exceso el encuentro con el puente sobre el Cofio de la carretera AV-P 308, que va de las Navas del Marqués a Pequerinos. En él nos hacemos la foto de grupo.

Nada más cruzar el puente, giramos a la derecha para contemplar los restos del primer molino de la ruta, del que queda el cubo -muy cegado- y parte del canal (caz). Unos metros más arriba contemplamos la unión del arroyo Valtravieso y el de las Herrreras,punto donde nace el río Cofio. El paraje es de gran belleza y merece la pena llegar hasta él.

Regresamos hacia la carretera, dejando ahora el molino a nuestra izquierda. Cruzamos la carretera y andamos unos 200 metros por ella, abandonándola por la izquierda para seguir una pista que entre prados con vacas, que nos miraban desafiantes, se acerca al río justo por el punto donde intentamos vadearlo. Como ya había hambre, sentados en unos troncos paramos a comernos los bocadillos.

Continuamos acompañando al río en su descenso por la margen derecha del mismo, del que nos separamos unos metros para saltar un muro de piedras. De nuevo en la orilla del río, nos sorprende contemplar una estupenda poza que forma el río en uno de sus meandros.

Al rebasar el siguiente recodo, hallamos entre pinos resineros, chopos, sauces y fresnos ribereños las ruinas del segundo molino de la jornada, el molino de la Palomilla, con restos de lo que fue el edificio principal, de la regadera, en forma de pozo vertical que acaba en un ángulo muy pronunciado que es el que dirige el agua y le da velocidad, antes de encauzarla de nuevo hacia el río.

Tras las fotos pertinentes, continuamos el descenso. El río en ensancha al llegar a unos bonitos lanchares graníticos formando pequeños saltos y pozas que le dotan de gran belleza a este paraje de verdes ribazos, donde a duras penas se distinguen las ruinas de los llamados molinos Juntos, el tercero de nuestro recorrido.

Pocos metros más abajo llegamos al Molino Nuevo, el que mejor estado de conservación tiene. La regadera y tramo de caz hasta la rampa es espectacular, empedrado con el antiguas piedras de moler. Aún son reconocible sus instalaciones, aunque penosamente se sostienen las paredes. Se pueden ver incluso las piedras de moler en su sitio, se entrevén las aspas y su sistema de movimiento por el agua y la salida de aguas al río.

Poco después nos asomamos entre zarzas y escombros al interior del molino de la Fabriquilla, con su caz muy deteriorada y acabada en rampa, el quinto molido del día.

Continuamos el descenso, y nos cruzamos con el Arroyo de Poveda o del Trampal, que remontamos un poco para observar sus bonitos saltos de agua y poder vadearlo más fácilmente.

Pasamos bajo el colosal viaducto del ferrocarril Madrid-Ávila, junto al cual podemos contemplar los restos de una construcción donde hay un sorprendente dibujo de un Oso.

A pocos metros nos topamos con los restos casi irreconocibles del molino del Prao Mora, el sexto, también acabado en rampa.

Entre pinos, chopos, sauces y fresnos ribereños cruzamos el arroyo de la Palomera, alcanzamos un puente de cemento que comunica con la urbanización del Pimpollar, pero lo ignoramos para continuar el descenso del Cofio por la misma orilla derecha que traíamos.

Justo donde el río realiza un cerrado meandro a la izquierda, cruzado el arroyo Robledillo y contemplamos los bonitos saltos de agua nada más finalizar el meandro, poco antes de alcanzar el séptimo y último resto de molino del día, apenas perceptible, su caz en rampa es sin embargo bien visible. así como el desagüe, tapado con grandes losas de granito.

Proseguimos por una senda paralela al río que pronto da a una robusta cerca de alambre que delimita una finca, teniendo que avanzar dificultosamente entre ella y el río. Pasamos el arroyo de los Bocinos mientras la vegetación se hace cada vez más espesa.

Nuestro empeño de llegar hasta la desembocadura del del río Aceña al Cofio, se ve truncada a poco más de 700 metros de conseguirlo por las zarzas y matorral que nos impiden proseguir.

Desandamos parte del camino, pasando junto a una puerta que a la ida no vimos que da acceso libre a la otra parte del vallado, pero ya era tarde y nos quedamos sin ver el encuentro de los dos ríos.

Pasado de nuevo el arroyo de los Bocinos, para enseguida desviarnos a la derecha, cruzamos el río Cofio por una pasarela y ascendemos por las calles situadas al este del Pimpollar hasta alcanzar el aparcamiento donde habíamos dejado los coches.

Las cervezas de celebración nos las tomamos en el bar de Santa María Estación, dando así por finalizada esta ruta que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS