domingo, 25 de septiembre de 2022

Excursión X361: Canencia por el Cerro del Cuclillo y Peña de los Altares

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Canencia
Final: Canencia
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 14,4 Km
Desnivel [+]: 517 m
Desnivel [--]: 517 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Bueno después de diferentes cambios de planes al final Carlos propuso ir hacia la zona de Canencia.

Hoy es la primera ruta del otoño. Por fin comienza a hacer mas fresquito, que se agradece bastante. Se levanta un día despejado, precioso, con algo de viento. En esta ocasión vamos 3 y 2 perritas.

Salimos muy puntuales de Madrid, y al pasar por Soto del Real, Carlos propone ir a comprar pan. Y como le apasiona este manjar tiene localizadas las buenas tahonas.

Subimos al Puerto de Canencia, y en el km 12 de la carretera M-629, a la altura del Puente del Vadillo, aparcamos el coche.

Pasamos una cancela y seguimos una pista forestal. Nos encontramos con una curiosa fuente, el agua va cayendo a un lavabo, dudo mucho que puedan beber los animalitos pequeños.

Llegamos a un cruce, dejamos la pista a la izquierda y seguimos por otra menos marcada a la que le sigue una senda más estrecha. Al principio está definida, pero después hay zonas tapadas por retamas. Vemos que hacia el río hay pequeños caminitos, probablemente utilizados por animales para bajar a beber al Arroyo Canencia.

Es una zona rica en pinos, pero también encontramos algún abedul, tejos y robles. Hay varios miradores desde donde tenemos unas vistas estupendas de la Altos de Hontanares, con los cerros del Espartal y del Águila como elevaciones mas destacadas

La senda se termina perdiendo. Lo previsto era subir por un cortafuegos que se veía en el mapa, pero estaba tomado por la vegetación. Subimos campo a través, y nos encontramos con varias vacas con cara de pocos amigos que provoca que las perritas se pongan inquietas.

Cruzamos una pista forestal y subimos por un cortafuegos bastante ancho y muy limpio. Según vamos ganando altura las vistas son preciosas.

Carlos ante las dudas que surgen sobre cuales son los picos que se pueden divisar desde aquí, consulta la app Peak Finder, y esta nos desvela cada uno de ellos: Puerto de Somosierra, Cebollera Vieja o Pico de las Tres provincias, El Cerrón, Santuy, Pico del Lobo, entre otros.

Al llegar al Cerro del Cuclillo, se amplían las vistas, con prácticamente toda la cuerda de los Montes Carpetanos. Se distinguen el Collado de la Flecha, el pico de la Flecha, Puerto de Malangosto, Peñas Crecientes, Peñalacabra, pico del Nevero, Puerto de Navafría, Cuerda de los Reajos, etc, y también sus famosos hoyos: Cerrado, Borrascoso (o Berrocoso) y Pinilla, donde se encuentran las lagunas glaciares.

Bajamos hacia el Prado del Toril. Son unas praderas amplias con bastante vacas y terneros. Entramos en el tentadero, es bastante grande, con buenas paredes de piedras y con burladeros formados por unas grandes lanchas . Aquí hacemos un alto para tomar un tentempié.

Continuamos atravesando prados y bajamos por un pequeño cortafuegos, al llegar a la primera pista forestal que lo cruza nos desviamos a la derecha,  atravesamos el arroyo del Toril, casi sin agua. Vamos hacia un mirador con unas amplias vistas.

Seguimos bajando hasta encontraros con El PR-M12. Nos refrescamos en la fuente del Hornillo. Pasamos por el Centro de Educación Ambiental y Albergue del Hornillo, que está abandonado, es una pena que no se realicen actividades educativas, tanto dinero gastado para echarlo todo a perder.

Pasamos por el área recreativa del Puerto de Canencia, atravesamos el aparcamiento que se encuentra en ella y tomamos el PR-M28 (camino de Miraflores de la Sierra).

Pasamos por la majada de Navasaces, en collado Cerrado, a la derecha podemos ver Cabeza Braña, y hacia el sur las elevaciones más altas de la zona del Pendón, en las proximidades de la localidad de Bustarviejo, como el propio cerro del Pendón o Cabeza Arcón. 

Cerca de ellas, en esa misma cuerda, comenta Carlos que hay una roca con una oquedad en su interior en la que podrían caber varias personas, Peña Hueca se llama. Seria curioso acercarse un día a conocerla.

Llegamos a una bifurcación, a la derecha se sigue por el PR-28 y nosotros seguimos por el camino de Miraflores de la Sierra. En la fuente del Arroyo de los Cortados volvemos a refrescarnos, dudamos en comer en este lugar, pero al final decidimos continuar.

En el pinar hay una luz preciosa que da unos toques mágicos a los helechos, comienza la coloración del otoño, el verde habitual va dejando paso a los amarillos y ocres.

Seguimos hasta las Peñas de los Altares, la toponimia define muy bien la zona. No hay una cumbre clara, es un canchal.

Echándole un poquito de imaginación y fantasía, algunas lanchas podían haber servido de “altares” para ritos ancestrales. Desde aquí podemos observar en primer plano el Alto de Hontanares, en segundo plano los Montes Carpetanos, y entre ambos cordales se encuentra el Valle del Lozoya.

Descendemos por una senda poco marcada, y después por un cortafuegos. Vamos en busca del arroyo del Sestil de Maillo. En esta ocasión se puede cruzar sin ningún problema, apenas baja agua, pero con el deshielo se pone bravo y se complica vadearlo. Junto a este arroyo se encuentra el puente medieval del Vadillo, muy tapado por la vegetación.

Cruzamos la carretera y llegamos al coche. Pero decidimos acercarnos a ver la Casa Forestal de los Collados. Está en un entorno precioso. Como todo el resto de estas construcciones. Es una pena que se desaprovechen.

Nos subimos a comer al área recreativa del Puerto de Canencia. Disfrutamos de un momento estupendo y con una buena charla.

Pero aquí no acaba la cosa. Carlos nos hace una propuesta tentadora y nos vamos a Tres Cantos a tomar un café con unos bizcochos exquisitos de limón con almendras y de naranja con crema, estaban de rechupete. Un colofón perfecto.

Por descubrir sendas nuevas en zonas ya conocidas, por la compañía y por la temperatura otoñal le doy una calificación de 4 estrellas.
Flor Valverde

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Excursión X360: Pinturas Rupestres y Castro Celta de El Raso

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Castro Celta de El Raso
Final: Castro Celta de El Raso
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 9,6 Km
Desnivel [+]: 292 m
Desnivel [--]: 292 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 5

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para nuestra tercera y última ruta por la zona sur de la Sierra de Gredos elegimos una ruta cercana a la casa rural donde habíamos pasado estos tres últimos días y, además, corta para que nos permitiera regresar a Madrid con buena hora, y ésta por el Raso parecía reunir estas condiciones.

Tras desayunar y recoger la casa, nos acercamos a El Raso, humilde pueblo que aglutinó en el siglo pasado a la desperdigada población diseminada por las laderas del monte de la zona comprendida entre las gargantas de Chilla y Alardos.

Por la estrecha carretera que viene de Candeleda, llegamos al aparcamientos del Castro Celta de El Raso, enseguida nos calzamos las botas y seguimos la amplia y plana pista que en dirección noroeste se dirige hacia el Castro, pero poco nos duró la tranquilidad, porque enseguida el track nos marcaba abandonarla para continuar por la empinada senda que sale a la derecha.

Sin calentar, en frío, las piernas se resienten ante la imponente subida, paralela a las ruinas de lo que fue la extensa muralla de piedra que defendía el poblado. Menos mal que el tramo no es muy largo y al poco estábamos en lo más alto de la muralla, donde se situaba una torre de más de 7 metros, la de mayor envergadura de todo el recinto fortificado.

Nos llama la atención que después de 24 siglos sea reconocible, al igual que el foso defensivo que rodeaba la muralla, que tenía 14 metros de anchura por 3 de profundidad.

Tras leer los carteles informativos, donde se cuenta cómo debía ser la muralla, continuamos por el sendero que en dirección norte asciende entre helechos, jaras y tomillos hasta introducirnos en un espeso bosque de pinos, que a media ladera, enlaza con un robledal con bellos ejemplares, en la zona conocida como Mogorro del Vilano, antes de cruzar el arroyo Freillo, que sin agua, no ofrecía ninguna dificultad el cruzarlo.

Continuamos recorriendo la agradable vereda hasta alcanzar la alambrada que rodea el poblado de la Majada de Braguilla.

Paralelos a ella ascendimos a la pista que se dirige hacia el sureste, coincidente con el GR-293, el sendero de gran recorrido que rodea los espacios naturales de Sierra de Gredos y del Valle de Iruelas, desde El Raso hasta El Barco de Ávila, ruta a la que llaman A Vueltas con Gredos.

Tras una prolongada curva, llegamos a nuestro primer objetivo, las pinturas rupestres de Peña Escrita, situadas en el Risco de la Zorrera, descubiertas en 1986, en un cobijo natural, al que se accede por unas escaleras de hierro, se encuentran un grupo de pinturas en dos paneles sobre las rocas, protegidos por unas rejas, con representaciones de arte esquemático que datan del 3000 a. C, entre el período Calcolítico y la Edad del Bronce.

Representadas, principalmente en colores rojo violáceo y siena claro, se muestran figuras humanas, de animales y vegetales, además de signos no identificables pero comunes a otras pinturas rupestres en otros puntos de la Península, lo que demuestra que existía un sistema de signos que podían ser comprendidos por poblaciones distantes.

Hechas las fotos de rigor, regresamos sobre nuestros pasos hasta alcanzar de nuevo la majada de la Braguilla Cimera.

Allí entramos a visitar la antigua y recuperada majada tradicional de pastores que se ha reconstruido en el 2007, con sus chozos y cabañas, en homenaje a la dura forma de vida de los cabreros en esta Sierra.

Continuamos el descenso, en agradable paseo, por la pista del GR-293 en dirección norte, deleitándonos con todos los picos de la cara sur de Gredos, con el Almanzor por encima de todos, más cercanos, destacaban dos picos casi gemelos a los que llaman las Tetas, motivo más que suficiente como para despertar la imaginación y la ironía del grupo.

La pista está salpicada de estupendos ejemplares de robles, deja a nuestra izquierda otro chozo de cabreros, junto a construcciones más modernas, y tras una curva, alcanza el arroyo del Pinillo, que nace en la Mogorra del Helechal y entrega sus aguas, muy cerca de aquí. a la Garganta de Alardos.

Junto a su puente tomamos el tentempié de media mañana, que nos dio fuerzas para continuar descendiendo, en suave pendiente, por la pista, que a media ladera sigue la orografía de la Garganta de Alardos.

Pasamos al lado de un hermoso robledal y, tras una de sus muchas curvas, alcanzamos el arroyo Freillo, junto al cual hay una fuente bien acondicionada con pilastra en piedra, con un caño del que manaba un hilo de agua, y a su lado un pilón.

Un par de curvas más y llegamos al castro de El Raso o del Freillo, que fue un asentamiento vetón, de la Edad del Hierro. Consta de varios recintos distribuidos en tres zonas próximas entre sí, abarcando una superficie total de unas 20 ha, protegidas por una muralla de 2 Km de longitud.

Parte de los hallazgos arqueológicos encontrados se encuentran en el Museo de Ávila, constituyendo lo que se denomina el tesorillo de El Raso, compuesto por algunas piezas y monedas de plata.

En el castro se ha rehabilitado dos de las viviendas para dar cobijo a un centro de interpretación que ofrece información sobre el yacimiento.

Se encuentra en una destacada posición sobre la garganta de Alardos que le sirve de foso, su parte alta está totalmente protegida por un fortín y hacia la llanura conserva restos de una muralla.

Esta estratégica posición permitía controlar la parte baja y los accesos a los pastos de la Sierra de Gredos.

Ocupado desde finales del siglo III a. C. hasta mediados del siglo I a. C., momento en que se abandona de forma forzosa, debido a la conquista romana en época de Julio César. A partir de este momento la mayor parte del poblado es destruido y sus murallas inhabilitadas por los romanos lo que hace que sus habitantes se vean obligados a trasladarse a las zonas llanas del valle, dando lugar al progresivo abandono del lugar.

Tras la visita, regresamos al aparcamiento, iniciando el regreso a Madrid. En el restobar La Parada del camping Alardos de Madrigal de la Vera paramos a comer estupendamente y celebrar como se merecían estos tres días de rutas por la zona sur de Gredos, llena de encantos paisajísticos y culturales, que bien se merece 5 estrellas. 

Gracias Teresa a ti y a tu hermana por hacerlo posible.
Paco Nieto

martes, 20 de septiembre de 2022

Excursión X359: Santuario Ntra. Sra de Chilla - Barranco de Chilla

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Santuario Ntra. Sra. de Chilla 
Final: Santuario Ntra. Sra. de Chilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14 Km
Desnivel [+]: 759 m
Desnivel [--]: 759 m
Tipo: Ida y vuelta
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para nuestro segundo día de rutas por Candeleda teníamos previsto subir, en una ruta de ida y vuelta, a la Peña de Chilla, situada al sur de la Sierra de Gredos, que con sus 2.005 metros de altura vigila el acceso al pico Almazor por su cara meridional.

Tras desayunar como señores, con zumo de pomelos recién cortados del árbol, nos acercamos al cercano Santuario de Nuestra Señora de Chilla, a 6 km de Candeleda, lugar de inicio de la ruta y donde esperaríamos la incorporación de un compañero que venía desde Torrelodones.

Mientras tanto visitamos la fuente de los Cuatro Caños y el Santuario, en el que tiene lugar destacado la Virgen de Chilla, patrona del pueblo de Candeleda, a la que procesan en romería todos los años en la segunda semana del mes de septiembre.

Cuenta la leyenda que dicha Virgen se le apareció al pastor Finardo mientras este cuidaba su ganado.

Al contar la noticia en el pueblo, se decidió construir la Ermita en el lugar que indicó el pastor, el lugar dónde se le había aparecido días antes la Virgen, resucitándole la cabra que se le había muerto días antes. En su interior, unos carteles junto a grandes pinturas narran cada una de la apariciones de la Virgen.

Una vez todos reunidos, recorrimos la bonita y colorida Senda del Agua, que rodea el Santuario, con varias fuentes y bellos rincones floridos.

Al llegar a la fuente de los Ojos, visitamos la Piedra de la Apariciones, una gigantesca roca circular en forma de mesa, que según cuentan, al apoyar las manos sobre ella, se perciben vibraciones.

Lo hicimos y no sabemos si por sugestión nuestra o porque en verdad vibra, lo cierto es que algo notamos.

Junto a la piedra surge un sendero en cuesta, por detrás de un anfiteatro en piedra, que enlaza con una agradable pista por la que seguimos en dirección oeste.

Desdeñamos un primer desvío a la derecha, pero no el siguiente, que remonta la empinada ladera haciendo unas cuantas zetas hasta alcanzar, tras un atroche, el collado de Chilla.

El collado nos da un respiro antes de seguir rectos hacia el norte por otro empinado atajo que nos libra de otra cerrada curva. Caminamos por un mar de altos helechos en los que el verde y el ocre, de los más secos, parecen combinarse para ofrecernos unas relajantes vistas que nos haga sobrellevar mejor la pendiente.

Un solitario e imponente roble nos regaló su preciada sombra donde tomar algo de resuello. Tras el breve descanso, que nos sirvió para reagruparnos, continuamos hasta la fuente del Collado de Chilla, un largo abrevadero con un caño del que manaba abundante agua.

El collado es un cruce de caminos, unos hacia el este, buscando el arroyo Remolinos, el nuestro, hacia el norte, hacia el Barranco de Chilla y las cumbres que rodean el Almanzor. Una gran roca con un hito nos indica el camino a seguir.

El agreste sendero se va acercando lentamente al Barranco de Chilla, entre helechos y esporádicos robles cuya sombra agradecemos porque el sol aprieta sin una sola nube que lo aplaque.

Bajo uno de estos hermosos robles paramos a tomar el tentempié de media mañana y con reanudadas fuerzas continuamos por el sendero, en el que estuvimos que estar atentos para no pasarnos un desvío a la derecha tras cruzar un regato seco.

De seguir por el sendero que llevábamos, hubiésemos bajado irremediablemente hacia el barranco, en lugar de seguir por la loma.

Al poco, llegamos a un manantial, del que brotaba un hilillo de agua, que ahora no apreciamos, por llevar suficiente, pero que a la vuelta nos sirvió para rellenar las exiguas cantimploras.

Pasamos junto a unos corrales y chozas en ruinas, testigos mudos del cambio de los tiempos y del abandono del pastoreo. Un poco más adelante, en la Vega de la Zarza, el sendero se acerca al barranco, dejando ver sus increíbles pozas de aguas turquesa.

Cruzamos una zona muy húmeda y verde, en la que un arroyo forma un manantial con abundante agua. Fue aquí donde la mitad del grupo decidió regresar para que no se les hiciera muy tarde. Luego nos contaron que pararon a tomarse el bocadillo junto a una de esas pozas que habíamos visto desde el sendero.

El resto continuamos remontando el barranco, que nos queda a nuestra izquierda, muy cerca, pero sin llegar a su lado. Se nos hizo largo el encuentro con el agua, cada vez que parecía que llegaríamos al barranco, el sendero se alejaba un poco de él.

Cruzamos el Regajo Luengo por un paso con grandes piedras, de frente, como si falsamente estuvieran cerca, se alzaban las desafiantes cumbres, con el Almanzor como punta de lanza asomándose a todas las demás.

Abajo a la izquierda la Garganta de Chilla y de frente los picos más altos de la Sierra de Gredos. No se puede pedir más.

Al poco, llegamos a la Vega del Enebral, una zona de vivacs, muy abandonados y llenos de matorral, se ve que poca gente se ha resguardado ahí últimamente.

De pronto, la senda tuerce hacia la izquierda, siguiendo el meandro que forma el río, señal de que ya estamos llegando al punto de cruce con él.

El sonido del agua se va haciendo más intenso, hasta que, detrás de unos riscos, nos topamos con el agua descendiendo entre grandes rocas y cayendo en una preciosa poza, en la que no dudé zambullirme enseguida.

El agua transparente y cristalina estaba helada, gélida como hace tiempo no la había sentido, cortaba la respiración, pero me vino muy bien para quitarme de inmediato todo el calor acumulado durante el ascenso. El resto, se conformó con remojar los pies.

Tras tomarnos los bocadillos en tan incomparable marco, vimos cómo las nubes se fueron oscureciendo amenazando tormenta. Fue el momento de tomar una decisión, o continuábamos el ascenso hasta la Peña de Silla, para la que nos faltaban más de 600 metros de desnivel y unos dos kilómetros de recorrido. o bien nos dábamos la vuelta antes de que la tormenta nos alcanzase.

La prudencia se impuso y decidimos retornar a la vista de cómo se estaba poniendo el cielo. Recogimos y nos marchamos deshaciendo el camino por donde habíamos venido, eso sí, a mucha más velocidad, porque a cada trueno, acelerábamos el paso.

Las cumbres se ensombrecieron con la oscuras nubes, dándonos la razón por nuestra sabia elección. Tendremos que volver a intentarlo en otra ocasión.

Con la premura impuesta por la tormenta, el descenso se nos hizo más corto y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos en las cercanías del Santuario. Un par de trochas para evitarnos las revueltas de las zetas, contribuyeron de hacer más corto el camino de vuelta y pronto llegamos de nuevo a la explanada donde se levanta la ermita.

Un baño en la piscina y una estupenda barbacoa en la casa rural pusieron el punto final a esta excelente jornada, que bien merece 5 estrellas.
Paco Nieto