lunes, 29 de junio de 2020

Excursión X228: Ojos del río Moros y Montón de Trigo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Majavilán
Final: Majavilán
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 13,8 Km 
Desnivel [+]: 874 m 
Desnivel [--]: 874 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Uno de los placeres añadidos a los de realizar rutas por lugares conocidos es contemplar la cara de asombro y felicidad de los que los descubren por primera vez. Y en parte, eso es lo ibamos buscando cuando planificamos subir al Montón de Trigo para que algunos del grupo lo conocieran, entre ellos Nacho, que nos acompañaba por primera vez. ¡Bienvenido!

Ns reunimos en el aparcamiento de Majavilan, situado en Las Dehesas de Cercedilla, el último accesible después del de Casa Cirilo. Hasta la cónica cumbre teníamos que superar unos 750 metros de desnivel, ¡ahí es nada!

En dirección noroeste echamos a andar, siguiendo la carretera, para en la primera curva, dejarla por la senda que surge de frente, cruza el arroyo de Majavilán y se adentra en el bosque, pasado un portón, hasta conectar con el Camino Viejo de Segovia.

Al poco, cruzamos de nuevo el arroyo de Majavilán, casi seco a estas alturas del año, continuando el ascenso, ahora en dirección noreste. Entretenidas pastando entre helechos, unas vacas en el camino ni se inmutaron a nuestro paso. Unos metros más arriba, abandonamos el Camino Viejo de Segovia, para seguir por la senda que sube al Collado de Marichiva.

En el Hoyuelo nos dimos un respiro, parando a beber agua e intentar reagruparnos. Un último esfuerzo nos plantó en el Collado de Marichiva. Hasta aquí habíamos ascendido, en poco más de 2 km, unos 380 metros, más o menos la mitad de lo previsto en este primer tramo. Momento que aprovechamos para darnos un corto descanso.

Este collado, situado a una altura de 1.750 metros, se encuentra entre Peña Bercial y Peña del Águila y en él confluyen varios caminos, además del nuestro, la Vereda del Infante y GR-10, la Calle Alta, la senda de la Peña, el camino que baja al valle del río Moros y la Senda Tirobarra.

Tras cruzar por una cancela el muro de piedra que separa Segovia de Madrid, continuamos por la Senda Tirobarra, que en dirección noroeste se interna en un hermoso pinar salpicado de helechos que nos protegía de los rayos solares, haciendo muy agradable esta parte del trayecto.

A unos 300 metros del collado, cruzamos el arroyo de las las Tabladillas, también llamado del Tejo, y que, a poco menos de 2 km más abajo, desemboca en el embalse del mismo nombre.

Desde este punto, la senda pierde pendiente y, casi plana, va rodeando la loma de Peña Bercial y el Minguete por el Barrancón, la parte alta del Valle del Río Moros. Unos bellos caballos, en mitad de la senda, nos obligaron a rodearlos, porque no hicieron ningún amago de moverse de allí.

Algunos claros entre los altos pinos nos dejan ver, a nuestra izquierda, los dos embalses del valle, el mencionado del Tejo, y el de El Espinar, o Vado de las Cabras, mientras que de frente, aparecía y desaparecía nuestro gran objetivo de hoy, la imponente pirámide del Montón de Trigo.

Pasada una gigantesca pedrera, alcanzamos los manantiales donde nace el río que da nombre al valle, y que al ser dos, son llamados los Ojos del río Moros. Junto a su cristalina agua paramos a tomarnos el tentempié de media mañana, justo a las 12, la hora del ángelus.

Repuestas las fuerzas, reanudamos la marcha hacia el collado de Tirobarra, encontrándonos, nada más empezar, con una fuerte pendiente por la ladera de la Loma de los Ojos, arropados por el denso pinar, único consuelo, que nos hace pensar que sin la sombra que nos proporciona, todavía podía ser peor.

Superado el tramo boscoso, la senda se abre a un claro de excelentes vistas hacia el valle, desde el que se contemplan los embalses de El Espinar o Vado de las Cabras, el más cercano a nosotros, y más abajo, el del Tejo o las Tabladillas.

Desde allí, enseguida llegamos al Collado de Tirobarra, situado a 1.984 metros, entre el Montón de Trigo y la Pinareja, la frente de la Mujer Muerta, con amplias vistas hacia Segovia y al valle del río Moros.

La toponimia serrana está cuajada de nombres curiosos que hacen referencia a sus moradores, a su naturaleza o a las actividades en ella llevadas a cabo, algunas tan extrañas como el antiguo deporte del tiro de barra o tirobarra.

La actividad consistía en lanzar una barra de hierro de unos 7 kg lo más lejos posible, al estilo del lanzamiento de martillo olímpico o de jabalina. La práctica de este deporte en este collado puede estar relacionada con el entrenamiento llevado a cabo por los monteros, que allá por la Edad Media se dedicaban a cazar los abundantes osos que poblaban estas montañas y que luego pasó a ser práctica habitual entre los pastores.

Tras la parada de rigor para las fotos en este privilegiado mirador, nos lanzamos a por la tercera subida del día, la que nos llevaría a superar los 177 metros de altura que nos separaban de la cima del Montón de Trigo, que curiosamente desde el collado no ofrece su característica forma puntiaguda, si no dos jorobas de diferentes alturas.

En dirección sureste, ascendimos hacia unos riscos, que desde el collado daban la falsa sensación de ser la cumbre. Antes de llegar a ellos, pasamos junto a una hilera de trincheras de la Guerra Civil, que como heridas en la piel, estaban medio cicatrizadas por el paso del tiempo.

Un apilamiento de piedras a modo de vivac, a mitad de camino, y un par de pedreras, poco antes de la cima, nos entretuvieron la subida. Desde sus 2.161 metros de altura, las panorámicas que se tienen son espectaculares,.

La sierra de la Mujer Muerta (a poniente) y la afilada crestería de Siete Picos (a naciente) son las alturas vecinas que se contemplan desde este señero pedregal. Los valles de la Fuenfría y del río Moros (al sur y al suroeste, respectivamente) y los pinares de la Acebeda y de Valsaín (al norte y al noreste) acercan sus arroyos como dedos trémulos hasta la base de este túmulo que una fuerza inhumana plantó sobre el Guadarrama. Al noroeste, toda Segovia. Al sureste, todo Madrid.

Tras las fotos de rigor, iniciamos el descenso por la cara sur, siguiendo la marcada senda, señalizada con hitos, que lleva, con bastante pendiente, al collado Minguete, situado a 1.992 metros de altura.

Desde el collado, nos animamos a subir al Cerro Minguete, sus 34 metros de altura respecto al collado, nos parecieron un paseo después de lo que llevábamos acumulado. Desde su cima disfrutamos de una estupenda vista del Montón de Trigo, que presenta desde aquí su cara más fotogénica.

Descendimos la ladera este del Cerro Minguete hasta alcanzar el puerto de la Fuenfría, para desde sus 1.792 metros de altura contemplar, una vez más, la silueta puntiaguda del Montón de Trigo. Como íbamos escasos de agua, con sed y hambre, decidimos acercarnos a la fuente de la Fuenfría para saciar ambas sensaciones.

Tras el largo descanso, descendimos por la pedregosa Calzada Romana. Esta colosal obra, muy transformada por las grandes reformas que sobre ella realizó Felipe V en 1722, data de la época del emperador Vespasiano, que gobernó entre los años 69 y 79 d. C.

El recorrido se recogía a finales del siglo III en el itinerario de Antonio, cuya Vía XXIV unía Emerita Augusta y Caesaraugusta, pasando en su parte central a través de Cauca, Miacum, Titulciam y Complutum.

En el descenso, cruzamos el arroyo de la Fuenfría por el puente de Enmedio hasta alcanzar la Carretera de la República, por la que continuamos descendiendo hasta cruzar el arroyo de la Barranca y, dejando a la derecha el antiguo Refugio Peñalara, alcanzar el aparcamiento de Majavilán, donde nos esperaban los coches.

Las cañas de celebración nos las tomamos en el bar de la estación, desistiendo de hacerlo en la terraza del Hostal El Aribel Longinos, para evitar molestarles.

No puedo acabar esta crónica sin elogiar el coraje y el esfuerzo de Emilio, que a su ritmo realizó la ruta casi al completo.

Con todos los objetivos cumplidos, a pesar del calor, y con la satisfacción reflejada en los participantes, esta ruta solo puede ser calificada con 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 22 de junio de 2020

Excursión X227: La Camorca desde Boca del Asno

FICHA TÉCNICA
Inicio: Boca del Asno
Final: Boca del Asno
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14,7 Km 
Desnivel [+]: 682 m 
Desnivel [--]: 682 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK

Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Buscando una ruta menos calurosa que la anterior del grupo, nos acercamos a Boca del Asno, toda una garantía contra las altas temperaturas, con el propósito de buscar también algo de viento fresco en la cumbre del Cerro de la Camorca.

Desde el aparcamiento del área recreativa, de momento con pocos coches, buscamos el puente de madera que cruza el Eresma, a pocos metros de su famosa poza, para iniciar desde allí, en dirección sur, el remonte de su orilla izquierda.

A la sombra de los pinos, como dice la canción, y con la relajante visión del chapoteo del agua, se andaba muy bien y pronto llegamos al primer puente de madera que se encuentra junto al sendero, después de haber cruzado los arroyos de las Cárcabas y del Tesoro, ambos con muy poca agua.

Continuamos hasta el siguiente puente, o mejor dicho, dos. Uno sobre el río Eresma y el otro, a pocos metros, sobre el arroyo del Telégrafo. Momento en que dejamos el Eresma para continuar por la senda que remonta el arroyo que nace cerca del cerro donde estuvo instalada una torre del telégrafo óptico de la línea Madrid-Irún, a mediados del sigo XIX.

Enseguida pasamos junto a la famosa poza conocida como Baños de Venus, donde tantas veces nos hemos zambullido más de uno. Un poco más adelante, pasamos, casi sin darnos cuenta, el arroyo de las Pamplinas y, por un puente de madera, el del Telégrafo, llegando así, unos metros más adelante, a la carretera que baja del puerto de la Fuenfría, reconvertida en pista forestal, coincidente con el GR-10.4.

En suave ascenso, girando progresivamente hacia el oeste, cruzamos por puentes el arroyo del Telégrafo, el de Minguete y el de Casarás, llegado a la Fuente de la Reina, donde paramos a descansar tomar el tentempié de media mañana, junto al agua fresca y clara como un espejo del estanque adyacente.

Repuestas las fuerzas, iniciamos la subida a La Camorca, pasando por la Pradera de la Venta, cuyos restos vimos a lo lejos, y la Majada del Escorial, punto donde la senda se empina, afortunadamente ya cerca de la cima, que con sus 1.814 metros de altura, ofrece imponentes vistas de Segovia, Cerro Matabueyes y La Atalaya, la Bola del Mundo, Siete Picos, el Montón de Trigo, la Pinareja y la Peña del Oso, en la cuerda de la Mujer Muerta.

Visitamos el refugio, preparado con leña para cualquier inclemencia, y la azotea-mirador del puesto de vigilancia que caracteriza esta montaña. 

Tras el descanso, tocaba bajar por una pista, en dirección norte, al collado de la Loma de la Camorquilla, donde iniciamos un vertiginoso descenso hacia el río Eresma, sin senda alguna, guiados únicamente por el instito y por la certeza de que se podía hacer, ya que algunos lo habían conseguido anteriormente.

Por la infernal pendiente, entre helechos verdes como nunca, alcanzamos el arroyo del Tesoro, al que seguimos por su orilla izquierda hasta su desembocadura en el Eresma.

Antes, en una zona pantanosa, Jorge S, metió una pierna en el barro, para su desconsuelo hasta la rodilla, tanto, que le costó salir. Estaba deseando llegar al agua para quitarse el lodo.

Un último esfuerzo siguiendo la orilla izquierda del río, ahora ya mucho más relajados, nos llevó de nuevo a la Boca del Asno, en cuya área recreativa, en una de las pocas mesas de madera que estaba libre a la sombar, dimos cuenta de los bocadillos, sin cerveza fresca porque el kiosco estaba cerrado.

Una pequeña siesta mientras los demás terminaban, puso punto final a esta bonita y sombría excursión que se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

lunes, 15 de junio de 2020

Excursión X226: El Dinosaurio desde los Almorchones

FICHA TÉCNICA
Inicio: Los Almorchones
Final: Los Almorchones
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,4 Km 
Desnivel [+]: 587 m 
Desnivel [--]: 587 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 9

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Nuestra tercera ruta en fase 2 de desconfinamiento la dedicamos en ir a visitar al Dinosaurio de la Maliciosa, que con tanto encierro había estado muy solo sin senderistas con los que jugar.

Nuestra intención era dejar los coches en el aparcamiento que hay cerca del embalse de los Almorchones, pero al encontrarlo cerrado temporalmente por una barrera como consecuencia del estado actual de alarma, tuvimos que dejarlos en un ensanche de la calle del Río, en la urbanización más cercana al previsto.

Desde allí nos acercamos a la Presa del Baño, llamada así porque era donde los chavales de Navacerrada venían a refrescarse en verano, aunque oficialmente se denomina embalse de los Almorchones.

Bajaba con fuerza el río Navacerrada, que a poco de nacer en la Barranca, es el que llena esta pequeña presa. Por la senda que lo remonta, siguiendo su margen derecha hasta cruzarle por un puente, donde giramos en dirección noreste hacia el embalse de la Maliciosa.

A él llegamos después de pasar primero por la fuente de la Beceilla, donde hicimos una breve parada para refrescarnos, y tras salvar un portón, alcanzar el Collado de Majaespino.

Para evitarnos un tramo bastante incómodo, plagado de jaras y matorral, bordeamos el embalse por la izquierda y tras pasar un portón, continuamos en dirección norte remontando el arroyo de Peña Jardinera, que nos quedaba a nuestra izquierda.

Al poco, rectificamos hacia la derecha, buscando una senda que nos llevara a la cuerda de los Asientos, donde habita Dino. La senda no aparecía y tuvimos que improvisar un paso entre jaras y riscos que hizo que nos arrepintieramos de nuestra variante. Menos mal que un poco más adelante dimos con la senda, que en dirección sureste, cruza la ladera de Matas, con excelentes vistas hacia el embalse, y va a dar a un collado cercano al Pico Jarator.

Desde allí, continuamos el ascenso por la cresta de los Asientos, remontando riscos que ofrecían bonitas vistas conforme ganábamos altura. Al internarnos en la zona más pedregosa, con formaciones rocosas singulares, como la que se asemeja a un tiburón, con el que nos hicimos fotos simulando que nos devoraba.

Tras la diversión, continuamos el ascenso entre curiosos y gigantescos amontonamientos de rocas a ambos lados de la senda. Vencida la cresta, divisamos a lo lejos la silueta del dinosaurio, que desde esta cara sur, no es muy identificable, porque más parece la figura de un perro.

Es debajo de él o por su cara norte, cuando de verdad adquiere la forma de un pétreo y colosal dinosaurio, con boca y ojo incluido, tan real que no parece sea posible que lo haya esculpido el agua y el viento. Junto a él nos hicimos cuantiosas fotos, incluidas las de grupo, con nuestro amigo posando contento de fondo.

Los que solo lo conocían en fotos, estaban sorprendidos, sensación común a todos los que lo vemos por primera vez.

Cumplido el objetivo, continuamos por la senda que en dirección norte busca la ladera de los Asientos, descendiendo a la izquierda, en dirección este hasta dar con la senda que se dirige a La Maliciosa y que nosotros seguimos en dirección contraria, hasta cruzar el arroyo de Peña Jardinera.

Desde el arroyo, completamente seco, ascendimos a la cuerda de los Almorchones, a la altura del Peñotillo Bajo. Encima de unas rocas paramos a comer, con un sol de justicia y sin apenas sombra donde protegernos de sus abrasadores rayos.

Desde allí, seguimos una senda que desciende la loma en dirección noreste, hasta alcanzar unos riscos donde se ubica un vivac al abrigo de una cavidad protegido por un muro de piedras, buen sitio para mitigar los rigores del invierno en caso de necesidad.

Recuperada la senda, continuamos el descenso en dirección suroeste, dejando a nuestra izquierda un risco con forma de dromedario y a la derecha, otro con aspecto de perro gigante, curiosidades que ofrece esta pequeña Pedriza.

Al cruzar un arroyo, con algo de agua, los riscos y pedregales dieron paso a un bosque de pinos entre los cuales los helechos, de un color verde intenso, intentaban competir en altura con ellos. Fue un tramo precioso del que salimos a la altura del embalse del Pueblo de Navacerrada.

Por el ancho muro de su presa cruzamos hacia el aparcamiento de la Barranca contemplando sus aguas que reflejaban, como un espejo la vegetación de su entorno.

Desde el aparcamiento, solo nos quedaba seguir por el camino de los Almorchones, que en ligero y continuo descenso y con unas preciosas nubes blancas que mitigaron en parte el calor, nos devolvió de nuevo a la presa del Baño y de allí al lugar donde habíamos aparcado.

En uno de los pocos bares abiertos de Navacerrada celebramos el final de esta excursión, que bien se merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

miércoles, 10 de junio de 2020

Excursión X225: Del Puerto de Navacerrada al de la Fuenfría

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Navacerrada
Final: Puerto de Navacerrada
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17,2 Km 
Desnivel [+]: 430 m 
Desnivel [--]: 430 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 12

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Para nuestra segunda ruta en fase 2 de desconfinamiento, nos propusimos una excursión de largo recorrido por la Sierra de Guadarrama, buscando pinares y no mucho desnivel, para ir ganando forma.

La elección fue recorrer dos de los puertos más importantes de esta cordillera tan querida por nosotros, el de Navacerrada y el de la Fuenfría.

Con un día espléndido, algo fresquito a primera hora de la mañana, nos reunimos en Venta Arias para iniciar la subida hacia la pista de El Escaparate. Nuevos reencuentros nos llenan de alegría, en esta lenta vuelta a algo parecido a lo que teníamos antes de la pandemia.

Como era de esperar, poca gente en el puerto, nosotros doce, tres menos de lo máximo permitido en esta fase. Al llegar al final de la pista, con la residencia de los Cogorros de frente, un senderista nos alcanza y pregunta si es nuestro un coche que se ha quedado con la puerta abierta, y efectivamente a una le toca regresar a cerrarlo.

Nos quedamos dos a esperarla, el resto continuó por el camino Schmid, para enseguida desviarse a la izquierda siguiendo la pista de esquí de fondo que discurre por la ladera de Siete Picos a pocos metros por encima del camino Schmid.

De vuelta, los tres seguimos los pasos de los que se nos habían adelantado. Enseguida cruzamos la pista de El Bosque, que a falta de nieve, lucía su descarnada y pedregosa pendiente libre de pinos, como si de un enorme tobogán se tratase.

El tendido del telesilla que le sigue, parecía estar esperando la algarabía de los esquiadores, que le dan vida en los nevados inviernos, que cada vez duran menos.

Seguimos la estupenda senda, que poco a poco se va internando en el espeso bosque de pinos, que en dirección sureste, va ganado suavemente altura por la sombría loma de Siete Picos.

Con paso rápido, para intentar alcanzar al grupo, llegamos al arroyo del Telégrafo, que se quedó con ese nombre desde que, hacia 1846, el ingeniero José María Mathé Aragua diseñara la línea de telegrafía óptica Madrid-Irún, ubicando una torre cerca de donde nace este arroyo, unos riscos de la pradera de Siete Picos, que por la misma razón, comenzaron a ser conocidos como Cerro del Telégrafo.

Nada más vadear el arroyo, que no llevaba agua, la senda hace una "V" y cambia a dirección noreste, entre pinos de gran porte. Al poco, conseguimos dar con el grupo, que había parado para esperarnos.

Ya todos juntos, en alargada hilera fuimos superando varias pedreras, lanchares y angostos pasos entre retorcidos pinos que hablan por sí solos de los penosos inviernos que soportan.

Con apenas un momento de descanso para beber, por fin alcanzamos el Camino Schmid, a pocos metros antes de llegar al collado Ventoso, en el que los mojones delimitadores de Segovía con Madrid y un árbol seco caído adorna la planicie que pone fin al macizo de Siete Picos por su lado occidental.

Unas fotos justo en el límite, separando segovianos del resto, fue la antesala de una parada más larga para tomarnos el tentempié de media mañana, sentados en un lateral de la pradera que permitía elegir tendido de sombra o de sol según la conveniencia de cada cual.

Reanudada la marcha, bajamos por el Camino Schmid hacia el encuentro con la Carretera de la República, con la intención de proseguir luego hasta el puerto de la Fuenfría. Pero a sugerencia de José Luis, seguimos una senda que sale a la derecha y que bordea, paralela a la carretera, el cerro Ventoso.

Fue una buena elección, porque además de ser la primera vez que el GMSMA hollaba esta senda, su frondosidad y vistas del valle nos encantaron a todos, además de evitar la bajada y subida que conlleva la alternativa tradicional.

Alcanzado el puerto de la Fuenfría, objetivo de la excursión, nos pareció poco y la alargamos hasta la casa Eraso, siguiendo el Cordel de Santillana, importante ruta de la trashumancia en la Edad Media, en la que se ubicaron corrales y ventas junto a la Majada Minguete, y el arroyo del mismo nombre. que para nuestra sorpresa estaba completamente seco.

Un poco más adelante, una fuente con pilón presentaba el mismo árido aspecto, menos mal que avanzando, al llegar al cruce con el arroyo de la Argolla, éste sí dejaba correr un poco de agua para felicidad de nuestros perros, que enseguida se apresuraron a calmar su sed.

Poco antes de alcanzar la casa Eraso, contemplamos lo poco que queda de la que fue ermita de Nuestra Señora de los Remedios, levantada hacia 1571 por iniciativa de Felipe II.

Su advocación se debe a la conmemoración del triunfo en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, día de la festividad de la Virgen de los Remedios.

Tras el abandono de este camino por el desuso al habilitarse un nuevo paso por Navacerrada a mediados del siglo XVIII, se trasladó la imagen santoral a la localidad de Revenga.

Y unos metros más abajo, las ruinas de la casa Eraso nos devuelven una romántica panorámica que nos hacen pensar en lo perenne que es el tiempo.

Fue ésta una venta o casa de propiedad real en los alrededores del puerto de la Fuenfría destinada a albergar los descansos de la nobleza en sus viajes al palacio de Valsaín. Nada queda de su esplendor, más que un par de muros y un arco que asemeja una solitaria costilla.

Por mucho tiempo, el viaje al palacio de Valsaín desde Castilla la Nueva pasaba necesariamente por el puerto de la Fuenfría.

Para mayor comodidad en los viajes reales, Felipe II encargó en 1565 a su secretario Francisco de Eraso la construcción de una casa para evitar a las personas reales el tener que descansar en la venta pública del puerto, de escasa seguridad e inapropiada para albergar a todo el personal de la corte.

La casa cumplió su función hasta 1768. En este año se finaliza la nueva carretera encargada por Carlos III, que partía de Villalba para llegar al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso que pasaba por el puerto de Navacerrada y se abandonaba por tanto el paso real por el puerto de la Fuenfría.

Este singular lugar inspiró oscuras leyendas de novela, como la del escritor nacido en Valsaín en 1893, Jesús de Aragón, quien, en los años veinte del pasado siglo, plasmó en su novela “La sombra blanca de Casarás” la historia del Caballero Hugo de Marignac, en la que situaban el Convento de Casarás en esta casa, con tesoros escondidos y caballeros templarios, nacidas en un tiempo en que cruzar la Sierra era asunto de enjundia.

Tanto que eran más los fantasmas y espíritus que los propios caminantes que se aventuraban por sus amenazantes trochas.

Tras contemplar tan mágico lugar, retrocedimos hacia el puerto, solo que para no repetir camino, lo hicimos por por la amplia pista, que no es otra que lo que dejó la carretera de La República y que en este tramo vampirizó el antiguo trazado de la calzada romana y que discurre pocos metros más abajo del Cordel de Santillana.

Tras cruzar el arroyo de la Argolla y el de Minguete, llegamos al puerto, ahora con bastante gente, ciclistas y senderistas. Continuamos en dirección a la fuente de la Fuenfría, donde paramos a tomarnos el bocadillo, que fueron aderezados con vinos y dulces segovianos.

Repuestas las fuerzas, seguimos por la senda de los Cospes, continuando por la vertiente septentrional de Siete Picos, la que da a Segovia, llamada Umbría de Siete Picos, sin apenas perder altura, jalonando este tramo la pradera de Navalusilla, el arroyo del Telégrafo y la pista de esquí El Bosque, como únicas referencias entre el denso pinar de Valsaín, siguiendo los pasos de Eduardo Schmid Weikan, el que fuera el socio n.º 13 de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, quien en 1926 señalizó esta ruta.

Conforme nos acercábamos al puerto de Navacerrada aumentaron las ganas de finalizar y celebrarlo con unas cervezas, lo que nos costó un poco, porque Venta Arias había cerrado y en el pueblo de Navacerrada fue dificil encontrar un bar abierto.

Por todo ello, esta excursión de reencuentros y llena de historia bien se merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS