lunes, 30 de diciembre de 2019

Excursión X199. Fin de año en Peñalara

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,8 Km 
Desnivel [+]: 670 m 
Desnivel [--]: 670 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Subir a la cima de la más alta montaña de Guadarrama en fin de año, es una de las más antiguas tradiciones montañeras y que, sin embargo, no había cumplido hasta ahora, así es que la propuesta de José Luis de realizarla me ilusionó sobremanera.

Y para que hasta el comienzo fuese especial, en el aparcamiento de Cotos nos encontramos con la grata sorpresa de, a mesa puesta, nunca mejor dicho, disfrutar del estupendo roscón con chocolate que había traído José Luis para celebrar su reciente cumpleaños.

Animados por el bombazo calórico, echamos a andar en dirección a Venta Marcelino, con un sol espléndido gracias al anticiclón, que ha decidido pasar las navidades con nosotros. Pasamos junto al que fue el Albergue de la Real Sociedad Española de Alpinismo, uno de los más antiguos de España, al que al parecer quieren rescatar de su lamentable abandonado, ojalá que sea cierto.

Dejamos a la derecha, el centro de Interpretación del Parque, para ascender al Mirador de Lucio, comienzo de la exigente Senda del Batallón Alpino, que entre el frondoso pinar remonta, en dirección noroeste, la loma de Dos Hermanas, con vistas a Siete Picos, Bola de Mundo y las pistas de Valdesqui.

El Batallón Alpino, fue organizado en septiembre de 1936 para mantener a raya desde las cimas más altas de Madrid a las fuerzas rebeldes acantonadas en La Granja. Ellos abrieron desde el puerto de Cotos (1.848 metros) esta senda para abastecer las posiciones de Peña Citores (2.181), Dos Hermanas (2.285) y Peñalara (2.428), superando aquí los tres peores inviernos que nadie haya pasado jamás en la sierra de Guadarrama.

A punto estuvimos de perder la senda, por ir distraídos en animosas charlas, antes de salir del sombrío bosque y continuar la ascensión por el despejado piornal, en el que la nieve hizo acto de presencia de una forma moderada.


Pronto alcanzamos el collado donde nace el arroyo del Infierno, cuyo manantial recibe el nombre de Fuente de los Pájaros. Su clara y fresca agua, que brota de una tubería, arropada entre piedras, nos aplacó la sed acumulada en la subida.

Tras un largo rato de descanso, en espera de los más rezagados, continuamos en dirección oeste, para acercarnos a ver la posición fortificada circular, del tamaño de una plaza de toros, situada a poco de alcanzar la cumbre de Peña Citores.


Junto a su muro este se encuentra la emotiva placa homenaje al capitán Leatherdale, que su hijo le dedicó. Tras las fotos pertinentes, nos asomamos a la vertiente segoviana, para identificar Segovia, con su esbelta catedral, y todos los pueblos de sus alrededores.

Desde aquí las vistas de las más altas cumbres son espléndidas, desde Peñalara, Dos Hermanas, hasta la Mujer Muerta, pasando por Cabezas de Hierro, las Guarramillas, Siete Picos, Montón de Trigo...todo un espectáculo.


Hechas las fotos de rigor, iniciamos la subida a Peñalara, ascendiendo con algún que otro nevero, hasta dar con el PR-3, que discurre por la cuerda de la misma.

En el collado antesala de la gran subida dejamos a Julián, que no quería forzar más sus articulaciones, los demás acometimos el tramo final de subida a la empinada planicie, que con escasa nieve en esta ocasión, nos hizo alcanzar la cumbre más alta de la Sierra de Guadarrama. Con sus 2.428 metros, se señorea sabiendo que ninguna otra le hace sombra.

Junto a su vértice geodésico, se agolpaban gran cantidad de gente, que como nosotros habían ascendido siguiendo la tradición, y eso que el ´mayor número de visitas se supone sería al día siguiente, último del año.

La inversión térmica que había proporcionado el anticiclón, hacia que en la cumbre hubiese más temperatura que el puerto, lo que animó a más de uno a prescindir de ropa, ofreciendo un aspecto más de verano que invernal.

Tras dar cuenta de los bocadillos, la segunda sorpresa, también a cargo de José Luis, fue el brindis que hicimos por el nuevo año, con cava bien fresquito y algunos bombones y turrones aportados por el resto. Contagiados por el buen ambiente que reinaba en la cumbre, costó abandonarla para iniciar el regreso.

El descenso lo realizamos, volviendo sobre nuestros pasos hasta alcanzar el collado donde nos esperaba Julián, con él descorchamos la segunda botella y brindamos de nuevo, antes de continuar por la cuerda de Dos Hermanas.


Con inmejorables vistas de toda la sierra, bajamos por las zetas del PR-3 y su continuación, hasta llegar a la octava de las revueltas, de la que parte la senda que va al recientemente remozado refugio Zabala, al que nos dirigimos en cómodo descenso, con poca pendiente, solo interrumpido por el cruce de un anegado regato.

Mayor dificultad presentó la bajada a la Laguna Grande, por estar la nieve medio congelada, lo que hizo extremar las precauciones y que el grupo se estirase mucho.



Los alrededores de la laguna, rebasada la cuerda de protección, estaban repletos de gente y hasta había un dron sobrevolándola, se ve que hoy los guardas forestales estaban de puente.

Con todo, el Circo de Peñalara, siempre sorprende por su austera y recóndita belleza. Una vez agrupados, comenzamos el regreso al Puerto de Cotos, descendiendo entre pasarelas de madera por el sendero, que paralelo al arroyo, propiciado por el desagüe de la laguna, conecta con el PR-15 junto al chozo
 de vigilancia.

Disfrutando de las espectaculares vistas de la Cuerda Larga y el Valle de la Angostura fuimos recorriendo la concurrida senda sin más parada que la que hicimos en la fuente del Cedrón para beber y rellenar las botellas, poco antes de internábamos en el pinar.

Alcanzada la pista de las zetas que habíamos dejado en el desvío al refugio de Zabala, en el Cobertizo del Depósito, descendimos por ella, parando brevemente en el Mirador de la Gitana, comprobamos una vez más que la fuente Cubeiro no tenía ni gota de agua, y que al contrario, no le faltaba a la erigida en honor del que fuera símbolo del excursionismo y montañismo en el Guadarrama, Bernaldo de Quirós.

Para rematar el día, decidimos acercarnos al Refugio de Cotos, erigido en la estación del mismo nombre, donde nos tomamos las cervezas de celebración de este conmemorativo día, que bien se mereció 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS
Fotos de José Luis Molero
Fotos de Paco Nieto

lunes, 23 de diciembre de 2019

Excursión X198: Puente de la Cantina - Refugio del Cancho de Citores

FICHA TÉCNICA
Inicio: Puente de la Cantina
Final: Puente de la Cantina
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 8,7 Km 
Desnivel [+]: 785 m 
Desnivel [--]: 785 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta


TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Como comienzo de una nueva etapa para este grupo de senderistas decidimos hacer una excursión corta (pero intensa) ya que teníamos acordado rematarla con una comida pre-navideña en el restaurante de Las Postas.

Además de alguno de los habituales, nos acompaña en esta ocasión Teresa, Sol y su perro Nuno, esperamos que repita. Completamos un grupo de siete y tres canes.

Partimos del Puente de la Cantina que, a pesar de ser acueducto festivo, cuando llegamos sobre las 10:30, somos los primeros en aparcar allí. La previsión meteorológica era buena, sin precipitaciones y con temperatura moderada.

Nada mas comenzar a caminar comprobamos los efectos de las abundantes precipitaciones de los últimos días, el terreno está muy húmedo y, además, la pista que tomamos ha sido removida recientemente por maquinaria pesada. El resultado es que comenzamos a pegar patinazos por lo que decidimos ir por los bordes de la senda en ese tramo.

Además, desde el primer minuto las pendientes son bastante pronunciadas, vamos a subir hasta el refugio sin apenas descansos, en menos de cuatro kilómetros superaremos unos 750 metros de desnivel, rondando una pendiente media del 20% y, según Google Earth, con tramos superiores al 40%, que no está nada mal.

El caminar se hace mas cómodo al dejar las zonas con barro, transitamos entre alargados pinos y zonas de espectacular musgo, con paso tranquilo pero constante, al pasar por zonas abiertas podemos contemplar, hacia el sur, Siete Picos y el Montón de Trigo, sin apenas nieve debido a las lluvias y al aumento de la temperatura. 

Hemos superado la zona conocida como La Solana y Majarrompe, cruzamos en dirección NE una pista forestal por una senda relativamente bien marcada, nos quedan 200 metros de desnivel para llegar al paraje conocido como Tetas de Vaca, por senda fácil, a veces discurriendo entre rocas pero sin necesidad de usar las manos.

Rápidamente llegamos al Boquete Bajo de Majalgrillo, estamos viendo algunos árboles caídos, efecto de los fuertes vientos que ha hecho en la zona durante los últimos días.

Seguimos subiendo, dejamos atrás el Boquete Alto de Majalgrillo y, rápidamente, por entretenido sendero, llegamos al Mirador del Cancho con impresionantes vistas hacia el N. No nos queda otra que hacer un montón de fotos. El cielo está cubierto y, superados los 2000 metros nos tenemos que abrigar un poco por el viento.

En un pispas llegamos al Refugio del Cancho o de Citores, es una pequeña cabaña, hecha en piedra, en caso de necesidad dos o tres personas podrían dormir en el suelo, nosotros siete, sentados, pasada por poco la hora del Ángelus, comemos algo acompañado de un estupendo vino que había traído Jorge.

Desechamos subir a Peña Citores por la hora y comenzamos una vertiginosa bajada por una senda al E de la de subida, con alguna pequeña dificultad la seguimos hasta llegar al Arroyo del Cancho que en esta zona baja bastante encajado y, hoy, con bastante caudal, bajamos por la derecha del mismo 300 metros y, siguiendo la senda, lo cruzamos camino de la Nariz de Peña la Cabra en dirección al Camino Viejo del Paular (GR 10.4). Lo dejamos atrás y, en descenso suave, llegamos a unas grandes y bonitas rocas, cubiertas de musgo, donde nos hacemos la foto de grupo.

Seguimos a toda prisa, y, al poco de dejar a nuestra izquierda el Camino de la Canaleja, volvemos a cruzar el Arroyo del Cancho, en un ratito cruzamos el de las Lombrices y llegamos enseguida donde tenemos aparcados los coches.

Con un poco de prisa salimos hacia Las Postas donde nos encontramos con Sol, alias La Nueva. En esta ocasión el comedor del restaurante me ha parecido mas acogedor que nunca, con su chimenea encendida y poca gente. Tenemos la suerte que nos atienda un gran profesional y una gran compañía. ¿Qué mas se puede pedir?

Bonita ruta con gran final y 4 estrellas bien merecidas.
José Luis Molero

lunes, 4 de noviembre de 2019

Excursión X197: Del Hayedo de la Pedrosa a la Ermita de la Virgen de Hontanares

FICHA TÉCNICA
Inicio: Embalse de Riofrío
Final: Ermita Virgen de Hontanares
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 18,4 Km 
Desnivel [+]: 1.156 m 
Desnivel [--]: 1.046 m
Tipo: Sólo de ida
Dificultad: Alta
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Esta excursión contaba con dos alicientes a cuál más atractivo, por un lado, internarnos en el otoñal Hayedo de la Pedrosa y, como segundo reclamo, recorrer la cuerda que va desde el Puerto de la Quesera hasta la Ermita Virgen de Hontanares.

El único "pero" que se le podía poner a la propuesta era que el pronóstico del tiempo no era todo lo bueno que la ruta se merecía, pero confiábamos ingenuamente en que no fuera para tanto.

Tras dejar un coche junto a la Ermita, iniciamos la ruta en el pequeño aparcamiento que hay junto al embalse de Riofrío de Riaza, cerca del Km 7 de la carretera SG-112, por la que caminamos casi un kilómetro, bordeando la cara norte del embalse, que estaba a rebosar, encajado entre los ocres de los bosque en los que el otoño se ha hecho notar.

A los pocos metros de cruzar el arroyo de la Tejera, donde la carretera traza una cerrada curva, nos salimos de la calzada para seguir, a nuestra derecha, por el Camino Viejo de Peñalba de la Sierra, sendero que discurre junto al río Riaza.

Entre las hojas secas de los robles que nos hacían de alfombra, remontamos la margen derecha del río, cruzamos un arroyo sin mayores dificultades y por un puente de palos el propio río Riaza, que llevaba mucha agua y a más de uno hizo dudar de la estabilidad y resistencia de la rústica pasarela.

A partir de aquí nos alejamos del río para ascender por la margen izquierda del arroyo del Avellano. Los robles van dando paso a las hayas, pletóricas de colorido, en la que sin duda es la parte más espectacular del Hayedo de la Pedrosa, uno de esos lugares encantadores, una maravilla que encierra tal belleza que te queda marcado para volver a disfrutar cada año del espectáculo natural que nos ofrece en cuanto sea posible.

Considerado el hermano pequeño del Hayedo de Tejera Negra, del que le separa solo 5 Km en línea recta, no cuenta con restricción de acceso como el citado o el de Montejo, por no estar aún muy masificado, pero que le hace vulnerable, pues a pesar de su belleza y su singularidad, de momento tan sólo ha sido incluido en la Red Natura 2000, como espacio natural de gran valor ecológico.

Al alcanzar el Hoyo del Avellano, disfrutamos del paisaje más otoñal de robles y hayas, mezclados en armonía, en un entorno plagado de árboles centenarios, retorcidos, llenos de musgo y líquenes que recuerdan a los bosques de los cuentos de hadas.

El aspecto retorcido se debe a que durante décadas, la principal actividad económica de Riofrío de Riaza, fue el torneado de la madera de haya. Hasta 40 tornos activos llegó a tener el pueblo.

Tras unas cuantas curvas en zigzag, ganamos suficiente altura y salimos a terreno despejado, en el llamado Colladito, desde donde contemplamos la amplia panorámica que se aprecia del hayedo, el valle del río Riaza, el embalse al fondo, el pueblo de Riofrio, Riaza, otros pueblos de la comarca y la planicie segoviana.

Al alcanzar unos riscos, nos acercamos a contemplar la amplia ventana que hay en ellos, que permite divisar los hayedos que arrimados al río Riaza y otros arroyos colindantes remontan la loma occidental del puerto de la Quesera, ofreciéndonos una amalgama de contrastes y colores.

Continuamos por la ladera maravillados por las vistas, a nuestra derecha, del hayedo hasta alcanzar, al poco, el Puerto de la Quesera, en el que nos sorprende ver un coche de la guardia civil y a dos de sus miembros, que nos informaron que estaban buscando a un hombre desaparecido el día anterior mientras hacía senderismo por la zona. Acordamos notificarles lo que viéramos que pudiera ayudar a su localización.

Seguimos la carretera durante 600 metros, para dejarla en la primera curva. A la izquierda arranca la senda a la Ermita de Hontanares, como reza en una señal de madera, en la que indica que para llegar a ella nos esperan 11 km, que nosotros hicimos en casi dos más por no seguir en su totalidad dicha senda, que en un un par de ocasiones evita las crestas, que nosotros sí recorrimos.

La primera de ellas es la que asciende a Peña la Silla (1.935 m), desde la que divisamos gran parte del recorrido que nos quedaba pendiente. A los pies de sus riscos paramos a descansar y tomarnos el tentempié de media mañana. Fue en ese instante cuando se acercó otra pareja de guardias civiles que también estaban buscando al senderista perdido, y a los que ofrecimos parte del turrón que Javier había traído.

A partir de aquí todo fue un baja sube, baja, por la Cuerda de las Berceras. Primero descendiendo al Collado de la Lagunilla (1.781 m), donde el tiempo comenzó a empeorar y el viento hacerse notar. A continuación, ascendiendo al Alto del Parrejón (2.013 m), dominado por un enorme hito de piedras, en el que la lluvia se sumó al viento y no nos dejó ya hasta llegar a la Ermita.

Desde allí, descendimos al Collado Cervunal (1.932 m), subimos al Alto del Cervunalillo (2.016 m), bajamos al Collado de la Buitrera (1.983 m) y ascendimos hasta alcanzar el vértice geodésico de la Buitrera (2.045 m), en el Cerro de Mesa Peñota. Todo ello con un viento ya convertido en ventisca, que nos lanzaba el agua a la cara como punzantes alfileres, y lo que era peor, impidiéndonos disfrutar de las impresionantes vistas que toda esta cuerda tiene.

Descendiendo a la Pradera de Zópegado (1.896 m),para enseguida alcanzar el Portillo de los Lobos (1.908 m) y el Cerro Gordo (1.906 m) y enseguida el Calamorro, en el que con cuidado, dado que las rocas estaban muy resbaladizas, cruzamos su precioso paso.

Descendimos al Collado Cimero (1.780 m), y de allí subimos al vértice geodésico del Merino (1.799 m), para a continuación destrepar por un estrecho hueco, con piedras afiladas y muy resbaladizas por la lluvia.

Tras el complicado descenso, llegamos al cerro donde hay instalada una gran cruz que contempla Riaza desde sus 1.735 metros de altura, aunque hoy apenas pudimos verla, con tanta niebla.

En el collado de la Fuente nos agrupamos para acometer el último tramo, girando a la izquierda para descender entre robles y más tarde entre pinos hasta alcanzar la Ermita de la Virgen de Hontanares (1.420 m), final de nuestra aventura.

Tuvimos la suerte de encontrar la ermita, que más parece una iglesia, abierta. Creo que más de uno le dio las gracias a la Virgen por haber podido acabar la ruta sin que nos pasara nada.

Frente a ella, a la puertas del bar, que estaba cerrado, nos tomamos los bocadillos antes de acercarnos a Riaza y buscar el coche que habíamos dejado en el embalse. En uno de los bares de su preciosa plaza celebramos el haber realizado esta exigente ruta en las peores condiciones climatológicas, lo que le da más valor. Por ello califico a esta ruta con 5 estrellas.
Paco Nieto

P.D.: En los días posteriores estuvimos pendientes de las labores de búsqueda de la persona desaparecida, y que según nuestras noticias aún no ha sido encontrado.

P.D.: El 23-06-2020, 234 días desde que se perdiera la pista del senderista madrileño que se extravió en esta zona el día antes de hacer esta ruta, localizaron su cadáver en «una zona de muy difícil acceso entre barrancos». Este era su blog, en el que describió innumerables rutas. D.E.P.

FOTOS

lunes, 28 de octubre de 2019

Excursión X196: Río Guadarrama por el puente del Retamar

FICHA TÉCNICA
Inicio: Villanueva del Pardillo
Final: Villanueva del Pardillo
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 16,8 Km 
Desnivel [+]: 306 m 
Desnivel [--]: 306 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Al río Guadarrama le he visto nacer en el valle de la Fuenfría, a unos 1900 m de altitud, dentro del término municipal de Cercedilla, en la ladera sur de la sierra a la que da nombre. Le he acompañado por varios de sus tramos más significativos, pero por donde discurre en esta excursión, discretamente y sin hacerse notar, es la primera vez.

Su nombre deriva de la expresión árabe guadiarrámel, que se traduciría al castellano como río del arenal. Tiene un recorrido de 131,8 km de norte a sur y desemboca en el río Tajo, por tierras de Toledo.

Para seguir su ribera nos acercamos a Villanueva del Pardillo, aparcamos en la parte norte de la urbanización de Las Vegas y enseguida buscamos su cauce dirigiéndonos hacia el oeste. En este punto el río pasa por una pequeña represa y baja revuelto entre un denso matorral y vegetación de ribera que nos dificultó sobremanera el acompañarle en su descenso.

Por fin logramos llegar a los puentes que lo cruza, el nuevo de la carretera M-509, a bastante altura, y el antiguo, por el que cambiamos de orilla para remontar su margen izquierda, siguiendo una senda muy próxima a su cauce.

Sin apenas darnos cuenta, por estar seco, cruzados el Barranco de la Vigüela y a continuación pasamos bajo la conducción del embalse de Valmayor-Majadahonda, tres impresionantes tuberías de enormes proporciones suspendidas en grandes pilares de cemento.

Cercanos al río, continuamos remontándolo, llegamos al arroyo de la Puentecilla, y a los restos de una gravera entre frondosos árboles y algún que otro seco plagado de hongos, quizás el motivo de su muerte.

Siguiendo los meandros del río, pasamos junto al Cerro de Casa Postas, apenas perceptible por su baja altura, y conectamos con el Camino Virgen de Retamar, sin duda, el tramo más bonito de la ruta.

El camino, muy pegado al río presenta todo tipo de flora de ribera, como zarzamoras, fresnos, juncos, sauces, chopos, todos ellos identificados por carteles informativos, en los que también se detallan las aves y peces que se pueden encontrar por la zona.

Unas mesas y bancos de piedra facilitan el poder disfrutar de una merienda junto al río, muy próximo ya al puente del Retamar, bonito rincón donde se erige esta soberbia construcción del siglo XVIII, en las proximidades de la urbanización Molino de la Hoz, junto a la carretera comarcal M-505, en el límite de los términos municipales de Las Rozas de Madrid y Galapagar.

Cerca del enclave donde ahora se asienta el puente estuvo la antigua aldea de Santa María del Retamar, fundada por repobladores madrileños en la primera mitad del siglo XII y abandonada a finales del siglo XIV.

De esta desaparecida población no queda más rastro que su topónimo, aplicado actualmente al puente, al área recreativa donde éste se halla y a una imagen religiosa, que se venera en la Iglesia de San Miguel, de Las Rozas.

Por su situación a los pies del Puerto de Galapagar y en una zona donde el Guadarrama amplía su valle, Santa María del Retamar siempre fue un lugar muy transitado y paso obligado para salvar el río.

Aquí confluían varios caminos comarcales, que, en el último tercio del siglo XVI, cobraron cierta importancia dentro de la red viaria del centro peninsular, debido a la fundación del Monasterio de El Escorial.

Pero, ante la carencia de infraestructuras que facilitasen un paso rápido y cómodo del río, los desplazamientos de la Corte se hacían preferentemente por el Camino de Valladolid, que unía Madrid con el Real Sitio a través de Torrelodones, Collado Villalba y Guadarrama.

La decisión de levantar un gran puente en la zona de El Retamar se tomó durante el gobierno del Marqués de la Ensenada (1702-1781). Fue construido en el contexto de las obras del Real Camino de Castilla y Galicia, con el objetivo de hacer transitable el paso del Guadarrama a los carros, algo imposible hasta ese momento.

Cruzamos el histórico puente, ahora cerrado al tráfico, y tras pasar una barrera, continuamos por la Cañada Real de Merinas, antiguo Camino del Paredón, que debe su nombre a las paredes que consolidaban la calzada. Al poco, cruzamos el arroyo del Cancho, pudiendo observar a la derecha los restos del Puente Caído, único aún medio visible de los varios que se construyeron hacia 1737, reinando Felipe V, y que fueron destruidos por riadas y la erosión.

Este camino está relacionado con la construcción del puente del Retamar, al ser ambos elementos históricos construidos con la idea de crear un itinerario Real lo más directo posible de Madrid a San Lorenzo de El Escorial.

Por él ascendimos hasta poco antes de alcanzar el Cerro del Paredón, donde iniciamos el regreso descendiendo por el Camino de las Viñas, dejamos a la derecha el Cerro Periquín y la Casa del Cacho Grande, en penoso estado de conservación.

Tras un breve descanso para comer, continuamos el descenso hasta alcanzar la Casa Vinatea, fuertemente vallada por un muro de cemento y con signos de estar habitada o al menos utilizarse. Una pequeña subida nos llevó al Cerro del Búho, descendiendo a continuación por la Loma Vinatea, cruzamos el cauce seco del arroyo de Carcalacueva, que pocos metros más abajo entrega sus aguas al río Guadarrama.

Continuamos unos metros por el Camino de Retamar, abandonándolo para seguir por el que sale a la derecha en dirección sur, que comienza siendo de tierra por el Llano de la Monja y acaba estando asfaltado al llegar a la ganadería Priégola, donde cruzamos el arroyo de Huellas Mojadas y la conducción Valmayor-Majadahonda, ahora soterrada.

Dejamos a nuestra derecha una lujosas mansiones ajardinadas para enseguida lacanzar el aparcamiento donde habíamos dejado los coches, finalizando así esta excursión que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto