lunes, 27 de marzo de 2023

Excursión X399: Presa del Gasco y Canal de Guadarrama desde Torrelodones

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 15,5 Km
Desnivel [+]: 379 m
Desnivel [--]: 379 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Realizamos esta ruta para mostrar algunos de los encantos que esconden los alrededores de Torrelodones a los que no los conocían del grupo.

Iniciamos la ruta en la plaza del pueblo, dirigiéndonos a la plaza del Caño, con su monumental fuente, una de las más antiguas de la Comunidad de Madrid.

Data de 1591, y fue construida durante el reinado de Felipe II, poco tiempo después de que finalizaran las obras del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y corresponde fielmente el estilo herreriano. 

Su ubicación actual no es la original, se desplazó por dos veces unos metros hasta quedar centrarla en la plaza que lleva su nombre.

Continuando por la calle Carlos Picabea, pasamos por la plaza del Arca del Agua y la fuente del Manantial, de la que antaño se abastecía el pueblo. Girando a la izquierda, llegamos a la iglesia de Nuestra Señora de la Ascensión, data del siglo XVI y comenzó a construirse en 1564, tras la segregación de la localidad de Galapagar, a la que hasta entonces pertenecía Torrelodones. Construida en granito combina elementos mudéjares, góticos tardíos y renacentistas.

Por la calle de los Huertos pasamos bajo la A-6, girando a la derecha para subir por la renovada escalinata, con traviesas de madera, que sube hacia la torre de los Lodones, emblemática atalaya musulmana que dio origen al pueblo, allá por los siglos IX a XI del período omeya de Al-Ándalus, y que tenía como misión vigilar uno de los caminos que se dirigía hacia los pasos de la Sierra de Guadarrama, el que en 711 utilizó Tariq para su avance por la parte norte de la península ibérica, formando parte del muy jerarquizado sistema defensivo omeya de la Marca Media, que tenía su centro en Toledo, con la que la población musulmana intentaba frenar el avance de los reinos cristianos.

A sus pies se contempla buena parte de la Sierra de Guadarrama y medio Madrid a lo lejos asentando en su planicie, así como el pueblo a vista de pájaro y el abandonado a su suerte Palacio del Canto del Pico, otro de los iconos del pueblo.

La atalaya toma su nombre del almez, árbol que también es conocido como lodón o lotonero y que era abundante en su enclave y por extensión, el caserío surgido a sus pies acabó llamándose Torrelodones.

Proseguimos por el camino que en dirección suroeste alcanza un pequeño y bello pinar, que da paso, a la derecha, a una senda que entre pinos y jaras desciende hacia el Mirador de Las Marías y, más abajo, a otro mirador desde el que se tiene unas preciosas vistas de la planicie de Madrid, mientras abajo no paran de cruzar trenes por las vías que, poco más arriba llegan a la estación de Torrelodones.

Continuamos descendiendo por la senda que. al poco, alcanza el Camino del Pardillo, sobre el túnel del ferrocarril. Este camino unió durante siglos Torrelodones con Villanueva del Pardillo a través del Molino de la Hoz. La primera constancia de su existencia se remonta al siglo XII, como paso vinculado a la aldea de Santa María del Retamar, fundada por madrileños en la primera mitad del siglo XII y habitada, por lo menos, hasta finales del siglo XIV.

En el siglo XVI adquirió un importante auge al iniciarse las obras del monasterio de El Escorial que hicieron de Torrelodones parada y fonda. Durante este periodo, el Camino sirvió para el transporte de mercancías desde Villanueva del Pardillo para sus numerosos mesones y posadas.

La construcción de los puertos de Galapagar y del León, y el nuevo camino hasta Segovia por Las Rozas, Galapagar y Guadarrama, supusieron la decadencia progresiva del Camino del Pardillo.

Remontamos la cuesta que va a dar con la entrada a la Casa del Enebrillo, que perteneció al duque de Sotomayor hasta el siglo XIX.

Obligado a venderla por deudas tras la pérdida de las colonias,  la compró el torero cordobés Lagartijo, que durante un tiempo la utilizó como tentadero en el que entrenarse y ponerse en forma.

Más adelante, pasamos junto a Casa Panarrás, un caserón de estilo vasco construido por un marqués a principio del siglo XX, se convirtió en puesto de mando republicano en la batalla de Brunete, con unas vistas estratégicas al flanco norte de esta ofensiva que tenía por objetivo frenar el avance de las tropas franquistas a Madrid y ayudar a las provincias del Norte de España, que acabó con multitud de muertos de ambos bandos en veinte días de crueles enfrentamientos.

Desde allí, iniciamos el descenso por el Camino de la Isabela, para poco después, en la primera curva, dejar el camino para seguir la senda que sale a la derecha en dirección a un cerro desde el que se tiene estupendas vistas.

El Monte Abantos y las Machotas al oeste, al este la planicie de Madrid, al sur unas bonitas vistas del embalse de Molino de la Hoz y toda la urbanización que ha nacido a su vera, y al norte el Monte Gurugú, donde se asienta Casa Panarrás.

Continuando en dirección sur por esta bonita senda y, tras un moderado descenso, giramos a la derecha para descender por una empinada cuesta hasta dar con el Canal de Guadarrama y el camino que lleva a la presa del Gasco, dejando el canal a la derecha.

El inmenso muro de la presa fue diseñado, en su momento, como la más alta del mundo, con 93 metros.

De este proyecto, sólo se conserva un lienzo de 53 m de altura y 251 de longitud, con una anchura que oscila entre los 72 m de la base y los cuatro de la parte superior.

El infortunio hizo que el 14 de mayo de 1799 se derrumbara parte del muro meridional, después de que una terrible tormenta, dejando al descubierto sus juntas laterales y muros transversales, cuando se llevaban 53 metros construidos y 12 años invertidos. Se retiró todo el material caído para no hacer tapón en el río. El resto de la presa se dejó abandonada para siempre.

Descansamos un rato en el privilegiado mirador en el que se ha convertido la presa, que los siglos han coronado de encinas y enebros, mientras nos asomábamos a sus precipicios, no aptos para gente con vértigo, pensando en el triste final del ingeniero francés Carlos Lemaur, al que se debió la iniciativa de su construcción, y que se suicidó, antes de ver acabada su obra. Tampoco sus hijos, continuadores del proyecto, lograron verlo acabado, permaneciendo desde el día de la tormenta tal como lo contemplamos hoy.

Tras contemplar desde su cima cómo el río Guadarrma lo atraviesa, retrocedimos sobre nuestros pasos, hasta llegar al precioso bosque de pinos donde el Canal del Guadarrama se hace más presente, manteniendo agua todo el año.

El Canal del Guadarrama, fue una ciclópea obra que pretendía realizar un canal navegable de 771 km, que, salvando un desnivel de 700 m, hubiese unido fluvialmente la ciudad de Madrid con el océano Atlántico.

Partiría de una presa que habría de construirse a la altura de Torrelodones, enlazaría las cuencas de los ríos Guadarrama, Manzanares, Jarama, Tajo, Riansares, Záncara, Jabalón, Guarrizas, Guadalén, Guadalimar y Guadalquivir.

Sólo pudieron ejecutarse los primeros 27 km del canal y la Presa de El Gasco, su embalse regulador. Aquí muchos más detalles del proyecto.

Como íbamos bien de tiempo, subimos a las Casas de Isabela a ver cómo el tiempo continúa su lenta pero infatigable tarea de convertir en ruinas lo que fue una gran casa con múltiples edificios, como cocheras, cobertizos, ermita, gallineros y cochineas para los animales, casa de los guardeses y hasta dos piscinas, una cubierta, en lamentable estado.

Desde allí, continuamos por el frondoso pinar que hay junto al Canal de Guadarrama, asomándonos de vez en cuando a sus aguas o a su seco lecho y al que seguimos en su serpenteante recorrido hacia Las Rozas, siempre a nuestra izquierda, con bonitas vistas de la urbanización de Molino de la Hoz y todos los pueblos que desde aquí se divisan.

Al pasar el arroyo de la Torre, junto al arroyo de Varela, paramos a tomar el tentempié de media mañana, a la sombra de las encinas y enebros que cubren todo el recorrido.

La idea era continuar por el Canal hasta Las Matas, lo que iba alargar luego el regreso, por lo que, a sugerencia de Carlos R, decidimos acortar por Los Viales, pasada la zona conocida como Los Barrancos. Dejamos el Canal por la izquierda y ascendimos a las ruinas de la que fue Casa de los Barrancos, desoladora imagen en un entorno privilegiado.

Continuamos, en dirección norte, por cómodo camino entre encinas, que de seguirlo acaba en una alta valla con puerta cerrada, por lo que nos desviarnos hacia el noreste para subir al Cerro de la Mesilla,  situado a 782 metros de altura, coronado por otra casa, ésta más pequeña, que sin estar en ruinas, presenta un lamentable estado de conservación.

Desde aquí se tienen unas estupendas vistas del todo el entorno, rebasamos la casa por la derecha y continuamos junto a una valla que suponemos pertenece a la misma finca, llamada Casa García.

Al poco, el camino se hace senda y se pierde entre incómodo matorral, procurando tener siempre la valla cerca, descendimos hasta un arroyo seco, para continuar ascendiendo siguiendo la cerca hasta cruzarla cerca de las vías del tren.

Con extremo cuidado cruzamos las vías, cerciorándonos de que no venía ningún tren, algo peligroso teniendo en cuenta el alto tráfico de esta línea, tanto de cercanías como de trenes que une Madrid con el noroeste de España, y aún más si se va con niños o mascotas sueltos.

Al otro lado, una puerta abierta da acceso a la otra parte del muro que protege las vías.

Por un sendero, continuamos hasta dar con las calles del área homogénea sur, subimos al sendero que rodea la zona sur de los Bomberos, deteniéndonos en el mirador que contempla el paso de los trenes vigilados por la torre.

Al llegar a la explanada del arroyo de la Torre, en las inmediaciones del punto limpio, cruzamos bajo la A-6 y regresamos al punto de inicio, el ayuntamiento de Torrelodones. Por todo lo visto y disfrutado, esta excursión se ha ganado 4 estrellas.
Paco Nieto

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