lunes, 13 de marzo de 2023

Excursión X395: Los secretos de Navalagamella

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Navalagamella
Final: Navalagamella
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17,2 Km
Desnivel [+]: 482 m
Desnivel [--]: 482 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
































PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Hacía tiempo que no recorría los rincones de Navalagamella, y para solucionarlo, nos animamos a redescubrir los muchos secretos que guarda este bonito pueblo.

Debe su nombre al lexema prerromano vasco naba, tierra llana, que derivó en el romano, ibero o celta nava, que significa prado o tierra sin árboles y llana, y del lexema gamella,​ del latín gamellus, artesa o dornajo que sirve para dar de comer y beber a los animales, quizás haciendo referencia a las numerosa pilas de piedra tallada presente en todo el término o a la forma de gamella que tiene la pradera donde se ubica el pueblo.

Se escribe Navalagamella desde que se hicieron las primeras menciones en el Libro de la Montería de Alfonso XI escrito hacia 1350, ahí es nada.

Aparcamos junto a la Iglesia, a la entrada del pueblo, echando a andar, a la hora prevista, en dirección sur, por la calle de San Pedro, donde las casas suelen tienen huerto y muchas, palomares, porque hay una gran afición a la colombicultura, el arte de criar y entrenar palomas con fines deportivos, en este vídeo se puede saber algo más de ello.

Proseguimos por la Calleja de San Antonio, dejando atrás las últimas casas, internándonos por un estrecho camino rodeado de verdes dehesas, delimitadas por muretes de piedra, todo un placer para la vista. Imponentes encinas y algún que otro roble adornan el bonito sendero.

Al poco, llegamos al arroyo de las Vegillas, que apenas llevaba un hilillo de agua. Atravesamos un robledal y la Cañada Real Leonesa, hoy día relegada de su importante labor de antaño a mermado camino ganadero.

Desde este punto, el arbolado da paso a terrenos más despoblados, salpicados por algún que otro bello ejemplar de encina de gran porte.

El canal de conducción de agua del embalse de Picadas a Majadahonda nos dio la excusa para hacernos la foto de grupo. Un poco más adelante, alcanzamos la parte alta de la Cantera La Curva, protegida por una valla para evitar accidentes, y que desde 1966 se utiliza para extraer el mineral de granito. Produce principalmente balasto de alta calidad para las vías del tren.

Continuamos el camino, desviándonos a la derecha por otro que va a la Mina La Montañesa, dejando a la izquierda una enorme valla metálica que protege el campamento de La Peña que luego visitaríamos.

Algunos llegamos a las inmediaciones de la mina, protegida por una alambrada, algo tota en su parte más baja. Con mucho cuidado, pues las instalaciones están abandonadas, estuvimos explorando el entorno y el interior más inmediato de una de las galerías, alumbrándonos con los móviles.

Esta antigua mina fue referenciada ya en 1417 bajo la denominación del Hoyo de la Plata, sirvió como fuente de extracción de galena, de la que se obtenía plomo, hasta los años 50 y de barita entre los años 1959-1979.

Consta de tres niveles de galerías, una zanja que discurre a lo largo de una ladera, escombreras y restos de las estancias que en la actualidad se presentan muy deterioradas.

No obstante, resulta de alto valor espeleológico, ya que cuenta en su interior con minerales muy poco frecuentes en la Comunidad de Madrid como primarios: baritina, esfalerita, matildita y calcopirita; como secundarios: malaquita, cerusita, anglesita, piromorfita, wulfenita y plumbogummita.

Tras la interesante visita, nos dirigimos a lo que queda del Campamento Militar de La Peña, situado en el Cerro del Horcajo. 

Fue erigido por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil, éste quedaba a 2 km de la línea de frente del Perales y a retaguardia de las posiciones Cota 640 y Loma Quemada. Este conjunto de fortificaciones destaca por su singularidad, ya que además de componerse de barracones, establo, cocinas, viviendas auxiliares, una vivienda catenaria y un observatorio, también incorpora una pequeña capilla que aún conserva gran parte de su estructura.

Todo el conjunto ha sido vallado, parcialmente restaurado y señalizado con carteles informativos con gran detalle de las construcciones.

Con cierto desconsuelo por todo que representó el fratricida enfrentamiento que este lugar nos recuerda, iniciamos de nuevo la marcha, ahora de nuevo todos juntos, saliendo por la puerta principal del recinto en busca ahora del río Perales.

Para llegar hasta él, seguimos una pista en dirección sur que va hacia una casa, pero que abandonamos a la izquierda a mitad de camino para descender entre encinas y matorral, unas veces campo a través y otras siguiendo una vereda, hasta alcanzar la carretera M-521, que une Navalagamella con Quijorna.

Subimos uno 300 metros por la carretera hasta encontrar una pista a la derecha por la que continuamos en dirección noreste, al principio subiendo para luego descender hasta el río Perales, muy tapado por matorral y vegetación de ribera.

En cuanto encontramos un claro donde poder acercarnos al río, paramos a tomar el tentempié de media mañana, cómodamente sentados en unas piedras mientras contemplábamos el constante descenso del agua, relajados por el murmullo que produce al surcar las piedras de su lecho.

El río Perales nace en la formación montañosa de Las Machotas, cerca de Zarzalejo y, después de 35 km de recorrido, desemboca en el Alberche, dentro del término municipal de Aldea del Fresno.

Tras el descanso, comenzamos un largo ascenso junto al río, en dirección norte. No tardando mucho, llegamos al puente del Pasadero. Su origen no está documentado pero se cree que es uno de los cinco puentes construidos durante la dominación islámica del centro de la Península Ibérica a lo largo del camino que enlazaba Talamanca de Jarama con el Valle del Tiétar.

Esta vía formaba parte del sistema defensivo de la Marca Media, cuyo fin era hacer frente a las avanzadillas cristianas durante la Reconquista, sirviendo de nexo de unión a las ciudadelas y atalayas de observación erigidas por los musulmanes. Tal hipótesis queda validada por la factura de tres de los puentes que actualmente se conservan. Tanto el del Pasadero, como el de la Alcanzorla (Galapagar) y el del Grajal (Colmenar Viejo), constan de un único arco de medio punto y presentan un ancho de tablero de medidas habitualmente utilizadas en los puentes árabes.

El puente, de pequeñas dimensiones, se erige sobre un pequeño encajamiento del río Perales y cimenta su construcción de granito sobre roca natural. El único elemento que conserva de sillería es la bóveda de cañón de medio punto, de una sola rosca, sobre la que se apoyan los tímpanos de mampostería.

Tanto el enlosado del pavimento como los pretiles se habían perdido con el paso del tiempo, no obstante, el Puente del Pasadero fue restaurado en 2014 y ahora muestra su diseño original.

Me acerqué al mirador que hay en lo alto de unos riscos, al otro lado del puente para tener una mejor perspectiva de la zona antes de reanudar el ascenso por la ribera derecha del río.

Enseguida llegamos a uno de los molinos de cubo que jalonan el río. Este tipo de molinos hidráulicos, de origen árabe, eran perfectos para caudales de agua escasos e irregulares, como los del Río Perales, que se seca en verano.

Su diseño permitía obtener energía suficiente para poner en funcionamiento los elementos de rotación y molienda de la harina. 

Destacan por una construcción cilíndrica de piedra donde se acumulaba el agua (cubo) y son los únicos que existen en la Comunidad de Madrid.

Tras las fotos de rigor desde lo alto del molino, proseguimos en busca del siguiente objetivo, el embalse de Cerro Alarcón, al que llegamos tras cruzar el arroyo de las Vegillas, sin agua, y contemplar unas pequeñas cascadas formadas por el río al pasar por un estrechamiento rocoso que bordeamos por la izquierda. Un bonito rincón que añadir a los secretos que esconde esta ruta.

En el ancho muro de la presa nos hicimos una buena colección de fotos antes de continuar el recorrido, ahora muy pegado al embalse, que nos ofrecía unas estupendas vistas de sus azules aguas contrastando con el verde de la vegetación de su entorno, compuesta mayoritariamente por fresnos, sauces, arbustos de rosal silvestres, majuelos, zarzamoras y juncos.

La presa fue construida en 1970, está formada por un muro de hormigón de directriz curva, con una longitud de coronación de 132 m. Su altura máxima es de 22 m. El embalse tiene una capacidad de almacenaje de 1,04 hm³ y ocupa una superficie de 25 hectáreas. Se extiende a lo largo de 1.200 m con 150 m de ancho y su uso es esencialmente recreativo.

Es usado por el Club de Esquí Náutico de Madrid, que celebra habitualmente competiciones e imparte cursos de formación, como puede verse en este vídeo.

En el puente del conducto de Picadas-Majadahonda, que atraviesa la cola del embalse, nos reagrupamos a la espera de Emilio, que se había quedado rezagado.

Continuamos remontando el río por la parte , para mi, más bonita del recorrido, en la que el agua está sosegada y cubierta de algas que le dan un colorido espectacular, con suerte en rojo, como en esta ruta que hizo el grupo hace un año; hoy en verde intenso, también muy bello.

Poco antes de llegar al puente de la carretera M-510, nos estaba esperando Jorge I, que no había podido iniciar la ruta con nosotros. Pasamos junto a una curiosa cruz, colocada detrás de un risco y bajamos al puente.

Aquí, unos continuamos remontando el río y otros fueron en coche a por Emilio, que les esperaba en el puente del conducto Picadas-Majadahonda.

En el meandro que realiza el río junto a lo que fue el Molino de Baltasar, lo abandonamos, para seguir, en dirección suroeste, un bonito sendero que discurre junto al arroyo del Molino de Hondillo, separado del mismo por una cerca de piedra y una alambrada.

Poco antes de cruzarlo por una pasarela de madera nos acercamos a la fuente de piedra que hay a la derecha de la que manaba un buen chorro de agua.

El sendero va a dar a una pista que asciende hacia Navalagamella, pasando junto al Mirador del Hondillo, con estupendas vistas del valle.

Nos internamos, callejeando, por el centro del pueblo hasta llegar de nuevo a la Iglesia y de allí al aparcamiento donde teníamos los coches.

Soltamos las mochilas, cambiamos las botas por otras más cómodas y nos fuimos a comer, ya todos de nuevo juntos, un suculento y bien despachado menú a la terraza del Mesón Gallego, en la Plaza de España, junto al Ayuntamiento.

Un perfecto broche de oro a esta magnífica ruta que nos ha desvelado algunos de los muchos secretos que guarda Navalagamella, y a la que le otorgo 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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