lunes, 4 de octubre de 2021

Excursión X299: Cañón del Arroyo del Artiñuelo

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Rascafría
Final: Rascafría
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12 Km
Desnivel [+]: 568 m
Desnivel [--]: 568 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Había leído algo del pequeño cañón que forma el arroyo del Artiñuelo poco antes de atravesar la población de Rascafría, con algún salto de agua que parecía merecer hacerle una visita.

A ello nos pusimos en este día nubladillo, pero estupendo para caminar. Dejamos los coches en el aparcamiento que hay a la salida del pueblo y nos fuimos a tomar un café a la plaza del pueblo, lugar donde según cuenta la leyenda se escondía Fernando Delgado Sanz, apodado el `Tuerto Pirón´, bandolero que se movía por estos lares y que utilizaba de escondrijo el viejo olmo de más de 300 años que estaba situado en esta plaza.

Con ánimo de aventura, nos pusimos en marcha buscando el arroyo del Artiñuelo a su entrada al pueblo por su lado noroeste. Al llegar al puente que cruza lo cruza, nos asomamos para disfrutar del sonido del agua, que nos acompañaría durante toda la subida.

Este arroyo nace en el collado de la Flecha, en los Montes Carpetanos, a unos 5 km de Rascafría y desemboca en el río Lozoya, tras recorrer poco más de 7 km.

Nada más dejar atrás las últimas casa del pueblo, conectamos con el PR-35, el sendero de Pequeño Recorrido que va de Rascafría al puerto de las Calderuelas. El camino es amplio y discurre en medio de un bosque de robles. A medida que avanzamos disfrutamos de los sonidos del bosque y de la diversidad de flores que aparecen en nuestro camino.

Mirando a nuestra izquierda divisamos, a lo lejos, la silueta de la majestuosa Peñalara junto con sus hermanas mayores, al otro lado del valle, las Cabezas de Hierro.

Continuamos un poco más y cruzando el paso de ganado, nos desviamos a la izquierda para ver las ruinas del Molino del Cubo, en el que curiosamente había un cartel de "Se Vende". Fue un antiguo molino harinero del siglo XVIII que estuvo en funcionamiento hasta la década de los 50 del pasado siglo. Un poco más arriba se puede ver el azud que llevaba el agua al molino.

El arroyo del Artiñuelo, a pocos metros, llevaba muy poca agua. Al otro lado, se yergue un árbol catalogado como como singular, el 296, se trata del Mostajo del Molino del Cubo.

Regresamos al camino principal para continuar en ligero ascenso. En una bifurcación dejamos el PR y continuamos por la izquierda. Será precisamente por ahí por donde volveríamos.

Enseguida pasamos junto a una granja con cobertizos para guardar el ganado y de nuevo nos desviamos a la izquierda, hacia el arroyo, para cruzarlo por un estrecho puente de madera y continuar el ascenso por la otra orilla.

A poco de más de 200 metros, vimos una pequeña cascada, la primera que nos ofrece el arroyo del Artiñuelo. Junto a ella se encuentra la pequeña represa donde se captaba el agua para el molino. Cruzamos por su muro de hormigón, donde hay un volante para abrir las compuertas de desvío del agua hacia el azud. Junto al pequeño estanque que se forma, nos hicimos unas fotos. Subimos unos pocos metros y retomamos el camino.

A unos 300 metros, llegamos a la Cascada del Artiñuelo, bonito rincón rodeado de robles, situado al inicio del cañón. A los pies del salto de agua, custodiando tan bello paraje, había una asustadiza vaca, que echo a correr cuando nos acercamos.

La cascada la forma una pequeña presa, que en época de lluvias hace que se desborde por su muro el agua, con gran estruendo. Hoy no es el caso, porque su pequeño caudal se derrama por una especie de escalinata lateral, construida para facilitar el remonte de peces anádromos, como la trucha. en este vídeo se puede ver el aspecto de la cascada cuando lleva mucha agua.

Aquí se acabó el cómodo camino, apto para cualquiera, y comenzó la aventura. Seguimos una vereda, poco marcada, que nos va adentrando en el Cañón del Arroyo del Artiñuelo, dejándolo a nuestra izquierda. El arroyo se va quedando cada vez más encajonado y más alejado a nuestro paso, aunque se hace sentir desde las alturas.

Un promontorio rocoso nos hizo de mirador natural. Desde él se tienen unas excelentes vistas a ambos lados del cañón.

Unos metros más arriba, en un pequeño recodo en que el cañón hace una curva hacia la derecha, contemplamos una sucesión de pequeñas cascadas. Continuamos ascendiendo, pasamos junto a una especie de corral o abrigo formado con piedras.

En esta parte del recorrido, la supuesta vereda se había difuminado por completo y tampoco había hitos que marcasen el camino, tuvimos que guiarnos por nuestra intuición.

Al poco, vadeamos el arroyo de las Calderuelas, poco antes de juntarse con el del Artiñuelo. No fue complicado cruzarlo, unas piedras y el poco caudal nos ayudaron a conseguirlo. En época de lluvias, puede ser más complicado.

Algo más arriba justo al lado de una placa del Parque Nacional del Guadarrama parece ser que existe un cable que cruza de orilla a orilla, lo que puede facilitar este paso.

Continuamos lo más próximos posible a la orilla del arroyo del Artiñuelo, por la zona conocida como Junta de los Arroyos, pues por la otra orilla se une el arroyo de la Redonda.

Por un vestigio de vereda alcanzamos una cascada de unos tres metros de altura. El lugar, rodeado de pinos, bien valía una parada para su contemplación mientras tomábamos un aperitivo y unos miguelitos de la Roda que había llevado para celebrar mi santo.

Tras el descanso, continuamos unos metros junto al arroyo del Artiñuelo, divisando otra pequeña cascada, para después alejarnos momentáneamente del arroyo, por la zona conocida como El Cardoso, hasta llegar a conectar con una pista, unos metros más arriba de su cruce con nuestro arroyo.

Bajamos hasta el encuentro con el arroyo, junto a él hay un depósito de agua y una fuente con un pequeño pilón. Desde aquí, seguimos la pista, volviendo sobre nuestro pasos, ahora mucho más cómodos, por la amplia pista.

Tras una amplia curva, cruzamos el arroyo del Cardoso y, más adelante, el de las Calderuelas, con fuente incluida, hasta alcanzar el mirador de las Calderuelas.

Está situado junto a una elevada torre de vigilancia de incendios forestales y un puesto con estupendas vistas del embalse de la Pinilla y al fondo, entre el Cerro de la Cruz y la Cachiporrilla, la Peña de la Cabra.

Proseguimos por la pista, ahora coincidente con el PR-35, en dirección noreste, sin apenas desnivel, hasta llegar a la primera curva, donde lo abandonamos para ir, campo a través, descendiendo por un hermoso robledal, al encuentro de otro árbol singular 200, el Rebollo de la Mata del Pañuelo. Tiene una altura de 15 metros, un diámetro de copa de 11 metros, con un perímetro del tronco de 4,55 metros y una edad aproximada de 345 años.

Tras las fotos de rigor junto a tan bello y longevo ejemplar, continuamos en leve subida, por la pista hasta alcanzar de nuevo el PR-35, sendero por el que continuamos el descenso del espectacular bosque de robles, hasta alcanzar un portón que da acceso de nuevo a la pista forestal por la que subimos y que en poco más de un kilómetro nos lleva a Rascafría.

En la terraza del restaurante Conchi nos zampamos una fabada y un estupendo entrecot, haciendo que esta aventurera ruta consiguiese la nota máxima, 5 estrellas.
Paco Nieto

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