jueves, 7 de octubre de 2021

Excursión X300: Revilla - Escuaín por Gurrundué y refugio de Foratarruego

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Revilla
Final: Escuaín
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17,5 Km
Desnivel [+]: 1.092 m
Desnivel [--]: 1.113 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas /Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Tras haber llegado de Madrid en la tarde anterior, nos levantamos con mucha ilusión de hacer nuestra primera ruta en esta nueva escapada a los Pirineos de la mano de Juan.

Desayunamos temprano en el hotel donde nos alojamos, el Arnal de Escalona (Huesca). Antes de salir, sobre mapa, revisamos por dónde va a transcurrir la ruta. En dos coches nos acercamos a Revilla, a unos 20 km de distancia del hotel. Aparcamos en una curva de la carretera, a pocos metros del pueblo.

El pequeño aparcamiento tiene varios carteles informativos sobre la flora y fauna de la zona, en la que se resalta al quebrantahuesos, muy común aquí.

Además un mapa indica los recorridos que se pueden realizar desde aquí, el más famoso, el de los Miradores de Angonés, preciosa y relajante ruta para sobre la Garganta de Escuaín en la que se visita la Ermita de San Lorenzo.

Nuestra ruta discurre por cotas más altas, y se inicia en dirección al pueblo, que parece deshabitado, apenas llegará a siete casas de piedra más la iglesia, que se alza en la parte más alta.

Pertenece al municipio de Tella-Sin, que dista de aquí unos 10 km, y está situado en la parte del valle de Tella conocida como Collados de Escuaín.

En textos medievales aparece como Ribilla, Ribiella, Riuiellya, Rebiella, Rebiello y Reuiella.​ Como el resto de topónimos similares proviene del latín Ripella (terraplén, ribazo), en alusión a su situación.

Cruzamos el pueblo y tras una cerrada curva, iniciamos la subida, por un sendero bien señalizado que pronto se interna en un denso bosque de boj y erizón sobre suelos pedregosos. Al poco el bosque da paso a una planicie más despejada que nos deja contemplar las enormes moles de los tozales cercanos.

Continuamos y al poco, nos vemos rodeados de nuevo de boj. Alcanzamos un puente de hierro que cruza el Barranco de Consusa. Unos metros más arriba llegamos a unos campos de cultivo abandonados delimitados por muros de piedra, poco antes de cruzarnos con la senda que, a la izquierda, se dirige a los Miradores.

Nosotros continuamos de frente, siguiendo las indicaciones de La Valle y Foratarruego de un poste informativo. Pasamos junto a un abrigo formado en el escarpado y abrupto cortado y más adelante.

De forma repentina, y en un recodo del camino, se abre ante nuestros ojos una gran panorámica del barranco de Os Sacos y su cabecera el circo de Angonés, otro puente de hierro permite cruzar este barranco, que forma una preciosa cascada.

Unos metros más adelante, no hacemos caso al desvío que surge a la izquierda hacia el puente los Mallos y Escuaín, y continuamos por el que se dirige a Foratarruego.

El sendero se estrecha, asciende por zona pedregosa entre una tupida vegetación en la que abundaban las setas. Seguimos ganando altura de forma progresiva entre bosques de pino silvestre con un denso matorral de boj, algún acebo y enebros.

De vez en cuando se despejaba el bosque, dando paso a unas vistas imponentes del entorno. Más arriba, con fuerte pendiente, nos cruzamos con el desvío a Bocera, por el que luego descenderíamos. De momento, tocaba continuar subiendo, pasamos junto a una fuente de la que manaba un chorrito de agua.

Rebasamos el bosque y salimos a terreno despejado, con los enormes cortados a nuestra derecha y por fin alcanzamos el último rellano. Tras recorrer una zona de pastizal, situada bajo la peña donde se localiza el refugio de Foratarruego, donde nos asomarnos a la cornisa desde la que se contempla las mejores vistas panorámicas del valle y del gran circo glaciar de Gurrundué, que compensaron todos nuestros esfuerzos.

Quedaban unas decenas de metros de subida para alcanzar el refugio de Foratarruego y disfrutar de una amplia panorámica del valle de Escuaín, los pastos de La Valle, Castillo Mayor (al que subiríamos dos días más tarde), Sestrales o Cuello Viceto.

El refugio tiene una chimenea y varias literas, con una ventana por las que se tiene un paisaje que ningún hotel de cinco estrellas puede ofrecer. Tras comer algo y descansar un poco, iniciamos el regreso por el mismo camino que habíamos traído.

Al llegar al desvío de Bocera, lo seguimos para descender con fuerte pendiente entre pinos y boj. Más abajo, alcanzamos el cruce que nos hubiese devuelto a Revilla. Por un momento, dudamos si seguirlo o continuar el descenso hasta el río Yaga y volver por Escuaín.

Pensando que esta alternativa no iba a ser tan larga, optamos por acometerla, sin saber que las características del terreno, con fuertes desniveles, harían que nuestro paso fuese más lento de lo esperado.

Tras un bonito descenso por La Valle, donde la pendiente desaparece, rodeados de pinos, boj y carrascas, por fin alcanzamos el largo puente metálico de los Mallos, que cruza el río Yaga a gran altura. Este río nace en el circo glaciar de Gurrundué y desemboca en el río Cinca.

Estamos en las gargantas de Escuaín, donde el río Yaga ha ido excavando durante siglos la tierra hasta formar una serie de profundas cavidades subterráneas en forma de Y, conocidas como el Sistema de las Fuentes de Escuaín, las segundas más importantes de Aragón.

Una vez agrupados en el puente, iniciamos el regreso hacia el punto de partida, ya con sendero mucho más cómodo, cruzando las Bordas de Escuaín y el Barranco Carcil. Zona muy verde de pastos en la que comenzamos a ver vacas y cabañas de ganaderos.

Alcanzamos la Pista de Escuaín, un ancho camino, que serpenteando va paralelo al río Yaga, más encajado abajo. Poco antes de llegar a Escuaín realiza una amplia curva para cruzar el Barranco del Lugar, que apenas llevaba agua, mientras los últimos rayos del sol doraban las cretas de las montañas.

Sabiendo que aún faltaba mucho para llegar a Revilla y que no quedando mucho se nos iba a hacer de noche, Juan tomó la sabia decisión de llamar a un coche taxi para que nos esperara en Escuaín.

Tras más de 17 km y una dura bajada, nos alegramos al ver la furgoneta de Nómadas del Pirineo esperándonos y que a unos nos llevaría al hotel y a los conductores a por los coches dejados en Revilla, que como curiosidad supone realizar un recorrido por carretera de 35 km cuando en línea recta, valle y cañón de por medio, está a 1 km. ¡Cosas que tiene la montaña!

La cena en el hotel nos supo a gloria, tras la emocionante y exigente ruta que bien se merece 5 estrellas, por habernos permitido disfrutar de unas vistas extraordinarias a lo largo del recorrido.
Paco Nieto

FOTOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario