lunes, 12 de octubre de 2020

Excursión X237: Paseo por el Eresma desde Boca del Asno

FICHA TÉCNICA

Inicio: Boca del Asno
Final: Boca de Asno
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 8,7 Km 
Desnivel [+]: 181 m 
Desnivel [--]: 181 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 5

MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
Para disfrutar de la festividad del 12 de Octubre, nos acercamos al siempre gratificante valle del Eresma, con idea de dar un paseo por su bella ribera, comer en la Granja de San Ildefonso y visitar los jardines del Palacio.

Aparcamos junto al área recreativa de Boca del Asno. Enseguida buscamos el murmullo del agua que a poco de cruzar el puente de madera se precipita con brío a través de la angostura que da nombre a este bello lugar.

Sin entretenernos en contemplar tan placentero espectáculo, echamos a andar hacia el espléndido pinar por la margen izquierda del río, que llevaba más agua de la esperada para esta época del año.

Con la ayuda de unas piedras, vadeamos el arroyo del Tesoro, enigmático nombre para este afluente del Eresma que nace a los pies del cerro de la Camorca y con escaso caudal por efecto del recién superado estiaje.

Poco más arriba, el río se encajona entre enormes rocas de granito plagadas de musgo, formando una pequeña hoz de singular belleza, para mí uno de los rincones más bellos del valle y el que más fotos se llevó.

Pasada la estrecha angostura, se hacen más evidentes los vestigios del acondicionamiento de este río como pesquerías reales, que mandó realizar, entre 1767-1769, el Rey Carlos III, un amante de la caza, de la pesca y de la naturaleza en general, lo que le llevó en 1761 a comprar a los segovianos el bosque de Valsaín, para disfrutar en exclusiva de la pesca, procediendo posteriormente a allanar en forma de aceras las orillas del Eresma. Además del camino, el monarca dotó a este tramo del río, de escaleras, represas y saltos de agua encaminados a oxigenar el agua.

Se trata de un singular recorrido de unos 10 kilómetros, aproximadamente, entre el puente de la Cantina y el puente de Segovia o puente de Santa Cecilia, que nosotros estamos recorriendo en su tramo final.

Pasamos junto al puente de madera de los Vadillos, y sin cruzarlo, continuamos río arriba hasta alcanzar la desembocadura del arroyo del Telégrafo, por el que seguimos, sin cruzarlo. Un poco más adelante una gran roca a nuestra derecha nos indica que hemos alcanzado la mítica poza de los Baños de Venus, donde en otras ocasiones nos hemos dado unos refrescante chapuzones.

Tras tomar un pequeño refrigerio junto a la poza y la fuente que hay unos metros más arriba, continuamos el ascenso del arroyo, hollando veredas de pescadores, inicialmente por la margen izquierda del cauce por el que circula el agua, para pasar a la contraria por un puente de madera, poco después de cruzar el arroyo de las Pamplinas, otro nombre curioso.

Enseguida alcanzamos la pista asfaltada, justo antes de cruzar el arroyo del Telégrafo y el de Minguete, que se unen en este punto, donde hicimos una breve parada.

Regresamos sobre nuestros pasos para seguir por la pista en dirección al puente de la Cantina, con ligerísimas subidas y bajadas, la pista traza suaves curvas que se adaptan a un terreno de pie de monte recubierto por el más vigoroso pinar del Guadarrama.

Formado íntegramente por pino silvestre, el rey de los pinos ibéricos, se trata de un monte publico, rigurosa y sabiamente explotado desde hace siglos por los madereros de Valsaín.

Esta pista también es punto de paso de una variante del GR10, señalizado como GR-10.1 con marcas blancas y rojas, que se dirige hacia la fuente de la Reina, donde enlaza con el Camino de Santiago.

Pasada una portilla, llegamos al puente de la Cantina, de arco único de medio punto, fue construido en la misma época que el camino trazado por Juan de Villanueva, en 1778, por orden de Carlos III para unir la Corte con el palacio de San Ildefonso; terminado bajo el reinado de Carlos IV.

Por él, bajaban los espectaculares carros cargados con grandes cubas de vino de Navalcarnero y Arganda, parando a descansar en la venta de la Cantina camino de La Granja y Segovia.

Cruzamos el cinematográfico puente, escenario de la mítica película La Caída del Imperio Romano, el mismo que, afortunadamente, sólo voló Hemingway en las páginas de su Por quién doblan las campanas. Al otro lado del puente nos esperaban las frescas aguas que manan de la no menos histórica Fuente de la Canaleja.

Tras una breve parada para las fotos, regresamos sobre nuestros pasos volviendo a pasar por la portilla, para poco después descender por una senda que poco a poco se va acercando al río. De nuevo en la margen izquierda del Eresma, proseguimos el agradable paseo junto a su orilla.

Sin trazas aún de la plataforma de pesquerías, el camino se mete bajo una enorme roca, que recuerda a los muchos pasos que hay en La Pedriza de estas características.

Aguas abajo, llegamos a un puente de madera que le cruza, justo en la desembocadura del arroyo del Telégrafo, cambiando así a la margen derecha del río. Aquí, el río forma un remanso a los pies de una enorme roca musgosa que no hubo manera de mover, por más empeño que pusieron nuestras chicas.

Pegados al río le acompañamos en su descenso, vadeando el arroyo del Retamar y Camaliebre hasta llegar de nuevo a la Boca del Asno, dando así por finalizado el agradable paseo por las Pesquerías Reales y sus míticos pinares.

En la terrada del restaurante Segovia, unos judiones y un excelente cochinillo, como manda la tradición, nos elevó el ánimo y nos dio fuerzas para acabar la tarde perdiéndonos por los jardines, estanques  y fuentes, muchas en proceso de reparación, del Palacio de la Granja.

Sus alineados y dorados bosques nos ofrecieron un preludio de lo bonito que se pone en otoño, cuando el verde da paso al ocre y al oro. Por todo ello, esta excursión se hizo merecedora de 4 estrellas.
Paco Nieto

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