lunes, 29 de junio de 2020

Excursión X228: Ojos del río Moros y Montón de Trigo

FICHA TÉCNICA
Inicio: Majavilán
Final: Majavilán
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 13,8 Km 
Desnivel [+]: 874 m 
Desnivel [--]: 874 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Uno de los placeres añadidos a los de realizar rutas por lugares conocidos es contemplar la cara de asombro y felicidad de los que los descubren por primera vez. Y en parte, eso es lo ibamos buscando cuando planificamos subir al Montón de Trigo para que algunos del grupo lo conocieran, entre ellos Nacho, que nos acompañaba por primera vez. ¡Bienvenido!

Ns reunimos en el aparcamiento de Majavilan, situado en Las Dehesas de Cercedilla, el último accesible después del de Casa Cirilo. Hasta la cónica cumbre teníamos que superar unos 750 metros de desnivel, ¡ahí es nada!

En dirección noroeste echamos a andar, siguiendo la carretera, para en la primera curva, dejarla por la senda que surge de frente, cruza el arroyo de Majavilán y se adentra en el bosque, pasado un portón, hasta conectar con el Camino Viejo de Segovia.

Al poco, cruzamos de nuevo el arroyo de Majavilán, casi seco a estas alturas del año, continuando el ascenso, ahora en dirección noreste. Entretenidas pastando entre helechos, unas vacas en el camino ni se inmutaron a nuestro paso. Unos metros más arriba, abandonamos el Camino Viejo de Segovia, para seguir por la senda que sube al Collado de Marichiva.

En el Hoyuelo nos dimos un respiro, parando a beber agua e intentar reagruparnos. Un último esfuerzo nos plantó en el Collado de Marichiva. Hasta aquí habíamos ascendido, en poco más de 2 km, unos 380 metros, más o menos la mitad de lo previsto en este primer tramo. Momento que aprovechamos para darnos un corto descanso.

Este collado, situado a una altura de 1.750 metros, se encuentra entre Peña Bercial y Peña del Águila y en él confluyen varios caminos, además del nuestro, la Vereda del Infante y GR-10, la Calle Alta, la senda de la Peña, el camino que baja al valle del río Moros y la Senda Tirobarra.

Tras cruzar por una cancela el muro de piedra que separa Segovia de Madrid, continuamos por la Senda Tirobarra, que en dirección noroeste se interna en un hermoso pinar salpicado de helechos que nos protegía de los rayos solares, haciendo muy agradable esta parte del trayecto.

A unos 300 metros del collado, cruzamos el arroyo de las las Tabladillas, también llamado del Tejo, y que, a poco menos de 2 km más abajo, desemboca en el embalse del mismo nombre.

Desde este punto, la senda pierde pendiente y, casi plana, va rodeando la loma de Peña Bercial y el Minguete por el Barrancón, la parte alta del Valle del Río Moros. Unos bellos caballos, en mitad de la senda, nos obligaron a rodearlos, porque no hicieron ningún amago de moverse de allí.

Algunos claros entre los altos pinos nos dejan ver, a nuestra izquierda, los dos embalses del valle, el mencionado del Tejo, y el de El Espinar, o Vado de las Cabras, mientras que de frente, aparecía y desaparecía nuestro gran objetivo de hoy, la imponente pirámide del Montón de Trigo.

Pasada una gigantesca pedrera, alcanzamos los manantiales donde nace el río que da nombre al valle, y que al ser dos, son llamados los Ojos del río Moros. Junto a su cristalina agua paramos a tomarnos el tentempié de media mañana, justo a las 12, la hora del ángelus.

Repuestas las fuerzas, reanudamos la marcha hacia el collado de Tirobarra, encontrándonos, nada más empezar, con una fuerte pendiente por la ladera de la Loma de los Ojos, arropados por el denso pinar, único consuelo, que nos hace pensar que sin la sombra que nos proporciona, todavía podía ser peor.

Superado el tramo boscoso, la senda se abre a un claro de excelentes vistas hacia el valle, desde el que se contemplan los embalses de El Espinar o Vado de las Cabras, el más cercano a nosotros, y más abajo, el del Tejo o las Tabladillas.

Desde allí, enseguida llegamos al Collado de Tirobarra, situado a 1.984 metros, entre el Montón de Trigo y la Pinareja, la frente de la Mujer Muerta, con amplias vistas hacia Segovia y al valle del río Moros.

La toponimia serrana está cuajada de nombres curiosos que hacen referencia a sus moradores, a su naturaleza o a las actividades en ella llevadas a cabo, algunas tan extrañas como el antiguo deporte del tiro de barra o tirobarra.

La actividad consistía en lanzar una barra de hierro de unos 7 kg lo más lejos posible, al estilo del lanzamiento de martillo olímpico o de jabalina. La práctica de este deporte en este collado puede estar relacionada con el entrenamiento llevado a cabo por los monteros, que allá por la Edad Media se dedicaban a cazar los abundantes osos que poblaban estas montañas y que luego pasó a ser práctica habitual entre los pastores.

Tras la parada de rigor para las fotos en este privilegiado mirador, nos lanzamos a por la tercera subida del día, la que nos llevaría a superar los 177 metros de altura que nos separaban de la cima del Montón de Trigo, que curiosamente desde el collado no ofrece su característica forma puntiaguda, si no dos jorobas de diferentes alturas.

En dirección sureste, ascendimos hacia unos riscos, que desde el collado daban la falsa sensación de ser la cumbre. Antes de llegar a ellos, pasamos junto a una hilera de trincheras de la Guerra Civil, que como heridas en la piel, estaban medio cicatrizadas por el paso del tiempo.

Un apilamiento de piedras a modo de vivac, a mitad de camino, y un par de pedreras, poco antes de la cima, nos entretuvieron la subida. Desde sus 2.161 metros de altura, las panorámicas que se tienen son espectaculares,.

La sierra de la Mujer Muerta (a poniente) y la afilada crestería de Siete Picos (a naciente) son las alturas vecinas que se contemplan desde este señero pedregal. Los valles de la Fuenfría y del río Moros (al sur y al suroeste, respectivamente) y los pinares de la Acebeda y de Valsaín (al norte y al noreste) acercan sus arroyos como dedos trémulos hasta la base de este túmulo que una fuerza inhumana plantó sobre el Guadarrama. Al noroeste, toda Segovia. Al sureste, todo Madrid.

Tras las fotos de rigor, iniciamos el descenso por la cara sur, siguiendo la marcada senda, señalizada con hitos, que lleva, con bastante pendiente, al collado Minguete, situado a 1.992 metros de altura.

Desde el collado, nos animamos a subir al Cerro Minguete, sus 34 metros de altura respecto al collado, nos parecieron un paseo después de lo que llevábamos acumulado. Desde su cima disfrutamos de una estupenda vista del Montón de Trigo, que presenta desde aquí su cara más fotogénica.

Descendimos la ladera este del Cerro Minguete hasta alcanzar el puerto de la Fuenfría, para desde sus 1.792 metros de altura contemplar, una vez más, la silueta puntiaguda del Montón de Trigo. Como íbamos escasos de agua, con sed y hambre, decidimos acercarnos a la fuente de la Fuenfría para saciar ambas sensaciones.

Tras el largo descanso, descendimos por la pedregosa Calzada Romana. Esta colosal obra, muy transformada por las grandes reformas que sobre ella realizó Felipe V en 1722, data de la época del emperador Vespasiano, que gobernó entre los años 69 y 79 d. C.

El recorrido se recogía a finales del siglo III en el itinerario de Antonio, cuya Vía XXIV unía Emerita Augusta y Caesaraugusta, pasando en su parte central a través de Cauca, Miacum, Titulciam y Complutum.

En el descenso, cruzamos el arroyo de la Fuenfría por el puente de Enmedio hasta alcanzar la Carretera de la República, por la que continuamos descendiendo hasta cruzar el arroyo de la Barranca y, dejando a la derecha el antiguo Refugio Peñalara, alcanzar el aparcamiento de Majavilán, donde nos esperaban los coches.

Las cañas de celebración nos las tomamos en el bar de la estación, desistiendo de hacerlo en la terraza del Hostal El Aribel Longinos, para evitar molestarles.

No puedo acabar esta crónica sin elogiar el coraje y el esfuerzo de Emilio, que a su ritmo realizó la ruta casi al completo.

Con todos los objetivos cumplidos, a pesar del calor, y con la satisfacción reflejada en los participantes, esta ruta solo puede ser calificada con 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

3 comentarios:

  1. Joder Paco, te estás superando a ti mismo, 10 en redacción e investigación antropologica. Lo de fuerza inhumana algunos la llaman orogenia. Menos poética sin duda alguna.
    Bienvenido Nacho

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo con Jose Luis, eres un gran conocedor de la montaña y sus nombres y un gran narrador. Bravo por esa cronica

    ResponderEliminar