lunes, 27 de enero de 2020

Excursión X205: Fuenfría invernal

FICHA TÉCNICA
Inicio: Las Dehesas
Final: Las Dehesas
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 10 Km 
Desnivel [+]: 720 m 
Desnivel [--]: 720 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
A menudo, cuando andamos por el monte, o al preparar la mochila, o al acabar las excursiones, me pregunto: ¿hasta cuándo podremos disfrutar de ello? Viejos no somos, aunque canas ya tenemos, tampoco somos unos jovenzuelos. Me suelo contestar que tenemos cuerda para rato, para mucho rato. Pero ¿cuánto es ese rato? ¿podríamos llegar hasta los 86 años? 

Vayamos con la excursión. Ya he participado en unas cuantas con este grupo de los lunes y lo lógico es que ya me tocase hacer la crónica, así es que lo acepté cuando me lo propusieron, haciéndome un poco el remolón claro, pero de buena gana.

En esta ocasión éramos siete participantes humanos y dos perrunos, Vitto y Twiter. Iniciamos la caminata en el aparcamiento de Majavilán, en Las Dehesas de Cercedilla, en torno a las 10h30. A priori teníamos la intención de subir vía Puerto de Fuenfría hasta la cumbre del Montón de Trigo, si bien no con mucho convencimiento ya que existía la posibilidad de que la abundante nieve nos lo pusiera difícil, como finalmente sucedió. 

Las predicciones decían que el día seria frío y nublado, y que tal vez lloviera por la tarde. Si bien, como otras tantas veces nos ha sucedido, la realidad suavizó mucho esa predicción. Incluso tuvimos sol y calor en buena parte de la jornada.

Sabíamos que habría mucha nieve, pero en el primer tramo apenas había. Por lo que de momento no utilizamos los mini crampones, o ‘los pinchos’ como solemos llamarlos. 

Desde el arranque tomamos un camino distinto al del track previsto, aunque algo más adelante coincidimos con él en algún tramo. En concreto utilizamos el Camino Viejo de Segovia (PR-M-30), que nos llevaría de forma bastante directa hacia el Puerto de la Fuenfría. La primera fase era entre pinos con el camino-pista bien diferenciado, en leve ascenso, con algo de nieve, que iba aumentando conforme ascendíamos. 

Pronto algunos nos pusimos los pinchos, seguramente no eran del todo necesarios ya que la nieve no estaba helada, pero nos deban mayor seguridad al movernos. Durante esta fase disfrutábamos de bonitas vistas del valle y en especial del Pico Majalasna, el primero de los Siete Picos, ese que mirando desde el lado madrileño esta a la izquierda, un tanto separado del resto, y un poco más abajo, y que es invisible desde el segoviano.

En este tramo cruzamos el Arroyo de la Barranca, el Regajo de la Peña, pasamos junto a la Fuente de los Acebos y cruzamos por un puentecito de madera el Arroyo de Fuenfría.

Más adelante la pendiente se empinó bastante, sin abandonar el camino, ahora más bien una senda, de forma directa hacia el puerto. La nieve era cada vez más abundante. Esta parte prácticamente no había sido transitada, por lo que, pese a que seguíamos las huellas de excursionistas más madrugadores, pisábamos nieve prácticamente virgen, y teníamos que estar atentos para no hundirnos en ella. Algunos de nosotros se habían puesto raquetas de nieve, por lo que en teoría nos irían abriendo camino, si bien no siempre era así. 

Conforme ascendíamos entre los pinos, cargados de nieve, el paisaje a nuestro alrededor iba mejorando. Todo era como una de esas impresionantes postales o calendarios invernales con muchos pinitos abarrotados de nieve. En ocasiones presentaban formas caprichosas por lo era una tentación hacer fotos.

Y llegamos al Puerto de la Fuenfría, con sus casi 1800 metros de altitud. A la derecha llegaba la Calzada Romana y un poco más allá la Carretera de La República. Y a nuestra izquierda veíamos perfectamente el que inicialmente era nuestro objetivo, el Montón de Trigo, y también el más próximo y bajito Cerro Minguete. 

No son pocas las veces que hemos estado es este puerto, la mayoría con nieve, y lo que siempre ha sucedido es que allí nos encontremos a otros excursionistas, bien senderistas, bien ciclistas. En esta ocasión no iba a ser menos. Allí había un grupo de unas quince personas, la mayoría de ellos antiguos ´telefónicos’, como muchos de nosotros, lo cual hizo que el encuentro fuera muy cordial y amistoso. 

Eran mayores que nosotros, yo diría que bastante más mayores. Charlamos un rato con ellos, incluso alguno nos dice su edad, uno iba a hacer 79 años, en general por ahí andaban, pero … ¿Qué edad tenía él ‘menos joven del grupo’?, pues eso: ¡86 añitos de nada!, y por supuesto no los aparentaba, ahí que estaba, hecho un chaval, en el Puerto de la Fuenfría, al que sólo se podía llegar pisando una gruesa capa de nieve, fuese cual fuese el camino utilizado. Entonces ¿Qué? Repito la pregunta que me planteaba al principio: ¿estaremos tragando montañas nosotros a esa edad? ¡Pues claro que sí, faltaría más!

En el puerto nos hacemos la foto de grupito, comemos algo, compartiendo viandas, y bebemos el buen vino que nos lleva el otro Jorge. A estas alturas de la jornada, ya habíamos decidido que no subiríamos hasta el Montón de Trigo, y que recortaríamos algo la ruta con el fin de poder llegar a comer a Cercedilla. Sin entretenernos mucho reanudamos la marcha, para llegar a tiempo al restaurante. Bueno, antes nos hacemos algunas fotos dentro de un pino en el mismo puerto, al que el peso de la nieve había doblado totalmente las ramas de forma que lo convertía en una gran cabaña.

Seguimos en ascenso por la izquierda, empinado sendero que nos dirige hacia el Cerro Minguete, y que trascurre prácticamente sobre la frontera entre Segovia y Madrid. Los pinos van desapareciendo, lo que en principio nos permite tener mejores vistas, ahora de todos los Siete Picos, de La Bola, Las Cabezas, Peñalara, etc. Todo blanco brillante por la nieve. Y mirando hacia abajo, por el lado madrileño, las lejanas nubes bajas nos decían que hacía mejor donde estábamos que en Madrid. Alguna nube se nos acercaba caprichosa, ocultando y descubriendo el Montón de Trigo. Incluso durante unos instantes estábamos con niebla, pero fue sólo eso, un instante. 

Conforme subíamos, ya sin árboles, apareció el viento que durante lo poco que nos quedaba de ascenso hasta el Cerro Minguete fue fuerte, algo frío e incluso molesto.

Por tanto al llegar al cerro (poco más de 2000 metros de altura) nos hicimos alguna foto rápidamente, y seguimos, ahora con algo de descenso. Así llegamos, siguiendo caminado por la frontera, hasta la Peña Bercial, que dejamos ligeramente a nuestra derecha.

Avanzábamos en ruta circular en sentido contrario a las agujas del reloj, o levógiro, como dirían los mas letrados. Seguimos, ahora sí, descendiendo con rapidez, hasta una pista forestal que se adentra hacia el lado segoviano por una puerta-valla, y por el otro hacia el madrileño, es la ‘pista de la Calle Alta’. Pero nosotros no tomamos esta pista, la dejamos a nuestra derecha, y ‘atronchamos’ bajando a lo bestia por un senderillo invisible por la nieve, prácticamente en línea recta hacia los coches. Aquí volvíamos a tener muchos pinitos con nieve.

Continuamente parábamos a hacerles fotos, ya que las formas que adquirían por el peso del manto de nieve invitaba a parar y plasmar cada momento.

Esta fuerte bajada nos llevó, por la zona denominada El Hoyuelo, hasta el camino por el que habíamos iniciado la jornada ‘el Camino Viejo de Segovia’. Ahora habíamos descendido unos 250 metros en 1´5 km, desnivel que a la subida hacia Fuenfría nos había supuesto unos 3 km. 

De nuevo en este camino ya casi no había nieve, por lo que nos quitamos los ‘pinchitos’, y raquetas, y hacemos en sentido contrario al inicial kilometrito que nos separaba de los coches en Majavilán. Cuando llegamos nos cambiamos el calzado con rapidez y sin ‘estirar’ ni mínimamente nos vamos a Cercedilla, no vaya a ser que llegásemos demasiado tarde para poder comer. Habíamos reservado mesa en el Restaurante La Maya, donde comimos de menú, dando así por finalizada una preciosa jornada.

En resumen, el tiempo fenomenal, prácticamente todo el recorrido con abundante nieve, paisajes fantásticos y final con comida feliz. Y, además, vimos con nuestros propios ojos que para subir a la montaña la edad no es problema, recordemos ¡al menos hasta que tengamos 86 años!

Pues que sean 5 estrellas.
Jorge Montero

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