lunes, 20 de junio de 2022

Excursión X347: Valle de la Angostura desde el Puerto de Cotos

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 11,1 Km
Desnivel [+]: 438 m
Desnivel [--]: 438 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Realizamos esta ruta para recorrer el precioso valle de la Angostura, en busca de sus bosques e innumerables pozas, que dotan de frescor al recorrido.

Quedamos en el Puerto de Cotos, el punto más alto de la ruta, para enseguida ir al encuentro del arroyo de las Guarramillas, siguiendo una senda paralela a la carretera que va a Valdesquí.

Al llegar a la pradera que precede al refugio del Pingarrón, tuvimos unas bonitas vistas de Cabezas de Hierro y resto de la Cuerda Larga. Bordeamos el refugio, con su inconfundible color granate, que nunca he podido ver por dentro y bajamos por el zigzagueante sendero que conduce al arroyo de las Guarramillas.

Este recodo es uno de los más bellos del valle, por él desciende desde las proximidades de la Bola del Mundo este arroyo que junto con el de las Cerradillas, el de la Laguna de Peñalara y el Aguilón, entre otros, forman el río Lozoya. 

Lo acompañamos en su descenso por la margen izquierda hasta alcanzar, unos pocos de metros más abajo, la poza de Socrátes. Junto a ella paramos un momento a realizar las inevitables fotos de este bello e íntimo rincón.

Esta apartada y recoleta poza no debe su nombre al sabio ateniense, sino a Sócrates Quintana, que salvo filósofo fue de todo a lo largo de su dilatada existencia (1892-1984): jugador del Atlético de Madrid, plusmarquista nacional de salto con pértiga, 800 metros y decatlón, pintor impresionista, grabador y funcionario de Hacienda.

También fue, desde 1914, un miembro hiperactivo del Club Alpino Español, y como delegado del albergue que dicha sociedad tiene en Cotos, se preocupó de acondicionar con un muro de contención esta cercana poza para que los señores socios pudieran bañarse con una comodidad insólita para los inicios del pasado siglo.

Proseguimos el descenso, siempre cercanos al agua, disfrutando de los pequeños saltos de agua y pozas que en este tramo se suceden hasta que la vegetación se adueña del reconocible sendero por el que caminamos y nos obliga a cambiar de margen, previo vadeo del arroyo con la ayuda de unas piedras.


Enseguida llegamos a un roquedal que salvamos subiendo unos metros por su derecha. Desde lo alto de las rocas, que hacen de privilegiado mirador natural, se tienen una de las vistas más bellas y amplias del valle de la Angostura, que desde aquí parece no tener límite.

Con cierto cuidado para no resbalar, descendimos hasta dar con otra de las maravillas del valle, unos tejos milenarios que crecen a la vera de una oculta cascada, solo visible tras pasar por una estrecha grieta de las rocas. Una maravilla que a muchos les pasa desapercibida.

Continuamos por la senda, que a media ladera y próxima al arroyo, desciende hasta dar con una pista por la que continuamos.

A pocos metros, cruzamos el arroyo de las Cerradillas, que estaba prácticamente seco, punto en el que al unirse al arroyo de las Guarramillas pasan a llamarse arroyo de la Angostura, nombre que recibe del estrechamiento que, cerca del puente del mismo nombre, se ve obligado a pasar su cauce.

A media altura, seguimos al renombrado arroyo en su alegre descenso, saltando de vez en cuando entre las rocas y formando bellas pozas como la de Joselu. Poco después, pasamos junto a unos pontones de hormigón que facilitan el vadeo del arroyo, pero que no cruzamos. 

Continuamos próximos al agua y, cuando la pista intenta alejarse del arroyo, la abandonamos para continuar por una vereda, poco transitada, junto a su orilla hasta alcanzar el puente de los Hoyones, que de momento tampoco cruzamos. 

Desde aquí, retomamos la pista que habíamos dejado, cruzamos el arroyo de Peña Mala por unos puentes de madera y, dejando atrás un bello salto de agua, llegamos a otro más espectacular aún en el que hay una gran y profunda poza.

Al arrullo de su preciosa cascada paramos a tomar el tentempié de media mañana, el lugar lo merecía.

Resguardado del sol por la densa vegetación y arbolado y refrescados por el influjo del agua, no podíamos estar mejor.

Tras el descanso, tocaba regresar para llegar a tiempo a la comida que pensábamos hacer en un restaurante de Navacerrada.

Volviendo sobre nuestros pasos, volvimos a pasar por las pasarelas de madera que salvan el arroyo de Peña Mala y, esta vez sí, cruzamos el puente de los Hoyones, conectando con una pista por la que al poco cruzamos un puente sobre el arroyo de la Laguna, procedente de Peñalara .

Más adelante dejamos la pista para ascender por un empinado sendero, que los que iban en cabeza se pasaron y tuvimos que llamarles para rectificar su despiste.

Ya todos juntos, entre hermosos y esbeltos pinos, subimos por la serpenteante pendiente, cruzamos la carretera de Cotos a Rascafría, la M-604, y conectamos con el Camino Viejo del Paular, señalizado con las marcas blancas y rojas del GR-10.4.

Alcanzamos la espaciosa pradera que antecede al puerto de Cotos y, dejando a nuestra izquierda la caseta de control, llegamos al aparcamiento de donde habíamos salido.

En la terraza del restaurante de Navacerrada Felix el Segoviano comimos, mientras recordábamos la bonita excursión, en la que nos hemos deleitado con los múltiples rápidos, cascadas y las pozas a la sombra de los pinos albares, los robles y los abedules. Por todo lo anterior califico esta ruta con 4,5 estrellas.
Paco Nieto

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