lunes, 6 de junio de 2022

Excursión X342: Valle de la Fuenfría por Arroyo Pradillo y Ducha de los Alemanes

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Apeadero de Camorritos. Cercedilla
Final: Apeadero de Camorritos. Cercedilla
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 13,8 Km
Desnivel [+]: 666 m
Desnivel [--]: 666 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Si
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Por el calor, buscábamos una ruta con agua y sombra y pensamos en ésta que habíamos realizado el año pasado por el arroyo Pradillo, que reunía ambas condiciones, además de no ser muy larga porque algunos tenían que volver pronto.

En esta ocasión, quedamos en Camorritos, el antiguo apeadero del tren de Cercedilla a Cotos, en lugar de hacerlo en la plaza del pueblo para así ahorrarnos un par de kilómetros.

Camorritos es además una colonia, construida en 1923 por la compañía de la nueva línea férrea, la Sociedad de Iniciativas del Guadarrama. Debido a la personalidad de sus creadores, miembros del Club Alpino Español y la Institución Libre de Enseñanza, pronto alcanzó un gran éxito como lugar de veraneo entre aquellos que buscaban un retiro en la naturaleza.

Se edificó siguiendo modelos alpinos con villas de paredes de piedra y madera, en las que trabajaron afamados arquitectos de la época. Tal como reza en una placa, José de Aguinaga, ingeniero del Eléctrico del Guadarrama e impulsor de la colonia, están ligados a este lugar.

Echamos a andar cruzando las vías, buscando enseguida el camino del arroyo Pradillo para disfrutar de la frescura de su ribera y el rumor de sus aguas.

Por el camino del Levante llegamos al arroyo, que vadeamos sin problema por ir en este tramo seco. Remontamos el arroyo, y pronto comenzamos a disfrutar de los pequeños saltos de agua que de vez en cuando nos regalaba su cauce.

Cambiamos de orilla por un puente de madera y lo volvimos a hacer un par de veces más, siguiendo la bonita senda paralela y muy próxima al arroyo.

Pasamos junto a un rudimentario refugio, construido al abrigo de una gran roca granítica, que luce un llamativo marco de madera en su entrada.

Al poco, la senda se topa con las vías del tren, que salvan el arroyo por un alto puente con arco por el que se deja caer el agua del Pradillo en sonora y bella cascada.

Cruzamos las vías y continuamos remontando el arroyo, dejándolo ahora ya siempre a nuestra derecha. Unos carteles indican que este agua es potable, de hecho es parte de la que abastece al pueblo.

Remontar el arroyo fue de lo más agradable, cada dos por tres nos deleitábamos con las chorreras y pequeños saltos de agua que forma el arroyo en su descenso, especialmente bello es el que se encuentra en la desembocadura del Barranco del Arranque.

Tras separarnos momentáneamente un poco del arroyo, alcanzamos su nacimiento, en la fuente de los Acebos, de la que apenas salía agua, ya que se suele obstruir por las hojas y pequeñas piñas que se agolpan en la cazoleta donde se capta el agua. Una vez que las quité, la fuente volvió a mostrarnos su copioso chorro.

A la izquierda de la fuente crecen unos esplendidos ejemplares de acebos, de aquí su nombre. El incipiente arroyo Pradillo, surge del agua subterránea acumulada en el Cóncavo de Siete Picos, que junto al arroyo de la Venta y el arroyo del Regajo del Puerto, conforman, aguas abajo, el río Guadarrama.

Recuperado su siempre buen chorro al quitarle la obstrucción, junto a ella paramos a tomar el tentempié de media mañana amenizados por su hipnotizante susurro. Rellenamos las cantimploras con su fresquita agua y de nuevo nos pusimos en marcha.

Desandamos unos metros el sendero y, girando a la derecha, para seguir por el el Camino de la Pata la Cabra (PR-8), agradable sendero que entre robles y pinos desciende suavemente hasta la Pradera de Navarrulaque.

El origen de este apodo, es desconocido, algunas creencias apuntan a que el nombre, se debe a los cabreros que en tiempos pasados, traían a pastar su ganado, por estos parajes.

Lo cierto es que el trazado desde la Pradera de Siete Picos a la de Navarrulaque, se asemeja a una pata de cabra.

Antes de llegar a la Pradera, pasamos junto a la fuente de Ignacio, de la que brotaba un buen caño de agua.

Poco después, llegamos al mirador de Las Rocas de Laín, bonito paraje desde el que se disfruta de las hermosas vistas de los Siete Picos y su entorno, al estar situado casi en el centro, del hueco o cóncavo de los Siete Picos.

Dos pequeños bolos de granito, están grabados con el año del homenaje de la agrupación Aurrulaque, del Club de Senderismo de Peñalara, a Pedro Laín Entralgo, que fue médico, historiador, ensayista, filósofo y amante de la naturaleza, y en el otro, se halla parte de la carta que el intelectual escribió a Luis de Rosales, a propósito del Guadarrama.

Junto a la roca, en un canchal se encuentra el petroglifo del dragón, en referencia a cómo se le conocía antaño a Siete Picos, por sus crestas, que se asemejan a las de este mitológico animal.

Pasado el arroyo del Polvillo, llegamos a un alargado banco, con una leyenda en uno de sus respaldos, recordando a Enrique Herreros, personaje con una gran dimensión cultural, en la España del siglo pasado. Montañero, en primer lugar, por lo que nos atañe, humorista, dibujante cartelista, periodista y cineasta. Esta ruta fue trazada por él, de ahí este simple monumento, dedicado por el círculo Aurrulaque.

En él no hicimos las fotos de grupo, y pocos metros después, llegamos a la Pradera de Navarrulaque, donde se cruza el GR-10 con la Carretera de la República. donde se encuentra un hito de granito que conmemora la declaración de Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama en 2013. Y cerca de allí, unas rocas a modo de mesa conmemoraron en el Aurrulaque de 2002 el año Internacional de las Montañas.

Muy próximo, se encuentra el bonito refugio Aurrulaque, donde había un grupo de chavales al arrullo del sonido del agua de su fuente, antes de encaminarnos hacia la senda Victory.

Es llamada así en honor de Antonio Victory, que fue presidente de la Sociedad Peñalara y gran conocedor de la Sierra de Guadarrama, además de un apasionado de la Naturaleza.

Contemplando un mapa de la zona justo al comienzo de la senda, una pareja nos preguntó por las distintas formas de regresar desde aquí a las Dehesas, para traer próximamente a chicos de un colegio.

Le comentamos las múltiples posibilidades que había y finalmente se animaron a continuar con nosotros hacia la Ducha de los Alemanes.

La senda Victory coincide con el PR-6 y discurre medio equidistante a la carretera de la República, entre pinos de gran porte y sin grandes desniveles por el Poyal del Rubio, cruza el arroyo de Cerromalejo y del Acebo, pasa por el mirador de Matagitanos, con estupendas vistas del valle de la Fuenfría.

Más adelante, pasa junto a varios ejemplares de tejos de hermoso aspecto y acaba en el puente de madera que hay encima de la Ducha de los Alemanes, bonita cascada por la que se precipita el agua del arroyo de la Navazuela desde una altura de dos metros.

Debe su nombre a las duchas que se daban en ella los primeros montañeros de la sierra -varios de ellos de origen alemán- a principios del siglo XX. Antiguamente se le llamaba "chorro del Árbol Viejo", por un viejo tejo que sigue creciendo junto a ella.

Tras refrescarnos bajo la cola que forma al caer el agua, descendimos por la margen izquierda del arroyo de la Navazuela, entre otros saltos de agua, pinos, tejos, enebros, helechos y rosales silvestres hasta alcanzar la carretera de la República, junto al puente que salva este arroyo.

Cruzamos la Carretera de la República y seguimos acompañando al arroyo por una senda paralela a él, Al alcanzar una praderita, los dos chicos se fueron hacia la derecha, en busca de la Carretera de la República, justo donde el arroyo de la Navazuela entrega sus aguas al arroyo de la Fuenfría.

Nosotros continuamos por la ribera de éste último, cruzándolo por un puente de madera poco después y más adelante por otro de piedra.

Continuamos por la izquierda, cruzando enseguida el arroyo de los Acebos y más adelante, entre pinos, el arroyo de Cerromalejo, con muy poca agua, al poco una fuente entre piedras, de la que manaba bastante agua, y en agradable paseo por la ladera de las Berceas, alcanzar la Vereda Alta.

Por ella seguimos, en dirección sureste hasta dar con la senda de la Teja, previo paso por la Piedra de Pablo, llamada así en honor a Pablo Sangüesa, el que fuera caminante de la Peña de los Lunes y vecino de Cercedilla, además de padre de compañeros del grupo.

Un túmulo de piedras le recuerda junto al creador de la Peña, Alberto Sevillano, que da nombre a la senda que se inicia en este lugar y sube a Navarrulaque.

Es tradición de la familia Sevillano y Sangüesa añadir una nueva piedra cada vez que se llega al lugar, tradición que a lo largo de los años ha creado un importante hito en la senda. Aquí se habla de ellos.

En este cruce de caminos, continuamos descendiendo entre pinos por la senda de la Teja, que sale a la izquierda en dirección noreste hacia Camorritos, donde llegamos, tras cruzar el arroyo de la Teja. La mayoría nos fuimos a celebrar el fin de la ruta comiendo en la terraza del restaurante El Rincón de la Cuchara, próximo a la plaza del Ayuntamiento de Cercedilla.

Por todo ello esta ruta de arroyos, bosques de robles y pinos y con tupida sombra y agua, que recorre muchos de los rincones más bellos de la Fuenfría, bien se merece la máxima nota, 5 estrellas.
Paco Nieto

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