sábado, 5 de febrero de 2022

Excursión X321: La Azohía y baterías del Cabo Tiñoso

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: La Azohía
Final: La Azohía
Tiempo: x a x horas
Distancia: 25,3 Km
Desnivel [+]: 1080 m
Desnivel [--]: 1080 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 2

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Esta ruta la planeamos como complemento de la que realizamos por las Baterías Militares de Portmán, que tuvimos ocasión de conocer en esta excursión, ambas pertenecientes al sistema defensivo de la bahía y puerto de Cartagena, las primeras, en su flanco norte, y éstas al sur.

Quedamos en el aparcamiento que hay cerca del pequeño puerto de La Azohía, junto a la iglesia del pueblo, para realizar esta exigente ruta, por su longitud y desnivel acumulado, con poca sombra, por lo que no se debe hacer con calor, a su favor, se tienen unas vistas estupendas del cabo Tiñoso, con el mar de fondo, aparte de la singularidad de los fortines construidos para albergar los cañones que custodiaban la bahía.

El nombre de La Azohía procede del árabe: "Al-zawiya", en castellano: el rincón o el monasterio, está enclavada en una zona natural con un pequeños asentamientos de población, de casas blancas encaladas agrupadas y sin núcleos urbanos definidos, desde su entrada a lo largo de tres kilómetros, hasta el puerto pesquero, y la barriada de pescadores, o Caseríos de La Azohía.

Destacan entre sus atractivos su bella bahía, sus aguas mansas, y tranquilas, y su puntos de vigilancia de costas, e infraestructura militares, salpicadas por el terreno, y destacando algunas como la torre de Santa Elena y las Baterías de Cabo Tiñoso, destacando la Batería de Castillitos.

Echamos a andar en dirección noreste por la rambla de Azohía, bordeando la Iglesia de la Inmaculada Concepción, construida a escasos diez metros de la orilla del mar, junto al espigón portuario;

Un cartel nos recuerda, que ya en tiempo de los romanos, se practicaba la pesca con almadraba, arte pesquero del atún, consiste en situar dos barcos entre los que se cala una red somera, sujetada con un palangre en la que se recogen los peces.

Dejamos la pista de tierra por la que habíamos subido al alcanzar una finca con almendros en flor, que bordeamos, Un cartel informa de la situación de las baterías.

Giramos hacia el sureste siguiendo un agreste sendero que va realizando una amplia curva en constante ascenso.

Al alcanzar un edificio rectangular en ruinas, descendimos un poco para ir a visitar la primera de las baterías de la jornada, la Batería de Loma Largafue artillada en 1935, está compuesta de cuatro barbetas en línea, correspondientes a los cuatro obuses que allí se emplazaron.

Se construyeron tras una pequeña elevación, excavadas en la roca, por lo que se dispusieron muros de contención construidos en hormigón que, adaptados a la media circunferencia de la barbeta, caracterizan a este puesto artillero.

Con un alcance de 11.320 metros, tenía por misión principal la defensa de las playas cartageneras de la Azohía, la Chapineta, San Ginés e Isla Plana. Fue desartillada en 1940, y sus cuatro piezas enviadas a Ceuta para reforzar el despliegue de la artillería de costa del Estrecho de Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial.

También encajado en la montaña, semienterrado está situado el depósito de municiones, dispuesto a la entrada de la batería, así como un edificio que daba servicio al puesto. En el extremo norte parece que se colocó un refugio antiaéreo.

El resto de dependencias de la batería se situaron en un acuartelamiento cercano construido en los años cuarenta del siglo XX, ideado para dar servicio a la tropa destinada en todos los emplazamientos artilleros situados en cabo Tiñoso y que, sin embargo, no se llegó a utilizar.

Continuamos a la derecha por la carretera RM-E23 unos doscientos metros para, en la primera curva, desviarnos a la derecha por un sendero que, tras varias amplias curvas, cruza de nuevo la carretera. La vegetación se reduce a arbustos y palmitos.

Un modesto montículo de piedras recuerda a un senderista con este texto: "En el camino he vivido parte de mi historia, y en el camino sigo, con vosotros siempre. In memoriam". Emotivo epitafio para cualquier amante de los caminos.

Desde allí descendimos, en dirección este, hacia el Bolete Grande, desgarrado acantilado con estupendas vistas de las calas del Cantalar. Con la distracción de contemplar un crucero que surcaba la bahía, fuimos descendiendo las empinadas zetas hasta conectar con el GR-92, el sendero de Gran Recorrido del Mediterráneo, que va de Portbou (Gerona) hasta Tarifa (Cádiz), a través de una ruta costera de más de mil kilómetros.

Por él seguimos descendiendo hasta llegar a la punta de las Chapas y Cala Salitrona, cuyas aguas transparentes invitaban al baño y eso que no era época.

Aquí nos cruzamos con uno que estaba haciendo el camino al revés que nosotros, pero ¡¡¡en patinete!!!. No nos lo podíamos creer, en medio de la nada, con senderos pedregosos y en patinete eléctrico, si no lo veo no lo creo.

Continuamos por el GR-92, iniciando un empinado ascenso con extraordinarias panorámicas de la acantilada costa y el inmenso mar y que nos llevó a la Batería de Castillitos, quizás la más conocida de todas las del Cabo Tiñoso.

La batería fue construida y artillada entre 1933 y 1936 según como se proyectó en el año 1926, durante el programa de dotación de un cinturón defensivo a la estratégica plaza de Cartagena por la dictadura de Primo de Rivera.

Fue dotada con dos cañones de costa de la empresa británica Vickers-Armstrong, del modelo 38,1/45 cm (quince pulgadas). Estas piezas tenían la potencia suficiente como para disparar un proyectil de casi una tonelada a 35 kilómetros.​

Su labor era proteger la entrada a la bahía de Cartagena junto a su gemela, la Batería de Cenizas situada en el cabo Negrete, en un fuego cruzado que impidiese la entrada de elementos hostiles.

Durante la guerra civil española realizó una descarga contra la armada franquista en abril de 1937, si bien la presencia de las fortificaciones que rodeaban la ciudad bastó para mantener alejado a cualquier buque enemigo.​

Permaneció en servicio hasta 1994. Desde entonces la batería se vio abandonada y víctima de un progresivo deterioro, con sus cañones inutilizados, hasta que en 2009 el Ministerio de Medio Ambiente decidió hacer una inversión con la que se restauró la fortificación y se hizo visitable.​

El nombre le viene de s
u fachada, construida imitando un castillo medieval, siguiendo un estilo historicista con influencias del eclecticismo y el modernismo, corrientes en boga en aquel momento.​ La arquitectura de la batería tiende a ocultarse excavando en la montaña o imitar la textura de la roca para impedir su visión desde la lejanía. Una vez dentro del complejo, cada pieza de artillería cuenta con una sala de máquinas, almacenes de pólvora y repuestos y una cámara de carga. También tiene un aljibe.


Tras parar a comer los bocadillos, recorrer las diferentes dependencias y subirnos a los cañones para las fotos, nos dirigimos a la Batería de Jorel. Está situada en la misma punta del Cabo Tiñoso, es complementaria a la de Castillitos, es considerada una prolongación de ésta. Se la denominó "Jorel" porque en el mismo sitio donde se ubicó la batería, los pescadores de la zona tenían sus referencias para la pesca del “jurel”.

Las obras comenzaron en 1929 y entre los años 1931 y 1932 se instalaron cuatro piezas Vickers de 15,24, tres de las cuales permanecen en sus asientos originales mientras que la cuarta fue desmontada para ser expuesta en el Museo de Artillería de Cartagena. 

En mayo de 1933 se concluyeron las obras con la explanación y la recepción definitiva.

Durante la Guerra Civil su participación en la defensa de la bahía de Cartagena y de su Arsenal Militar fue activa siendo su potencial armamentístico complementario al instalado en las baterías de Castillitos y el Atalayón con lo que creaban una cortina de fuego prácticamente infranqueable.

En 1994 queda fuera de servicio. Actualmente, esta batería y todas las demás, son propiedad del Ministerio de Defensa, está declarada Bien de Interés Cultural y están abiertas al público.

Tras las fotos de rigor, volvimos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la Batería del Atalayón, situada por encima de las anteriores, en una impresionante aguja rocosa con el mismo nombre, que se alza 349 m sobre el nivel del mar, en la pendiente del litoral y con amplias vistas panorámicas de toda la costa.

Domina un extenso espacio costero que se extiende, como poco, desde la isla de Escombreras hasta el Puerto de Mazarrón.

El emplazamiento de artillería antiaérea del Atalayón fue construido como consecuencia del Plan de Defensa de 1926, que disponía una considerable modernización de las defensas de la plaza de Cartagena y su base naval. Aquí se montaron las defensas antiaéreas que daban cobertura a las baterías, con sus piezas de 105 mm, cubría los posibles ataques de aviones enemigos a las baterías de Castillitos y El Jorel.

De nuevo en la carretera RM-E23, coincidente en este tramo con el GR-92, continuamos el descenso por él en dirección oeste, pasamos por el Collado de Juan Catalina, donde comenzamos a ascender de nuevo.

Poco después de dejar una casa abandonada, el GR deja la carretera para continuar por una senda que aparece a la izquierda, con un paisaje agreste y de escasa y resistente vegetación como el existente en toda la zona.

Al poco dejamos el GR para desviarnos a la derecha y subir por una estrecha y empinada senda, y con la ayuda de algunos hitos de piedras, alcanzar al vértice geodésico de la Picadera, situado a 405 m, donde visitamos también los dos puestos de vigilancia allí instalados.

Volvimos sobre nuestros pasos para retomar el GR-92, dejando a nuestra derecha el Cerro de los Siete Cucones, coronado por varias antenas militares.

Unos metros más abajo pasamos junto a un coche achatarrado que vaya usted a saber cómo acabó allí. Y otro poco más abajo, llegamos al Collado de de los Siete Cucones, con estupendas vistas de la Azohía y todo el litoral.

Continuamos el descenso hacia el Alto de la Panera, dejando a nuestra izquierda la serpenteante y muy empinada senda que desciende hacia la Cala Muñoz. También contemplamos "la garita", antiguo puesto de vigilancia.

Divisando desde la falda del litoral las continuas calas de la costa, nos fuimos acercando a la Torre Santa Elena. Se levantó entre los años 1556 y 1598, bajo el reinado de Felipe II, dentro del sistema de vigilancia costera, era una de las atalayas realizadas para evitar los ataques de los piratas berberiscos desde el norte de África.

Fue reformada en el siglo XVIII, permaneció en activo hasta principios del siglo XIX, fecha en la que perdió valor militar. Declarada Monumento Histórico Artístico, restaurada durante la década de 1990, cuenta en sus almenas con un cañón de gran alcance del 1742 fabricado en Italia.

Está construida en mampostería y tiene forma hexagonal; consta de dos plantas, comunicadas por una escalera de caracol, con techo abovedado y aljibe. Se encuentra mirando hacia el golfo de Mazarrón y a casi 100 metros sobre el nivel del mar.

Bajamos al mirador que hay bajo la torre, desde el que se tienen unas excelentes vistas. Desde allí, en tranquilo paseo junto a la orilla del mar nos dirigimos hacia La Azohía, por las calles de este pueblecito de pescadores llegamos el espigón creado en 1931, como desembarcadero de las grandes piezas Vickers, para armar las baterías que habíamos visitado.

Dimos así por finalizada esta larga pero fantástica ruta llena de historia y espectaculares vistas que bien merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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