sábado, 5 de septiembre de 2015

Excursión X043: Refugio de Góriz - Refugio de Serradets

FICHA TÉCNICA
Inicio: Refugio de Góriz
Final: Refugio de Serradets
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 7,8 Km 
Desnivel [+]: 682 m 
Desnivel [--]: 330 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta












TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

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RESUMEN
En contraste con el mal tiempo del día anterior, que casi nos cuesta un disgusto, hoy tenemos los cielos despejados, buena temperatura y no están previstas lluvias, lo que hizo de esta ruta un plácido paseo en comparación con la de ayer.

Esta vez no madrugamos tanto, aunque el hecho de tener que recogerlo todo y el continuo trasiego de gente desde bien temprano, tampoco ayudó mucho a dormir más. Con todo, a las 8:30 estábamos saliendo del refugio, el sol escalaba las cumbres, por las que tímidamente iba asomándose.

Descendimos hacia el lecho del río Arazas, que nace muy cerca de aquí, en las faldas del macizo del Monte Perdido, a pocos metros del refugio de Góriz, y forma el impresionante valle de Ordesa que recorrimos para llegar aquí y que tras apenas 15 kilómetros, desemboca en el río Ara, junto al Puente de los Navarros, cerca de Torla.

Apenas llevaba agua el aprendiz de río, que entre rocas buscaba con premura su destino, despeñarse hacia el valle formando las múltiples cascadas que jalonan su vertiginoso, aunque corto recorrido.

Caminamos hacia el noroeste, el paisaje invitaba a una clase práctica de geología, en la que mostrar sobre el terreno la diferencia entre un proceso de erosión glaciar de otro fluvial, porque los dos son perfectamente identificables aquí. Un poco más adelante, en unos ricos, una solitaria cabra se asusta a nuestro paso y huye rápida hacia rocas más altas.

Una tramadilla da paso a una pequeña vaguada que nos adentra en los Humedales de Faja Luenga, una bonita planicie encharcada cubierta es espesa yerba por la que da gusto pasar. Un poco antes de llegar al collado del Descargador nos tomamos con un grupo de cabras que salen corriendo en cuanto nos ven.

En el collado nos desviamos hacia sur para contemplar a vista de pájaro los impresionantes cortados y repliegues del cañón de Ordesa, del que costaba llegar a visualizar el fondo y mirando hacia arriba, el Pico del Descargador (2.627m) dominando el horizonte.

Con estas impresionantes vistas paramos a tomarnos el tentempié de media mañana. Cuesta creer que todo esto hace millones de años fuese el fondo de un mar tropical.

Con renovadas fuerzas, regresamos al collado, para continuar el camino hacia la Brecha de Rolando, en principio descendiendo suavemente, para luego iniciar un ascenso que cada vez se volvió más empinado, con un par de trepadillas, la última algo exigente, que hizo a Juan tirar una cuerda para mayor seguridad.

Así alcanzamos la cueva de Casteret, que en las faldas del Pico Anónimo, debajo de un gran espolón de roca, alberga en su interior una excepcional maravilla de la naturaleza, una gruta glaciar, en Europa hay varias pero ninguna a esa altura (2.765 m.), por ser esta zona de Monte Perdido la montaña caliza más alta de Europa.

La descubrió el espeleólogo francés Norbert Casteret en 1926. Nos contó Juan que tiene una entrada amplia, que da paso a una gran sala con el suelo helado, amplio lago. A la izquierda, antes de una gran columna de hielo, una pequeña abertura permite descender un muro de 15 metros de altura. Sala inferior con una gran columna y el "Niágara helado", muro de hielo de cincuenta metros de ancho por quince de alto. Auténtico hielo fósil. Ahora está cerrarla con una verja para evitar su deterioro.

A resguardo, desde este privilegiado mirador las vistas son espectaculares, destacando, al norte, la brecha de Rolando, a la que nos dirigimos siguiendo un sendero bastante aéreo, que en su comienzo desciende unos metros para luego ir ascendiendo poco a poco, hasta que en su último tramo se torna bastante pendiente antes de alcanzar una gravera.

Finalmente, llegamos al estrecho collado de 40 metros de ancho y 100 metros de altura, situado a una altitud de 2.804 metros, que según una leyenda local, fue abierto por Rolando, comandante y sobrino de Carlomagno, mientras intentaba destruir su espada Durandarte golpeándola contra la roca en su huida tras el final de la batalla de Roncesvalles, donde casi todo su ejército fue derrotado.

Esta formación geológica es una grieta que sobresale del corazón de los pirineos, un singular monumento con apariencia caprichosa que consigue poner en marcha nuestro ingenio, haciéndonos imaginar momentos épicos o rememoraciones inimaginables. Es el punto donde se dan la mano Francia y España, separando Ordesa de Gavamie.

Como el resto del Pirineo y demás formaciones montañosas del sur de Europa como los Alpes o los Cárpatos, estas montañas se levantaron tras el choque de la placa africana con la europea durante la conocida como Orogenia Alpina hace unos 50 millones de años.

La composición de las rocas, mayoritariamente calcáreas y dolomías propiciaron la aparición del paisaje kárstico modelado durante decenas de miles de años por el viento y el hielo del glaciar, que fue debilitando su base hasta que se produjo la rotura estructural y su posterior derrumbamiento. Un colapso que según algunas fuentes pudo ocurrir hace no más de 60.000 años.

Aunque la explicación científica es más realista, preferimos pensar que cruzamos el enorme paredón por la brecha abierta por la espada de Rolando. El lugar es infinitamente hermoso a ambos lados de la imponente grieta.

Tardamos un rato en iniciar el descenso por el lado francés, entretenidos con el paisaje, las fotos y el trasiego de montañeros de un lado a otro. Seguimos un sendero que con la nieve que tenía y la fuerte pendiente resultaba algo resbaladizo. En unas rocas, poco antes de llegar al refugio de Serradets, paramos a comer, mientras contemplábamos un paisaje de ensueño por encima de las nubes.

A las 4:30 de la tarde llegamos al refugio, donde una vez aposentados contemplamos, desde su terraza de acceso. cómo se iba haciendo de noche en las cumbres y la brecha se hacía cada vez más lejana. Una escueta cena puso fin a esta excursión que se ganó la máxima nota, 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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