Distancia: 18,7 Km
Desnivel [+]: 444 m
Desnivel [--]: 776 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración:
Participantes: 6
Desnivel [+]: 444 m
Desnivel [--]: 776 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración:
Participantes: 6
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
* Mapas de localización y 3D de la ruta
PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
RESUMEN
Esta sería la última etapa de nuestra travesía, y ya se notaban los kilómetros acumulados, quizás por eso esta vez no madrugamos y despertamos en el refugio de San Nicolás de Bujaruelo bien repuestos del cansancio de la etapa anterior desde Gavarnie.
A pesar de su extraordinario valor natural y de los varios intentos llevados a cabo, intereses urbanísticos, turísticos y ganaderos han evitado que este paraíso se incorporación al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, aún a pesar de ser limítrofe con él.
Sin embargo sí que forma parte del lugar de importancia comunitaria Bujaruelo - Garganta de Los Navarros. Administrativamente, el territorio del valle forma parte del término municipal de Torla-Ordesa.
San Nicolás de Bujaruelo surgió alrededor de un antiguo hospital de peregrinos, construido en torno al 1150 por la Orden de los Hospitalarios y alrededor del cual hubo poblamiento hasta el siglo XVIII.
Desayunamos en el refugio y puntuales, a las 9:30, iniciamos la ruta que nos llevaría a Torla, pero como Juan siempre es una caja de sorpresas, primero quiso mostrarnos el Salto del Pich, situado aguas arriba del río Ara.
Para ello, cruzamos el puente románico y dejando a la derecha el desvío al Puerto de Bernatuara y Gavarnie, por el que descendimos ayer. Como teníamos que pasar de regreso de nuevo por el refugio, nos permitimos ir sin mochilas, todo un placer después de ir cargados con ellas durante toda la travesía.
Remontamos el río por su margen izquierda, de frente tenemos las resplandecientes moles de la Peña de Ordiso y Garma Azurillo, y la extensa loma de El Burguil.
Seguimos el GR-11, el sendero que cruza de oeste a este todo Pirineos, sale del cabo Higuer en el mar Cantábrico, y llega hasta el cabo de Creus en el mar Mediterráneo.
Pronto llegamos al Barranco de Sandaruelo, justo donde entrega sus aguas al río Ara, cuyo topónimo pare derivar de la voz preindoeuropea "ar", que significa "corriente de agua o valle". Nace en la falda sur del macizo de Meillón y Viñamala, a unos 11 km de Bujaruelo y tras recorrer unos 70 Km, desemboca en el río Cinca, en la localidad de Aínsa.
Los dos ecosistemas más interesantes de este tramo del río s alternan constantemente: los prados o "fenales" y la vegetación de ribera que acompaña a las aguas del Ara.
A pocos metros, cruzamos el Barranco de Crapera y nos internamos en los prados húmedos de hierba fresca, salpicados de rodales de tejos, bojes, serbales y pinos silvestres que acogen a las aves de montaña.
Pasadas las exuberantes verdes praderas, nos adentramos en la Garganta de los Navarros, donde el camino se abre hueco por los enormes farallones a la derecha y un precioso bosque de hayas a nuestra izquierda.
Una curiosa fuente hecha con una caña nos sació la sed y terminó de llenar nuestras cantimploras.
Más adelante, dejamos a la izquierda el desvío al Puente Ocins y Valle de Otal, por el que a la vuelta pasaríamos, y continuamos de frente, hasta alcanzar el Salto del Pich, que con una longitud de 100 metro salva un desnivel de 150 metros, ofreciendo una imponerte vista.
Intentamos acercarnos lo más posible a la cascada, que con gran estruendo se desbordaba a nuestro alrededor. Nos hicimos un montón de fotos bajo este gran salto de agua, incluida la foto de grupo. Un poco más arriba se encuentran la cabaña del Vado y la de Ordiso, pero ya no daba tiempo visitarlas, aunque algunos del grupo sí lo hicieron en esta otra ruta.
Tras el grato encuentro con la cascada, iniciamos el regreso volviendo sobre nuestros paso para, al cabo de unos 350 metros, nos desviamos a la derecha para ver el puente colgante de Burguil, suspendido sobre el río Ara tiene unos 15 metros y su balanceo al pasar sobre sus tablas puede que a más de uno le haga agarrarse al cable de seguridad que tiene a sus lados.
Desde él se tienen unas preciosas vistas del río encajonado en busca del Valle de Bujaruelo donde las aguas se tranquiliza y se vuelve menos impetuoso.
Regresamos al cómodo camino del GR-11 para continuar el descenso, desviándonos un kilómetro y pico después para cruzar el amplio puente de Ocins, en donde hay unas buenas pozas, formadas por el río en su rocoso lecho, que se antojan ideales para refrescarse en verano.
La fuente está construida sobre un mojón de piedra y por su caño salía un abundante chorro de agua muy fresca. Un poste nos indicaba que hasta San Nicolás de Bujaruelo quedaban 25 minutos. Y hacia allá fuimos, deleitándonos en el descenso con el exuberante paisaje.
Con el río a nuestra izquierda, rodeados de montañas, fuimos descendiendo en agradable paseo hasta llegar de nuevo al refugio de Bujaruelo, donde recogimos las mochilas para iniciar el regreso a Torla.
Cruzamos el puente para seguir la margen izquierda del río Ara, siempre paralelos y próximos a su cauce, se conoce como Senda de los Abetos o Camino de Cobatar.
En la primera parte hay una corta subida y tras entrar en el bosque es casi una bajada continua sin grandes desniveles. El sendero no es igual de cómodo en su totalidad, alterna tramos muy fáciles con otros mas complicados y algunos, muy próximos al río, por los que había que ir con más cuidado.
Cruzamos varios arroyos, el Barranco de Escusaneta, Gabieto y el de Cobatar, pasando por un frondoso bosque de abedules en los que abundaban los hongos y setas.
Sobre los tres kilómetros de recorrido llegamos al puente de los Abetos, que da acceso al camping Valle de Bujaruelo. Nos adentramos por su plataforma de hierro para ver las bonitas vistas que desde allí se tienen del río.
Allí nos quedamos un rato mientras hacíamos las fotos y nos extasiábamos con tan bellas panorámicas.
Regresamos a nuestro sendero y, a poco más de un kilómetro, llegamos al puente de Santa Elena, que cruzamos para seguir el sendero que baja por la margen derecha del río, mucho más interesante que la pista, aunque lógicamente, más incómodo.
Una indicación en un poste de madera informaba que al refugio de Bujaruelo había 1h30´ y al camping, 25´.
Al poco, pasamos cerca del Salto del Carpín y más abajo por un paso rocoso algo vertical, en el que han colocado una cadena para mayor seguridad.
A partir de aquí el sendero gana altura y se aleja un poco del río, pasa por una bonitas praderas con impresionantes vistas del Valle de Ordesa e inicia un fuerte descenso hacia el puente de los Navarros, al que llegamos tras recorrer unos metros la carretera A-135.
Cruzamos el puente, que en su parte central está formado por un gran arco de medio punto dovelado bajo el que discurre el río Ara, acompañado por cinco pequeñas arcadas en su parte superior a un lado y dos al otro.
Pegados al puente descendimos hacia el río Arazas, a escasos metros de entregar sus aguas al Ara. Cruzamos el río Arazas por una estrecha pasarela, acompañando a continuación al Ara en su descenso, entre preciosas praderas hasta dar con el Camino de Turieto, por el que continuamos bajando, con poca pendiente y en agradable paseo.
Cruzamos el Barranco Duáscaro y enseguida alcanzamos el bonito Puente la Glera, puerta de entrada a Torla.
Su nombre se atribuye a una derivación de "Torre", en referencia a la torre defensiva que existió para defensa del valle frente a las incursiones desde territorio francés desde la época de Juan II de Aragón (siglo XV).
Esta fortaleza se supone construida donde hoy se encuentra la hermosa iglesia románica, sobre una gran roca que domina el valle y que la carretera actual atraviesa en túnel justo por debajo de la iglesia.
Buscamos un sitio para comer, pero como era un poco tarde, lo tuvimos complicado, al final en el bar El Taillón nos pudieron ofrecer unos suculentos bocadillos que nos supieron a gloria.
Dimos un pequeño paseo por el pueblo, visitamos la iglesia de San Miguel, una antigua fortaleza medieval que todavía conserva aspilleras y una torre fortificada hoy usada de campanario, y nos fuimos al hotel de Broto a ducharnos y demás.
Por la noche celebramos el final de la travesía en el restaurante de la Villa de Torla, poniendo así el boche final a esta nueva aventura pirenaica, que como no podía ser de otra forma, se mereció sobradamente las 5 estrellas.
En total, aparte de los 8 km del primer día, más bien de entrenamiento, en la travesía hemos recorrido 73,8 km, hemos subido 4.229 metros y descendido 5.027 metros, ahí es nada.
Paco Nieto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario