Inicio: Broto
Final: Broto
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 8 Km
Desnivel [+]: 403 m
Desnivel [--]: 403 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sì/Sí
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sì/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 6
MAPAS
* Mapas de localización y 3D de la ruta
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PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta
TRACK
PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)
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RESUMEN
Esta es la primera de las siete excursiones que realizamos por los Pirineos este año, la primera de las muchas aventuras y vivencias impactantes que te llevas cada vez que pisas estas montañas.
Habíamos salido temprano de Madrid, comimos por el camino y nada más dejar los cosa en el hotel de Broto, nos pusimos las botas con muchas ganas de caminar.
Esta es la primera de las siete excursiones que realizamos por los Pirineos este año, la primera de las muchas aventuras y vivencias impactantes que te llevas cada vez que pisas estas montañas.
Habíamos salido temprano de Madrid, comimos por el camino y nada más dejar los cosa en el hotel de Broto, nos pusimos las botas con muchas ganas de caminar.
En los siguientes días nos esperaba una magnífica travesía pirenaica, de seis etapas, a propuesta de Juan, que nos llevaría 1º de la Pradera de Ordesa al refugio de Góriz, 2º de éste a Monteperdido, de nuevo en el refugio, 3º a la Brecha de Rolando y refugio de Serradets, 4º de éste a la cascada de Gavarnie y pueblo, 5º de éste a Bujaruelo y en la 6º etapa de Bujaruelo a Torla.
Como teníamos la tarde libre, para entrenarnos un poco Juan propuso esta ruta cortita, pero con muchos encantos y para ello, desde el hotel nos dirigimos hacia el puente que cruza el río Ara, para enseguida girar a la izquierda e iniciar la ruta hacia Oto.
Cruzamos por un moderno puente, dejando el románico del Sorrosal, que ya no presta servicio, a la derecha.
Un poste de señalización nos indica que Oto está a solo 0,8 km, esto nos anima a acelerar el paso mientas nos deleitamos con el impresionante paisaje que nos rodea, a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Al llegar a Broto, lo primero que nos encontramos es una fuente de dos chorros con un alargado pilón y mucha agua corriendo por una de sus calles. Las casas mantienen la arquitectura tradicional del valle, construidas en piedra, con balconadas de madera, puertas adinteladas, escudos armeros y techos de pizarra.
Recorrimos sus empinadas calles buscando la soberbia y recia torre defensiva de la casona solariega de Don Jorge (s. XVI), la iglesia parroquial de San Saturnino (s.XV), de estilo mozárabe y románico, con las antiguas campanas adornando la puerta de entrada bajo su bonita torre, y deleitándonos con las panorámicas que nos ofrecían sus miradores.
Abandonamos el pueblo por el camino que pasa junto a la ermita de San Sebastián, y que se dirige, con algo de pendiente en dirección noroeste, hacia Fragén. El ascenso continua, entre los verdes prados de Los Planes, hasta alcanzar los bosques de Las Arripas, el punto más alto de la ruta, con impresionantes vistas de Ordesa.
Desde allí, descendimos hasta llegar al puente de Fragén, donde, antes de cruzarlo, nos desviamos hacia el oeste remontando el Barranco del río Sorrosal.
A corta distancia del puente, siguiendo una emboscada senda, llegamos donde el río forma unas bonitas pozas. Rincón oculto e íntimo, donde el sonido del agua saltando entre las rocas rivaliza en armonía con el canto de los pájaros.
De vuelta al puente, seguimos por él caminando en agradable paseo, entre hermosas encinas, hasta alcanzar las primeras casas de Fragén, situado en el alto de una loma abalancada, muy cerca de la cortada que ha labrado el Barranco del Sorrosal.
El topónimo "Fraixen", proviene de Fraxeno, o sea se "Fragua". Fue muy buena su posición fronteriza donde podían observar al enemigo, a partir del siglo XIII, hubo varias enfrentaciones en 1319 con los francos o con el municipio del Torla, (que entonces era de Francia, hasta 1443).
Cuenta con muchas bordas, entre ellas las más antiguas datan del siglo XV, La parroquia es de origen románico, pero restaurada en los siglos XVII-XVIII. Edificada en honor a San Martín, contiene una nave ábside semicircular, una bóveda de lunetas y una pequeña torre, en la que figura un curioso reloj de sol.
Al tomar la salida hacia a Broto, visitamos una pequeña ermita dedicada a Santa María, un punto de advocación Mariana y de adoración y culto a la Virgen de la Ascensión.
Tras un primer kilómetro plano, al alcanzar los prados de Pueyo, la senda inicia un rápido descenso, sólo mitigado por unas amplias curvas que restan algo de pendiente.
Poco antes de acometer un fuerte descenso, paramos a contemplar, en una de las curvas del camino, desde un mirador natural, toda la grandeza del valle que forma el río Ara, con Broto en el fondo, las afiladas crestas de las montañas de Ordesa y el profundo tajo del Barranco del Sorrosal.
Al llegar a Broto, nos desviamos unos metros para contemplar el resultado de una larga y espectacular erosión fluvial a lo largo de millones de años, ayudada también por las glaciaciones de la era cuaternaria, la cascada del Sorrosal, un impresionante salto de agua de 60 metros de altitud en caída libre a poco antes de desembocar en el río Ara.
Las vistas de la cascada, conforme nos acercamos a ella, son fastuosas y desde su base aún más.
Para los más atrevidos, que no era nuestro caso, y siempre con la equipación adecuada, existe una vía ferrata que asciende hasta la parte superior de la cascada y remonta un tramo de barranco. Y para todavía más atrevidos, también es posible realizar el descenso de la cascada mediante rápel.
Como nuestro atrevimiento lo teníamos reservado para ascender a Monte Perdido, preferimos regresar a Broto y tomarnos unas cervezas en una de las terrazas del pueblo, dando así por finalizada esta agradable y preciosa excursión que nos sirvió de entrenamiento para lo que nos esperaba y que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto
FOTOS
Cruzamos por un moderno puente, dejando el románico del Sorrosal, que ya no presta servicio, a la derecha.
Un poste de señalización nos indica que Oto está a solo 0,8 km, esto nos anima a acelerar el paso mientas nos deleitamos con el impresionante paisaje que nos rodea, a los pies del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Al llegar a Broto, lo primero que nos encontramos es una fuente de dos chorros con un alargado pilón y mucha agua corriendo por una de sus calles. Las casas mantienen la arquitectura tradicional del valle, construidas en piedra, con balconadas de madera, puertas adinteladas, escudos armeros y techos de pizarra.
Recorrimos sus empinadas calles buscando la soberbia y recia torre defensiva de la casona solariega de Don Jorge (s. XVI), la iglesia parroquial de San Saturnino (s.XV), de estilo mozárabe y románico, con las antiguas campanas adornando la puerta de entrada bajo su bonita torre, y deleitándonos con las panorámicas que nos ofrecían sus miradores.
Abandonamos el pueblo por el camino que pasa junto a la ermita de San Sebastián, y que se dirige, con algo de pendiente en dirección noroeste, hacia Fragén. El ascenso continua, entre los verdes prados de Los Planes, hasta alcanzar los bosques de Las Arripas, el punto más alto de la ruta, con impresionantes vistas de Ordesa.
Desde allí, descendimos hasta llegar al puente de Fragén, donde, antes de cruzarlo, nos desviamos hacia el oeste remontando el Barranco del río Sorrosal.
A corta distancia del puente, siguiendo una emboscada senda, llegamos donde el río forma unas bonitas pozas. Rincón oculto e íntimo, donde el sonido del agua saltando entre las rocas rivaliza en armonía con el canto de los pájaros.
De vuelta al puente, seguimos por él caminando en agradable paseo, entre hermosas encinas, hasta alcanzar las primeras casas de Fragén, situado en el alto de una loma abalancada, muy cerca de la cortada que ha labrado el Barranco del Sorrosal.
El topónimo "Fraixen", proviene de Fraxeno, o sea se "Fragua". Fue muy buena su posición fronteriza donde podían observar al enemigo, a partir del siglo XIII, hubo varias enfrentaciones en 1319 con los francos o con el municipio del Torla, (que entonces era de Francia, hasta 1443).
Cuenta con muchas bordas, entre ellas las más antiguas datan del siglo XV, La parroquia es de origen románico, pero restaurada en los siglos XVII-XVIII. Edificada en honor a San Martín, contiene una nave ábside semicircular, una bóveda de lunetas y una pequeña torre, en la que figura un curioso reloj de sol.
Al tomar la salida hacia a Broto, visitamos una pequeña ermita dedicada a Santa María, un punto de advocación Mariana y de adoración y culto a la Virgen de la Ascensión.
Tras un primer kilómetro plano, al alcanzar los prados de Pueyo, la senda inicia un rápido descenso, sólo mitigado por unas amplias curvas que restan algo de pendiente.
Poco antes de acometer un fuerte descenso, paramos a contemplar, en una de las curvas del camino, desde un mirador natural, toda la grandeza del valle que forma el río Ara, con Broto en el fondo, las afiladas crestas de las montañas de Ordesa y el profundo tajo del Barranco del Sorrosal.
Al llegar a Broto, nos desviamos unos metros para contemplar el resultado de una larga y espectacular erosión fluvial a lo largo de millones de años, ayudada también por las glaciaciones de la era cuaternaria, la cascada del Sorrosal, un impresionante salto de agua de 60 metros de altitud en caída libre a poco antes de desembocar en el río Ara.
Las vistas de la cascada, conforme nos acercamos a ella, son fastuosas y desde su base aún más.
Para los más atrevidos, que no era nuestro caso, y siempre con la equipación adecuada, existe una vía ferrata que asciende hasta la parte superior de la cascada y remonta un tramo de barranco. Y para todavía más atrevidos, también es posible realizar el descenso de la cascada mediante rápel.
Como nuestro atrevimiento lo teníamos reservado para ascender a Monte Perdido, preferimos regresar a Broto y tomarnos unas cervezas en una de las terrazas del pueblo, dando así por finalizada esta agradable y preciosa excursión que nos sirvió de entrenamiento para lo que nos esperaba y que califico con 3,5 estrellas.
Paco Nieto
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