domingo, 14 de abril de 2024

Excursión X476: Camino Francés. Etapa 12. San Juan de Ortega - Burgos

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: San Juan de Ortega
Final: Burgos
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 27,3 Km
Desnivel [+]: 233 m
Desnivel [--]: 360 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Tras dormir y desayunar en el hotel Restaurante HQ La Galería de Burgos, dejamos los coches en las proximidades del polideportivo municipal del Plantio de Burgos y un taxi no llevó a San Juan de Ortega para iniciar la última etapa de esta salida y además, la más larga.

Foto de grupo con el santuario de fondo y nos ponemos en marcha a las 8:15 de la mañana, en el que iba a ser el día más caluroso de la escapada.

Salimos  siguiendo la carretera de entrada que pronto alcanza un cruce. En el centro, hay una gran cruz de madera y a sus pies un gran cartel que indica la posibilidad de seguir un camino alternativo al oficial, pasando, entre otros, por Castrillo del Val, que desechamos.

Por lo que continuamos de frente por el camino oficial, internándonos en el llamado Bosque de Espinarejo, compuesto de pinos y robles siguiendo un cómodo y ancho camino de tierra, prácticamente plano.

Pasados dos kilómetros de agradable paseo, el bosque da paso a unas magníficas vistas de los campos de cultivo burgaleses. Aunque es imposible perderse, los escasos árboles que se encuentran en esta parte del Camino lucen una flecha amarilla en su tronco.

A nuestra vista, se despliega un extenso manto verde, solo roto por el blanco reluciente de la cal de las casas de nuestra primera parada, el bello pueblo de Agés, al que llegamos en leve descenso, tras recorrer casi cuatro kilómetros desde el inicio.

A nuestra izquierda, contemplamos de lejos la ermita de la Virgen del Rebollo, algo apartada del pueblo. En el albergue buscamos la sombra y nos tomamos un reanimarte café en su terraza, junto a una refrescante fuente con pilón.

De nuevo en marcha, nos desviamos a la izquierda para ir a conocer la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Mérida, del siglo XVI.

En ella se dice que, bajo una losa a la entrada, se enterraron los restos del rey navarro García Sánchez III "el de Nájera", que murió en la batalla de Atapuerca contra su hermano Fernando I de Castilla, en el año 1054.

La construcción de esta iglesia, de estilo gótico, data del siglo XVI. Siendo construida sobre un templo románico. La portada del templo es del gótico tardío y la espectacular espadaña, levantada sobre el muro occidental, del XVIII.

A la salida, a la izquierda y casi cubierto por la maleza, hay un pequeño puente de piedra sobre el río Vena construido por San Juan de Ortega en el siglo XII.

Este río nace en el municipio cercano de Arlanzón y su desembocadura en el río Arlanzón, en el centro de la ciudad de Burgos fue es el causante de las dos mayores riadas que ha sufrido la ciudad.

En los arcos del ayuntamiento se pueden ver en sendas marcas los niveles de máxima avenida. Viéndolo aquí, con tan poca agua, cuesta creerlo.

Los dos kilómetros y medio que nos separan de Atapuerca los recorrimos por el asfalto de una tranquila carreterita local (BU-V-7012) en línea completamente recta.

En el cruce que hay con la carretera que va al yacimiento paleontológico de Atapuerca, cuna de los primeros europeos, nos paramos a contemplar una serie de grandes menhires colocados en círculo.

Es un homenaje a los colaboradores con las excavaciones e investigaciones del yacimiento, en el que se han descubierto excepcionales hallazgos arqueológicos y paleontológicos, entre los cuales destacan los testimonios fósiles de, al menos, cinco especies distintas de homínidos.

Aunque pensamos ir a conocerlo, el yacimiento queda un poco retirado si se va caminando, además se necesitan al menos un par de horas para conocerlo mínimamente, tiempo del que no disponíamos por tener que regresar a Madrid en cuanto finalizáramos la etapa.

De allí nos fuimos a conocer la iglesia de  San Martín Obispo de Tours, que está situada en un alto que domina toda la villa. Está construida con calizas del lugar. La mayor parte de la construcción, es del siglo XVI con sus habituales características, poseyendo el añadido posterior de la Sacristía ya del siglo XVIII y de sillares más trabajados. La torre-campanario, es un gran prisma con un pequeño rebaje en bisel a la altura del piso del campanario.

En la cantina del pueblo paramos a tomar algo y enseguida buscamos la salida hacia el este, por un camino de tierra que nace junto a una zona de descanso con fuente.

Iniciamos desde aquí un leve pero continuo ascenso hasta alcanzar un pequeño bosque de encinas en la Sierra de Atapuerca.

El camino es bastante irregular y rocoso, prosigue paralelo a una alambrada del campo de maniobras del cerro Matagrande, del acuartelamiento Castrillo del Val, que dejamos a la izquierda.

Pronto alcanzamos un claro en la cima de esta colina, en la que se ha levantado una enorme cruz de madera, desde la que se divisa la gran llanura sobre la que se asienta la capital burgalesa, tan es así que ya podemos ver las agujas de la Catedral de Burgos.

A los pies de la cruz, los peregrinos dejan ofrendas en forma de cartas, botas rotas, fotos, estampas o una simple piedra para agrandar el montículo que poco a poco se está formando.

El descenso se inicia junto a un área de descanso con excelentes vistas en la que se halla un poema escrito en una gran pancarta, en la que reza "desde que el peregrino dominó en burguete los montes de navarra y vio los campos dilatados de España, no ha gozado de vistas más hermosas que esta", sacado del libro Las peregrinaciones jacobeas, de Luciano Huidobro.


Al final de la planicie nace un camino de tierra por el que continuamos el descenso, lo que se agradece después del esfuerzo de la subida.

Siguiendo las flechas amarillas, nos adentramos por un campo de hierba en el valle de Riopico, desde el que se divisan grandes antenas al fondo a la derecha, y cerca una cantera de áridos.

Pronto encontramos una bifurcación. Nosotros tomamos el camino de la izquierda, que nos conduce directamente hasta Villalval, de la que pronto vemos su iglesia de estilo románico que desgraciadamente se encuentra en un penoso estado de ruina, pero parece ser que está en proyecto recuperarla y convertirla en albergue del Camino.

Cerca de aquí se han encontrado tres dólmenes que afianzan el hecho de que por aquí vivieron nuestros antepasados.

Una fuente romana de dos arcos que brota de un manantial y una pequeña zona de descanso con árboles, nos proporcionaron el lugar ideal para tomar el tentempié de media mañana, con algo de sombra y frescor en el cada vez más caluroso día.

También un momento de risas, por el funcionamiento de una fuente de columna, que dejaba salir el agua pisando un pulsador en el suelo, algo que alguna no vio y pensaba que manaba por arte de magia.

Por una buena carretera asfaltada, enseguida recorrimos los pocos metros que nos separan de Cardeñuela Ríopico, municipio que comenzó a forjarse a finales del siglo IX, tras la fundación de la ciudad de Burgos.

Lo primero que nos encontramos es la Bocatería San Miguel, donde muchos peregrinos se afanaban en zamparse unas buenas raciones de tortilla con morcilla.

De haberlo sabido, nos hubiésemos reservado para degustar ésta y otras ricas sugerencias que tenían.

A la derecha dejamos la iglesia, renacentista, dedicada a Santa Eulalia de Mérida, un modesto y sencillo templo, de pequeñas proporciones, levantado a principios del siglo XVI, probablemente sobre una construcción anterior, sigue los estilos gótico y renacentista. 

En su interior destaca un retablo en el altar mayor dedicado a Santa Eulalia obra de Felipe de Vigarny, la única que salió de la catedral de Burgos. Como curiosidad, la parroquia conserva el documento original del Primer Juicio al Cid.

Hay varios albergues en este pueblo de marcado carácter jacobeo, como prueba, en una fachada de una casa, vimos un expresivo mural sobre las mochilas de los peregrinos.

Continuaremos por la carretera que conduce, en unos dos kilómetros a Orbaneja Río Pico, en la que destaca la Iglesia de San Millán Abad, una sencilla construcción encaramada en un alto, en cuyo interior se guarda una curiosa talla de San Roque vestido con los atributos tradicionales del peregrino. Su portada está compuesta de arquivoltas ligeramente apuntadas y está cubierta por un pórtico enrejado realizado en 1877. A un lado de la nave está la torre que tiene un vuelco dispuesto para colocar las campanas y está fechado en el siglo XVII.

A la salida del pueblo se encuentra la Ermita de la Inmaculada, con espadaña de una campaña y escudo blasonado en el arco de medio punto de su entrada.

Enfrente una fuente proporciona algo de tranquilidad en los bancos con sombra que hay junto a ella, porque el calor a esta hora era ya de lo más molesto.

Continuamos por verdes campos sembrados a medio segar. Cruzamos la autopista A1 por un paso elevado, después la línea férrea, y muy cerca de Villafría, que es por donde continúa el Camino oficial, entrando en Burgos por el polígono industrial de Gamonal, aunque en los últimos años ha ganado terreno la entrada por la variante de Castañares. A su favor juega que los últimos kilómetros se realizan a través de un parque junto al río Arlanzón.

Esta última es la opción que elegimos, girando a la izquierda al llegar a una urbanización alcanzamos un área de descanso junto a una pista deportiva.

Por disfrutar de una entrad en Burgos más bonita nos perdemos el paso por Villafría y su iglesia parroquial de San Esteban Protomártir, del siglo XVI.

Bordeando las interminables instalaciones del aeropuerto, fuertemente vallado, llegamos a Castañares, una pedanía de Burgos. Pasamos junto a la pequeña Iglesia de San Quirico y Santa Julita, en la que destaca un nido de cigüeña coronando su espadaña.

Por un puente cruzamos un canal y un poco más adelante por una pasarela pintada de azul, el río Arlanzón, que llevaba bastante agua y junto al cual recorremos los próximos kilómetros hasta entrar en Burgos.

Pasamos bajo la A-1 y en el Parque de las Fuentes Blancas, paramos junto al río para mitigar el asfixiante calor que arrastrábamos. Algunos remojaron los pies en el agua antes de continuar el paseo por la ribera, que en la playa de Fuente Prior estaba muy concurrido de familias con niños y bañistas.

Estos itinerarios, en los que se han instalado numerosas fuentes, zonas de barbacoas y carril bici, forma parte del Cinturón Verde de Burgos.

De haber seguido el Camino oficial, nos hubiésemos perdido todo este entorno natural en el que abundan todo tipo de aves acuáticas, aunque nos hemos perdido el paso por la maravillosa Iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal.

Por el Paseo de los Atletas cruzamos el Parque de la Quinta hasta cruzar el río Arlanzón por el puente de la Evolución Humana y por itinerario urbano llegar a la Plaza de San Juan, punto de encuentro con el Camino oficial, prosiguiendo por la calle del mismo nombre, puerta de entrada al casco antiguo.

Pronto tomamos la larga calle Fernán González, que pasa junto a la Iglesia de San Lorenzo y nos sitúa ya en uno de los laterales de la majestuosa Catedral de Santa María burgalesa, con los termómetros de las calles marcando 32ºC.

Esta última etapa de nuestra escapada primaveral la califico con 5 estrellas, deseando retomar de nuevo el Camino en cuanto podamos, nos fuimos para Madrid, haciendo un alto en el restaurante La Varga, para comer. Esperemos que las próximas etapas sean menos calurosas, que ya toca.
Paco Nieto

FOTOS

sábado, 13 de abril de 2024

Excursión X475: Camino Francés. Etapa 11. Belorado - San Juan de Ortega

FICHA
 TÉCNICA
Inicio:  Belorado
Final: San Juan de Ortega
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 25,2 Km
Desnivel [+]: 456 m
Desnivel [--]: 235 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Desayunamos temprano donde nos hospedamos, el hotel La Huella del Camino, nos esperaba una larga etapa desde Belorado hasta San Juan de Ortega, cruzando los Montes de Oca.

Un recorrido urbano por Belorado, siguiendo las conchas compostelanas marcadas en el suelo de sus calles, nos lleva, a nuestra derecha, al Monasterio de las Clarisas.

Fue construido en 1358 por un grupo de mujeres piadosas que pasaron a la observancia de la Regla de Santa Clara, bajo la advocación de Nuestra Señora de Bretonera, llamado así por el lugar donde se levantó.

Fue reconstruido en 1460 tras quedar arruinado por las guerras, añadiéndole una iglesia de estilo gótico y portada plateresca.

Tras poco más de un mes de nuestro paso por Belorado, este convento se ha hecho famoso porque su comunidad, compuesta por 16 monjas, decidió salirse de la tutela del papa Francisco (al que no reconocen como legítimo, y tampoco a ninguno de los sucesores de Pío XII, para ellas último pontífice legítimo) y se someten al excomulgado por Roma Pablo de Rojas Sánchez-Franco, fundador de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli. Aparte de las diferencias doctrinales, la abadesa del convento reprochaba a las autoridades eclesiales que no les permitieran la compraventa de propiedades inmobiliarias.​

Las 16 monjas, Pablo de Rojas Sánchez-Franco y los líderes de Pía Unión Sancti Pauli Apostoli han sido excomulgados. Aquí más datos de este cisma.

Después de hacernos fotos en su puerta y jardín de entrada, en el que destaca un cruceiro, proseguimos por un camino asfaltado que nos lleva al puente sobre el río Tirón, que cruzamos por una pasarela de madera especialmente construida para los peregrinos.

Un poco más adelante, pasamos detrás de una gasolinera. Un enorme mural nos desea Buen Camino.

En este punto nos desvíanos, por la izquierda, ligeramente de la carretera, y llegamos a una pequeña área de descanso, donde se encuentra la fuente del Cozarro. de la que manaba un buen chorro de agua.

Entre verdes campos de cereal, ascendimos por la suave pendiente de la ladera hasta encontrarnos con Tosantos. Cruzamos la carretera para acercarnos a ver la bonita iglesia parroquial de San Esteban, una sólida construcción de excelente piedra blanquecina y sencilla espadaña, en su interior destacan un retablo barroco con interesantes relieves del siglo XVII y una cruz de esmaltes del siglo XIII. Un enorme castaño de indias da encanto y buena sombra a la pequeña plaza que hay delante de la iglesia.

Salimos del pueblo cruzando de nuevo la N-120, conectando con una pista de tierra que se aleja, en dirección suroeste de la carretera.

Atrás divisamos a lo lejos las cuevas de los Arancones en un peñón al este del pueblo, formadas por un grupo de oquedades, la mayor parte de ellas inaccesibles hoy en día, se cree que fue obra de los árabes.

Pero lo que más destaca en la silueta del pueblo es su ermita rupestre, dedicada a la Virgen de la Peña, excavada en la roca y asomando al exterior únicamente su fachada.

Es un pequeño templo en el que la capilla principal está separada del resto por una verja de hierro, encontrándose en ella el altar y el retablo con el camarín que contiene una imagen de la Virgen del siglo XII.

En menos de dos kilómetros, entre campos de cereal, estamos entrando en Villambistia. Nos desviamos a la izquierda para hacer una pausa en la Casa de los Deseos, una casa de 1876 reconvertida en hotel rural donde nos tomamos un café antes de acercarnos a la la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir, obra del siglo XVII, ocupa una parte elevada y preside el casco urbano con su aspecto de fortín y su torre-campanario cuadrada.

Construida en piedra, es un claro ejemplo del barroco rural burgalés. En el presbiterio existe un interesante cuadro de San Sebastián de escuela italiana. Conserva en su interior varios retablos renacentistas.

A la salida del pueblo, se encuentra una fuente, un Domo Geodésico y la ermita de San Roque, en la que destaca un retablo rococó decorado con fondos rojos y azules procedente del demolido convento de San Francisco de Belorado, también hay cuadros expuestos a modo de galería de arte.

Continuamos por un camino de tierra, entre nuevos campos verdes de cereales, pasamos junto a un área de descanso, con arboleda, mesas y un pilón, antes de alcanzar la carretera N-120 y entrar en Espinosa del Camino, tras poco más de un kilómetro y medio.

Su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, es su edificio más significativo. Para llegar a él tenemos que desviarnos un poco a la derecha.

De estilo renacentista, es del siglo XVI, con portada de alabastro del siglo XVIII, con una capilla mayor de planta cuadrada y bóveda estrellada añadida en el siglo XVI y construida por los canteros Juan de Landeras y Juan de Carasa, que por la mano de obra cobraron 40.000 maravedíes, ya que los materiales fueron pagados y puestos por el pueblo a pie de fábrica. Destaca en su interior una talla románica de San Indalecio, discípulo de Santiago, responsable de la evangelización hispana junto con los otros seis varones apostólicos.

A la salida de Espinosa cruzamos el recién nacido río Retorto por un puente, iniciando el ascenso a la colina de San Felices. Trescientos metros después de superar su pequeña cima, en medio de campos de labor, destaca en solitario el Ábside de San Felices (siglo IX), únicos restos del que fuera Monasterio de San Félix de Oca siglos VI-VII, donde se dice que descansaron los restos del fundador de Burgos el Conde Diego Porcelos. Da cierta pena contemplarlo pensando en lo poco que ha quedado de su pasado más glorioso.

Siempre por buena pista de tierra, continuamos el descenso hasta, al poco, alcanzar la carretera N-120, junto a la que continuamos unos metros. Apartándonos ligeramente de ella, el sendero cruza por una pasarela el río Oca, afluente directo del Ebro, antes de entrar en Villafranca Montes de Oca, localidad de tradición jacobea como pocas. Su casco urbano es una larga tira de casas de un kilómetro aproximadamente, colocadas a un lado y otro de la transitada carretera.

Históricamente, los montes de Oca fueron frontera oriental de Castilla “Entonces era Castiella un pequeño rincón, era de castellanos Montes de Oca mojón”, recuerda el poema de Fernán González.

Durante siglos Villafranca fue enclave fundamental del Camino. Tenía un Hospital fundado en 1370 por Doña Juana, esposa de Enrique II. De su hospitalidad dan fe los testimonios de los peregrinos Künig “Acuérdate allí del Hospital de la Reina, en el que dan a los hermanos una buena ración”, y Laffi “Dan gran caridad allí al peregrino, en particular, en el Hospital, donde dan de comer muy bien”.

En la actualidad este Hospital, se ha convertido en el Hotel San Antón Abad, que fuimos a conocer después de visitar la iglesia de Santiago Apóstol.

Es del Siglo XVII, edificada sobre un templo medieval. Contiene en su interior, la pila de agua bendita realizada en una concha natural, la más grande del Camino, de 65 Kg, traída desde Filipinas; un Santiago Peregrino y un Ecce Homo, atribuido a Juan de Mena.

Tiene una sencilla portada con un cuidado arco de medio punto. Al primer tramo del muro sur adosa la torre de dos cuerpos, el primero es de porte clasicista, mientras el segundo presenta formas claramente barrocas.

El retablo mayor está dedicado a Santiago, que aparece en la hornacina central del segundo cuerpo vestido de peregrino, pero parece que en su origen estuvo dedicado a San Francisco de Asís.


Tras haber tomado algunos el tentempié de media mañana junto a la iglesia, bajo la sombra de los árboles de la plaza y al amparo de una fuente, iniciamos los cinco kilómetros de ascenso hasta el Puerto de la Pedraja, punto por el que se cruza los antes temidos Montes de Oca. “Si quieres robar, vete a Montes de Oca”, reza un dicho popular.

Y es que, efectivamente, estos montes eran frecuentados por numerosos bandoleros y salteadores que se refugiaban en lo que era, y aún es, una de las más importantes masas forestales de Castilla.

Suponen el mojón natural que delimita las tierras castellanas, último bosque en muchos kilómetros del Camino. No encontraremos otro de semejantes dimensiones hasta los Montes de León.

Bordeando el cementerio por la derecha, continuamos por un camino de tierra que pronto se convierte en un duro repecho, acometiendo así el ascenso del primer kilómetro, él más duro, flanqueado a ambos lados por abundante maleza entre campos de cultivo.

Recorridos estos primeros metros de fuerte subida, accedemos a un buen camino de tierra que se nos une por la izquierda y por el que continuamos la ruta, cada vez con menos pendiente, a la vez que la presencia de robles va en aumento, haciéndonos olvidar las extensas llanuras que nos acompañaron hasta aquí.

Es gratificante contemplar cómo el bosque de roble autóctono aún se conserva, sombreando este tramo de Camino en verano, porque, en nuestro caso, aún carecía de hojas, lo que echábamos de menos porque el calor se hacía cada vez más presente.

Aproximadamente a mitad de subida, alcanzamos un mirador con magníficas vistas de la Sierra de la Demanda, desde el que contemplamos el pico de San Millán aún cubierto de nieve.


Al poco, se encuentra un área de descanso con mesas, cobertizo donde resguardarse y la fuente de Mojapán, de la que manaba un hilillo de agua, pero que en verano no moja nada porque se suele secar.

A su lado un mojón del camino caído fue enderezado con la fuerza bruta de los chicos del grupo, ganándose el aplauso de todos.

Tras el heroico esfuerzo, continuamos por el agradable camino, que gira a la izquierda en el recodo donde nace el arroyo Mojapán. A partir de este punto comienza un nuevo ascenso, alternado con falsos llanos.

En el bosque comienzan a aparecer especies repobladas, de pinos y abetos, que alternan con los robles autóctonos.

A unos dos kilómetros de la fuente, alcanzamos la cima de La Pedraja, en la que se halla un monumento homenaje a los aproximadamente 300 fusilados por el ejército sublevado, que aquí yacen en fosas comunes desde los primeros meses de la Guerra Civil.

Una cruz y un monolito honran su memoria, en él se puede leer "No fue inútil su muerte, fue inútil su fusilamiento" o "Quiero escarbar la tierra con los diente, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes", éste último de Miguel Hernández.

En una pequeña área de descanso que hay al lado, con tres mesas de madera, paramos a descansar un rato antes de iniciar un fuerte descenso por un camino de tierra paralelo, pero a distancia, de la N-120.

Al llegar a la vaguada que forma el arroyo de la Pedraja, que cruzamos por un puente de madera, iniciamos un nuevo ascenso hasta situarnos en una amplia pista de tierra amarillenta abierta  por el servicio forestal a modo de cortafuegos.

Alcanzada su cota más alta, el Puerto de la Pedraja (1.150m), solo nos quedaba descender hasta San Juan de Ortega en ameno paseo de poco más de seis kilómetros, rodeados en todo momento por las flores de brezo.

Al poco una serie de cuadros en el suelo anunciaban un tenderete de los que abundan en el Camino, en los que venden un poco de todo, estaba animado de gente que seguían los elocuentes y divertidos relatos del vendedor, todo un experto en marketing.

Al poco, pasamos por el llamado Oasis del Camino, un curioso lugar junto a la amplia pista donde una serie de troncos están decorados buscando una nueva relación entre naturaleza y arte, un poco al estilo de Bosque pintado de Oma.

El hecho de quedar aún hoy al margen de las modernas vías de comunicación ha permitido a este bosque conservar un entorno natural privilegiado y un ambiente sobrecogedor, rodeado de nuevo de robles, acentuado por el silencio y la soledad, durante buena parte del año sólo alterada por el paso de peregrinos.

Finalizado el descenso por tan bello robledal, entramos en San Juan de Ortega, dejando su albergue a la izquierda. Enseguida nos vemos recompensados con uno de esos rincones sublimes que se hallan dispersos a lo largo de toda la ruta jacobea, es el Monasterio de San Juan de Ortega, el conjunto monumental, levantado a instancias del propio santo, lo forman los dos edificios monacales y la hospedería.

Juan de Velázquez, religioso que pasó a la historia como san Juan de Ortega, nació en el pueblo burgalés de Quintanaortuño en el año 1080. Se entregó plenamente durante su vida a la tarea de ayudar a los peregrinos con la construcción de calzadas y puentes, pero su gran obra la fijó en los Montes de Oca con la construcción de una Iglesia dedicada a San Nicolás de Bari y un pequeño monasterio.

La iglesia es un bello ejemplar románico, del siglo XII, del que destaca la cripta funeraria original del siglo XV, que se conserva en su interior. Es románica en su cabecera (siglo XII) y gótica en su puerta y arco (siglo XV). Sobre éste se observan los escudos episcopales con la flor de lis, propia de D. Pablo de Santa María y su familia. La cabecera tiene 3 ábsides, el central bien desarrollado, cubierto por bóveda gallonada.

Son interesantes sus capiteles con elementos vegetales, animales y temas evangélicos. El cuerpo de la iglesia es una ampliación del siglo XV, merced a Isabel la Católica, los Condestables de Castilla y el obispo D. Pablo de Santa María. En el centro de la Iglesia se encuentra un baldaquino bajo el cual está la cripta que desde 1966 aloja el sarcófago de San Juan de Ortega.

Es curioso el tiple capitel del ábside de la epístola (Anunciación, Abrazo de Sta. Isabel y Nacimiento), con la originalidad de que es iluminado por un rayo de sol que penetra por una ventana exactamente a las 5 de la tarde, hora solar, en los dos equinoccios del 21 de marzo y 22 de septiembre. Un verdadero prodigio de la arquitectura medieval.

El itinerario de la Ruta Jacobea entre San Juan de Ortega y Atapuerca fue trazado por el propio santo.

En el bar Marcela, único del pueblo, comimos antes de irnos con nuestros coches al hotel Restaurante HQ La Galería de Burgos, porque aquí, como ya contamos, nos fue imposible conseguir alojamiento.

Un paseo por el casco histórico de Burgos y algo de tapeo, por su famosa calle de San Lorenzo, puso el broche final a esta nueva etapa de nuestra aventura que califico con 5 estrellas.
Paco Nieto