lunes, 8 de abril de 2024

Excursión X472: Cascadas del arroyo del Chivato

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Las Ranas. La Pedriza
Final: Las Ranas. La Pedriza
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 8,2 Km
Desnivel [+]: 324 m
Desnivel [--]: 324 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Queríamos ir a ver cómo estaban los Chorros de la Pedriza, que con las últimas lluvias y el precipitado deshielo posterior, presumíamos que debían ser todo un espectáculo. Lo que no sospechamos era la sorpresa que nos esperaba.

Quedamos en el penúltimo aparcamiento de la Pedriza, pasado el de Cantocochino, el de las Ranas se llama, que estaba sin coches, nada que ver con lo que hubiésemos encontrado de haber venido en fin de semana.

Tenía ganas de volver a recorrer los majestuosos chorros del Manzanares. Una espectacular sucesión de saltos de agua y pozas cristalinas del recién nacido río.

Echamos a andar cruzando el río Manzanares por el puente de las Ranas. La fuerza y cantidad del agua que llevaba el río hacían presumir un espectáculo único aguas arriba. Giramos a la izquierda y continuamos por el PR-M18, muy cerca del río, al que nos acercamos de vez en cuando a contemplar los numerosos pequeños saltos de agua que animan su recorrido.

El día estupendo, con buena temperatura y primaveral, que fue pausadamente nublándose. Por la tarde había riesgo de lluvia y esperábamos estar a tiempo de regreso para que no nos pillase.

Disfrutamos contemplando la densa vegetación de ribera del río, como fresnos, sauces, los mayoritarios pinos e incluso algún tejo pudimos contemplar.

Pasamos junto al puente Cola de Caballo, donde nos hicimos unas fotos y continuamos remontando el río hasta alcanzar el siguiente puente, el del Vivero, donde una chica nos hizo la foto de grupo, junto al río para dejar constancia de su caudaloso descenso.

Un poco más adelante, a la altura del Vivero, nos desviamos un poco a la izquierda para contemplar desde unas enormes rocas que hacen de mirador natural, el espectacular zigzagueo que el río hace en esta parte del río.

El agua brinca de un lado para el otro compitiendo cada salto en belleza con el anterior, hasta caer en una gran poza donde, contra su fiera naturaleza, se remansa, antes de continuar su acalorado descenso.

Fue aquí donde una de nuestras chicas cayó en la cuenta de que le faltaba el bastón que traía, pareja de otro que perdió recientemente. Para no quedarse sin él, regresó en su búsqueda y con la ayuda de otro compañero dieron afortunadamente con él.

Reunidos de nuevo todos, continuamos el suave ascenso junto al río hasta llegar a la Charca Verde, precioso remanso de agua que haciendo honor a su nombre lucía un espléndido color verde manzana, de diferentes tonalidades.

Comentamos los excelentes baños que más de uno nos habíamos dado en este privilegiado rincón cuando no estaba prohibido.

Rodeamos las enormes rocas que hay junto a la charca siguiendo el trazado de una tubería que remonta el río unos 400 metros hasta el punto donde capta el agua, bajo la atenta mirada de unas cabras y machos cabríos a los que no parecía importarles nuestra presencia.

La senda no está muy señalizada, pero es fácil de seguir, siempre próxima al río hasta alcanzar el arroyo del Chivato, que debíamos cruzar, pero que por más que lo intentamos, se nos hizo imposible.

En época estival este arroyo apenas lleva agua, e incluso lo hemos visto completamente seco, pero hoy más que arroyo parecía un río y de los grandes.

Remontamos el arroyo buscando un estrechamiento por el que pasar a la otra orilla, pero parecía misión imposible, o el cauce era muy ancho, o la fuerza del agua era tan imponente que disuadía de cualquier intento de cruzarlo..  

Convencidos de que hoy no veríamos los Chorros de la Pedriza, nos deleitamos buscando las sucesivas cascadas y chorreras del arroyo del Chivato, y la verdad es que nos sorprendió contemplar tanto salto espectacular de agua, no lo hubiésemos sospechado. Los vídeos que grabé confirman sobradamente lo que digo.

En el inicio de la más alta paramos a descansar y a tomarnos el aperitivo de media mañana. El sonido ensordecedor del agua y su continuo chapoteo hipnotizaban nuestra mirada.

Tras el descanso, aún subimos otro poco más, hasta dar con otra de las cascadas, muy cercana a la Chorrera Escalerón, que vimos al fondo, iniciando desde ella el regreso.

Buscamos una estrecha senda que discurre por la ladera, a bastante altura del arroyo, y por ello, mucho más cómoda que la seguida en la subida, al evitar los caprichos del honda garganta que ha labrado el agua.

Enseguida alcanzamos los riscos que hay por encima de la Charca Verde, donde de nuevo las cabras fueron testigos impasibles de nuestro paso, ahora descendiendo junto a la tubería que marca el camino,

Bordeando el Vivero, alcanzamos el puente que hereda su nombre y que esta vez sí cruzamos para cambiar de orilla y descender por la amplia pista que surge a nuestra derecha.

Un poco más abajo, alcanzamos el Prado de las Zorras y a continuación el aparcamiento de las Machacaderas, en cuya entrada colocaron un monolito simbolizando la Puerta de la Pedriza.

A pocos metros llegamos al aparcamiento de las Ranas, donde habíamos dejado los coches. La celebración de la finalización de esta improvisada ruta la hicimos comiendo un excelente menú en el restaurante del Club Hípico 5 Herraduras, situado al comiendo de la carretera de la Pedriza. Le otorgo 4,5 estrellas a esta sorprendente ruta, en la que el agua a raudales fue la protagonista.
Paco Nieto

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