domingo, 8 de octubre de 2023

Excursión X431: Camino Francés. Etapa 8. Logroño - Nájera

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Logroño
Final: Nájera
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 30 Km
Desnivel [+]: 378 m
Desnivel [--]: 262 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para la última etapa de esta escapada, tuvimos también que madrugar, a la vista de los aproximadamente 30 km que nos esperaban más el regreso a Madrid, así pues, el día se nos iba a hacer muy, muy largo.

El primer inconveniente de madrugar tanto fue que el bar del hotel estaba aún cerrado y tuvimos que buscar otro cercano ya a la salida de Logroño, pero en el que, para nuestra desesperación, tardaron un montón en servirnos.

El itinerario urbano del Camino por la ciudad recorre las calles de Ruavieja y Barriocepo, en la que está la Fuente de los Peregrinos, hasta llegar a la Puerta del Revellín o Puerta del Camino.

Desde allí, por la Avenida Marqués de Murrieta, y tras un desvío a la izquierda, accede sucesivamente a los parques de La Laguna, Europa y San Miguel, al que se llega tras cruzar la carretera por un puente elevado de hierro. Junto al bonito estanque de este último parque nos hicimos la foto de grupo con todos, por si alguno luego desfallecía por el camino, ja, ja.

El Camino prosigue en dirección suroeste por una buena pista adoquinada y arbolada, pasa por un subterráneo para cruzar la carretera LO-20 y desemboca dos kilómetros después en la carretera que accede al Parque de la Grajera y la Barranca.

Es éste un hermoso paraje, único parque natural de la ciudad, tiene una extensión de 87 hectáreas, 32 de las cuales corresponden al embalse de la Grajera.

Una imagen de la Virgen del Rocío, en una urna de cristal, rodeada de ramos de flores, precede la llegada al embalse, que con las primeras luces de la mañana estaba precioso, hasta con patos chapoteando en sus nítidas aguas que reflejaban como espejos la vegetación circundante.

Continuamos junto al muro de contención del propio embalse. Al final del mismo giramos a la izquierda y retomamos la pista que pasa por una zona de recreo y descanso con excelentes vistas del embalse.

En su extremo hay un monumento al peregrino, que nos despide de Logroño, y un poco más adelante al abandonar el Parque, la fuente del Guarda nos da la oportunidad de llenar las cantimploras antes de entrar en terreno más seco.

La pista, entre tierras de cultivo, da unos rodeos y nos acerca de nuevo en la carretera, con la que se afronta un repecho de poco más de un kilómetro.

Pasamos junto a una serrería y la valla metálica de separación de la utopista, donde los peregrinos van dejando infinidad de cruces hechas con dos palos entres su alambrada, por lo visto, una tradición extendida a lo largo de toda la ruta jacobea.

Unos metros después nos desviamos a la izquierda en dirección Navarrete. 

Continuamos por un buen camino de tierra que nos aparta a la derecha y por el que, Tras cruzas los que serán futuros puentes sobre la A-12, pasamos al lado de las bodegas Don Jacobo y de las ruinas del antiguo albergue de San Juan de Acre, del siglo XII, fundado hacia 1185 como albergue y auxilio de peregrinos.

Unas excavaciones arqueológicas realizadas en 1990 permitieron localizar los muros principales del antiguo hospital, que contaba con una gran iglesia con planta de cruz latina y torre cilíndrica con escalera de caracol, un kilómetro más adelante, llegamos a las primeras casas de Navarrete.

Antes de acceder al núcleo histórico de esta tradicional villa debemos de cruzar la carretera, después de ascender por unas rústicas escalinatas de madera, junto a un gran mapa del pueblo, al lado de una vaquería, que anticipan nuestra entrada en la calle Mayor Baja, donde se encuentra una fuente.

Navarrete es el único centro alfarero actual de la comunidad autónoma de La Rioja y ha sido uno de los más importantes del norte de España.

También es una villa de marcado aspecto medieval, con sus casas y palacios blasonados circundando un cerro dominado por las ruinas de un castillo del siglo XII.

Nos acercamos al albergue, situado en un edificio bastante interesante arquitectónicamente, aquí sellamos las credenciales mientras nos contaba su responsable que allí no admitían maletas, solo acogían a peregrinos con su mochila como único acompañamiento.

Tras recorrer la calle Mayor Baja, el camino continúa por la calle Mayor Alta en la que se halla la monumental iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, gótica renacentista, del siglo XVI, de considerable envergadura, cuya construcción se prolongó durante cerca de un siglo, entre 1553 y 1645, a causa de problemas presupuestarios y de sucesivos cambios en la dirección de las obras.

El principal reclamo del templo se encuentra en el interior, su retablo mayor, realizado por Fernando de la Peña a lo largo de cuatro años (1694-1698) y reformado por José de San Juan y Martín en 1713. 

Cuando el autor principal contempló la cabecera de la iglesia en la que debía instalarlo, afirmó que iba a ser “obra de mucho rumbo y consecuencia; tanto que en ambas Castillas me parece no habrá otra que en la valentía y todo de ella se pueda igualar”. Jovellanos visitó Navarrete muchos años después, en 1795, y emitió un juicio completamente distinto, describiéndolo como “espantoso por su altura, anchura, mala escultura y profusión de oro”. Hoy está considerado como el más espectacular de todo el barroco riojano, precisamente por la suntuosidad y los excesos decorativos que debieron de contrariar el gusto neoclásico del intelectual ilustrado.

De dimensiones apabullantes, catalogado dentro de los más grandes del mundo, y un color dorado deslumbrante, está repleto de relieves y figuras policromadas de diversos estilos. En el centro aparece un templete con una talla de la Virgen.

Si bien esta obra acapara toda la atención, en el interior destacan también las capillas laterales, con columnas corintias y bóvedas de horno y cañón. Todo el edificio está construido en piedra de sillería, a diferencia de las casas más antiguas de la localidad, que combinan sillares en la planta baja y ladrillo en la superior.

Salimos de la iglesia deslumbrados y girando a la derecha nos fuimos a la terraza del albergue de peregrinos La Iglesia a tomar un café y descansar un poco.

Tras la pausa, continuamos por la calle Mayor Alta, en su final se ubica la Posada Ignatius, en un antiguo caserón que entramos a conocer.

Proseguimos por la calle Arrabal, desde donde enlazamos de nuevo con la N-120. A la salida del pueblo dejamos a la izquierda el cementerio, cuya portada románica pertenecía al antiguo Hospital de Peregrinos de San Juan de Acre.

En uno de sus capiteles se aprecian dos personajes sedentes. Uno alza la copa mientras otro come y sujeta un bordón. Hay quien identifica esta escena con pasajes vitales de los peregrinos mientras que, para otros estudiosos, son pastores quienes protagonizan estas secuencias.

Junto a tan monumental portada nos paramos a leer la placa que se halla sobre el conjunto. Con ella se  rinde homenaje a todos los peregrinos muertos en su periplo hacia Santiago y, de forma especial, a Alice de Crae, fallecida en 1986.

El camino coincide de nuevo con la carretera N-120, que enseguida dejamos para continuar por un camino a la izquierda y tras cruzar la LR-342, busca de nuevo la N-120.

Proseguimos de frente, entre cepas, hacia Ventosa, sin hacer caso a unas flechas amarillas pintadas en el asfalto por algunos vecinos de la localidad próxima de Sotes, que tratan de llevar el camino por donde nunca pasó.

En uno de los puentes que pasamos por debajo, los peregrinos, en diversos idiomas han dejado curiosos mensajes entre lo místico y lo terrenal. Este me gustó especialmente, en francés decía "El más grande los viajes no es el que haces 100 veces dando 1a vuelta al mundo, si no el que haces una sola vez alrededor de ti mismo"

Llegamos a Ventosa entre cruces plagadas de ofrendas de peregrinos y enorme fotos, muy artísticas, colocadas junto al camino. En el bar Buen Camino nos tomamos unas refrescantes cervezas mientras nos tomábamos los bocadillos.

Tras el descanso, subimos al cerro donde está situada la Iglesia de San Saturnino, construida en sillería con planta de cruz latina y cabecera rectangular orientada a levante, alberga una única nave.

A su pie, adosada a la fachada norte, dispone de una torre de planta cuadrada rematada con una pirámide de ocho facetas, que fue construida en el siglo XVII.

En los alrededores de la iglesia se ha acondicionado una zona verde con césped, arbolado, bancos y juegos para niños, que hacen de este lugar un agradable sitio de descanso.

Pero, lo más interesante de este punto elevado de la localidad es la amplia panorámica de la que puede disfrutarse; además de una vista privilegiada de la propia localidad y su paisaje, desde su mirador pueden reconocerse las torres de localidades vecinas como Sotés y Navarrete, y más allá de este, los edificios más altos de Logroño.

A la salida, una indicación en piedra nos indica que estamos a 593 km de Santiago, bueno ya hemos bajado de los 600, ¡toda una inyección de ánimo!

Tras unos dos kilómetros de recorrido por un camino entre bodegas y viñedos, alcanzamos el Alto de San Antón, la cota más alta de la ruta de hoy, al que se accede por unas escaleras de madera, con muy buenas vistas y algo de sombra.

Un breve respiro para hidratarnos y continuamos por el camino, que entre viñedos llega a curva muerta del antiguo trazado de la N-120, curva que nos acerca hasta la carretera actual que cruzamos por un paso bajo la carretera.

De nuevo por entre campos de labor nos vamos acercando a Nájera en leve descenso por un buen camino de tierra que nos permite disfrutar con la contemplación de un espectacular paisaje.

A la izquierda, frente a nosotros, la sierra de la Demanda, en la que destaca la cumbre del San Lorenzo (2.271 m.); por la derecha cierra el horizonte la crestería completa de la Sierra de Cantabria.

El camino asciende a un collado cercano al Poyo de Roldán, lugar en el que la leyenda sitúa la batalla entre Roldán y el gigante Ferragut, episodio épico que con frecuencia aparece representado en cornisas y capiteles a lo largo de la ruta jacobea. Nuestro acompañante americano se desvió a verlo, nosotros continuamos de frente.

Pasado este lugar se inicia un rápido descenso por un camino entre viñedos que pasa junto a un chozo en piedra en el que un cartel informa de la leyenda de la batalla Roldán y el gigante.

Continuando cruzamos la carretera LR-427, llegamos a un área recreativa, donde cruzamos un rústico puente de madera sobre el río Yalde. Salvado el curso fluvial, un buen camino prosigue junto a unos frutales hasta cruzar, un kilómetro y medio después, la carretera de circunvalación de Nájera. Se sigue por una pista asfáltica que al poco se transforma en pista de tierra que acaba en Nájera. Antes de entrar en una pared de una fábrica, había escrito un bonito poema:

Polvo, barro, sol y lluvia
es el camino de Santiago;
millares de peregrinos
y más de un millar de años.
Peregrino ¿quién te llama?
¿qué fuerza oculta te atrae?
Ni el camino de las estrellas
ni las grandes catedrales.
No es la bravura Navarra;
ni el vino de los Riojanos;
ni los mariscos gallegos;
ni los campos castellanos.
Peregrino ¿quién te llama?
¿qué fuerza oculta te atrae?
Ni las gentes del camino,
ni las costumbres rurales.

Ni es la historia y la cultura;
ni el gallo de la Calzada;
ni el palacio de Gaudí;
ni el castillo de Ponferrada.
Todo lo veo pasar
y es un gozo verlo todo;
mas la voz que a mí me llama
lo siento mucho más hondo.
La fuerza que a mi me empuja,
la fuerza que a mi me atrae,
no se explicarla yo.
Sólo el de Arriba lo sabe.
E. G. B.

El camino continúa en Nájera por delante del cuartel de la Guardia Civil, pasa después por el Convento de Santa Elena y entra en la ciudad vieja por un puente de piedra sobre el río Najerilla.

Pero antes de llegar a las primeras viviendas, en una zona de huertas, le comenté a uno de los propietarios que los árboles del camino que llevan hasta allí estaban mal colocados, al no dar la sombra a los peregrinos, haciendo que ardiéramos de calor.

Me contestó que eso se hubiese evitado si hubiésemos madrugado más, y la verdad es que no le faltaba razón, pero al poco nos fue a buscar para invitarnos a unas cañas en el primer bar que nos encontramos, al pensar que nos había respondido un poco mal.

Concluimos así de bien, haciendo nuevos amigos, esta larga etapa y sin más nos dispusimos para iniciar el regreso a Madrid, dando así por terminada esta cuarta ruta, la octava desde que comenzamos el Camino y que bien se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

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