jueves, 5 de octubre de 2023

Excursión X428: Camino Francés. Etapa 5. Puente la Reina - Estella

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puente la Reina
Final: Estella
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 25,8 Km
Desnivel [+]: 484 m
Desnivel [--]: 404 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta




















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Tras realizar el año pasado las cuatro primeras etapas del Camino Francés, ya había ganas de retomarlo de nuevo. Pensamos hacerlo a finales de mayo, pero esta fecha no tuvo mucho éxito, finalmente lo fijamos para primeros de octubre.

Aún así, algunos de los que participaron en la primera escapada no pudieron acompañarnos y otros se unieron por primera vez a la aventura, total seríamos 8 participantes.

Salimos de Madrid hacia Puente la Reina el miércoles 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, onomástica de mi primo Patxi y mía, lo que celebramos invitando al resto al desayuno que hicimos en el Asador Como en Casa, junto a la gasolinera del pueblo de Milagros, a mitad del viaje.

En Nájera, final previsto de esta nueva escapada, dejamos los coches y tras comer a toda prisa en el restaurante Trece, cogimos el autobús que nos llevaría a Logroño, donde esperamos a la salida del que nos llevaría finalmente a Puente la Reina, donde habíamos acabado nuestra cuarta etapa el año pasado.

Dejamos las maletas, la mitad en el Hotel Jakue, la otra mitad en el albergue anexo a este hotel, ambos muy recomendables y con personal amable y dispuesto a ayudar en todo. A las 18:30h quedamos en la puerta del hotel para dar un paseo por el casco histórico

Puente la Reina está a 728 km de Santiago y fue fundada por y para las peregrinaciones, cuenta con el símbolo más representativo del camino de Santiago a su paso por Navarra: el Puente de los Peregrinos construido en el siglo XI. Aquí se junta el Camino Francés y el Aragonés, procedente de Jaca y Somport.

Del hotel nos dirigimos al Albergue gestionado por los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, Padres Reparadores, fundado en 1443 como hospital de peregrinos, allí sellamos nuestras credenciales y compramos compostelanas para los nuevos y alguno más.

Por un arco, entramos en el casco histórico, que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. La antigua aldea vasca llamada Garesch, Garex o Garez ("Trigales", según algunas fuentes) fue poblándose en la Edad Media gracias a su situación estratégica y la política de repoblación con gentes del norte contra el enemigo común musulmán.

Alfonso I el Batallador le concedió privilegios y fueros y favoreció su repoblación por parte de los francos, pero el impulso definitivo llegó con la construcción del puente sobre el río Arga, para facilitar el paso de los peregrinos.

La villa surgió durante la segunda mitad del siglo XI. Como su nombre indica de manera inequívoca, debe su existencia a un puente. Más difícil resulta explicar a qué reina se debe; es opinión muy generalizada, aunque nada rigurosa, el identificarla con Doña Mayor, esposa de Sancho III el Mayor de Navarra. Más credibilidad histórica tiene la atribución a doña Estefanía, consorte de García el de Nájera.

La estructura de la población es de tipo bastida con tres calles paralelas; aún pueden verse entre las casas varios torreones de sus murallas al sur de la villa.

El primer monumento que nos encontramos al entrar en la villa, es la iglesia de Santa María de la Vega (hoy conocida como iglesia del Crucifijo). Tiene dos naves, es de estilo popular románico y de fundación templaría, del siglo XII, con ampliación de finales de la Edad Media.

La imagen de Cristo Crucificado doloroso que se venera aquí es una hermosa talla, atribuida a una ofrenda de un peregrino renano -según opinión generalizada-, que corresponde al siglo XV (1315-1320). Éste, ocupa el ábside de la nave gótica, en el que se funden dos corrientes estilísticas europeas de modelos de la Alemania renana y de la Italia del Trecento.

La forma en "Y" de la cruz coincide con los modelos renanos, como el de Santa María en Colonia. Mientras que los largos mechones de la cabellera partida con raya en medio, el fino tratamiento de los rasgos faciales de Cristo, su vientre hundido y la posición cruzada de los pies, indican la corriente italiana.

A la primera nave románica de finales del siglo XII se le añadió por el lado del Evangelio en el siglo XIV una segunda nave gótica, que se edifica después de la supresión de los Templarios, decretada en 1312 por el heredero de la corona de Francia y rey de Navarra, Luis I (1289-1305-1316), cuando la iglesia templaría se convierte en parroquia.

La hermosa portada es de principios del siglo XIII, abocinada por tres arquivoltas apuntadas que se elevan sobre otras tantas columnas y capiteles a cada lado, labrados con variado diseño que sirve de catequesis de contenido moral y teológico, advirtiendo a los peregrinos del peligro de la lujuria y el pecado, que en nuestro caso ni falta hacía recordarlo ja, ja.

La torre, de origen medieval correspondiente a la construcción de la nave gótica, se eleva a los pies adosada al muro hastial de la nave románica.

Fue objeto de sucesivos recrecimientos posteriores, iniciados a principios del siglo XVII, como pone en evidencia el cambio de sillar. En este enlace se dan más detalles de la iglesia.

Junto a la iglesia se emplaza el Convento de los Padres Reparadores quedando ambos edificios unidos por un tramo porticado a modo de atrio o vestíbulo, posiblemente de origen gótico, aunque fue destruido en el siglo XIX, conservándose los arranques de las cubiertas. El que se conserva actualmente corresponde a la restauración de 1951, cubierto por una bóveda de crucería. El convento ocupa el emplazamiento que antiguamente tuvo el hospital de los Templarios y que más tarde fue restaurado y ampliado al hacerse cargo del mismo en el siglo XV la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén.

Tras dejar constancia de nuestro paso en el libro de visitas de la iglesia, continuamos el paseo recorriendo la Calle Mayor, en la que peregrinos y residentes ocupaban las terrazas existentes en su empedrada calzada.

Pronto llegamos a otro lugar emblemático, la portada de la parroquia de Santiago el Mayor del siglo XII, la primera de una serie de tres excepcionales pórticos polilobulados, de clara influencia islámica, que encontraremos en Cirauqui y Estella.

En el interior destaca un enorme retablo, dedicado a Santiago, del siglo XVIII, una popular talla gótica de cedro del siglo XIV representando a Santiago Peregrino, el “Beltza” (negro, en euskera), debido al humo de las velas que siempre están encendidas a sus pies y la talla gótica de Santa María del Rosario del siglo XIV.

Construcción de origen tardomedieval del siglo XVI, ampliada en la primera mitad del XVIII con una serie de capillas barrocas añadidas a ambos lados de la nave, y otras reformas.

Presenta planta de nave gótica de tres tramos, más cabecera pentagonal. En los tramos segundo y tercero de la nave, del lado del Evangelio, se abren dos capillas laterales, la primera de época barroca cubierta con bóveda de lunetos y la segunda de época anterior cubierta con bóveda de cañón apuntado.

El coro se emplaza a los pies de la nave, sobre un arco de medio punto de embocadura, conserva una sillería barroca del siglo XVIII, contiene un órgano, que es una joya del barroco navarro del siglo XVII.

La portada es tardogótica del siglo XVI y se abre a los pies de la nave. Está formada por cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas y baquetonadas con capiteles lisos corridos. La torre queda emplazada formando ángulo entre el lado de la Epístola y el muro hastial.

En el sotacoro se ubica un retablo de Cristo Crucificado, de la segunda mitad del siglo XVIII, de estilo rococó avanzando hacia lo neoclásico. Más información en este vídeo.

Continuamos por la calle Mayor, que constituye de por sí un interesante conjunto monumental.

Aún se conserva en Puente la Reina la tradición de tocar cuarenta campanadas al anochecer, tradición que antaño servía para avisar a los peregrinos cercanos a la villa de que se iban a cerrar las puertas de la ciudad.

Pasamos junto a la Plaza Julián de Mena, general que donó parte de su herencia a su pueblo natal, antes se denominaba Plaza Mayor, donde se ubica el ayuntamiento. Según algunos documentos del siglo XVI ya se mencionaba este espacio como Plaza del Toro por celebrarse aquí diversos festejos taurinos. Su actual forma rectangular la toma a lo largo del siglo XVIII con la construcción de un edificio llamado Casa del Regadío o de los Cubiertos (soportales) y que fue destinado en sus plantas superiores a Ayuntamiento y la planta baja a mercado.

Al final de la Calle Mayor encontramos el puente de los Peregrinos, que aunque con reformas, es el mejor de los medievales de la ruta. Todavía conserva la puerta que lo integraba en la fortificación de la ciudad.

Atraviesa el río Arga y siempre ha caracterizado a la villa y es el más bello ejemplar de época medieval que se conservan en Navarra y el más importante de cuantos se cruzan a lo largo del Camino de Santiago.

Se remonta a mediados del siglo XI su construcción, bajo el reinado de García III Sánchez “el de Nájera” (1020-1035-1054) y el patrocinio de su madre y/o de su esposa, las reinas Munia de Castilla y Estefania de Foix-Bigorre, para facilitar el paso sobre el río Arga de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela.

Construido en sillar y sillarejo, tiene una longitud de 110 metros con una anchura de 4 metros. Su calzada adopta una disposición en forma de "lomo de dromedario" con una fuerte inclinación hacia ambos extremos, como corresponde a los puentes medievales.

Consta de seis arcos circulares de medio punto y distinto radio, que abarca desde los 20 metros el mayor hasta los 6 metros del más pequeño. Entre ellos se abren unos arquillos a modo de respiraderos para aliviar en las avenidas y aligerar la obra. A ambos lados se disponen cuatro tajamares triangulares, cuyo vértice alcanza la base de dichos arquillos.

El puente estuvo defendido por dos torreones, uno que lo unía con la Rúa Mayor de los Peregrinos y el otro levantado en el lado opuesto.

En el centro, coincidiendo con su parte más elevada, se construyó una torreta a modo de capilla que custodiaba la imagen renacentista de la Virgen del Puy, labrada en piedra a principios del siglo XVI, muy venerada en Puente la Reina. Un extraño prodigio convertido en hermosa leyenda se produjo en este lugar hasta el siglo XIX. De cuando en cuando un “txori” (pájaro, en euskera) acudía a la imagen y le limpiaba las telarañas y lavaba la cara trayendo agua del río en el pico.

Con motivo de estos sucesos, la población los celebraba con cohetes y redobles de campanas. Pese al tumulto que se armaba, el “txori” cumplía su misión con absoluto aplomo.

En 1843, en previsión de ensanchar el puente, la imagen de la Virgen del “Txori” fue desmontada y llevada en procesión hasta la cercana iglesia de San Pedro, donde actualmente preside uno de los retablos del lado del Evangelio. El edifico es del siglo XV de construcción tardo-medieval sobre una primitiva iglesia del siglo XII, poseyendo una nave gótica y la portada del siglo XVI. Durante el siglo XVIII se amplió en estilo barroco y se restauró la torre por el estado ruinoso de la medieval.

Contiguo al puente se encuentra la Casa del Vínculo, de estilo italiano, es del siglo XVII, utilizada como depósito de trigo y cárcel, hoy día acoge la oficina de turismo. 

De allí nos fuimos a fotografiar el puente desde la orilla del río, obteniendo unas bonitas imágenes de reflejos. Me llamó la atención un mural en uno de los soportales de un edificio que homenajeaba a Alba, una médica nacida aquí, víctima de una ejecución extrajudicial a cargo del ejército salvadoreño al final de la guerra civil en El Salvador. Aquí se puede saber más de su triste historia,

Tras las fotos, recorrimos el Paseo de los Fueros, donde se exponen curiosas estatuas y unas tumbas pertenecientes a un antiguo cementerio medieval. En una de sus terrazas, la del bar La Droguería, paramos a cenar.

De vuelta, volvimos a fotografiar el puente, ahora de noche, si cabe más bello aún que de día. Nos fuimos pronto a la cama para estar descansados en nuestra primera ruta, que iniciamos a las 8, tras dejar las maletas y desayunar.

Volvimos a pasar por los lugares que recorrimos ayer, ahora mucho más de prisa y con la calle Real casi vacía.

No hay mejor forma de decir adiós a Puente la Reina que a través de su impresionante puente medieval, que en la fresca mañana estaba rodeado de una ligera niebla que le hacía aún más enigmático y cautivador y nos trasladaba en el tiempo a siglos pasados.

Cruzamos la carretera NA-1110 en dirección a Logroño, Para continuar por el Camino Viejo a Mañeru, del que estamos a poco menos de 5 km, distancia que se cubre por caminos y veredas entre tierras baldías y campos agrícolas regados por el agua del río Arga.

Enseguida alcanzamos el Convento de las Comendadoras del Santo Espíritu, fundo probablemente en 1268 por la rama femenina de la orden hospitalaria de Sancti Spiritus. En el siglo XVIII fue reformado, dado el lamentable estado de ruina en el que se encontraba.

Posee una iglesia de planta rectangular y cabecera poligonal, aprovechando que estaba abierta, pasamos a ver su exuberante decoración barroca, con retablos de estilo rococó con mucho colorido. Un hermoso claustro organiza las dependencias de las monjas, dedicadas al rezo y a la elaboración de dulces.

Unos metros más adelante, a la izquierda, se encuentra una zona de descanso, árboles, mesas y una fuente cargada de simbología compostelana.

Continuamos por el camino, que se acerca al río Arga por última vez, internándose en parajes en los que se alternan las zonas llanas con otras de continuos subibajas en este primer tramo de etapa, con excepción del fuerte repecho que sube a la colina donde estaba el monasterio de Bargota de la Orden del Temple.

Tenía una capacidad para que vivieran en comunidad entre diez y quince frailes, una iglesia, y el principal hospital sanjuanista del reino de Navarra.

Este último fue receptor de múltiples donaciones durante todo el siglo XIII, mientras que la Iglesia del conjunto monástico fue elegida por numerosos donantes como lugar de sepultura. Cayó en decadencia desde el s. XVI siendo en buena parte demolido en el s. XVIII. En los últimos años se han venido llevando a cabo intervenciones arqueológicas para iniciar su recuperación, que a pesar de todo, conserva muy bien la planta de todo el conjunto, así como gran número de dependencias, simplemente cubiertas por los escombros. Para más información sobre los trabajos que se están llevando a cabo para recuperar este entorno, pincha aquí.

Tras una última subidita, pasamos por un pinar y nos situamos al mismo nivel que la carretera A-12, que va siempre a nuestra derecha. Al final del repecho ya se ven las primeras casas de Mañeru, pueblo al que llegamos por una buena pista.

Bordeamos una rotonda plagada de flores. Un crucero del siglo XVI, nos da la bienvenida al pueblo con casas blasonadas. Cruzando un puente pasamos junto al antiguo lavadero y llegamos a la iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, reconstruida sobre otra de posible origen medieval. Sustituye a un primitivo templo de los siglos XVI y XVII del que se aprovechó el tramo de los pies.

Es de estilo barroco tardío, de planta de cruz latina muy original, con un amplio crucero cubierto por una media naranja con linterna.

La portada neoclásica se compone de una puerta adintelada que alberga en una hornacina una escultura sedente de San Pedro revestido de Pontifical, del siglo XVI. La torre que se levanta a los pies del templo se compone de un primer cuerpo del sigo XVI, sobre el que se eleva un cuerpo de campanas, barroco, del siglo XVIII.

Callejeamos hasta llegar al albergue El Cantero, situado en ubicado en una Casa-Palacio del siglo XVII de reconocible sabor medieval, donde nos tomamos unos cafés, amén de sellar nuestras credenciales y echar unos tragos de agua de un refrescante botijo.

Abandonamos el pueblo por la calle “Forzosa”, que así la llaman humorísticamente, porque conduce al cementerio, que dejamos a la izquierda.

Desde este pueblo, se divisa ya nuestro siguiente destino: Cirauqui, de casas blancas encaramadas a un cerro.

Los tres kilómetros que separan estos dos pueblos se recorren atravesando numerosos viñedos por estrechos senderos, en los que Ángel no paraba de buscar, sin mucho éxito, racimos olvidados que llevarse a la boca.

Entre campos de labor y viñas entramos en Cirauqui, otro de los pueblos más bonitos del Camino de Santiago.

Con sus casas blasonadas circundando un otero y sus estrechas y empinadas calles de sabor medieval entramos en el pueblo por un arco ojival, perteneciente al antiguo recinto fortificado medieval, hasta alcanzar su plaza porticada. Pasando un arco, accedimos a la Casa Consistorial, que alberga en su entrada una gran pila bautismal.

Por una estrecha calle empinada se llega a la iglesia de San Román, segunda que encontramos con una magnífica portada polilobulada, un ejemplo de la fusión de estilos musulmanes, románicos y cistercienses.

Es del siglo XI, reconstruida en el siglo XVII, su portada es similar a la de Santiago el Mayor en Puente la Reina y a la de San Pedro de Estella.

La torre tiene planta rectangular con ventanas geminadas de arcos apuntados en los frentes mayores. En él apoya un recrecimiento posterior de sillarejo que remata en la línea del contrafuerte mayor en un templetillo poligonal moderno.

Entre la portada y la torre se encuentra una gran hornacina de arco de medio punto más un segundo cuerpo de arco rebajado que se decora con bolas Reyes Católicos del siglo XVI y que se hizo probablemente al construir el coro. El presbiterio está presidido por el retablo de San Román de estilo barroco realizado entre 1702 y 1706. En este vídeo podemos conocerla mejor.

Tras subir por las empinadas calles de Cirauqui, descendimos la vertiente sur del cerro sobre el que se asienta este precioso pueblo, dando a dar con el trazado de la antigua calzada romana, cuyo empedrado asoma semioculto por el paso del tiempo, aunque muy bien conservada. 

Se conservan unos 300 metros de trazado, que definen el marcado carácter histórico de la villa, vestigios de lo que fue una gran ruta imperial.

Al final de la bajada, cruzamos el vetusto puente romano, de un solo arco, con una longitud de 8 metros y una anchura de 2.5, que salva el regacho de Iguste, apenas sin agua.

Tras un breve ascenso nos situamos junto a la A-12, que cruzamos para seguir de frente por un buen camino de tierra. Un poste nos indica que estamos a 12,8 km de Estella y a 5,3 km de Lorca.

Entre viñedos y olivos alcanzamos el puente Dorrondoa, con un solo ojo sobre el regacho del mismo nombre. 

Su nombre responde al término “junto a la torre” del vasco dorre “torre” y ondo “junto a”, quizás porque hace años junto al puente hubiera una torre, tal vez para cobrar impuestos a los que usaban ese puente cuando caminaban a Santiago.

Un poco más adelante, el camino se interna en un olivar y para nuestra sorpresa nos encontramos un puestillo con fruta y bebida fría para los que necesiten o quieran coger algo, siempre a donación. 

Junto al puesto, se puede disfrutar de un agradable descanso bajo la sombra de los olivos en mesas y sillas, todo ello auspiciado por Olive Gard-Zen, un proyecto socio cultural abierto, destinado a ayudar a los peregrinos, limpiando la calzada romana, reconstruyendo muros, reparando el camino, etc, del que Iván es uno de sus artífices, además de super amable.

Tras un breve descanso en este singular lugar, continuamos en dirección a lo que en otro tiempo fuera el poblado de Urbe, del que hoy sólo quedan unos cuantos montones de piedras a ambos lados del camino. Iniciamos un ameno descenso por un buen camino agrícola de tierra rojiza paralelo a la carretera, a la que, en ocasiones, asoman los restos de la calzada.

Pronto cruzamos bajo la A-12 dos veces y, a continuación, bajo el viaducto del canal del cercano embalse de Alloz, un mar de aguas salinas alimentado por los ríos Salado y Ubagua. Fue construido en 1939.

Abandonamos el asfalto para tomar un camino de tierra que salva el río Salado por un pequeño puente de dos arcos, muy bien conservado.

Este puente evoca uno de los pasajes más conocidos del “Códice Calixtino”. Aquel en el que Aymeric Picaud advierte “¡cuidado con beber en él ni tú ni tu caballo!. Pues es un río mortífero. Camino de Santiago, sentados a su orilla, encontramos a dos navarros afilando los cuchillos con los que solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían de aquel agua y morían. Les preguntamos y nos respondieron mintiendo que aquella agua era potable, por lo que dimos de beber a nuestros caballos, de los que al punto murieron dos, que los navarros desollaron allí mismo".

Sin duda, exageraba un poco Aymeric, ya que si bien el agua de este río es ligeramente salada, nunca ha sido tan maligna como la pintaba.

Pasado el río Salado, una cruz en el suelo rinde homenaje a un peregrino fallecido aquí en su intento de llegar a Santiago. Por una pista de cemento, enseguida pasamos por debajo de la A-12 para salir a un tramo con buena sombra de robles donde había otro puesto de fruta y bebidas, que nos vino bien para refrescarnos y poder charlas con algunos peregrinos ya conocidos a fuerza de encontrárnoslos en el Camino.

Tras el breve descanso, enfilamos un camino de tierra que nos aupó hasta la calle Mayor de Lorca, donde nos recibe, a la derecha, su iglesia de San Salvador, de estilo románico tardío, del siglo XII, transformada en los siglos XVIII, XIX y XX.

A los pies de la iglesia se sitúa la pila bautismal de piedra, de origen románico medieval. La sacristía conserva una talla romanista de Cristo Crucificado de hacia 1600.

Hacia la mitad de su rectilínea calle Mayor nos encontramos una curiosa fuente con pilón de aguas cristalinas para el descanso del peregrino. Posee dos albergues privados y se halla íntimamente ligada a la ruta jacobea. Ya en el siglo XIII albergaba un hospital de peregrinos.

En uno de los albergues paramos a tomar café, reanudando el camino entre casas con flores y huertos de enormes calabazas, enlazando a continuación con una pista de cemento que nos situó en la carretera general, y por un camino seguimos paralelos a la carretera.

Al poco, nos desviamos a la izquierda para seguir por un camino entre campos de labranza. Pasamos por un túnel bajo la A-12, donde nos reagrupamos antes de entrar en Villatuerta.

Esta localidad, recibe al peregrino con un itinerario urbano que le rinde honores. Primero por la calle Camino de Santiago y después por la Plaza del Peregrino, se llega al entorno de la calle San Ginés, que conduce al puente románico-medieval que divide el pueblo.

Aquí dudamos entre tomarnos unos bocadillos en un parque junto al puente o buscar un bar donde disfrutar de algo más. Al final optamos por lo segundo y tras cruzar el puente buscamos el que nos dijeron era el bar más cercano.

Por la calle Nueva llegamos al ayuntamiento y a las espaldas de éste, al bar Rebote, situado frente al frontón del pueblo, de ahí el nombre. Cervezas, ensaladas, bocadillos, hamburguesas y cafés sosegaron nuestros cansados cuerpos y alguno hasta dio una cabezadita.

Reconfortados y más animados, descendimos hacia la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora y su plaza contigua, que acoge la estatua de San Veremundo, abad del monasterio de Santa María la Real de Irache, en la segunda mitad del siglo XI, y patrón del Camino de Santiago en Navarra, y de quien Villatuerta presume ser su cuna, en reñida competencia con Arellano, que también se atribuye ese honor.

La iglesia, de origen románico de hacia 1200, fue destruida probablemente en el incendio de 1378 cuando los castellanos asolaron la villa, en tiempos de las guerras entre Carlos II de Navarra Evreux (1332-1349-1387) y los Trastamara de Castilla.

Se reconstruyó en estilo gótico, llevándose después a cabo diversas obras en los siglos XVI y XVIII para completar el edificio que actualmente contemplamos.

Del románico se conserva la torre y una portada del muro de la Epístola, con arco de medio punto y abocinada con dos arquivoltas. El resto de la fábrica interior del templo con sus muros y las cubiertas son de estilo gótico.

Preside el templo un retablo mayor en estilo romanista tardío ya superado por elementos naturalistas, construido a mediados del siglo XVII para sustituir otro anterior. En este vídeo nos cuentan más detalles sobre ella.

Abandonamos el pueblo por una pista de cemento hasta encontrar una senda en dirección a Estella, bordeando campos y huertas. Un cartel nos alerta de que a la izquierda queda la ermita de San Miguel, (siglo X), a la que nos acercamos por un sendero que atraviesa una zona de descanso con mesas rodeada de olivos cargados de aceitunas.

Tiene una sola nave con espadaña de un solo arco y está bien conservada.

En su sobrio interior destaca una gran cruz bajo la cual se agolpan un montón de mensajes en papel, estampas de santos, poemas, fotos y ofrendas que los peregrinos han ido dejando sobre el altar. Conmociona ver tanta devoción. Se ha convertido en una referencia para los peregrinos.

Sellamos nuestras credenciales y retornamos al Camino volviendo sobre nuestros pasos los poco más de 100 metros que nos separaban de él.

Bajamos a una zona recreativa y de descanso con singular fuente en forma de puente, al pie de la NA-132, carretera en la que falleció atropellada, en la tarde del 2 de junio de 2002, la peregrina canadiense Mary Catherine Kimpton. Un monumento de piedra con el lema «Pueda ella caminar siempre sobre los campos de oro» recuerda este trágico accidente, que forzó a las autoridades a evitar que el trazado cruzase la carretera.

En la actualidad, un paso subterráneo por el que pasamos lo evita, ¡qué pena no haberlo puesto antes!.

Son muchos los peregrinos que por accidentes o problemas de salud pierden la vida y en su recuerdo están proliferando a lo largo del Camino todo tipo de homenajes en forma de cruces o monumentos, quizás esta devoción viene estimulada por el éxito de la película The Way, en la que el protagonista peregrina portando las cenizas de su difunto hijo, muerto cuando iniciaba el Camino. En este artículo hablan de ello y en este enlace se registran todos los fallecimientos, año a año.

Continuamos y pasamos un puente metálico sobre el río Ega, por cuya orilla, cargada de una tupida vegetación de ribera, llegamos a las mismas puertas de Estella, Lizarra en euskera, proveniente de "lizar", ‘fresno’ en euskera, relacionada con la abundancia de este árbol en las márgenes del río Ega y el sufijo ara ‘lugar de’.

El nombre castellano procede del latín stella (estrella) y aparece citado en 1072, cuando se menciona a Lope Arnalt como «merino in Stella».​

Su etimología procedería del topónimo Lizarra, que mal empleado por la nueva población de San Pedro de la Rúa, de origen francés, se transformaría en el vocablo vasco izarra (estrella), que en latín sería stella y que en romance derivó en «Estella». Una estrella de ocho puntas constituye, desde la Edad Media, el escudo de la ciudad.

Estella se asienta en las faldas de Montejurra (el monte santo de los tradicionalistas). Fue fundada en el año 1090 por Sancho V a fin de favorecer el asentamiento de francos en el emplazamiento de la antigua Lizarra.

Estos orígenes favorecían el hecho de que los peregrinos franceses encontrasen en Estella una acogida verdaderamente generosa. Así, el propio Aymeric Pícaud, poco amante de estas tierras, al referirse a Estella dice “que es fértil en buen pan, óptimo vino, carne y pescado, y llena de toda suerte de felicidades”, y el agua de su río Ega “es dulce, sana y muy buena”.

Una inscripción en la fuente de los Peregrinos, antes de entrar en la villa recuerdan esas palabras. Frente a la fuente se encuentra la Cruz de Ordoiz, labrada en piedra sobre un pedestal en forma de columna.

Lo siguiente que nos encontramos es un albergue, en el que un termómetro al sol marcaba 40 ºC, y la iglesia del Santo Sepulcro, de estilo románico tardío del siglo XII, con portada gótica de aspecto monumental, del siglo XIII, uno de los mejores ejemplares de la escultura bajomedieval, tiene un Santiago Peregrino delante de la portada, y en el dintel se halla representada la Ultima Cena. En el interior está la pila bautismal gótica del siglo XIII.

Fue una de las parroquias más antiguas de la ciudad, de la que consta que en 1123 era sede de la cofradía del Santo Sepulcro.

Su arruinada fábrica muestra las huellas de un largo proceso constructivo que, iniciado en el románico, no se concluyó hasta el siglo XVI. Fue suprimida como parroquia en 1881.

El mensaje cristológico descansa en el tímpano dividido en tres registros:
- La Última Cena como representación única en el dintel.
- Las Tres Marías ante el sepulcro vacío, el Descenso de Cristo al Limbo -Anástasis-
- La aparición a la Magdalena -Noli me tangere- en el registro intermedio; y la Crucifixión en el superior.

Coronan la portada sendos grupos de seis hornacinas a cada lado, que cobijan un apostolado y, ante la puerta, a modo de guardianes, las figuras exentas de Santiago (en hábito de peregrino jacobeo) y de san Martín de Tours (vestido de obispo y en actitud de bendecir).

La cabecera de la nave del Evangelio está presidida por un retablo barroco de mediados del siglo XVII. La hornacina del ático alberga una talla de Cristo Resucitado de estilo barroco popular contemporánea del retablo. La policromía es posterior, de época neoclásica. En este vídeo se pueden ver más detalles de ella.

De allí nos acercamos a contemplar por fuera, tras una buena subidita, el Convento de Santo Domingo. Se fundó en 1259 para los frailes dominicos por orden y a costa del rey Teobaldo II de Navarra. Pasó a dominio público en 1839, y en la actualidad, tras una profunda restauración, es una residencia de ancianos del Gobierno de Navarra. 

Se conservan la iglesia y un cuerpo del monasterio, ambos de estilo gótico y de nave única.

Descendimos y cruzamos por un túnel la carretera, saliendo directamente a la calle de la Rúa, donde se encuentra el Museo del Carlismo y el Albergue Municipal. La cruzamos y continuamos por el Puente de la Cárcel, sobre el río Ega.

El primitivo puente fue construido en época medieval, junto a la cárcel de la ciudad, pero fue destruido en 1873 debido a las Guerras Carlistas. Reconstruido totalmente, en 1975 sufrió una nueva remodelación, con la que adquirió su actual aspecto.
 
Tiene un solo arco de medio punto rebajado de estilo románico y dos significativas pendientes, que hacen su acceso muy difícil a las caballerías. A la entrada del puente existía un Hospital fundado en el siglo XII.

Nosotros continuamos de frente, para enseguida girar a la izquierda, por la calle Julio Ruiz de Arda, pasamos por delante del Palacio de los Eguía y las callejas con arcos que bajan al río y que me recordaban a la calle Cabezas de mi Córdoba natal, A continuación enfilamos la calle Zapatería hasta llegar a la Iglesia de San Miguel.

A este formidable conjunto monumental del románico del siglo XII se accede por unas empinadas y amplias escaleras de piedra, ya que se levanta sobre el primitivo núcleo de Lizarra.

En el año 1145 se tiene ya noticia de la existencia de una iglesia dedicada a San Miguel, ubicada en la cima de un escarpe rocoso, «La Mota», bien dotado para la defensa del burgo. Sin embargo, los restos más antiguos conservados evidencian una construcción posterior a esta fecha, seguramente entre 1187 y 1196, durante los reinados de Sancho VI el Sabio y Sancho VII el Fuerte. Las obras se dilataron en el tiempo, con lo que se yuxtapusieron varios estilos en el mismo edificio.

El exterior presenta aspecto de fortaleza. Se accede al interior mediante dos puertas situadas en los lados de la Epístola (sur) y del Evangelio (norte). La puerta meridional es muy sencilla, con arquivoltas apoyadas en capiteles decorados con vegetales estilizados y algunas cabecitas (s. XIII). Mayor interés reviste la portada septentrional que muestra una de las mejores iconografías del románico tardío español. Se trata de un gran arco de medio punto con tímpano decorado que se abocina mediante cinco arquivoltas figurativas más una sexta exterior de encuadre.

Centra la portada un tímpano con una mandorla en forma de cuadrilóbulo, con el Pantocrátor sedente bendiciendo. A ambos lados de la portada se distribuyen elementos arquitectónicos y relieves sobresaliendo las situadas en las jambas bajo la línea de imposta, representándose a la izquierda a San Miguel alanceando al dragón. En el lado opuesto se localizan los relieves de las tres Marías en el sepulcro ante dos ángeles.

Sobre estas escenas se localizan sendos arcos apuntados de finales del siglo XII, el de la derecha semioculto por la bóveda del pórtico, que apoyan sobre capiteles con animales y cobijan cuatro estatuas columnas cada uno representando apóstoles y profetas.

Preside el presbiterio un gran retablo mayor en artesa adaptado al ábside, de estilo barroco, de finales del primer tercio del siglo XVIII. 

El gran óvalo del retablo cobija una interesante talla de San Miguel venciendo al demonio, de principios del siglo XVI y estilizadas proporciones goticistas, resto del primitivo retablo que tuvo la iglesia. Más información podemos obtenerla en este vídeo.

En el exterior, a unos metros de la cabecera y unida a ella mediante un arco apuntado, se ubica la pequeña capilla gótica de San Jorge, de nave única trapezoidal, cubierta con bóveda de crucería simple con clave central decorada con una Anunciación.

Después de visitar el interior de la iglesia, descendimos por otras escaleras hasta dar de nuevo con la calle Zapatería, continuando por la calle Real y la plaza de los Fueros hasta alcanzar la Iglesia de San Juan Bautista.

Iniciada a finales del siglo XII y consagrada en 1187, conserva la portada norte de estilo románico. Fue muy renovada durante el siglo XIV, al que pertenece la portada sur de estilo gótico, y durante el siglo XVI. En su interior destaca su retablo mayor renacentista.

El 26 de diciembre de 1846 se desmoronó una torre, que se llevó por delante la fachada y parte de la bóveda central. La fachada actual se construyó durante el siglo XIX en estilo neoclásico. Las dos torres se completaron en 1901.

La fachada tiene algún parecido con la de la iglesia de Trinità dei Monti, situada en la Plaza de España de Roma, especialmente su cuerpo central con dos relojes laterales y un ventanal central de medio arco. Tiene un total de 28.9 m de altura.

En la plaza de los Fueros, frente a su fachada paramos a tomar unas cervezas en la terraza del bar San Juan.

Por la calle de San Andrés nos acercamos a la Estación, en cuyo bar cenaríamos más tarde. Continuamos bordeando el Convento de San Clara, un edificio que fundado por las clarisas hacia los años 1289-1290.​ El actual edificio está emplazado extramuros del burgo medieval, hoy Parque de Los Llanos, por el que continuamos hacia el Puente del Azucarero, estructura de piedra del puente con 5 ojos de medio punto entre pilares y barandilla metálica. Como curiosidad, tiene una bola que marca el nivel de agua, cuando hay riadas y sobrepasa esa bola, se inundan las calles de Estella.

Continuando de frente, llegamos a la Plaza de San Martín, centrada por su popular fuente de los Chorros, o de la Mona, de inspiración renacentista, data de la segunda mitad del siglo XVI.

Tiene un pilar circular y de él emerge columna con capitel de cabezas, en el que asienta una gran bola escamada, a cuyos frentes se adosan cuatro mascarones para los caños, colgando entre ellos guirnaldas de frutos. Remata la fuente un león portando el escudo de Estella-Lizarra.

Está flanqueada por el antiguo Ayuntamiento, actualmente la sede de la Oficina de Turismo. La fachada es barroca y presenta columnas y pilastras clásicas con capiteles compuestos y conserva dos escudos de la ciudad.

Al otro lado está la casa de Fray Diego y el Palacio de los Reyes de Navarra del siglo XII, en la que se puede contemplar el famoso capitel románico que representa la batalla de Roldán con el gigante Ferragut.

De allí, subimos a conocer la Iglesia de San Pedro de la Rúa, tercera y última que encontramos con el pórtico polilobulado del siglo XII, como la de Santiago en Puente la Reina y San Román en Cirauqui.

En su interior se guarda una talla románica de Cristo procedente de la iglesia del Santo Sepulcro. Aún así, lo más destacable de este recinto es su impresionante claustro que también tuvimos la suerte de contemplar.

Ubicada en lo alto de un encrespado risco, se accede al templo a través de una escalinata que conduce a la puerta principal. Fue la primera parroquia de Estella y goza del título de iglesia mayor de Estella, conferido en 1256 en tiempos del reinado de Teobaldo II de Navarra. Su antigüedad se remonta a la propia fundación de la ciudad hacia el año 1090.

Desde un principio perteneció la iglesia al monasterio de San Juan de la Peña, enclavado en Aragón, por donación del rey de Aragón y de Navarra Sancho I Ramírez (1042-1063-1076-1094). En esta iglesia juraban los reyes de Navarra los fueros y privilegios de Estella.

El actual edificio comenzó a ser construido en el último cuarto del siglo XII sobre un edificio primitivo, en un estilo románico tardío y protogótico con influencias cistercienses.

Las obras continuaron durante el resto del siglo XII y comienzos del XIII. Durante el siglo XIV se repusieron las bóvedas de las naves laterales que se conservan. De esta centuria datan también los grandes ventanales góticos de la iglesia. Desde mediados del siglo XVI el edificio amenazaba ruina y la situación empeoró cuando se demolió el cercano castillo en el año 1572. En 1609 se acuerda el derribo de las bóvedas centrales y construcción de unas nuevas.

Al exterior, la iglesia muestra una complicada volumetría, fruto de las diversas etapas constructivas, mereciendo mención especial el triple ábside de la cabecera.

En el interior del templo se conserva un importante conjunto de tallas, retablos y pinturas, a menudo proceden-tes de iglesias y conventos desaparecidos de Estella, entre las que cabe destacar el retablo de la Virgen del Rosario (primera mitad del siglo xvii), en cuya hornacina central se encuentra una imagen de la Virgen de la O, que data del siglo XIV.

El claustro románico tardío, de finales del siglo XII y principios del siglo XIII, representa uno de los conjuntos de mayor riqueza escultórica del Románico navarro.

En la demolición del cercano castillo en 1572, el claustro perdió dos de sus cuatro alas. La torre confiere a la iglesia un aspecto de fortaleza habiendo sido reformada su zona media en el siglo XIV.

Sus capiteles, de primer orden en cuanto a calidad escultórica, acogen manos de distintos artistas que nos muestran la importancia del Camino de Santiago en la difusión de nuevas formas estéticas.

Se alternan elementos historiados de la vida de Santos (entre ellos, la historia de San Andrés) y de Cristo (Anunciación, Encarnación, Pasión y Resurrección), junto a formas simbólicas de animales (arpías, sirenas aladas, esfinges) y vegetales.

Es de destacar que las columnas son de doble fuste monolítico, salvo uno de ellos, que es cuádruple y torsado, a semejanza del existente en el cercano Monasterio de Santo Domingo de Silos. Más información podemos obtenerla en este vídeo.

Cerca de esta plaza está nuestro hotel, Estella Rooms, al que nos fuimos a dormir no muy tarde tras cenar y dar un paseo por la ciudad.

Como no podía ser de otra forma, 5 estrellas (o estellas) le otorgo a esta ruta, nuestra 5ª etapa del Camino y 1ª de esta nueva escapada.
Paco Nieto

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