viernes, 6 de octubre de 2023

Excursión X429: Camino Francés. Etapa 6. Estella - Los Arcos

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Estella
Final: Los Arcos
Tiempo: 6 a 7 horas
Distancia: 22.1 Km
Desnivel [+]: 456 m
Desnivel [--]: 427 m
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 8



MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Salimos temprano, aún de noche, del hotel Estella Rooms, donde pasamos la noche, situado junto a la iglesia de San Pedro de la Rúa. Un cartel nos indica que estamos a 665 km de Santiago. Antes de las 8 de la mañana estábamos desayunando en Ega Pan, después de recorrer la calle Logroño y pasar bajo el arco de la Puerta de Castilla (o Portal de San Nicolás), la única en pie de las que tenían las murallas de la ciudad medieval.

Data de los siglos XII o XIII, con remodelaciones en el siglo XVI. Esta puerta, que engloba un resto de muralla, tiene un arco de medio punto rematado por frontón triangular con estrella dentro del círculo, aludiendo al escudo de la ciudad.

Nada más rebasar una rotonda, a la izquierda se encuentra el Albergue Capuchinos, en el que los peregrinos ultimaban, unos sus mochilas, otros sus bicicletas, antes de retomar el Camino. Al fondo de una verde explanada, con una cruz de piedra, se encuentra la basílica de Nuestra Señora de Rocamador, construida en la segunda mitad del siglo XII. De la antigua basílica sólo permanece el primitivo ábside semicircular con cubierta de bóveda de horno y un pequeño tramo corto de la capilla, con cubierta de medio cañón, todo ello de hermosos y bien escuadrados sillares.

En el acceso hay un doble arco que apoya a cada lado, el exterior en un pilar con un pequeño capitel y el interior en una ménsula con un gran capitel, todos ellos decorados con esquemáticas hojas con las
puntas vueltas, de una labra muy delicada.

Al exterior el ábside esta dividido por dos semi-columnas terminadas en capiteles con una decoración vegetal a base de roleos y hojas mezcladas con piñas. Hay también una hermosa colección de canecillos figurados de gran calidad.

Pasada una gasolinera, la etapa toma rumbo suroeste hasta Ventosa, donde enfila en dirección de poniente hasta la misma Compostela. Esta es de nuevo, una etapa prácticamente llana, con una pequeña subida a mitad del recorrido.

Bordeamos una segunda rotonda, atravesamos un pequeño parque y por una buena pista, en suave pero continua ascensión nos sitúa poco después en Ayegui, al que llegamos por las calle de Camino de Estella, pasando por la fuente del Piojo, y a continuación por la calle Camino de Santiago, como era de esperar. Curiosamente, aquí se encuentra el kilómetro 100 del Camino.

Ayegui, es prácticamente un barrio de Estella, las últimas edificaciones de la una se dan la mano con las primeras de la otra.

Pasamos junto a su iglesia de San Martín de Tours, de los siglos XVII y XVIII, con una intensa remodelación neoclásica llevada a cabo a finales del siglo XVIII. A principios del siglo XX se añadió una capilla en el lado del Evangelio.

La portada es un arco de medio punto con grandes dovelas y pertenece a la primitiva construcción. A los pies del templo se encuentra la torre construida a principios del siglo XVII.

Dejamos la carretera por un camino que sale a la izquierda, en dirección al Monasterio de Irache, y a los pocos metros, a la derecha vemos una pequeña aglomeración de peregrinos que hacían cola para sellar y comprar algo en la Fragua de Ayegui, un curioso lugar en el que se mezclan, sin aparente orden, todo tipo de adornos, herramientas y utensilios realizados en hierro.

Un poco más adelante llegamos a un singular lugar esperado por todos, la “Fuente del vino”. Cuenta la historia, que los monjes del Monasterio de Irache recibían a los peregrinos que acudían al hospital con un vaso de vino y con el fin de mantener la tradición, las Bodegas Irache, instalaron en 1991 una fuente con dos grifos, uno da agua y el otro vino, para calmar nuestra sed. Todas las mañanas la abastecen con 100 litros diarios de vino tinto joven.

Junto a la fuente hay un letrero en el que puede leerse: "¡PEREGRINO!, si quieres llegar a Santiago, con fuerza y vitalidad, de este gran vino echa un trago, y brinda por la Felicidad”.

Y otro con las normas de uso: "A beber sin abusar, te invitamos con agrado, para poderlo llevar, el vino ha de ser comprado".

La fuente dispone de una webcam para ver las 24 horas del día, en tiempo real, a los peregrinos que la visitan. Aquí el enlace.

Reconfortados por el vino, que está más bueno de lo que esperaba, proseguimos con mejor ánimo el camino, para, un poco más arriba, acercarnos al Museo del Vino de la bodega, pero cuando llegamos estaba cerrado.

Enfrente, en la misma falda del Montejurra, se encuentra el Monasterio de Santa María la Real de Irache, uno de los monasterios benedictinos más antiguos de Navarra.

Por este lugar ya pasaban los peregrinos antes de la fundación de Estella y aquí se encontraba uno de los principales hospitales de la ruta jacobea fundado por García de Nájera. Fue también sede de la primera Universidad de Navarra.

El conjunto lo forman una iglesia románica del siglo XIII y un claustro renacentista, en el que se da la curiosa circunstancia de que una parte del mismo (norte y oriental) se construyó antes del Concilio de Trento y el resto después.

El resultado es una primera zona en la que abundan las tallas de inspiración clásica (frecuentes desnudos y detalles anatómicos), y una segunda, decorada casi exclusivamente con escenas religiosas, esculpidas en piedra con minuciosidad casi de orfebre.

De estilos medieval, renacentista y barroco, monasterio benedictino de origen remoto y confuso, aunque documentado por primera vez el año 958, bajo el abad Teudano. Puede pensarse que fuera fundado por Sancho I Garcés (865-905-925) tras la conquista de Monjardín en el año 908.

Durante el siglo XI se fue engrandeciendo por su ubicación estratégica en el Camino. Fue a finales del siglo XI cuando el monasterio alcanzó su máxima prosperidad con el abad San Veremundo.

El rico y grandioso claustro plateresco,  uno de los más ricos del Renacimiento navarro, fue construido en el siglo XVI así como el coro alto y la sacristía, agregándose otro claustro a los pies de la iglesia en el siglo XVII cuando se construye también la capilla barroca de San Veremundo. Fue declarado Monumento Nacional en 1887. Desde 1986 el monasterio se halla bajo titularidad del gobierno foral de Navarra y desde 1984 alberga los fondos de un proyectado museo etnográfico.

Desde el mismo Monasterio de Irache, retomamos la pista y al poco nos desviamos a la derecha hacia el camping de Irache, de seguir de frente iríamos a Luquin.

Por zona urbanizada de chalés, en la que a la derecha se sitúa una fuente con bancos, nos dirigimos de nuevo a la carretera NA-1110, que cruzamos en dirección a Azqueta.

Dejamos el camping a nuestra derecha, y pasamos bajo un túnel la carretera NA-132-B. Por pistas de tierra bastante sombría, gracias a la arboleda, sobre todo espléndidas encinas, que hay junto al camino, superamos entre tierras de cultivos el resto de los cinco kilómetros que separan Irache de Azqueta.

Con ligera pendiente, entramos en Azqueta. Seguramente su nombre deriva del vasco haitz ‘peña’, y el sufijo -keta que indica lugar, y significaría ‘lugar de peñas

Mientras unos se fueron a buscan el bar, otros nos acercamos a su iglesia de San Pedro. Estaba cerrada, pero una señora que estaba cuidando sus macetas en la casa de enfrente, se ofreció amablemente a dejarnos las llaves para que la pudiéramos contemplar.

Es de estilo gótico tardío, reformado en el siglo XVI y en el siglo XVI, que le confirieron el aspecto gótico-renacentista que ofrece actualmente. Otras reformas se acometieron en 1745 para remodelar la capilla mayor. En 1949 se reformó el coro y el tramo de los pies de la iglesia.

La torre es moderna, construida en 1949, seguramente aprovechando estructuras medievales. Consta de un  fuste y dos cuerpos. En el fuste se encuentra la puerta adintelada de acceso al templo y una ventana de medio punto.

La cabeza del presbiterio está ocupada por un retablo mayor romanista de principios del siglo XVII, bajo la advocación de San Pedro. A los pies de la iglesia se encuentra una pila bautismal románica en la que Jorge se sintió rebautizado.

Tras la visita, nos reunimos con el resto del grupo en el bar Azketako, en cuya terraza tomamos café con el esbelto cerro de Monjardín, coronado por el Castillo de Deyo, de fondo.

Más descansados, retomamos el Camino y salimos del pueblo descendiendo por la derecha hacia una vaquería que tenía un huerto con árboles frutales, sobre todo melocotoneros cargados de frutos. La pista gira después a la izquierda y sube hasta unas lindes de viñas y tierras de cultivo sorprendentemente muy verdes.

A nuestra derecha, la volcánica silueta del cerro de Monjardín, siempre presente, y de frente la estilizada torre barroca de la iglesia de Villamayor de Monjardin. Pero antes, otra sorpresa nos esperaba a la derecha del Camino, la fuente medieval de los Moros

De lejos, parecía una ermita medieval, pero al llegar se descubre enseguida que se trata de un aljibe cubierto con una bóveda de cañón, al que se accede atravesando una fachada de doble arco y bajando una cuidada y empinada escalinata, donde el agua brota por debajo del nivel del suelo.

Pese a su nombre, no tiene nada que ver con la época árabe. Este aljibe medieval, construido hacia el año 1200, fue pensado para refrescar y permitir el lavado de los peregrinos que realizan la ruta jacobea.

Permaneció cerrado desde el siglo XIX hasta 1991, por lo peligroso que era el acceso a los animales. La fuente fue restaurada por la Institución Príncipe de Viana.

Allí nos hicimos un montón de fotos antes de continuar la subida a Villamayor de Monjardin donde visitamos su iglesia de San Andrés Apóstol, de estilo románico tardío del siglo XII, en cuyo interior se guarda una Virgen sedente con el Niño, un capitel con una escena de lucha entre dos caballeros armados que se supone que son Ferragut y Roldan, y una cruz procesional recubierta de plata. La torre es de estilo barroco-riojano del siglo XVIII. De construcción de estilo románico rural con avances al protogótico, de finales del siglo XII.

La portada principal del siglo XII, abierta en el muro de los pies, es de bellas proporciones y forma un arco de medio punto con cuatro gruesas arquivoltas. Conserva herrajes medievales. Antecede a la portada un pórtico rectangular con arcos de medio punto.

La historia del municipio está ligada al castillo, situado en lo alto del pueblo. Sirvió de gran baluarte ante la invasión morisca y fue tomado por el rey Sancho Garcés I en el año 908.

Al nombre de Villamayor, muy común, se le añadió en 1908 el del vecino monte de Monjardín, para así distinguirlo de otras muchas poblaciones homónimas. La tradición afirma que el nombre del monte proviene del monarca navarro Sancho Garcés que fue enterrado a su muerte en el castillo de San Esteban de Deyo, fortaleza situada en la cima del monte. Monjardín provendría según esta tradición de Mons Garcini, es decir, Monte de Garcés.

Mientras el resto descansaba en el bar Markiola, junto a la iglesia, subí a la plaza Mayor, desde donde se tienen bonitas vistas del pueblo y la iglesia. En un lateral se sitúa un monumento a Sancho Garcés, en otro una fuente de dos caños y en la parte superior un albergue.

Hay otro frente a la iglesia, al que recomiendo ni asomarse, dada la "amabilidad" de la señora malhumorada que lo lleva.

Repuestas las fuerzas, descendimos en busca de la salida, pasamos junto a una bonita casa blasonada con flores y girasoles y continuamos por una pista hacia el sur, que desciende a la derecha, por otra larga pista, con chopos a nuestra derecha que no dan sombra, los tenían que haber colocado a la izquierda para mitigar los efectos del sol, que ya se hacía notar más de lo deseado.

Al final de la bajada, pasamos junto a una alberca y una construcción en piedra con una estatua encima que según parece se llama corral del Santo. A nuestra izquierda, paralelos a nosotros discurre el arroyo Bueno.

Al cruzar la carretera NA-7400, paramos en una fuente con buena sombra a refrescarnos. Se estaba tan bien que nos costó volver al seco camino, bordeado también de secos cultivos.

Un cartel nos indica que estamos a 9 km, intenté que no lo viera Tere, para que no se desesperara, pero acabó por descubrirlo, para su desesperación.

Este tramo se hace largo y solitario por un camino de tierra entre amarillentos campos de rastrojo asolados por el aplastante sol, sin sombras, que se hace interminable. Sólo un pequeño respiro rompe la monotonía, tras cruzar el Riomayor, en una curva del camino, junto a unos árboles, había una camioneta aparcada en la que sirven todo tipo de bebidas y algo de comida.

Nos supieron a gloria las cervezas, refrescos y aperitivos que nos tomamos bajo la sombra de de unos pocos árboles, que nos dieron fuerzas para continuar.

A la izquierda, contemplamos una sucesión de protuberancias en la falda del alto, que se llaman los Cogoticos. El Camino gira 90º a la izquierda y se dirige hacia ellos, bordeándolos tras otro giro, ahora a la derecha, hasta el final.

De forma aleatoria hemos cruzado campos secos y otros verdes sin aparente causa que lo justificara y algún que otro viñedo. A estas alturas, el grupo se había partido en dos.

En las proximidades del río Cardiel, pasamos junto a un pinar que rompe la monotonía del paisaje. Es una zona agradable y verde que parece el paraíso. Por una pasarela de madera cruzamos el río y proseguimos por una amplia pista de tierra que nos lleva al inicio de la larguísima calle Mayor de Los Arcos.

No se ve el pueblo hasta que se está encima de él, una colina nos lo tapa, se accede por su parte trasera y la fuente que a la entrada nos recibe es como una bendición del cielo, pocos peregrinos pasan sin refrescarse en ella y recuperar un poco el aliento.

Esta pequeña localidad posee una gran cantidad de casas blasonadas, que es posible visionar siguiendo la ruta de los escudos, que las recorre, pasamos por alguna de ellas antes acabamos en la plaza de la iglesia parroquial de Santa María.

Como era la hora de comer, nos fuimos directos al restaurante Mavi antes de registrarnos en el Hotel Mónaco, que está justo enfrente, donde nos hospedaríamos.

La villa tuvo antiguamente el nombre de Urancia, según refiere la crónica de Turpin (siglo XII) en la que se dice «Urancia que dicitur Arcus». Sus moradores destacaron en el manejo del arco en la Batalla de Valdegón o de los tres Sanchos (1067), librada por tres primos carnales, primogénitos de tres hijos de Sancho Garcés III, el Mayor, por lo que Sancho el de Peñalén dio escudo con arcos y flecha a la villa, que desde entonces se llamó Los Arcos.

Cruce de caminos reales, gozó de mucho esplendor y su emplazamiento sobre el camino de Santiago debió de contribuir a un rápido desarrollo. Fue también un importante punto de paso de comercio entre Castilla y Navarra.

Tras el reponedor almuerzo, y una pequeña siesta, nos fuimos a conocer un poco la localidad.

Lo primero fue acercarnos a la iglesia de Santa María. Tuvimos la suerte de dar con Victoria, la guía de la iglesia, su madre era de Madrid, ella de Cáceres y estuvo encantada de mostrarnos todas las maravillas que encierra este monumental templo, en el que se mezclan armónicamente construcciones y estilos sucesivos de los siglos XII, XIII, XVI, XVII y XVIII: románico tardío y protogótico, renacimiento y barroco.

En el interior lo más destacable es la capilla bautismal, del siglo XII, y el claustro gótico flamígero del siglo XV. En el pórtico una talla de la virgen es iluminada por el sol una vez al año, el 15 de junio. Es considerada como una de las grandes iglesias de Navarra.

En el lado del Evangelio se sitúa la hermosa portada de arco de medio punto flanqueado por columnas corintias, del siglo XVI, de factura delicada y armoniosa, de estilo plateresco avanzado, de hacia 1560. que en vez de arquivoltas luce un artesonado.

Presenta un solemne arco de medio punto con cabezas de querubines, sobre pilastras cajeadas y con tondos en sus enjutas. Encuadrando el arco pares de columnas acanaladas, colocadas en diagonal, para adaptarse al escorzamiento de los paneles laterales, encima de los cuales monta un entablamento, cuyo friso superior aparece invadido por grutescos de fina ejecución, en los que se entremezclan seres monstruosos, mascarones y otros motivos platerescos.

Delante de la portada se levanta un solemne pórtico de sillería de siete arcos de medio punto, del siglo XVIII, que destaca por su clasicismo y severidad. Se cubre por bóvedas aristadas separadas por potentes arcos fajones.

La torre, una de las más bellas del Renacimiento navarro en estilo plateresco con elementos de corte goticista, fue construida en el siglo XVI.

La reforma barroca abarcó muy principalmente la decoración interior. La decoración de yeserías y pinturas, sillería manierista y los numerosos retablos dorados y repletos de imágenes, forman uno de los conjuntos más sorprendentes del Barroco navarro, por riqueza y espectacularidad.

El hermoso claustro que posee esta iglesia es tardogótico de mediados del siglo XVI. Las arcadas tienen rica tracería flamígera cubriéndose las galerías con bóvedas de crucería con nervios que confluyen en claves decorativas.

Preside el templo un gran retablo mayor del tercer cuarto del siglo XVI, constituyendo uno de los primeros y excepcionales ejemplos de retablo barroco navarro. Su traza es todavía de tipo romanista, bien ordenada para ajustarse a la forma poligonal de la cabecera. La iconografía de los relieves y de las tallas es estilísticamente de un naturalismo típico del momento. Algunas tallas son monumentales, como las de los Apóstoles. Debe destacarse la hermosa talla de la Virgen sedente de ojos almendrados con el Divino Niño, que habría pertenecido a la antigua iglesia románica.

Su trono es barroco del siglo XVIII. Es una Virgen Negra de madera policromada. De estilo gótico, del último tercio del siglo XIII o principios del XIV con reminiscencias románicas que ya se veneraba en la primitiva iglesia.

El pueblo de Los Arcos la conoce como la "morenica de los ojos zarcos".

A mediados de ese siglo se añadieron al retablo mayor dos retablos laterales a modo de alas, de idéntica traza y muy delicada decoración. Para más imágenes, aquí un vídeo de esta histórica iglesia.

Nos sorprendió la pasión con que un peregrino rezaba de rodillas tanto en el claustro como ante el Cristo situado en el pórtico, nos contó que era francés y que el Camino lo hace por fe y devoción, lo comenzó en Lourdes y llegará hasta donde pueda de albergue en albergue.

Tras dar una vuelta por el casco histórico y tomar unas cañas en el bar El Camino de la plaza, cenamos de nuevo en la terraza del restaurante Marvi y nos fuimos prontito a la cama. Por cierto, como por la noche, en cuanto se fue el sol, refrescó mucho, me agarré un buen constipado que me acompañó durante lo que quedaba de Camino y algunas semanas más.

A esta segunda etapa del Camino, la 6ª desde el inicio, le otorgo otras 5 estrellas, como no podía ser menos.
Paco Nieto

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