lunes, 17 de octubre de 2022

Excursión X366: Puebla de la Sierra por Peña Hierro y el Porrejón

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puebla de la Sierra
Final: Puebla de la Sierra
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 14 Km
Desnivel [+]: 568 m
Desnivel [--]: 568 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/No
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
T
enía Juan ganas de mostrarnos una ruta por las cumbres que cierran el valle de la Puebla y que le encantó cuando la realizó.

Este valle se esconde en una de las zonas más deshabitadas de la Comunidad de Madrid, pero en el que podemos contemplar una naturaleza exuberante y variada a través de caminos y senderos ancestrales. Además, ofrece una interesante muestra de arquitectura tradicional serrana, lo que le valió fuese declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 2005, junto con otros municipios limítrofes.

Como llegamos antes de la hora fijada, nos fuimos al bar de la plaza, llamado el Refugio, a tomarnos los cafés en su terraza, desde donde teníamos a la vista, de frente, el ayuntamiento, y a nuestra izquierda, la iglesia parroquial de la Purísima, del siglo XVII en la que destaca en su cabecera la espadaña que la caracteriza.

Según he podido leer, Puebla de la Sierra tiene un origen árabe y se llamaba hasta 1941 Puebla de la Mujer Muerta, por la denominación de las montañas del municipio que tienen forma de mujer fallecida.

Tras el café. con los coches nos acercamos al punto de salida, no muy lejos del pueblo, justo donde se encuentra un pequeño aparcamiento al lado del Rebollo de las Puentecillas, árbol singular 199 de la Comunidad de Madrid, que tiene una altura de 16 metros, un perímetro de troco de 6 metros y una edad aproximada de 450 años.

Tras visitar tan longevo ejemplar, iniciamos la ruta atravesando la carretera M-130 que llega al pueblo desde Prádena del Rincón. Enseguida salimos al sendero GR-88, que seguiríamos hasta el pico Porrejón. Las nubes impedían el paso del sol, lo que hacia que la temperatura fuera más bien fresquita.

Este sendero de gran recorrido fue diseñado como una variante del GR-10, con el siguiente recorrido: Presa del Pontón de la Oliva (Madrid) - El Atazar - Collado de la Pinilla - Puebla de la Sierra - Porrejón - La Hiruela - Río Jarama (Guadalajara) - El Cardoso de la Sierra - Reajo del Puerto - Cerezo de Abajo (Segovia) - Sepúlveda - Pedraza - Sotosalbos - Segovia - Otero de Herrero - San Rafael - San Lorenzo de El Escorial (Madrid). En este vídeo se habla algo más de este GR.

Este primer tramo es muy utilizado los fines de semana para subir al mirador donde se encuentra la Silla de Meira, una obra escultórica, réplica en metal de la original que apareció instalada de forma anónima en la colina del monte de A Torre, en la parroquia de Meira (Pontevedra).

Tras desmontarse de su lugar originar al no mostrar las autoridades ningún interés por la obra, se traslado al Valle de los Sueños, colección de obras al aire libre situada en este valle de Puebla de la Sierra, y se instaló en la Loma del Estillo, en un mirador natural de bonitas vistas hacia el pueblo.

A ella llegamos siguiendo las marcas blancas y rojas del GR-88 que nos condujeron, en constante subida, a la loma donde se asienta esta obra escultórica.

El camino asciende entre robles con un buen porte y con formas retorcidas, debido a la intensas podas sufridas tiempo atrás para el carboneo.

Un poco más arriba, pasamos junto a unas chozas o majadas donde se guardaban los rebaños y que por aquí llaman tinadas o tainas.

Estas construcciones, levantadas con muros de pizarra y estructuras de madera, se utilizaban para recoger el ganado, algunas de ella aún siguen en uso y nos muestran un bonito ejemplo de arquitectura tradicional de la zona.

A medida que ascendemos, la jara se hace más presente y una vez que ganamos el cordel de la loma, giramos casi 180 grados para tomar el camino que nos condujo a la silla, a la que no tardé en subir con la ayuda de Juan, porque en solitario es bastante complicado, dada su gran altura.

Después de disfrutar de las espectaculares vistas del valle y de hacernos muchas fotos en tan singular monumento, nos volvimos a poner en marcha, dejando a la silla bien acompañada por un mastín y su rebaño de cabras al que cuidaba.

En constante ascenso continuamos remontando la Loma del Estillo, pasamos junto a los corrales de Zuhardón, bastante deteriorados, y tras dejar atrás la zona de robles, llegamos a territorio despejado, en el que la piedra afilada y el matorral conviven en solitaria armonía.

Un pinar a nuestra izquierda señaliza la zona verde del valle, a nuestra derecha todo es más árido.

Pasado un colladito, que nos permitió darnos un respiro, llegamos al Cerro Hierro (1.617m), desde donde contemplamos recortada en el horizonte nuestro próximo objetivo Peña Hierro. El sol hizo acto de presencia y la temperatura subió enseguida, haciendo que nos tuviéramos que desprender de las ropas de manga larga.

Pero antes de alcanzarla, hicimos una parada en el collado de las Palomas, llamado así por ser lugar habitual de paso de estas aves, lo que testimonia la abundancia de puestos de caza, numerados que hay distribuidos por la zona.

Allí paramos a tomarnos el tentempié de media mañana y nos hicimos la foto de grupo. Con renovadas fuerzas nos dirigimos hacia la desafiante Peña de Hierro. Aunque el GR evita subir a a sus 1.743 metros de altura bordeándola por el este, nosotros preferimos alcanzar su cumbre.

La subida no es del todo fácil, pero mereció la pena sortear la afilada cresta y disfrutar del vértigo de sus vistas. Recuperada la senda, continuamos el ascenso hasta llegar al Alto del Porrejón (1.824m), el punto más alto del recorrido.

Su vértice geodésico corona un crestón de pizarra grisácea, artísticamente decorada con los verdes y amarillos de los líquenes. Llegar hasta aquí formó parte de mi primera ruta con el GMSMA, hace ya unos añitos.

Desde sus riscos disfrutamos de unas vistas soberbias en cualquier dirección, una de las mejores atalayas para contemplar la Sierra del Rincón y la Sierra de Ayllón. Bajo él, se encuentra La Hiruela, hacia donde prosigue el GR-88 que nos ha traído hasta aquí y que ahora abandonamos.

Buscamos un buen lugar para tomarnos los bocadillos y unos afilados riscos cercanos nos ofrecieron la sombra y acomodo deseado.

Tras el descanso, salvamos las débiles bandas pedregosas que cruzan la ladera herbosa, ascendiendo hacia la lomada de Gustarllano, recorriendo los viejos puestos de caza que puntean el cordal y los cuchillares pizarrosos de El Contadero (1.789m), cumbre agreste y hermosa desde donde se tiene, a nuestras espaldas, una preciosa estampa de la silueta del Porrejón.

Por sugerentes vericuetos y canalizos rocosos descendimos por los ariscos peñascales para seguir una senda que desciende entre peñascos y esquiva por la izquierda el Cerro Montejo (1.682 m), habilitado con una caseta de vigilancia de incendios de la Comunidad de Madrid.

Alcanzamos la carretera hacia Puebla de la Sierra, cruzamos el paso canadiense que impide el acceso del ganado y, a pocos metros, estábamos en el mirador del puerto de la Puebla.

Desde allí se podía contemplar el recorrido que habíamos hecho y el que nos faltaba por realizar y entremedias el verde y frondoso valle de La Puebla..

Sin dilación alguna, continuamos, siguiendo el sendero que deja la carretera a la derecha y asciende hacia el Cerro de la Portezuela y Peña de la Cabra, pero que enseguida dejamos para descender, con fuerte pendiente, por el cortafuegos de servicio de la línea de alta tensión que abastece a la Puebla de la Sierra y que nos sale a la izquierda nada más alcanzar una de sus torretas.

El estrecho surco corta el pinar como si de una herida abierta con un cuchillo se tratase, completamente recto baja por el valle hasta donde la vista alcanza.

El terreno es incómodo, algo pedregoso y empinado, por lo que nos alegramos al dejarlo al cruzarnos con una pista, por la que continuamos hacia la derecha, en dirección sur.

Aliviados por dejar el molesto descenso, que se hubiese hecho aún más engorroso de haber seguido por él, la pista nos pareció el paraíso, ancha, plana, con buenas vistas, rodeada de robles que comenzaban a ponerse su mejor traje otoñal, todo un lujo para la vista.

Dejamos a nuestra izquierda una pedrera y al poco, no habíamos recorrido ni un kilómetro, conectamos con un cortafuegos muy ancho y también de fuerte pendiente que rompe en dos el pinar.

Con mucho cuidado para no resbalar, cada cual lo bajó como pudo y su intuición le mandaba seguir, unos por el centro, otros buscando mejores condiciones por los laterales. Ninguna de las opciones se libraba de las piedras sueltas.

Casi un kilómetro dura la penosa bajada por el cortafuegos, que al final va a dar a una pista de tierra, por la que seguimos hacia la derecha en ligero descenso.

Pronto alcanzamos, en la primera curva, el arroyo del Chando, donde una fuente con pilón nos sació la sed acumulada en el descenso. Un poco más adelante, otro depósito retenía también el agua proveniente de otro manantial cercano al arroyo de los Chortales.

Se nos estaba haciendo muy dulce el paseo por la pista, rodeados de robles y vegetación, cuando oímos las voces de Juan, que iba detrás, para advertirnos que nos habíamos pasado el desvío, marcado por un hito, que conducía a una senda que salía a la izquierda en busca de la Puebla.

Resultó ser una agradable bajada, entre robles de gruesos troncos, jaras y cantueso que nos llevó a unos riscos de excelentes vistas del valle y del pueblo, que se percibía ya cercano.

Por zona más despejada de árboles continuamos el descenso, pasamos junto a una gran tinada, medio derruida, una pena que no se cuiden estas construcciones que nos hablan de otros tiempos.

Ya nos quedaba solo terminar el descenso por un joven robledal, hasta alcanzar, al otro lado del río de la Puebla, el aparcamiento donde habíamos dejado los coches.

Las cervezas de celebración del fin de ruta nos las tomamos en el bar de la plaza del pueblo, dando así por terminada esta nueva jornada de senderismo, naturaleza, bellos paisajes y hasta un poco de aventura sorteando cumbres o descendiendo valles. Tenía razón Juan, esta ruta se merece 5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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