lunes, 31 de octubre de 2022

Excursión X369: Nuevo Baztán y Olmeda de las Fuentes por la senda del Tren de los 40 días

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Nuevo Baztán
Final: Nuevo Baztán
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 22,7 Km
Desnivel [+]: 436 m
Desnivel [--]: 436 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4,5
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
Ver esta ruta en Relive

RESUMEN
Nuevo Baztán es la localidad donde da comienzo la ruta de hoy. El año pasado estuve por esta zona realizando una ruta entre las localidades de Ambite, Carabaña y Villar del Olmo, siguiendo la senda que recorre el antiguo trazado del tren de los 40 días.

Pero, había quedado pendiente proseguir ese trazado más allá de Villar del Olmo, así como visitar la famosa encina centenaria de Olmeda de las Fuentes.

Las malas condiciones climatológicas y la previsión de lluvia para la zona norte Oeste y Norte de Madrid, nos hizo decantarnos este lunes por elegir una ruta en esta zona, donde la hora posible de comienzo de precipitaciones se fijaba a partir de las 15h y con unas cantidades esperadas de lluvia poco copiosas.

Por otro lado, estas mismas condiciones meteorológicas propiciaban que el día de hoy fuera ideal para acometer esta marcha, poco recomendable en días de calor. La elección de esta zona y la distancia hasta la misma hizo que algunos de los integrantes del grupo de los lunes, desistieran de acudir a la cita, quizás también por sentirse poco atraídos por la ruta propuesta, que sin embargo sorprende muy gratamente, como ya contaremos a lo largo de esta crónica.

Una vez aparcados los coches, nos dirigimos hacia la plaza de la localidad. De camino a ella, nos topamos con un árbol singular que hay en la misma población, el Olmo de Nuevo Baztán, único superviviente de todos sus congéneres que llegaron a poblar y dieron sombra a sus calles y que sucumbieron debido a una grave plaga de grafiosis.

Después de realizar una foto de este hermoso ejemplar de casi 300 años, el 252 de la Comunidad de Madrid, llegamos a la plaza, para dar comienzo a la ruta de hoy, junto a la iglesia y el palacio de Goyeneche, basada en el track que había realizado El Guadarramista por esta zona.

Una vez leída la detallada descripción que realiza de la ruta y la gran cantidad de información que aporta a la misma, voy a intentar salir lo más airoso posible de esta crónica.

La fundación de la localidad data de 1709, por parte del navarro Juan de Goyeneche, amigo personal del monarca Carlos II y, oriundo del valle del Baztán (Navarra), de cuyo topónimo toma el nombre la nueva población.

Juan de Goyeneche crea a lo largo del territorio nacional varias industrias de cristal, paños, sombreros y papel.

En esta zona, elige este lugar despoblado, cercano de la Villa de Olmeda para establecer una fábrica de vidrio que suministro a palacio durante un tiempo, y una fábrica de cerámica.

La ejecución del proyecto recae en el arquitecto Juan de Churriguera, que en primer lugar acomete la construcción del palacio, iglesia y plaza cuadrangular, y más adelante la construcción de las viviendas y fábricas, sirviendo esta localidad como modelo posteriormente para el diseño y establecimiento de las nuevas colonias en Andalucía.

El modelo consistía en generar un tejido industrial alrededor de estas nuevas poblaciones para atraer trabajadores y facilitar el crecimiento poblacional de las mismas.

La fábrica se alimentaba de la leña extraída de los bosques circundantes. El agotamiento de estos, unido a la fuerte competencia de otras fábricas de vidrio europeas, provoco su decadencia a mediados del siglo XVII y la despoblación progresiva de la localidad.

Enfrente del Palacio se encuentra el jardín con el pino carrasco de Goyeneche. Árbol singular de la Comunidad de Madrid con el número 306, tiene una elevada altura.

Salimos por la calle del Palacio dirección norte, hasta el cruce con la carretera M-204.

En ese punto tomamos, en dirección noreste, la senda de Valmores. Unos metros más adelante abandonamos el camino de las Caleras, cogiendo un bonito sendero que nos condujo entre encinares, pinares y robles al encuentro del arroyo del Reguerón, cuyo curso seguimos durante un pequeño tramo, para luego comenzar a bajar hacia fondo del valle.

En medio de esta bajada, nos topamos con las ruinas de unos inmensos paredones de lo que se cree que fue una antigua fábrica de paños. Proseguimos el camino, y el sendero desemboca en el camino de la Vega, que transcurre paralelo al arroyo de la Vega al cual se une el arroyo del Reguerón.

Un poco más delante nos encontramos con un poste indicativo del Batán de Valdeñigo, que, aunque está alejado del camino, utilizaba la fuerza del agua para dar consistencia y eliminar impurezas de los paños de lana.

Realizamos un primer cruce de la carretera M-219 que va hacia la localidad de Olmeda de las Fuentes, junto a una pronunciada curva en la misma. Antes de cruzar el arroyo de la Vega, pasamos ante otro poste indicativo, cerca de unas ruinas de lo que también fue una antigua fábrica de tintes.

Junto al arroyo de la Vega nos encontramos un campo de viñas que en el otoño es un regalo para la vista, donde se entremezclan colores ocres, amarillos y verdes, como si se tratara de lienzo pintado por la propia naturaleza.

Después giramos a la izquierda para pasar por un túnel bajo nivel y encaminarnos al segundo cruce de la carretera M-219. Tras este, entramos en las calles del bonito y pintoresco pueblo de Olmeda de las Fuentes.

Como he leído en algún artículo, parece que en un instante nos transportamos de la Alcarria Alcalaína al paisaje de las Alpujarras, con todas sus casas pintadas de blanco, calles empinadas y dispuestas en terrazas bajo el cerro de Valdeyuso. Anteriormente esta localidad se llamada Olmeda de la Cebolla.

Pasamos ante su bonita iglesia de San Pedro y nos encaminamos por sus estrechas calles hacia la parte inferior del pueblo para realizar el tercer cruce de la carretera M-219, y acometer una pequeña pero empinada subida, que nos llevó hacia los campos de labor que hay en la parte superior de ese cerro. 

Tras pasar algunos campos de cultivo de cereal en la zona llamada Corral del Gitano, que en esta época están ya recogidos, lo cual nos facilita mucho su tránsito, vamos al encuentro del camino de la Pica. En medio de los campos de labor aparecen diseminadas encinas solitarias, algunas de gran porte.

Al poco, abandonamos el camino por unas rodadas de maquinaría agrícola para poder acercarnos a visitar la encina centenaria de “La Pica”, árbol singular 283 de la Comunidad de Madrid.

Este árbol, según se indica en la página del ayuntamiento de Olmeda, fue plantado sobre el 1765 ± 80, lo que da una edad actual de sobre 257 ± 80 años.

Está situada en medio de un campo de cultivo, y rodeada de una valla de madera para la protección de sus ramas. 

Cuando se mira desde lejos se ve como una gran masa arbórea, como si se tratase de una agrupación de varios ejemplares, pero sin embargo cuando se observa de cerca y frente a ella, te encuentras con un único ejemplar con largas ramas, que han ido creciendo y cayendo hacia el suelo.

Una vez realizada la correspondiente sesión de fotos y tomar un breve tentempié, que a la postre fue la única parada que realizamos en todo el recorrido para minimizar el riesgo de que nos lloviera, seguimos en dirección sur, por el Cerro de los Romeros, entre campos de cultivo ya segados, lo que nos permitió caminar de forma despreocupada por los mismos. En tiempos de siembra, deberemos transitar por las lindes de estos sembrados para evitar dañarlos. 

Tras la siega el terreno presenta multitud de piedrecillas que en algunos tramos hacen complicada la progresión a través de estos campos. Después de pasar alguna isla de encinas y un par de campos de labor, damos con un camino formado por las rodadas de los vehículos agrícolas que nos encamina hacia nuestro próximo objetivo. El mirador de Valdezarza.

Magnífico mirador sobre el barranco que forma el arroyo de Valdezarza y también, al fondo, de la comarca de las vegas que riega el río Tajuña, cercanas a la localidad de Ambite. A partir de aquí entramos en el termino municipal de Villar del Olmo, y vemos las múltiples señalizaciones realizadas en los caminos por el consistorio.

En este punto nos encaminamos hacia el fondo del barranco. Al principio no se ve un camino claro de bajada, pero retrocediendo unos pasos del mirador, conseguimos localizar un aprendiz de sendero, al principio muy difuminado que nos ayuda a salvar la inclinación inicial del terreno, pero que según vamos bajando por él, se nos va mostrando más evidente.

El sendero no tiene mucha complicación, pero sí tramos inclinados, donde hay mucha piedra suelta, por lo que hay que bajar con algo de cuidado para no dar con nuestros huesos en tierra.

Siguiendo el mismo conseguimos llegar al camino de la ruta de Peñarrubia y de los parajes de Villar del Olmo. Ya por un terreno más transitable, encaminamos nuestros pasos en dirección a la carretera M-204 que une Ambite y Villar del Olmo.

Una vez que llegamos a una vía pecuaria que va paralela a la carretera y que viene por la derecha de la localidad de Villar del Olmo, giramos a la izquierda y nos encaminamos hacia Ambite para visitar el Monumento a los Ojos, que algunos de mis compañeros no conocen.

El curioso monumento que está ubicado en un terreno particular, pero abierto al público, compuesto por tres arcos independientes, cubiertos de azulejos de distintos motivos, con temática común los ojos, fue realizado por un vecino de Ambite en 1969, sin que se conozca el origen que motivó su construcción. Se pude obtener más información sobre el monumento en este artículo

Tras realizar algunas fotos, tomamos la carretera y giramos a mano derecha, cruzamos el arroyo del Villar, cogemos el desvío hacia el pueblo de Villar del Olmo. Transitamos unos pocos metros por la carretera, y cruzamos ésta para tomar un sendero que sube hacia el trazado del antiguo ferrocarril llamado de los 40 días.

La vez anterior que recorrí este sendero, me sorprendió gratamente su trazado, por múltiples motivos. Por su historia, por su paisaje, por toda la vegetación que rodea al mismo, por el esfuerzo que supuso su construcción tan solo en 100 días, etc.

Este ferrocarril fue mandado construir durante la guerra civil, por el gobierno republicano para salvar el asedio de Madrid por parte del bando sublevado y conectar de nuevo la capital con la zona de Levante y zona sur de la península. En la construcción de este participaron prisioneros de guerra, voluntarios y milicianos.

Su denominación, también se le conoce como vía Negrín, proviene del plazo que se había dado para que la construcción del ferrocarril estuviera operativa: 40 días. Sin embargo, su construcción se demoró por diversos motivos hasta los 100 días.

Una vez finalizada, la vía solo estuvo operativa un año, entre 1938 y 1939. Un año después de finalizar la contienda, fue desmantelada casi en su totalidad. Se puede localizar más información sobre este ferrocarril, en este enlace y en este otro.

Una vez alcanzado el trazado del tren, seguimos a mano derecha el sendero que lo recorre en dirección a Villar del Olmo. Este sendero transcurre por el propio trazado del tren y otras veces por la parte inferior o superior del mismo, a veces sin apenas perder desnivel y otras, con duros y pequeños repechos y pequeñas bajadas.

Cuando se asoma al antiguo trazado, el sendero nos sorprende con la aparición en muchos puntos de parte de los muros construidos para la contención de las tierras de las laderas todavía en pie, y con varios túneles, unos tapiados y otros transitables por su interior.

A la altura del barranco de Bardelloso o Valdelloso, aún se pueden apreciar parte de los sillares de la construcción que salvaba este barranco, antes de adentrarse en el túnel del otro lado, el túnel de Valdelloso.

Al otro lado del túnel, el sendero baja de nuevo al antiguo trazado, que está excavado en la ladera de la montaña.

Mas adelante nos encontramos con un cartel con la indicación del Chozo del Guarda. Para llegar a esta construcción hay que salirse del camino y coger un pequeño sendero a la derecha que nos deja en pocos minutos en él, colgado sobre la ladera.

Es pequeño y aún mantiene la parte del techo más próximo a su entrada (no tiene puerta) y dos pequeños bancos de piedra en su interior a ambos lados, que en caso de lluvia nos puede permitir resguardarnos.

La anterior ocasión por la lluvia que caía no me acerqué a verlo, y casi en el mismo lugar, pero esta vez una vez visitado, tuvimos que parar para proteger las mochilas y ponernos los chubasqueros, ya que las gotas de lluvia que hacia un rato habían hecho acto de presencia, empezaban a ser un poquito más insistentes, sin pasar más allá del tradicional calabobos, chirimiri u orbayo.

Llegamos a la altura de Villar del Olmo, punto donde abandoné en la otra ruta el trazado del tren.

En esta ocasión, proseguimos por el mismo, atravesando un pequeño túnel del ferrocarril, y más tarde otro túnel que pasa por debajo de la carretera M-209 que va en dirección a Campo Real.

A continuación giramos a la derecha por una de las calles asfaltadas que sube hacia la urbanización de Eurovillas, pero que abandonamos a pocos metros, para retomar el trazado del tren de los 40 días, ya por debajo de la urbanización.

Tras un par de despistes provocados más que nada por las ganas de llegar, y quizás también por algo de hambre ya que no habíamos parado a comer, alcanzamos Nuevo Baztán.

Una vez cambiados de calzado, nos acercamos al Mesón el Conde, donde aún teniendo ya la cocina cerrada, amablemente nos atendieron y pudimos tomar unos pinchos de tortilla y unas cervezas.

Por salvar un día de lluvia en la Comunidad de Madrid, por la maravillosa encina centenaria, por el precioso pueblo de Olmeda de las Fuentes y por toda la historia que tiene detrás el trazado del tren, le otorgo una puntación de 4,5.
Carlos Revilla

miércoles, 26 de octubre de 2022

Excursión X368: Río Polop otoñal

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Barrio de Batoy. Alcoy
Final: Barrio de Batoy. Alcoy
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,1 Km
Desnivel [+]: 421 m
Desnivel [--]: 421 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 12

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Cuando realice la excursión X295 por la Vía Verde de Alcoy, me encantó el entorno del río Polop y me quedé con ganas de conocerlo mejor, por eso no dudé en apuntarme a la convocatoria de Antonio Lautriz en la que invitaba a recorrerlo con el encanto añadido del otoño.

Me acerqué al punto de inicio, el mismo que la vez anterior, el barrio de Batoy de Alcoy (Batoi en valenciano), junto al Parque Poeta Pastor Aycart. En ausencia de Antonio, nos iba a guiar José Antonio G, que a las 9:30 enfiló la calle Montgó para descender en busca del río Barxell o Riquer, como también le llaman.

El sol intentaba iluminar el cielo abriéndose paso entre las densas nubes. El descenso hacia el río fue un deleite para los sentidos. El murmullo del agua fluyendo y el canto de los pájaros me acompañaron en cada paso.

Al llegar al río Riquer, me sentí como si hubiera entrado en un mundo aparte, donde el tiempo parecía detenerse.

Pasamos junto a lo que queda del Molí del Romá, levantado en el 1781. En el último cuarto del siglo XIX se sustituyó la energía hidráulica por una máquina de vapor, por lo que se le añadió una chimenea de 9 metros de altura con base cuadrada, hasta 1913 no se electrificó.

Desde allí, continuamos por el SL-CV-25.7 hacia el río Polop, disfrutando de la frescura del entorno y la belleza de la vegetación que nos rodeaba.

Por una pasarela de madera cruzamos a la orilla derecha del río, que un poco más adelante nos ofrece una pequeña y bonita cascada, en la represa que se construyó para llevar el agua al molino.

El sonido del agua corriendo entre las rocas nos acompañaba, anunciando la presencia de un paisaje fluvial lleno de vida. La vegetación era exuberante, con árboles que se inclinaban sobre el cauce, creando un ambiente fresco y sombreado, era como si hubiéramos entrado en un mundo aparte, donde el tiempo parecía detenerse.

Tras un cerrado meandro, pasamos frente al molino de la Mesquita y enseguida llegamos a la fuente del Quinzet, un bonito rincón con mesas de madera.

En una de ellas, otros senderistas se estaban dando un buen atracón aderezado hasta con una botella de vino, ¡eso sí que es un buen almuerzo!

Cuando no había agua corriente en la casas, los vecinos de Batoy venían a esta fuente a llenar los cántaros con los que se abastecían del preciado elemento. 

Cerca hay otra bella cascada producida por la presa que se construyó para el azud que llevaba el agua al cercano molino de la Mesquita que acabábamos de contemplar.

Justo aquí desemboca el río Polop y por su ribera derecha continuamos disfrutando de la frescura del entorno y la belleza de la vegetación que lo rodea.

Poco después, pasamos bajo el imponente puente de las Siete Lunas, una estructura colosal construida para facilitar el paso del tren, con sus arcos perfectamente alineados sobre el río.

Cruzamos un par de puentes de madera antes de alcanzar el siguiente hito en la ruta: el Rincón de San Buenaventura (Racó de Sant Bonaventura).

Este lugar es simplemente mágico, el agua se remansa en una balsa después de caer en cascada formando pequeñas pozas de un verde intenso, rodeadas de rocas musgosas y vegetación frondosa. 

Cruzamos el río por un puente y subimos por unas escaleras a contemplar las cascadas de los Canalons. El sonido del agua cayendo era hipnotizante.

Nos entretuvimos un buen rato para admirar el paisaje y tomar algunas fotos, sintiendo la energía del agua que ha esculpido este lugar durante siglos.

Al bajar, paramos a almorzar en una de las mesas de madera de su bonita área recreativa.

Tras el descanso, continuamos el ascenso, subiendo por un sendero que sale a la derecha, con maderos en el suelo a modo de traviesas de escalera y una barandilla protectora también de madera.

Después descendimos hasta el cauce del río, que cruzamos por una pasarela de madera a la que le sigue un entretenido y emocionante paso junto al paredón, al filo del agua, en el que una cadena ayuda a no caer al río.

Un poco más adelante, pasamos junto a la pequeña Font del Ranxeret, con un buen caño de agua escondido entre la maleza. Le siguen otras dos pasarelas que nos cambian alternativamente de ribera, alcanzando a continuación las ruinas de un antiguo horno de cal, un panel informativo da detalles de su uso.

Otra pasarela nos devuelve a la margen derecha donde podemos contemplar una hermosa charca verde y varios saltos de agua antes de iniciar otro tramo con cadenas al que llaman el "paso de la muerte", por salvar un tramo rocoso en pendiente algo aéreo, pero que cuidado se hace hasta divertido. que añadió un toque de aventura a la ruta. Aquí, el sendero se vuelve más técnico, pero las vistas y la sensación de superación lo hacen inolvidable.

Pasado el peligro, nos relajamos contemplando las sucesivas pozas que las cascadas forman en este angosto paso, y las singulares y puntiagudas formas rocosas de los Canalons.

La senda continua por un tramo áspero que gana altura para luego bajar de nuevo al río para cruzarlo por un par de pasarelas, tras lo cual fuimos a ver un abrigo cueva, que en la década de 1920 a 1930 era utilizado por los miembros de la Sociedad Naturista Cultural como base de su pequeño paraíso.

Pasado otro abrigo, conectamos con el GR-7, Sendero de Gran Recorrido que va de Andorra al estrecho de Gibraltar, atravesando cuatro Comunidades.

Por él continuamos, cruzando el río Paulop por enésima vez, ahora convertido en un pequeño arroyuelo tras su cercano nacimiento.

Salimos a campos de cultivos, regados por balsas como la del Marqués, que nos queda a la izquierda.

En plácido paseo, pronto divisamos a lo lejos el Castillo de Barxell, encaramado a un cerro. En sus proximidades, dejamos el GR-7 y, siguiendo una estrecha senda, subimos a verlo.

Esta fortaleza medieval, aunque en ruinas, impresiona por su ubicación estratégica y su historia. Desde allí, las vistas de Alcoy y sus alrededores son espectaculares, el esfuerzo valió la pena.

Entremedias de solitarios muros, una higuera es lo único que queda vivo entre tanta desolación. Tras las fotos de rigor, descendimos, por otro sendero, hacia la Ermita y Caserío de Barxell, un lugar tranquilo y lleno de encanto, antigua arquería de la que se da mucha información aquí.

Continuamos en dirección este, atravesamos unos campos de cultivo y nos internamos en un pinar hacia el mirador del Salto.

El mirador ofrece una vista impresionante de por donde habíamos caminado y de todo el valle. Cerca de allí, visitamos el yacimiento paleolítico del Salto, un recordatorio de que estas tierras han sido habitadas desde tiempos inmemoriales. Hablamos de una población neandertal, articulada en grupos no muy numerosos que eligieron este enclave para instalarse hace unos 60.000 años. Aquí más información.

Continuando el descenso, conectamos con la Vía Verde de Alcoy, un camino que discurre por el itinerario de un antiguo tren proyectado entre las poblaciones de Agost y Alcoy.

El sendero acondicionado como vía verde es de 10 km, una parte del recorrido total previsto para dicho tren, proyecto que nunca vio la luz. Hoy se presenta como un remanso de paz que atraviesa un bosque mediterráneo en el corazón del Parque Natural del Carrascal de la Font Roja.

Atravesamos el Viaducto del Barxell, con estupendas panorámicas, y a continuación el túnel del Riquel, de 153 metros de longitud, que nos trasporta a otra época. En la entrada del túnel hay una fuente de agua no potable situada junto a un banco de madera, a nuestra izquierda.

Recorrimos los pocos metros que nos separaban del punto de inicio de la ruta y en la terraza del cercano bar El Pontet comimos un menú que puso el broche de oro a esta ruta por parajes rodeados de naturaleza y de historia, en una jornada llena de descubrimientos que bien se merece 5 estrellas.
Paco Nieto