lunes, 19 de septiembre de 2022

Excursión X357: Peña Citores y sus fuentes desde el Puente de la Cantina

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puente de la Cantina. Valsaín
Final: Puente de la Cantina. Valsaín
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 12,5 Km
Desnivel [+]: 922 m
Desnivel [--]: 922 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 3

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta
















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Esta semana habíamos decidido realizar una ruta desde el puente de la Cantina hasta el refugio del Cancho y Peña Cítores, a propuesta de Flor, que no conocía esa zona. Yo si había estado por esos lares en alguna que otra salida anterior, y decidí aprovechar esa circunstancia para poder realizar la subida o bajada por algún camino que no hubiera seguido antes, fuera de los habituales, que se utilizan para ascender hasta esos objetivos.

Una vez que había recogido a mis dos compañeras de ruta de hoy en Plaza Castilla y Las Matas, Flor y Paky, alrededor de las 09:30h, alcanzamos el punto de comienzo de la ruta, el puente de la Cantina. 

Cuando llegamos nos encontramos solo un único coche en el aparcamiento de la fuente de la Canaleja, con otro grupo de senderistas que ya arrancaba para también subir hacia el refugio del Cancho y Peña Cítores.

Nosotros por nuestra parte, una vez que nos habíamos calzado las botas, cargamos con las mochilas, y pusimos a punto los GPS y móviles para grabar la ruta, comenzamos la marcha, dejando la fuente de la Canaleja a nuestra derecha, dirigiendo nuestros primeros pasos hacia la barrera y torno que hay al final de uno de los extremos del aparcamiento, que a su vez da acceso a una pista que transita paralela a la carretera hasta las cercanías del área recreativa de la Boca del Asno.

Nada más cruzar esa barrera nos encontramos con maquinaria de explotación forestal. Una máquina similar al modelo Caterpillar Fowarder, con capacidad de carga de hasta 18 toneladas. Se trata de un vehículo articulado de enormes ruedas, con remolque incorporado, especializado en la carga y transporte de troncos, que valiéndose de la enorme garra de su brazo grúa, estaba traspasando su carga a un camión, que la llevaría seguramente hacia el cercano aserradero de la pradera de Navalhorno.

Dejamos a los operarios realizando su trabajo, y avanzamos unos pocos metros por esta pista, o lo que en esta zona queda de ella, para rápidamente coger una vereda que sale a su derecha, y seguir por la empinada ladera que asciende por la zona llamada la Solana de la cantina, uno de los caminos habituales para subir hacia el refugio del Cancho.

La acción de estas máquinas, dedicadas a la explotación maderera de los pinares de Valsaín, ha convertido los primeros metros de esa vereda en una ancha semi-pista de tierra removida, marcadas por las rodaduras de sus grandes neumáticos, por la que comenzamos a subir.

Yo ascendía con un andar pausado (mira que me resulta ingrato andar por cuestas empinadas nada más empezar la ruta, pero es lo que tocaba hoy), y Flor y Paky ya lanzadas a buen ritmo, con paso alegre y ligero desde el comienzo de la subida, y eso que alguna de ellas comentaba al principio que venía floja a probar su estado de forma en la ruta de hoy.

Al cabo de un rato de subida, la pendiente hace que a algunos componentes del reducido grupo les empiece a sobrar la capa de ropa extra que llevaban, y paran para retirársela y ponerla a buen recaudo en el interior de sus mochilas, eso lo aprovecha un servidor para superarlas y seguir subiendo a velocidad de camión diesel.

Tras esa breve parada logística, seguimos progresando en ascenso por la senda que aparece ahora ya bien marcada. Un poco más arriba, y ya próximos a la pista asfaltada que atraviesa los pinares de Valsaín, intento localizar a nuestra izquierda el comienzo de la vereda del Robledillo, sin éxito.

Se trata de una preciosa vereda que partiendo de la senda por la que vamos subiendo nosotros, discurre a media ladera en dirección hacia las áreas recreativas de la boca del Asno y los Asientos, atravesando zonas de umbría cubiertas de helechos y con varias fuentes a lo largo de su trayecto.

Todas las veces que he subido o bajado a conectar con ella por esta zona, he tenido que recurrir a la ayuda del GPS, ya que el punto donde según el mapa de la editorial alpina parte esta vereda, está perdido o yo no he sabido localizarlo, pero sin embargo una vez se toma la traza por la que en teoría transita esta vereda, a 40 o 50 metros, ya aparece un tramo de senda pisada y más adelante se transforma en un sendero que ya se puede seguir sin problemas.

Unos pocos metros antes de alcanzar la citada pista, nos desviamos a la izquierda para ir al encuentro de la fuente de Majada de Rompe o Majarrompe, oculta detrás de una gran roca en forma de corazón o pirámide invertida, que guarda prodigiosamente el equilibrio para no vencerse a uno de sus lados. 

Localizamos la fuente sin ningún problema, ya que conocía su ubicación de rutas anteriores, pero por desgracia y debido al caluroso verano que hemos padecido este año, y como muchas otras fuentes de esta zona, lleva ya varios meses sin agua.

Una vez comprobado este extremo, volvemos sobre nuestros pasos y atravesamos la pista asfaltada para seguir ascendiendo por la ladera que tenemos frente a nosotros.

Estamos en la cota 1570 mts. En la pradera que hay al otro lado de la pista, se adivinan dos posibles senderos a seguir. Cualquiera de ellos sirve a nuestros intereses. Uno sube en sus primeros metros hacia la izquierda y otro prosigue de frente, pero un poco mas arriba confluyen de nuevo cerca de la zona conocida como los Ceniceros.

Nos decidamos por uno u otro, los dos tienen un tramo bastante inclinado que hay que superar para alcanzar la cota de 1700 mts. Nosotros elegimos seguir el sendero de la derecha, por el que nunca había subido antes.

Una vez llegada a la altura de esa cota, decidimos desviarnos hacia nuestra izquierda, por un sendero difuso, con el objetivo de localizar un poco más arriba la fuente de los Ceniceros, oculta bajo un pino y fácilmente identificable por el cartel que hay colocado en uno de los árboles próximos donde se indica el nombre de esta.

Sin embargo, si intentásemos localizar la fuente desde el sentido contrario al que llevamos, bajando por uno de los caminos que llegan a la zona cercana a la fuente, resultaría más laborioso poder encontrarla, por no ser tan evidente la ubicación de ésta, y por no llegarse a ver el cartel con el nombre de la misma. 

Al igual que ocurrió en la fuente anterior, tampoco llevaba agua a estas alturas de temporada. En sus proximidades, parte una senda, que se dirige hacia los corrales de las Tetas de Vaca y a su fuente, protegida por una alambrada por ser zona de captación de agua.

También cercana a la fuente, sale o termina según se mire, otra senda que asciende hacia las cercanías de la fuente del Intendente. En ese punto les comento a a mis compañeras, que antes de subir hacia el refugio del Cancho, vamos a desviarnos para acercarnos a enseñarles esa fuente, que, debido a su ubicación, casi con toda seguridad si tendrá agua.

Como indicaba, desde la zona de los Ceniceros se puede acortar por una senda, en principio poco definida, pero luego ya totalmente evidente, hacia la subida directa que asciende a la fuente del Intendente desde Prao Redondillo.

Si tomamos esa senda, la excursión se alargaría un poco más. Para reducir esa distancia, decidimos seguir subiendo por la senda que traíamos desde el parking en dirección al mirador y refugio del Cancho, y desviarnos a la altura de Majalgrillo para tomar otra senda evidente que sin perder altura en poco tiempo nos lleva a la fuente del Intendente sin dar tanto rodeo. Ambas sendas las he transitado en otras excursiones, y en su mayor parte están muy marcadas, aunque hay tramos donde se ha perdido un poco el sendero.

Con esa idea, abandonamos la fuente de los Ceniceros, tomando otra senda en dirección noreste que en ligero ascenso va a unirse a la senda que habíamos abandonado previamente para acercarnos a esta fuente de los Ceniceros.

Una vez de nuevo en ella, seguimos los hitos que van jalonando la subida, y que nos llevan a pasar por un par de zonas de falso llano u hombros, desprovistos de arbolado que se muestran como excelentes miradores de todas las elevaciones que tenemos delante de nuestros ojos.

Nos detenemos en ellos para tomar un poco de aire y deleitarnos con las magníficas vistas que nos brindan, de algunos de los lugares más emblemáticos de la Sierra de Guadarrama. De derecha a izquierda podemos distinguir, los cerros de la Camorquilla y Camorca con su refugio y su caseta de vigilancia de incendios, Collado del Río Peces, los altos de la Pinareja y el Oso, collado de Tirobarra, Montón de Trigo, desde esta perspectiva con su cresta, Cerro Minguete, Peña el Águila justo encima del Puerto de la Fuenfría, Cerro Ventoso, Collado Ventoso, Siete Picos, más abajo se atisba la Pradera de Navalazor, el curso que sigue el arroyo del Telégrafo antes de entregar sus aguas al rio Eresma, loma de los Cogorros, Puerto de Navacerrada, Bola del Mundo o Alto de las Guarramillas ……

Una vez reconfortados con las bonitas vistas y recuperado el aliento, proseguimos la ascensión, llegando en pocos minutos a la zona denominada Majalgrillo. Aquí según el mapa de la editorial alpina, sale la senda que nos lleva en un corto espacio de tiempo a la fuente del Intendente.

Aunque un servidor la ha hecho en sentido inverso, me cuesta un rato encontrar la traza de la senda. No sé si porque el mapa la marca en un punto que no corresponde o porque sin darme cuenta me he pasado la conexión de esa senda.

Finalmente, tras unos minutos consigo localizar la traza de la senda y nos ponemos de nuevo en marcha. En poco tiempo converge nuestra senda con la senda que sube desde Prao Redondillo, esa que no quisimos ir a buscar desde la fuente de los Ceniceros, y unos cuantos metros más adelante llegamos a la fuente del Intendente.

Como sospechaba a estas alturas todavía trae bastante agua. Aprovechamos la tranquilidad que brinda este lugar y la pradera herbosa que hay al lado de la fuente, para hacer un alto en el camino y tomar un pequeño tentempié.

Por encima de la fuente hay una pequeña senda marcada con hitos que es la que vamos a tomar para continuar la ascensión hacia el mirador del Cancho, y así evitarnos tener que volver sobre nuestros pasos.

Esta senda, la tenía identificada de otras ocasiones que había pasado por aquí, pero no había llegado a ascender por ella. También comentamos entre nosotros, que la senda por la que veníamos aparentemente continúa al otro lado de fuente atravesando la pradera, y se pierde entre el piornal a media ladera.

Otro día que vengamos sin prisa habrá que explorarla, ya que tengo curiosidad por saber hacia dónde se dirige, y si llega a enlazar con la senda que baja desde la Fuente del Batallón Alpino hacia la zona de la Espera del Rey.

En sus primeros tramos, vamos siguiendo los hitos que marcan el ascenso en zigzag por encima de la fuente, pero llegado a un punto los hitos se pierden o los perdemos nosotros, pero sabiendo que estamos situados a escasos metros por debajo del mirador del Cancho, y aprovechando que el tipo de vegetación que hay en este punto es matorral bajo, decidimos progresar hacia arriba, buscando el camino más evidente y con menos complicaciones.

Un poco más arriba, encontramos de nuevo los hitos, y con ellos el difuso sendero que habíamos perdido antes, y que ahora aparece más nítido desde nuestra izquierda, y cruza hacia nuestra derecha en ligero ascenso hacia el mirador del Cancho, lo retomamos y alcanzamos el mirador sin mayores problemas.

Una vez en el mismo, conectamos con el camino de subida que viene desde la zona de los Ceniceros. En pocos metros alcanzamos el refugio del Cancho. El pequeño refugio está situado en un promontorio al final de una pequeña cuerda que parte desde la loma de Peña Cítores.

Como en anteriores ocasiones, su interior de unos 3 mts x 4 mts, está limpio y recogido. Esta provisto de una pequeña escoba para mantener su estado de limpieza y poder dormir de forma cariñosa 3 o 4 personas en caso de necesidad.

Desde esta prominencia se amplían las vistas que ya veníamos disfrutando y hemos comentado durante la subida. Ahora también alcanzamos a ver, la Cruz de la Gallega, Cabeza Grande, Cerro Matabueyes, los núcleos urbanos de Valsaín y La Pradera, el Cerro del Puerco, la meseta Segovia con su capital al fondo, más a la derecha aparece La Atalaya con la cuerda que acompaña el discurrir del río Cambrones, La Granja, el Moño de la tía Andrea, las laderas de Peñalara, etc.

La denominación del topónimo de Peña Cítores, como otros lugares de la sierra de Guadarrama, está vinculado y sujeto a cuentos y leyendas que tratan de explicar el origen del mismo. En este caso, estas indican que va relacionada con la denominación de las cercanas lomas de Dos Hermanas. 

Según indica la leyenda en este caso, en Peña Cítores tuvo lugar el encuentro entre una de las dos hermanas que vivían en los bosques de Valsaín y el Rey, que se había despistado durante uno de los lances en una cacería. Prendado quedó el monarca de la belleza de la joven, y se citó con ella otro día en la cima de esta loma.

El día del encuentro el rey tomó a la muchacha en sus brazos y ruborizada y avergonzada ella por tal hecho, se encomendó a la Virgen, que castigó a ambos por semejante acto. De ahí el nombre de esta Peña: Peña – Cito – Rex.

Os dejo aquí un enlace a un artículo, donde se relata con mayor nivel de detalle, lo que indica la leyenda sobre el origen de la nomenclatura de este lugar.

Una vez realizadas las fotos de rigor, continuamos la subida en dirección a la loma de Peña Cítores, salvando los 800 mts de distancia y 100 mts de desnivel que nos separan de ella. Una vez alcanzada la loma, nos desviamos a la izquierda para contemplar los famosos restos de las dobles trincheras republicanas, que nuestra amiga Paky no conocía.

Estas infraestructuras fueron construidas por el Batallón Alpino durante la Guerra Civil, y están ubicadas en una posición estratégica para defender estos lares de los envites del llamado ejército nacional, que se hallaba ubicados en la zona de La Granja y Segovia y evitar así su avance hacia Madrid.

El Batallón Alpino fue un cuerpo especial creado por el gobierno republicano específicamente para defender los pasos y puertos de montaña, adaptado para poder combatir en circunstancias climatológicas adversas y que en su comienzo estaba fundamentalmente formado por montañeros y esquiadores, y también por agricultores y herreros de poblaciones cercanas.

Tenían destacamentos en los collados de Cerromalejo y Marichiva, en el puerto de la Fuenfría, Siete Picos, la Casa Fortificada (en las Siete Revueltas), en los puertos de Navacerrada y Cotos, en los Cogorros, las Guarramillas y Peña Cítores.

Desde estas posiciones consiguieron detener el avance de las fuerzas nacionales hasta el final de la contienda. Creo que, sin lugar a duda, que se encuentran entre los vestigios de la GCE (Guerra Civil Española) mejor conservados de la sierra de Guadarrama.

Aquí os dejo un enlace con más información sobre la fundación y composición de este batallón, que según este texto, fue en el que Hemingway se basó, junto con el puente de la Cantina, para escribir su libro Por quién doblan las campanas, luego convertido en película.

Tras la visita a las trincheras, continuamos por el sendero que se desdobla hacia la izquierda en la loma, en dirección a la fuente de los Pájaros, para sin llegar a ella localizar el pequeño y desdibujado sendero que baja hacia la fuente del Batallón Alpino.

Una vez en ella, contemplamos que de sus tres caños todavía sale agua por uno de ellos. La fuente fue construida sobre un pequeño manantial que tiene agua todo el año, para suplir la falta de ésta que tiene la cercana fuente de los pájaros en época estival.

Fue inaugurada oficialmente el 16 de septiembre del año 2012, con el nombre de fuente del Batallón Alpino, para homenajear a sus integrantes. En su momento se colocó una placa encima de los caños, con el nombre de la fuente, pero esta desapareció al poco tiempo de ser colocada. Os dejo un enlace con información sobre la inauguración de esta fuente, y aquí un vídeo de ese momento.

Una vez realizadas unas fotos de recuerdo en la fuente, tomamos el camino de regreso hacia el refugio del Cancho, siguiendo el mismo trazado que nos había traído hasta aquí.

El recorrido hasta el refugio lo hacemos a buen paso, pues Paky tenía que regresar pronto a casa. Además, vemos que el cielo va tomando un tono oscuro que nos denota que las predicciones que habíamos consultado esta mañana sobre la posibilidad de formación de tormentas hacia las 15:00h iban camino de cumplirse.

De nuevo en el refugio del Cancho, dudamos si bajar por la zona de los Ceniceros por donde más o menos hemos subido, o bajar siguiendo un track que llevábamos, bajando en dirección sur hacia el cancho de los Alamillos.

Elegimos esta segunda opción. Al principio no hay un sendero evidente, pero si hay hitos que van jalonando la bajada de forma más o menos clara.

En sus primeros tramos el descenso se realiza por una zona con bastante pendiente, y resulta entretenido ir buscando dónde se localiza el hito siguiente. Vamos avanzando sin complicaciones, pero poniendo cuidado para no resbalarnos.

Por debajo de la cota de 1950 mts, y como el sendero se difumina, perdemos la referencia de los hitos que marcaban el camino que nos indicaba el track que traíamos. O, mejor dicho, en este punto aparecen hitadas varias alternativas de bajada.

En principio, el track que llevábamos bajaba pegado al arroyo de los Alamillos, que en teoría en este punto viraba hacia la izquierda, pero viendo que los hitos más evidentes seguían directos hacia abajo, decidimos seguirlos y de esta forma, si luego más abajo tuviéramos que realizar una corrección para retomar el track, hacerlo siguiendo la pista asfaltada sin mayores complicaciones.

Continuamos el descenso siguiendo los hitos que vamos encontrando, o en su defecto por la zona más evidente que vamos viendo sobre la marcha. La bajada hasta alcanzar la pista la realizamos sin ningún problema y por terreno fácilmente transitable.

Una vez alcanzada ésta, y viendo que, si realizamos la corrección que habíamos comentado anteriormente sobre la pista para retomar el track, nos alejamos del puente de la Cantina, decidimos no realizarla, e ir a buscar un sendero que aparece en el mapa a pocos metros del punto de la pista en que nos encontramos.

Este sendero baja paralelamente al arroyo de los Alamillos para cortar el track que llevábamos en el camino de la Canaleja, pero en un punto más próximo al puente de la Cantina.

El track que llevábamos en principio seguía el arroyo de los Alamillos, pero después se alejaba para ir a buscar el punto de confluencia del camino antiguo de Segovia y la pista asfaltada. Para buscar la senda que habíamos elegido, tomamos la pista asfaltada hacia la izquierda unos cuantos metros para encontrar en una curva, el camino evidente que baja junto al arroyo de los Alamillos.

En este punto comienzan a caer las primeras gotas de lluvia, después de que los truenos ya nos hubieran venido anunciando desde hacía rato que se estaba formando tormenta. Flor decide pararse a ponerse el chubasquero y a proteger la mochila, pero prácticamente no nos da tiempo a cubrirnos ni nosotros ni nuestras mochilas.

Nos sorprende una enorme granizada con granizos del tamaño de una canica que caen con muy mala leche, impactando de forma fuerte sobre nuestras capuchas y algunos de ellos se sienten de forma notable. Ante esta situación, decidimos resguardarnos bajos las ramas de los pinos del bosque de Valsaín, para que estos amortigüen lo máximo posible el granizo que cae sin compasión.

Como ni aún así conseguimos protegernos lo suficiente, decido sacar la capa de agua con cremallera que llevo en la mochila, extenderla y resguardarnos los 3 debajo de ella, agachándonos para cubrirnos lo máximo posible. A estas alturas ya estamos bastante mojados los tres.

Tras 15 minutos, deja de granizar, pero lo que viene a continuación no es más halagüeño, ya que comienza a diluviar con mucha fuerza. Viendo que ya estábamos bastante mojados y la fuerte lluvia por el momento no tenía visos de remitir, decidimos proseguir con la bajada por el sendero indicado anteriormente.

Fue tal la cantidad de granizo que nos cayó durante los primeros instantes, que todo el suelo está cubierto de blanco, como si hubiera nevado. Si a esto le sumamos la tromba de agua que vino a reglón seguido, resulta que la senda por la que pretendíamos bajar se vuelve impracticable.

El sendero se convierte en un arroyo por el que baja mucha agua mezclada con el granizo caído anteriormente, lo que provoca que cada dos por tres, hundamos nuestros pies en esa solución por encima del tobillo.

Como llevo zapatillas de trekking, y ya hace rato que llevo los pies empapados, decidimos salirnos del camino, y bajar campo a través lo más próximos al mismo como sea posible, pero buscando terreno menos encharcado.

Mientras tanto siguen sobre nuestras cabezas sonando los truenos con un estruendo ensordecedor, alguno de ellos casi nos revienta los tímpanos al producirse prácticamente encima nuestro.

Ni que decir tiene, que de poco o nada sirvieron los anorak y chubasqueros ante la lluvia torrencial que caía. Los pantalones estaban empapados, como si hubiéramos estado bajo la ducha (más o menos eso fue lo que nos cayó), la camiseta térmica interior empapada, de la ropa interior casi mejor no hablo, los pies como si fuéramos descalzos.

De la mochila no digo nada, ni funda ni la madre que la p…. (luego me tiré en casa casi una hora sacando todo y secando unas cosas y tendiendo otras).

En estas circunstancias alcanzamos el camino de la Canaleja, y enlazamos con el track que teníamos previsto realizar. Proseguimos por el mismo hacia la derecha en dirección al puente de la Cantina.

Los arroyos que estaban secos esta mañana, ahora vienen crecidos con tal cantidad de agua que resulta complicado atravesarlos sin meternos de lleno en los mismos. En el cruce de uno de estos arroyos Flor se enreda los pies con una zarza y se cae dentro del arroyo, Si no fuera lo suficientemente empapada ya con la lluvia, pues ahora más todavía.

Vamos vadeando los sucesivos arroyos que nos vamos encontrando de la mejor forma posible a la vez que seguimos avanzando por el camino que se encuentra bastante embarrado. En un momento dado, deja de diluviar, pero la lluvia nos sigue acompañando durante prácticamente toda la bajada hacia el coche. Ni que decir tiene ya que, a estas alturas, los planes de Paky de llegar a casa antes de la 16h se han evaporado hacía ya rato.

De la mejor forma posible llegamos al aparcamiento del puente de la Cantina. Los que tenemos otro calzad, nos cambiamos, pero la ropa la tenemos empapada por completo, y no llevamos ropa de repuesto.

Colocamos unas bolsas de plástico en los asientos del coche para intentar no mojarlos demasiado y ponemos la calefacción a tope a ver si camino del puerto de Navacerrada conseguimos ir secándonos un poco toda la ropa. Lo bueno de los tejidos usados actualmente en la ropa técnica de montaña, es su rápida capacidad de secado, que hoy vamos a poner a prueba.

Los primeros tramos de asfalto en la zona de las Siete Revueltas están cubiertos de granizo, y según han ido transitando los vehículos, esa capa se ha convertido en hielo.

Viendo la cantidad de granizo – hielo que había en la carretera, llegué a pensar que me iba a tocar parar el coche y bajarme para colocar las fundas de nieve en las ruedas. Al final no fue necesario, pero los coches que bajaban del puerto lo hacían muy despacio para no patinar en el asfalto helado.

Según íbamos subiendo hacia el puerto, había menos granizo y poco hielo, y arriba del todo no había prácticamente nada en la carretera. Por lo tanto, daba la impresión de que la tormenta se había cebado con la parte baja de Valsaín, justo donde estábamos nosotros, ¡ya es mala suerte!.

Decidimos continuar hasta el pueblo de Navacerrada, donde paramos a tomar algo en uno de los bares de su plaza. Aquí no había caído ni una sola gota de agua y además hacía sol, lo que aprovechamos para seguir secando la ropa que todavía llevábamos encima.

De aventuras como la de hoy, siempre tenemos que sacar cosas positivas que nos ayuden a prepararnos mejor la próxima vez que nos encontremos en situaciones similares.

En mi caso, cuando la previsión marque probabilidad de tormenta, voy a dejar en el coche una muda completa compuesta por pantalón, camiseta, ropa interior, calcetines y calzado.

Por la compañía, el trazado de la ruta, los maravillosos lugares visitados y sobre todo por la aventura vivida, le otorgo a la ruta 4,5 estrellas.
Carlos Revilla

FOTOS

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