miércoles, 21 de septiembre de 2022

Excursión X360: Pinturas Rupestres y Castro Celta de El Raso

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Castro Celta de El Raso
Final: Castro Celta de El Raso
Tiempo: 2 a 3 horas
Distancia: 9,6 Km
Desnivel [+]: 292 m
Desnivel [--]: 292 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 5

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para nuestra tercera y última ruta por la zona sur de la Sierra de Gredos elegimos una ruta cercana a la casa rural donde habíamos pasado estos tres últimos días y, además, corta para que nos permitiera regresar a Madrid con buena hora, y ésta por el Raso parecía reunir estas condiciones.

Tras desayunar y recoger la casa, nos acercamos a El Raso, humilde pueblo que aglutinó en el siglo pasado a la desperdigada población diseminada por las laderas del monte de la zona comprendida entre las gargantas de Chilla y Alardos.

Por la estrecha carretera que viene de Candeleda, llegamos al aparcamientos del Castro Celta de El Raso, enseguida nos calzamos las botas y seguimos la amplia y plana pista que en dirección noroeste se dirige hacia el Castro, pero poco nos duró la tranquilidad, porque enseguida el track nos marcaba abandonarla para continuar por la empinada senda que sale a la derecha.

Sin calentar, en frío, las piernas se resienten ante la imponente subida, paralela a las ruinas de lo que fue la extensa muralla de piedra que defendía el poblado. Menos mal que el tramo no es muy largo y al poco estábamos en lo más alto de la muralla, donde se situaba una torre de más de 7 metros, la de mayor envergadura de todo el recinto fortificado.

Nos llama la atención que después de 24 siglos sea reconocible, al igual que el foso defensivo que rodeaba la muralla, que tenía 14 metros de anchura por 3 de profundidad.

Tras leer los carteles informativos, donde se cuenta cómo debía ser la muralla, continuamos por el sendero que en dirección norte asciende entre helechos, jaras y tomillos hasta introducirnos en un espeso bosque de pinos, que a media ladera, enlaza con un robledal con bellos ejemplares, en la zona conocida como Mogorro del Vilano, antes de cruzar el arroyo Freillo, que sin agua, no ofrecía ninguna dificultad el cruzarlo.

Continuamos recorriendo la agradable vereda hasta alcanzar la alambrada que rodea el poblado de la Majada de Braguilla.

Paralelos a ella ascendimos a la pista que se dirige hacia el sureste, coincidente con el GR-293, el sendero de gran recorrido que rodea los espacios naturales de Sierra de Gredos y del Valle de Iruelas, desde El Raso hasta El Barco de Ávila, ruta a la que llaman A Vueltas con Gredos.

Tras una prolongada curva, llegamos a nuestro primer objetivo, las pinturas rupestres de Peña Escrita, situadas en el Risco de la Zorrera, descubiertas en 1986, en un cobijo natural, al que se accede por unas escaleras de hierro, se encuentran un grupo de pinturas en dos paneles sobre las rocas, protegidos por unas rejas, con representaciones de arte esquemático que datan del 3000 a. C, entre el período Calcolítico y la Edad del Bronce.

Representadas, principalmente en colores rojo violáceo y siena claro, se muestran figuras humanas, de animales y vegetales, además de signos no identificables pero comunes a otras pinturas rupestres en otros puntos de la Península, lo que demuestra que existía un sistema de signos que podían ser comprendidos por poblaciones distantes.

Hechas las fotos de rigor, regresamos sobre nuestros pasos hasta alcanzar de nuevo la majada de la Braguilla Cimera.

Allí entramos a visitar la antigua y recuperada majada tradicional de pastores que se ha reconstruido en el 2007, con sus chozos y cabañas, en homenaje a la dura forma de vida de los cabreros en esta Sierra.

Continuamos el descenso, en agradable paseo, por la pista del GR-293 en dirección norte, deleitándonos con todos los picos de la cara sur de Gredos, con el Almanzor por encima de todos, más cercanos, destacaban dos picos casi gemelos a los que llaman las Tetas, motivo más que suficiente como para despertar la imaginación y la ironía del grupo.

La pista está salpicada de estupendos ejemplares de robles, deja a nuestra izquierda otro chozo de cabreros, junto a construcciones más modernas, y tras una curva, alcanza el arroyo del Pinillo, que nace en la Mogorra del Helechal y entrega sus aguas, muy cerca de aquí. a la Garganta de Alardos.

Junto a su puente tomamos el tentempié de media mañana, que nos dio fuerzas para continuar descendiendo, en suave pendiente, por la pista, que a media ladera sigue la orografía de la Garganta de Alardos.

Pasamos al lado de un hermoso robledal y, tras una de sus muchas curvas, alcanzamos el arroyo Freillo, junto al cual hay una fuente bien acondicionada con pilastra en piedra, con un caño del que manaba un hilo de agua, y a su lado un pilón.

Un par de curvas más y llegamos al castro de El Raso o del Freillo, que fue un asentamiento vetón, de la Edad del Hierro. Consta de varios recintos distribuidos en tres zonas próximas entre sí, abarcando una superficie total de unas 20 ha, protegidas por una muralla de 2 Km de longitud.

Parte de los hallazgos arqueológicos encontrados se encuentran en el Museo de Ávila, constituyendo lo que se denomina el tesorillo de El Raso, compuesto por algunas piezas y monedas de plata.

En el castro se ha rehabilitado dos de las viviendas para dar cobijo a un centro de interpretación que ofrece información sobre el yacimiento.

Se encuentra en una destacada posición sobre la garganta de Alardos que le sirve de foso, su parte alta está totalmente protegida por un fortín y hacia la llanura conserva restos de una muralla.

Esta estratégica posición permitía controlar la parte baja y los accesos a los pastos de la Sierra de Gredos.

Ocupado desde finales del siglo III a. C. hasta mediados del siglo I a. C., momento en que se abandona de forma forzosa, debido a la conquista romana en época de Julio César. A partir de este momento la mayor parte del poblado es destruido y sus murallas inhabilitadas por los romanos lo que hace que sus habitantes se vean obligados a trasladarse a las zonas llanas del valle, dando lugar al progresivo abandono del lugar.

Tras la visita, regresamos al aparcamiento, iniciando el regreso a Madrid. En el restobar La Parada del camping Alardos de Madrigal de la Vera paramos a comer estupendamente y celebrar como se merecían estos tres días de rutas por la zona sur de Gredos, llena de encantos paisajísticos y culturales, que bien se merece 5 estrellas. 

Gracias Teresa a ti y a tu hermana por hacerlo posible.
Paco Nieto

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