lunes, 28 de diciembre de 2020

Excursión X255: Cascada del Covacho y Silla del Diablo

FICHA TÉCNICA

Inicio: La Berzosa. Hoyo de Manzanares
Final: La Berzosa. Hoyo de Manzanares
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 17,7 Km 
Desnivel [+]: 631 m 
Desnivel [--]: 631 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: No
Valoración: 4,5
Participantes: 8

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta



















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Dentro de las múltiples posibilidades que ofrece la Sierra de Hoyo para realizar rutas, esta es una de las que tiene mejores vistas, al discurrir por la parte más occidental de ella, añadiendo a su valor paisajístico la bonita cascada del Covacho.

Y para comprobar todas estas bondades, nos reunimos en el aparcamiento del Parque de la Berzosa, situado al norte de esta urbanización perteneciente al término municipal de Hoyo de Manzanares, echamos a andar buscando la pista de tierra que sale a la izquierda, en dirección norte, encajonada entre una valla metálica y un muro de piedra y que de frente va a dar a un depósito de agua del Canal Isabel II.

Giramos de nuevo a la izquierda, para seguir en dirección noroeste la pista que poco a poco se va internando en un bosque de encinas cada vez más espeso, conforme se va adentrando en los llamados Corrales de Julia.

Ya en lo más denso de este vergel, nos encontramos a la izquierda un pilón de cuya fuente surgía un buen caño de agua, en el que nos hicimos las fotos de grupo.

Entre berrocales graníticos, continuamos por la senda que deja una cerca metálica a la derecha y que al poco se acerca a una tapia de piedra y la cruza, continuando en suave descenso hasta alcanzar, entre más encinas y jaras, el arroyo del Cuchillar, que llevaba más agua de lo que esperaba.

Por la agradable senda continuamos hasta alcanzar el camino principal que une Villalba con Hoyo de Manzanares, cerca de una de las torres de descompresión del canal de Navacerrada, enseguida, entre acacias, fresnos, olmos y zarzamoras, fuimos a dar con el arroyo de Peñaliendre, éste con mucha más agua que el anterior, y un poco más adelante, en línea recta, con la bonita cascada del Covacho y el precioso rincón donde se ubica.

Nos recreamos durante un buen rato contemplando este bello salto de agua de varios metros y su poza de aguas cristalinas, incrustada entre el Cerro Lechuza y el Cerro Covacho, que producen las aguas del Arroyo de Peña Herrera que nace, a poco menos de dos kilómetros de aquí, en la Sierra de Hoyo y que poco más abajo junta sus aguas con el arroyo de Peñaliendre para formar el arroyo Peregrinos.

Junto a esta pequeña cascada se encuentra un banco y una mesa de piedra, donde paramos a reponer fuerzas mientras nos hacíamos fotos con la cascada de fondo.

Nos costó dejar este sitio tan agradable, escuchando el rumor del agua al caer de la cascada. Regresamos sobre nuestros pasos hasta que pocos metros más allá de la torre de descompresión del canal por la que habíamos pasado antes, giramos a la izquierda para remontar por el Camino de la Casa del Monte.

Más que camino, es un sendero que conforme asciende se va estrechando a la vez que se encajona entre matorrales, por lo que parece el cauce de un arroyo, que nos hacia caminar tratando de esquivar el agua. En realidad es el surco que ha formado el agua del manantial de la Navata, una surgencia que en verano suele desaparecer.

Cuando la pendiente amaina un poco, la senda gira a la izquierda, salva el arroyo de Peñaliendre por un puente y enfila hacia el oeste para al poco, alcanzar lo que queda de la Casa de Peñaliendre. La casa está en un lastimoso estado, con el tejado desplomado y paredes en ruinas, que le dan un aspecto romántico. En la cara sur, a muy pocos metros, un mirador circular que nos ofreció unas estupendas vistas.

Por detrás de la casa, la senda desciende en dirección noroeste, pero al llegar a la vaguada, la dejamos para seguir hacia la derecha por un sendero, poco visible, al que los hitos de piedra ayuda a no perderlo. Poco a poco remontamos la loma de la cara sur de la sierra, con bonitas vistas del valle.

Al alcanzar la cresta, giramos a la izquierda, para conectar con el sendero principal que recorre la cuerda. Al poco lo abandonamos para ascender, con fuerte pendiente, hasta alcanzar una pradera donde, a mano derecha, se alza la singular silla rematada por una roca transversal que parecen unos cuernos, de donde quizás le venga el nombre de Silla del Diablo. 

Desde los 1.366 metros de este satánico trono, se tienen unas estupendas vistas de los últimos perfiles abruptos de la Sierra de Hoyo, con el Canto Hastial y a su izquierda y el, desde aquí, minúsculo Pico del Águila.

Hechas las fotos de rigor en tan diabólico púlpito, descendimos esquivando rocas y maleza, en busca de la senda que habíamos dejado y una vez en ella, continuamos en agradable paseo descendente, junto a una valla de piedras, hasta llegar al paso que cruza el muro, donde nos dejaron dos compañeros que tenían prisa por volver.

El resto, seguimos por la senda que asciende paralela al muro hasta alcanzar Canto Hastial, un conglomerado granítico situado en el extremo occidental de la Sierra situado a 1.374 metros de altura, con bonitas vistas a todo el valle y en la que hay instalada una gran antena.

Refugiados del viento en una de sus rocas situadas más al sur, paramos un momento a descansar. Nos esperaba un entretenido descenso hacia el Pico del Águila, al que llegamos siguiendo unos hitos de piedras. Allí nos encontramos con dos chicas que andaban un poco perdidas tras quedarse sin batería en el móvil.

Todos juntos descendimos en busca de la Senda Piqueras, que en dirección sur zigzaguea por el Alto del Vallejo hacia el encuentro con el nacimiento del arroyo del Endrinal, donde paramos a dar cuenta de los bocadillos.

Tras reponer fuerzas, aligeramos el paso para, vaguada abajo, alcanzar a los más adelantados. Una cuesta nos puso dirección hacia el cerrillo del Hilo Blanco, y bordeando la cara oeste del Cerro Lechuza, hasta dar con el camino de Torrelodones a Moralzarzal, descendiendo desde allí en dirección sur hasta llegar al arroto Peregrinos.

Al inicio, pasamos junto a una casa abandona, que nos queda a la derecha, donde, según cuentan, apareció un hombre ahorcado, la verdad es que el lugar no puede ser más decadente.

Al arroyo Peregrinos se le une en este punto el arroyo del Cuchillar, creando un humedal, entre fresnos y chopos, con una gran charca de especial belleza, que contrasta con el siguiente tramo de la ruta, mucho más árido, que en dirección sureste nos llevó, entre encinas jóvenes y matorral hasta las explanadas del Parque de la Berzosa.

Al llegar de nuevo el aparcamiento, nos fuimos con los coches a celebrar el fin de la excursión al bar Chaqueta de Hoyo de Manzanares, terminando del mejor modo posible esta entretenida excursión que bien se merece 4,5 estrellas.
Paco Nieto

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