lunes, 15 de abril de 2019

Excursión X170: Trincheras de Torrelodones y arroyo de Trofas

FICHA TÉCNICA
Inicio: Torrelodones

Final: Torrelodones
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 16 Km 
Desnivel [+]: 416 m 
Desnivel [--]: 416 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 3,5
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta















TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
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RESUMEN
Aunque no eramos muchos, había ganas de salir, pero sin complicarnos mucho el día, por lo que decidí dar un paseo por los alrededores de mi pueblo, para recorrer algunos de los lugares que más me gustan.

Una vez reunidos todos, salimos de la puerta de mi casa, esta vez más cómodo, imposible. Buscamos la cale Real y enseguida a la carretera de Hoyo, renombrada como Avenida Conde de las Almenas, título que ostentaba el primer propietario del Palacio del Canto del Pico.

Al alcanzar la rotonda de los olivos, giramos a la derecha para recorrer en su totalidad la única parte del Cordel de Hoyo de Manzanares, que no ha sido asfaltado aún. Por él remozado sendero descendimos hasta llegar al cementerio, al que rodeamos, pasando junto a las desdibujadas trincheras de la Guerra Civil que dominaban los accesos a Madrid por la actual carretera A-6.

Bordeando las urbanizaciones, seguimos por la calle los Rosales, descendiendo por ella hasta salir al Prado de la Solana, que cruzamos por su parte norte, siguiendo una nueva senda recientemente habilitada por el ayuntamiento, marcada por piedras en hilera para que perderse sea imposible.

La senda termina junto a una casa a los pies del arroyo Villarejo, lo que obliga a remontar una cuesta para continuar por las calles Jalón y Ebro hasta dar con la presa conocida por todos como presa de los Peñascales, aunque en realidad se llama de Gabriel Enríquez de Laorden, cuyo rostro está tallado en piedra en el muro.

Seguimos a la derecha el arroyo de Trofas, que cruzamos por un puente junto a una caseta de vigilancia y lo acompañamos hasta que se pierde hacia El Pardo, camino de su encuentro con el río Manzanares a la altura de Somontes.

Subiendo junto a la tapia del Pardo, nos desviamos a la izquierda para visitar los restos de trincheras y nidos de ametralladora de la Guerra Civil que se sitúan sobre la antigua carretera que daba acceso a Madrid a lo largo del arroyo.

Desde allí subimos por la senda junto al muro, hasta salir a la Av. del Pardo, junto a la “Casa del Hito”, casa de guardas de la entrada al Pardo. Continuamos por el camino que conduce al Pendolero, hasta alcanzar la puerta de entrada de esta famosa finca que perteneció a la familia de Antonio Maura, el que fuera varias veces presidente del consejo de ministros y otros cargos políticos con Alfonso XIII.

Durante varios siglos formó parte del cazadero Real de El Pardo. El Pendolero vivió unos años de esplendor de 1911 a 1931, años en los que acudieron muchas personalidades de la época; diplomáticos, políticos, actores, etc. Además, durante este tiempo el Pendolero se enriqueció con obras y mobiliario modernista y una gran biblioteca. De 1931 a 1939, el monte fue talado para cultivar obligatoriamente sus tierras en la Reforma Agraria y durante la Guerra el inmueble fue hospital de campaña.


De 1939 a 1969 volvió a habitarse por sus dueños como lugar de recreo u “Hotel” particular. Entre 1971 y 1995 el inmueble comenzó a ampliar sus utilidades. Fue escenario de diez películas, entre las más conocidos están: Mamá cumple cien años, Ana y los lobos, de Carlos Saura, interpretadas por Fernando Fernán Gómez, Rafaela Aparicio y Geraldine Chaplin.

Curiosamente, Antonio Maura murió muy cerca de aquí, bajando las escaleras del palacio del Canto del Pico, donde acudía frecuentemente.

El día, que había empezado algo nublado, se había ido despejando y ya se notaba el calor, pero pronto nos refrescamos en la umbría de la vegetación que arropa al arroyo de Trofa, al que llegamos tras bordear, por la izquierda y hacia el oeste, la valla del Pendolero.

Al poco, nos desviamos a la derecha para subir por una estrecha senda entre encinas hasta alcanzar en un alto la casa de Cantos Negros, que a mi me recuerda a un bonito cortijo de mi tierra, la pena es el avanzado estado de abandono en el que se encuentra.

De allí continuamos por la senda que desciende hacia la carretera del Pardo, por la que seguimos hacia el este, para desviarnos enseguida a la derecha por una senda, que junto al arroyo de Trofas, entre una densa vegetación nos llevó al embalse de Los Peñascales, donde nos recreamos con las bellas imágenes de las nubes reflejándose en sus quietas aguas.

Bordeamos la ribera de este embalse, que fue construido en 1962 para abastecimiento de agua de las urbanizaciones de su entorno, si bien ha perdido este uso con el desarrollo de otras infraestructuras hidráulicas por parte del Canal de Isabel II, que suministran agua a Los Peñascales.

Seguimos la preciosa senda que entre juncos y pinos desciende entre las lujosas viviendas que lo circundan. Tras bajar por unas escaleras, llegamos de nuevo al puente sobre el arroyo, por el que ya habíamos pasado.

Cruzamos el puente para seguir la carretera y desviarnos enseguida a la derecha, continuando por un camino de tierra que al poco se interna en el Prado de la Solana, pasando a ser una bonita senda rodeada de encinas entre el Arroyo de Villarejo y el Arroyo del Pretil hasta llegar de nuevo al cementerio, que bordeamos para así salir al campo de fútbol y completar la ruta regresando al punto de partida.

Un estupendo menú en El Toro, junto al inicio y fin de esta excursión, puso el broche de oro a esta estupenda excursión, que bien se merece 3,5 estrellas.
Paco Nieto

FOTOS

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