sábado, 30 de junio de 2018

Excursión X142: Tour Midi d'Ossau por el Peyreget

FICHA TÉCNICA
Inicio: Bious-Oumettes

Final: Bious-Oumettes
Tiempo: 8 a 9 horas
Distancia: 19,8 Km 
Desnivel [+]: 1.349 m 
Desnivel [--]: 1.349 m
Tipo: Circular
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5+
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Para nuestra segunda excursión pirenaica José Luis nos tenía preparada una ruta a la que le tenía ganas, toda una clásica por la vertiente francesa: Tour Midi d'Ossau. Y para darle más emoción, con subida incluida al Peyreget.

Nos levantamos temprano, nos esperaban casi 75 Km hasta el aparcamiento inferior de Bious-Oumettes, cerca de la población francesa de Gabas, tras salir de España por el Portalet, en las inmediaciones de Formigal.

Desde el aparcamiento iniciamos la ruta, ascendiendo por el sendero de Bious, mucho más agradable que la pista asfaltada, que dejamos a nuestra derecha. Conforme ganábamos altura, las vistas del valle a nuestras espaldas realzaban su grandiosidad.

Continuamos por la pista de Barrage, hasta alcanzar, unos 100 metros más arriba, el Lago de Bious Artigues.

Como no me esperaba que fuese tan precioso, con sus aguas color turquesas y el Pic les Tours de fondo, fue imposible no emocionarse con tan impresionante panorámica.

Recorrimos la senda que bordea el muro, de unos seis metros de altura, que cierra la cara noreste del lago. Pasamos por el aparcamiento que hay junto al mismo, donde se acumulaban los carteles informativos, y en la fuente que hay junto a las instalaciones rellené las botellas de agua.

Proseguimos por el amplio camino de tierra, señalizado como "GR-10. Travesía de los Pirineos", que bordea el lado sur del lago, adentrándonos enseguida en un en un frondoso bosque de hayas y abetos, que nos ofrecían una buena sombra y algún que otro claro por el que se vislumbraba el lago, cada vez más lejano, mientras seguíamos las marcar blancas y rojas del GR.

Pasamos al lado de una bonita surgencia de agua desde unas grandes rocas, cruzamos el río de Gave de Bious, por el robusto puente de Ayous, iniciando un ascenso de cierta pendiente en forma de larga rampa, pero con agradables vistas del bosque cubierto de musgo que lo hacía parecer a un cuento de hadas. Tras cruzar una cerca metálica, otra gran sorpresa nos esperaba, un precioso valle cubierto de un manto verde intenso por el que culebrea el río.

Cruzamos de nuevo el río de Gave de Biousel, en esta ocasión por un sencillo puente de hormigón que da paso a la inmensidad de la planicie de los verdes prados del valle de Bious.

En esta encrucijada de posibles caminos, continuamos remontando los meandros del río, ahora a nuestra derecha, y las turbas encharcadas que forma.

Unos metros más adelante, el camino se bifurca en dos. En este punto se inicia la circular, siguiendo rectos, se sube hacia el refugio y los lagos de Ayous por el GR.10, y por el camino de la izquierda, al col de Peyreguet, nuestro siguiente objetivo.

Así pues, dejamos el camino para continuar por la senda de la izquierda, en dirección sureste, dejando el camino que continúa de frente hacia la cabaña de Cap de Pount y el lago de Castérau.

La senda enseguida gana altura, ofreciendo unas sobrecogedoras vistas del valle de Bious, del Midi d'Ossau, y los picos Castérau y de Bielle.

La subida ya se hace continua hasta el pico Peyreget, en algunos casos con tramos tendidos, propiciados por las zetas que minimizan la pendiente, decoradas por una gran cantidad de rosales silvestres, gamones y otras retamas que dieron un colorido especial a este tramo, mitad entre bosque de hayas y abetos, mitad al descubierto.

Tras la última revuelta del bosque de Arazures, divisamos la bucólica cabaña de Peyreget, a nuestra derecha, que si no hubiera estado algo apartada del camino, nos hubiera gustado conocer y de cuyas inmediaciones surgió un enorme rebaño de ovejas que a toda prisa se fueron en busca de los verdes prados cercanos, balando con ansiedad.

Con la imponente silueta del Midi d'Ossau frente a nosotros, culminamos el ascenso hasta alcanzar el lago de Peyreget, tras haber pasado por varios neveros que aún conservaban gran cantidad de nieve, junto a la cual nos hicimos las inevitables fotos para captar nuestro deleite. No pensábamos que hubiera tanta nieve y nos alegró tan buena sorpresa.

Desde el lago, vimos el camino perfectamente marcado que asciende, en dirección este, al Col de Peyreget, pero como nosotros habíamos decidido complicarnos un poco la ruta, continuamos por la derecha, en dirección sur, siguiendo una senda que nos llevó al Col de L´lou, donde nos esperaba una impresionante vista al sur del mar de montañas del pirineo más próximo a España, destacando el Pico de Astún, y al norte, el precioso encuadre del lago de Peyreget a los pies del Midi d'Ossau. La verdad es que tardamos en ponerme en marcha, extasiados con tanta belleza.

Cuando nos recuperamos, continuamos el ascenso siguiendo, en dirección este, unas pequeñas trazas de senda, que en ocasiones desaparecían, hasta dar con un sendero perfectamente marcado, pero algo aéreo, que nos dejó directamente en la cima del Peyreget.

Desde la cumbre, algo concurrida, disfrutamos de una vista insuperable del Midi d´Ossau. Destaca entre las demás montañas por su color negro y su forma piramidal, aún en invierno, al no permitir la acumulación de nieve debido a su verticalidad. Majestuoso, se alza monolíticamente entre las montañas que lo rodean.

Lo cierto es que se trata de un antiguo estratovolcán. Esta gran mole rocosa es la lava solidificada en el interior de la chimenea de un viejo volcán, ya desaparecido, que la formó. Una vez erosionada la montaña que componía el volcán, ha quedado a la vista el contenido de la chimenea. Esto justifica su homogeneidad de material y sus verticalidades, lo que explica el que sea tan diferente a los picos vecinos. Estas características hacen de esta montaña un paraíso para la escalada con un sinfín de vías de diferentes dificultades.

A esta montaña se le llamó antiguamente "Los gemelos" al tener dos picos muy cercanos. La cumbre recibe el nombre de Gran Pic, con 2.884 metros y a su lado está el Petit Pic de 2.804 m de altura. 

Completan las puntas del Midi los picos secundarios de Punta de Aragón de 2.715 m, la Punta de Francia de 2.602 m y Punta Jean Santé de 2.573 m.

Tras las múltiples fotos, continuamos la ruta por el sendero, perfectamente marcado, que con dirección norte desciende hasta al Col de Peyreget, a 2.320 metros de altura, previo paso por un par de neveros, para darle más emoción a la bajada.

Unas cuantas fotos del collado y de las dos prominencias del Midi e iniciamos el descenso en dirección oeste hacia el Refugio Pombie, aunque no pretendíamos pasar por él, sino bordearlo y continuar avanzando por la ladera hasta llegar al siguiente collado.

En el descenso, pasamos junto a dos ibones muy bonitos medio congelados y varios neveros que unos franceses cruzaban corriendo a toda velocidad.

Para no perder tiempo y acortar rectos, dejamos el Refugio Pombie a nuestra derecha, lo que nos llevó a cruzar por un laberinto de grandes bloques, todo un caos de rocas que nos hace avanzar despacio y tomar muchas precauciones para no resbalar, lo que retrasó más de lo que hubiésemos deseado la marcha.

A la vista del resultado, es mejor tomar el desvío al refugio y disfrutar de su bello entorno, recuperando después el sendero, antes que cruzar el pedregal, de hecho el track lo he modificado en este sentido.

Continuamos por un hermoso canchal hasta llegar a una zona despejada del sendero con praderas muy verdes a ambos lados, adornada de pequeños neveros, alcanzando al poco el Col de Suzon (2.127 m). Desde este collado es de donde parten las ascensiones más habituales hacia el Midi d'Ossau.

Tras nuevas fotos de la emblemática y bífida cumbre y su entorno hechas desde todos los ángulos, proseguimos por una zona herbosa y con un pequeño arroyo que serpentea al lado del sendero.

Junto al arroyo paramos a tomar los bocadillos y descansar un rato al susurro del agua mientras contemplábamos a lo lejos una numerosa yeguada paciendo tranquilamente.

Continuamos el descenso, cruzando un nevero de grandes dimensiones, el último del recorrido. Más abajo, divisamos una cabaña de pastores y, al poco, un desvío en el que un poste indicador marca la dirección de donde venimos, hacia la que queremos ir, esto es, el Lago Bious-Artigues y justo hacía la parte baja del barranco, la Cabaña de Magnabaigt, donde un artístico cartel indica que en ella se vende queso.

Después de suavizarse la pendiente, alcanzamos el Col Long de Magnabaigt, una despejada pradera verde a rabiar, donde se ubica un túmulo megalítico.

A partir de aquí nos internamos en un espeso bosque, por una preciosa senda que tras unas bonitas zetas desciende hasta el aparcamiento del Lago Bious-Artigues, donde paramos a tomar unas ansiadas cervezas.

Reanudado el camino, nada más pasar la presa, continuamos el descenso por la pista asfaltada de Barrage durante medio kilómetro, que abandonamos para seguir el sendero que sale a la derecha, que durante un trecho discurre paralelo a las enormes tuberías que salen del lago.

Tras un giro a la derecha llegamos al aparcamiento de Bious Oumettes, donde habíamos dejado los coches, dando por finalizada está preciosa ruta circular que se merece 5 estrellas y porque no se pueden poner más.
Paco Nieto

viernes, 29 de junio de 2018

Excursión X141: Castillo de Acher

FICHA TÉCNICA
Inicio: Selva de Oza

Final: Selva de Oza
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 15,3 Km 
Desnivel [+]: 1.125 m 
Desnivel [--]: 1.353 m 
Tipo: Sólo ida
Dificultad: Alta
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 4

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
 
RESUMEN
Esta es la primera ruta de las cuatro que realizamos por la vertiente Occidental de los Pirineos Oscenses, a iniciativa y gracias a la organización de José Luis Molero, al que debemos la planificación y gestión de nuestra estancia por esta parte del paraíso.

Tras nuestra llegada de Jaca y darnos por la tarde un paseo por el Monasterio de San Juan de la Peña, hoy tocaba madrugar para estar a las 9 de la mañana en el camping de Selva de Oza, del que nos separaban unos 58 Km.

Llegamos con el tiempo suficiente para tomarnos un café en el bar del camping, mientras esperábamos al taxi Land Rover,  que nos subiría hacia Aguas Tuertas unos 7 km desde el camping, hasta el último aparcamiento permitido de la estrecha carretera, justo donde el arroyo del Barranco del Barcal desborda sus aguas por la calzada. De esta forma evitamos que la ruta sea de ida y vuelta, a la vez que nos permitía conocer mejor este precioso valle de los llanos de Guarrinza, bañados por las primeras aguas del río Aragón Subordán.

Desde el aparcamiento, iniciamos el ascenso pasando por el puente de hormigón que nos permite cruzar el arroyo sin tener que mojarnos las botas, tras lo cual, giro a la derecha y todo para arriba. El esfuerzo de arrancar subiendo pronto se ve recompensado con las impresionantes vistas de nuestro reto, el Castillo de Acher, que asemeja una fortaleza amurallada sobre elevada de escarpadas paredes, lo que le ha dado el apelativo de "Castillo", mientras que lo de "Acher" le viene del vocablo "Haitza", "Peñón" en vasco, vestigio de los antiguos pobladores de estos perdidos valles pirenaicos, que dejaron huella de su cultura megalítica en dólmenes de hace más de 2.000 años, como los que se observan en el área de Guarrinza.

Poco antes de los 2 km, alcanzamos un pequeño refugio con forma de bucólica cabaña protegida del ganado por una cerca metálica. Su interior guardaba restos de la hoguera que alguien debió encender para calentase al amparo de su chimenea, mientras disfrutaba de unas más que aseguradas estupendas vistas desde la puerta.

La senda, bien marcada discurre paralela al barranco, al que se aproxima en varias ocasiones, ofreciendo unas bonitas imágenes aéreas de las pequeñas cascadas que forma el agua, vistas desde los improvisados miradores naturales del camino.

El agua parece desgarrar el tamiz,  de un verde insultante, que a modo de alfombra cubre la ladera. Solo el silbido de las marmotas y el susurro del agua al caer rompen la infinita tranquilidad del paisaje. 

Poco antes de alcanzar la Collada del Barcal, nos encontramos con un esqueleto casi al completo de algún animal, que bien podría ser de un ternero que no superó las duras condiciones del pasado invierno. El contraste de color que nos ofrece un nevero sobre el verde de la pradera y la tierra roja del barranco es espectacular.

El color rojo es debido a areniscas y lutitas, una roca sedimentaria detrítica o clástica formadas en medios aluviales distales, transportadas y sedimentadas por antiguos ríos de carácter estacional, que arrastraban los sedimentos erosionados de las montañas hercínicas, esto es, debido al movimiento de las placas tectónicas sobre el manto terrestre, al chocar los continentes de Gondwana y Laurasia, durante el periodo geológico del Carbonífero. El tono rojizo lo aporta la oxidación de los minerales de hierro presentes en las lutitas.

Superado el Barranco del Barcal, frente a nosotros la escarpada vertiente este del Castillo de Acher. Sin embargo, la senda inicia aquí un rodeo por su cara sur, para acceder a la cima por la única fisura asequible del mismo. Y es en el Collado del Barcal, al rodear unas rocas, cuando Enrique y Jorge, llevados por la intuición se aventuran a alejarse del track y atrochar en busca de un acceso más directo. Gran error que les costó no poder hacer cumbre, tras toparse con el murallón e intentar subir por una fisura de acceso imposible si no se lleva equipo adecuado de escalada.

Mientras ellos se ufanaban en ascender por la complicada brecha, José Luis y yo continuamos, siguiendo el track, por la senda "oficial", con el permiso de unas vacas que se habían apoderado de ella.

En cómodo paseo entre praderas de un verde intenso, con la Sierra de Secús a nuestra izquierda y el Monte Campanil a nuestra derecha, nos plantó a los pies de la senda de subida al Castillo de Acher más factible y usual, marcada por una gran roca con el nombre de nuestro objetivo escrito en la misma.

El sendero, marcado con hitos, supera una empinada pedrera, con un tramo horizontal de respiro y otro final en el que hay que valerse de las manos en más de una ocasión y que a José Luis le entonó el cuerpo de qué manera.

A mitad del recorrido sale otra posible senda a la izquierda, pero se unen un poco más arriba. Alcanzado el collado de entrada al Castillo, tras superar 200 metros de subida, las vistas de este sinclinal colgado con forma de olas, son impresionantes. Nos quedaba subir a la zona más alta, que queda claramente a nuestra derecha.

Continuamos siguiendo una cómoda senda que rodea la "muralla" del castillo, con varias aberturas por las que contemplar, a nuestra derecha, por dónde hemos ascendido, y a nuestra izquierda, la cubeta característica de esta gran mole, surcada por un arroyuelo que se abría paso entre la nieve de los múltiples neveros que aún perduraban en su lecho.

La cima se encuentra tras la amplia "U" que cierra el interior del Castillo, en su cara norte, a 2.384 metros de altitud, marcada por un buzón montañero con forma de pequeña cabaña.

En él dejamos nuestro mensaje de recuerdo de nuestro paso por este espectacular techo del cielo. En la cumbre descansaban Juan y Benjamín, padre e hijo, que habían venido de Zaragoza, a los que agradecimos el hacernos las fotos de grupo, por decir algo, y su breve compañía, en la que nos contaron su afición compartida por la montaña.

Nosotros no quisimos quedarnos mucho más y enseguida iniciamos el camino de regreso, al estar preocupados por el destino de nuestros compañeros, de los que no sabíamos nada por la falta de cobertura de los móviles.

Descendiendo con cuidado por donde habíamos ascendido, pronto nos encontramos con nuestros compañeros, que nos esperaban descansando al inicio de la senda de subida. Agrupados de nuevo, buscamos un lugar con rocas donde parar a comer los bocadillos, poco antes de llegar al arroyo del Barranco de Espata.

Reanudada la marcha, cruzamos de este a oeste la verde pradera que se dirige a la Selva de Oza, con el Castillo siempre presente a nuestra derecha y a la izquierda un bonito refugio forestal en forma de cabaña que bien puede solucionar el encuentro con una inoportuna tormenta o ventisca.

El sendero pierde altura de forma constante entre verdes prados y las siluetas de las montañas a nuestro alrededor. Por momentos, se saborea la sensación de estar perdido en otro tiempo, cuando la tierra apenas había dado forma a estas montañas y solo el sonido del viento rompía el silencio de tan bella creación.

Poco después de cruzar el arroyo del Barranco de Espata, nos adentramos en el delicioso bosque de hayas que puebla las laderas de este barranco, momento que encontramos una pareja descansando y que se prestó a sacarnos una bonita foto de grupo con el Castillo de fondo.

El camino, sin pérdida posible y bien señalizado, desciende, siempre por sombra, por este espectacular entorno hasta el camping de Selva de Oza, tras cruzar por última vez el arroyo del Barranco de Espata, ahora con bastante agua, pasar por la llamada calzada Romana, y dejar a nuestra derecha el campamento juvenil Ramiro el Monje.

En la terraza del bar del camping celebramos la finalización sin incidentes de esta espléndida ruta, que nos mostró una de las montañas más singulares del Pirineo, y que se merece de sobra las 5 estrellas.
Paco Nieto

VÍDEOS

martes, 26 de junio de 2018

Excursión X140: El Laberinto de la Pedriza por la Arteria

FICHA TÉCNICA
Inicio: Canto Cochino

Final: Canto Cochino
Tiempo: 5 a 6 horas
Distancia: 9 Km 
Desnivel [+]: 569 m 
Desnivel [--]: 569 m 
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 4
Participantes: 5

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Nueva exploración por el Laberinto, en busca de aventura asegurada, de la mano de Paco Cantos, que poco a poco está descifrando las encrucijadas y los vericuetos secretos de esta maraña de pasadizos que esconde la Pedriza.

Iniciamos la ruta en el aparcamiento de Cancho Cochino, cruzamos el puente de madera sobre el río Manzanares, para a continuación remontar la ribera derecha del arroyo de la Dehesilla por la senda conocida como la Autopista, hasta alcanzar el Llano del Peluca.

Cruzamos el arroyo de la Majadilla para dirigirnos hacia las proximidades de la fuente Pedro Acuña, dejando el refugio Giner de los Ríos a nuestra derecha, ascendimos a continuación por el GR-10 hasta el Tolmo, haciendo una parada previa en la fuente Carmina, cercana a él, de la que emanaba un buen chorro de agua muy fresca que nos calmó la sed.

Rebasamos el Tolmo, en el que algún incívico ha dejado en forma de pintada su demostración de subnormal, que con poco éxito trato de borrar.

A unos 200 metros de esta enorme roca, nos desviamos a la izquierda, siguiendo una estrecha senda que por poco nos la pasamos. cruzamos el arroyo de la Dehesilla y en dirección noreste nos internamos en territorio desconocido.

Entre moles graníticas y rocas de curiosas formas, unas veces por arriba de ellas y otras por debajo, tratamos se encontrar la entrada al Laberinto. Nos topamos con el Risco Cuestolotrónico, y a falta de una mejor entrada, lo rodeamos por la izquierda, gracias a una especie de escalera de piedra adherida a la enorme mole.

Continuamos el dificultoso ascenso, y en una zona menos rocosa y protegidos por robles, paramos a dar cuenta de los bocadillos. La intuición nos guía en el ascenso, y a menos de cien metros de la parada alcanzamos el camino más conocido del Laberinto, justo pasado el Capuchino, a unos 200 metros de la entrada "oficial". En los lanchares que hay junto al jardín del Centinela, disfrutamos de unas vistas inmejorables del Collado de la Dehesilla y todo su entorno.

Continuamos en dirección este, pasando por un vivac que Paco Cantos califica con cinco estrellas, por su buen acondicionamiento, que incluye tarima de madera para mayor comodidad.

Al fondo divisamos La Loncha, que nos sirve de faro, mientras dejamos a la izquierda el Pasadizo Granulado, El Botijo y El Puro Nervio.

Al alcanzar La Loncha, nos sorprenden unas cabras que había bajo su enorme piedra, que huyen ante nuestra presencia. Nada más rebasarla giramos a la derecha, en dirección sur, para entre cuevas de difícil acceso y más de una complicada destrepada, bordear el Risco Matrizolándico y conectar con el recorrido seguido en el ascenso.

Para no repetir el trayecto, nos desviamos a la derecha para buscar, en dirección oeste, la Arteria y el Hueso, enorme roca alargada con forma de pata de jamón separada de la roca madre en sorprendente equilibrio.´

A la izquierda, mapa preparado por Paco Cantos con todos los caminos explorados del Laberinto (amarillo), pasadizos (rojo) y los pendientes de explorar (trazos azules), que promete nuevas aventuras por este singular y fantástico rompecabezas hasta conseguir conocerlo por completo.

Solo nos quedaba descender por la senda del Hueso hasta alcanzar el arroyo de la Dehesilla, que cruzamos para buscar el GR-10, pasando de nuevo por el Tolmo, En la fuente Carmina paramos a beber y repostar agua, descendiendo hasta cruzar la plataforma de madera sobre el arroyo de la Majadilla y descender por la Autopista hasta Canto Cochino, donde celebramos el fin de nuestra aventura con unas refrescantes cervezas.

Por la emoción que supone buscar nuevas rutas, esta excursión se merece 4 estrellas.
Paco Nieto