lunes, 10 de abril de 2023

Excursión X404: Embalse de los Peñascales y pequeña Pedriza de Torrelodones

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 11,6 Km
Desnivel [+]: 333 m
Desnivel [--]: 333 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: Sí/Sí
Ciclable: En parte
Valoración: 4
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta





























PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Algunos del grupo teníamos compromisos familiares y teníamos que estar de vuelta pronto, por lo que pensamos en esta ruta por cercana y porque algunos no conocían.

Echamos a caminar desde la Plaza de la Constitución, para recorrer la calle Real, y cruzar la Avenida Conde de las Almenas, título que ostentaba el primer propietario del cercano Palacio del Canto del Pico, junto al que pasaríamos unas horas más tarde.

Dejamos atrás la rotonda del Dedo Gordo, mediocre reproducción del que fue un risco que había a la salida del pueblo, junto a la antigua carretera de la Coruña, volado en la construcción de la autovía A-6. 

Continuamos por la calle Daniel Jiménez hasta salir al Cordel de Hoyo de Manzanares, por el que descendimos hacia el cementerio, al que rodeamos.

Desde allí, giramos a la izquierda para bajar por el Prado de la Solana, rodeados de encinas, entre el arroyo de Villarejo y el arroyo del Pretil hasta la Avenida del Lago, donde alcanzamos la antigua depuradora de los Peñascales, ya en desuso, cruzamos la carretera, para llegar a la fuente que hay junto al puente que salva el arroyo de Trofas, al que estaban limpiando de vegetación sus márgenes, lo que es de agradecer.

Remontamos el arroyo por su orilla izquierda, siguiendo una senda con escaleras, hasta alcanzar la presa del embalse de los Peñascales, oficialmente llamado de Gabriel Enríquez de la Orden. Nos recreamos con las bellas imágenes del cielo y casas reflejándose en sus quietas aguas, en las que una bandada de patos nadaban tranquilamente. Una serpiente de escalera huyó despavorida a nuestro paso por el sendero que en ese momento estaba cruzando.

Bordeamos la ribera de este embalse, que fue construido en 1962 para abastecimiento de agua de las urbanizaciones de su entorno, si bien ha perdido este uso con el desarrollo de otras infraestructuras hidráulicas por parte del Canal de Isabel II, que suministran agua a las urbanizaciones de Los Peñascales.

Seguimos la preciosa senda que entre juncos, zarzamoras y flora de ribera serpentea entre las lujosas viviendas que lo circundan hasta alcanzar el arroyo de Trofas que nutren de agua al embalse.

Un puente de madera permite cruzarlo, aunque en nuestro caso no lo hicimos, para continuar remontándolo, siguiendo una bonita senda, con una pequeña cascada incluida y mucha vegetación, donde el musgo engalana rocas y muros.

Alcanzada la carretera del Pardo, la cruzamos para continuar por la senda que paralela al arroyo sigue remontando el arroyo de Trofas. En un cruce de sendas, continuamos por la que nos sale a la izquierda, que en prominente cuesta, entre jaras y encinas, alcanza la casa de Cantos Negros, que avanza hacia su imparable ruina.

Tras un recorrido por sus aledaños y estancias, todas grafitadas y en penoso estado de dejadez de lo que tuvo que ser una magnífica casa, continuamos por el precioso camino de acceso, adornado por dos hileras de pinos que parecen conducir al paraíso y que a mi siempre me ha recordado a los cortijos de mi tierra.

Aquí nos paramos a tomar el tentempié de media mañana, disfrutando del canto de los pájaros y la paz del lugar.

Pronto la dejamos, para ascender por una senda que sale a la derecha, con estupendas vistas de la Sierra del Hoyo y el pequeño valle que forma el arroyo de Trofas, destacando hacia el oeste la blanca fachada de la casa del Pendolero, famosa finca que perteneció a la familia de Antonio Maura, el que fuera varias veces presidente del consejo de ministros y otros cargos políticos con Alfonso XIII. Ha sido escenario de diez películas, entre las más conocidos están: Mamá cumple cien años y Ana y los lobos.

Alcanzado el repecho, tomamos un desvío a la izquierda para visitar un viejo búnker militar de la posición Lince, construido durante la Guerra Civil sobre un espigado risco de granito.

Tiene dos estancias, una de ellas con aspilleras, y otra con una terraza-mirador con barandillas que han caído al suelo.

Durante la guerra civil, en la que el palacio del Canto del Pico fue utilizado como cuartel general del ejército republicano en la batalla de Brunete, este observatorio, debido a su elevada posición estratégica, ofrecía unas buenas panorámicas de la carretera de La Coruña, de la zona del monte del Pardo y toda la planicie sur de Madrid, en dominio republicano.

Reanudamos la marcha siguiendo el camino hasta alcanzar la carretera de Hoyo de Manzanares, a pocos metros de la entrada a la finca del Palacio del Pico.

Un poco más abajo, la cruzamos para seguir por la urbanización de Los Robles, ascendiendo por la calle Abeto al mirador de los Robles.

Desde allí, a vista de pájaro, se contempla todo Torrelodones, en espectacular panorámica. Desde aquí nos internamos, en dirección noreste en la que para mí es la pequeña Pedriza, por asemejarse, en pequeña escala, a la reina de los riscos graníticos madrileños.

Unas escaleras en piedra dan acceso a una senda que se dirige hacia la tapia del Palacio del Canto del Pico, la malograda casa-museo que vive sus horas más bajas, después de haber acumulado muchas obras de arte y mucha historia reciente de España. Uno de los símbolos más reconocibles del pueblo, caído en desgracia y en el más terrible de los abandonos.

Continuamos paralelos a la tapia de piedra , pasando detrás del depósito de agua, ya en desuso que linda con ella. En dirección oeste y siempre con la tapia muy cerca de nosotros a nuestra derecha, fuimos cruzando el Monte de los Ángeles, que nos regalaba estupendas vistas de Torrelodones y, a lo lejos, de los pueblos circundantes y cumbres reconocibles como las Machotas y Abantos.

A cada rato, la intrigante silueta del palacio se nos mostraba, tan de cerca, que parecía que estábamos más al otro lado de la tapia que de éste hasta que sucumbimos a su llamada y nos adentramos unos metros hasta estar a sus pies, aprovechando un tramo derruido de la tapia.

Está situado en uno de los puntos más altos de la localidad, a 1011 metros de altitud, desde donde se pueden divisar 37 localidades de la provincia, incluida la capital.

La edificación se localiza junto a un canto granítico en forma de pico de ave que da nombre al palacete.

Salimos de nuevo al sendero y al alcanzar un promontorio de rocas que hace de estupendo mirador del Palacio, giramos a la izquierda para descender entre grandes moles de granito hasta los límites urbanísticos del pueblo.

Pasamos junto a unos grandes riscos, tras los cuales se encuentra una cueva, ahora cerrada, en la que al parecer se encontraron pinturas rupestres.

Por detrás de la urbanizaciones continuamos, para girar después a la derecha por la calle que baja de los Robles, regresando así a la plaza del Ayuntamiento, tras pasar junto a la pista de atletismo José Luis Torres y callejear hasta ella. En el Club 72 se quedaron a comer los que no tenían compromisos familiares, dando así por finalizada esta entretenida ruta, que bien se merece 4 estrellas. 
Paco Nieto

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