lunes, 18 de enero de 2021

Excursión X259: Torrelodones por el puente de Alcanzorla

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Torrelodones
Final: Torrelodones
Tiempo: 3 a 4 horas
Distancia: 12,4 Km 
Desnivel [+]: 287 m 
Desnivel [--]: 287 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 4
Participantes: 6

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta











TRACK

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

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RESUMEN
Esta ruta tenía como objetivo hacerle una visita al al bello y romántico puente de la Alcanzorla, de evocadora historia, amén de recorrer la zona de Monte Peregrinos, en el extremo oeste de Torrelodones.

Iniciamos la ruta en la plaza del ayuntamiento, todavía cubierta de nieve y con su fuente congelada, y enseguida nos dirigimos hacia la explanada del punto limpio para, nada más pasar bajo la A-6, ascender por la escalera que conduce a la torre de los Lodones, estratégica Atalaya de origen árabe.

Al pie de sus muros de piedra, cargados de historia, las vistas del pueblo, de la llanura de Madrid y de la Sierra de Guadarrama son sencillamente majestuosas, e invitan siempre a su contemplación sin prisas, máxime si están engalanadas de un persistente manto blanco, el que dejó la borrasca Filomena con su gran nevada y que está resistiendo a deshelarse.

Tras las fotos junto a tan emblemática torre, giramos a la derecha, entre bastante nieve, hacia la urbanización de Las Marías, que toma su nombre, y esto pocos lo saben, precisamente de la atalaya, ya que proviene del árabe Al-mariya, el mismo étimo que, por ejemplo, ha dado nombre a la ciudad de Almería.

Cruzamos la urbanización por el paseo de Emilio Alarcos hasta llegar a la otra entrada a la urbanización, la de la carretera de Galapagar.

Cruzamos la rotonda y pasando junto al club de campo, hoy día denominado como Centro de Iniciativas y Desarrollo Municipal Torreforum, nos encaminamos hacia el bonito parque que hay tras él, en el que el par de lagunas que tiene estaban completamente congeladas.

Tras cruzar el parque, callejeamos en dirección noroeste buscando la avenida de Rosario Manzaneque, pasando junto a modernistas chalet cúbicos, alguno con la impronta del arquitecto Joaquín Torres, el que diseñó varias viviendas de lujo en el conjunto La Finca.

Conforme nos internamos por la parte más antigua de la Colonia, los chalets van tornándose más rústicos, abandonan las grandes cristaleras y las paredes rectangulares en blanco para dar paso a la piedra de granito, la pizarra y amplios y boscosos jardines.

Al llegar a la calle Monte Aurora, giramos a la derecha, en busca de la entrada al Monte Peregrinos. Se trata de una urbanización con amplias zonas de encinas entre las cuales van asomando casas desperdigadas a la vieja usanza.

Tras zigzaguear por el encantador entorno, apenas sin pendiente, en su extremo más occidental se inicia una fuerte bajada y, al poco, seguimos por una estrecha senda que sale a la derecha en dirección al arroyo de Peregrinos, límite natural con la urbanización Parquelagos.

Buscamos el lugar más idóneo para vadear el arroyo, pero llevaba tanta agua, que nos resultó imposible hacerlo, se hubiese necesitado dar un salto olímpico para conseguirlo.

Tuvimos que arrastrar un pesado tronco y cruzarlo a modo de puente por la zona más estrecha del arroyo para poder pasar a la otra orilla.

Continuamos por la senda que nos sale a la izquierda, acercándonos al alud que soporta las vías del ferrocarril, en su empeño por hacer su recorrido plano.

Para pasar al otro lado, nos metimos por el túnel que encauza las aguas del arroyo Peregrinos, pero que deja una elevada acera de paso, libre de inundaciones.

Continuamos por la senda que desciende arroyo abajo, hasta dar con una pista en la urbanización Las Minas y que, tras una empinada cuesta, facilita el paso por una alambrada al mirador natural del río Guadarrama, al que nos acercamos a contemplar el impresionante cañón que ha labrado con paciencia el agua.

Desde allí descendimos con cuidado entre enormes riscos hasta las proximidades de puente de la Alcanzorla, parando a tomar el tentempié de media mañana en un promontorio rocoso que hacía de excelente mirador del puente y el desfiladero.

El puente salva el río Guadarrama a la salida de su estrecha garganta. Aunque muchos le asignan un origen romano, es una construcción medieval, erigida durante la dominación musulmana del centro de la península, probablemente levantado entre los siglos IX y XI.

Formaba parte de un camino militar, a través del cual se unían distintas torres-vigía y ciudadelas, diseminadas longitudinalmente entre Talamanca de Jarama y el Valle del Tiétar.

Las fortificaciones más cercanas a su enclave son la Atalaya de Torrelodones y La Torrecilla, ubicada en el término de Hoyo de Manzanares.

Las primeras referencias escritas del puente son muy posteriores a su construcción. Estas se sitúan en el año 1236, cuando el rey Fernando III de Castilla pidió ayuda para recuperar Córdoba a cambio de unos terrenos situados entre Galapagar y Torrelodones, curiosidades que unen mis dos ciudades de vivencias.

Tras las muchas fotos que este puente merece, lo cruzamos con cuidado, ya que su parte norte mantenía nieve y placas heladas que tuvimos que sortear con la máxima atención. Al otro lado, pasamos a la urbanización de Los Jarales, para salir a otro puente, llamado Puente Nuevo.

Fue conocido como tal desde su inauguración en el siglo XVI, para diferenciarlo del viejo puente de la Alcanzorla, que quedó en desuso tras la apertura de la nueva infraestructura, mandada construir por Felipe II y atribuido a Juan de Herrera.

Desde allí, enlazamos por la calle de la Tejera con las escaleras y el puente que salvan las vías del tren, para continuar por la carreteras M-519, la que va a Galapagar, unos pocos metros para enseguida desviarnos a la derecha por la calle de la Estación.

Pasamos junto a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y la Estación, antes de alcanzar la travesía del Gasco para, sin cruzarla, continuar por la dehesa que sale al este de la urbanización Montealegría, muy cubierta de nieve, lo que la hacía aún más bella recorrer la bonita senda que nos llevó hasta el camino del Pardillo.

Dejando a la derecha el túnel sobre el ferrocarril, proseguimos por la senda que, en dirección noreste, se dirige a Las Marías, dejando a la derecha los numerosos riscos que preceden la hondonada por la que circula encajonado el tren.

Entre nieve, ascendimos hasta llegar al pequeño pinar que hay en las inmediaciones de la Torre de los Lodones, siempre agradable, especialmente por su sombra en verano. 

Siempre me sobrecoge el momento en que la atalaya comienza asomar entre las rocas, con el Palacio del Canto del Pico al fondo.

Descendiendo por su lado oeste, menos abrupto, alcanzamos las escaleras por las que bajamos a la explanada y bajo los túneles de la autovía A-6, alcanzar de nuevo la plaza de la Constitución, dando así por finalizada esta estupenda excursión, que bien se merece 4 estrellas.
Paco Nieto

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