lunes, 16 de julio de 2018

Excursión X146: Cabeza Mediana y Valle de la Angostura

FICHA TÉCNICA
Inicio: La Isla

Final: La Isla
Tiempo: 7 a 8 horas
Distancia: 23 Km 
Desnivel [+]: 872 m 
Desnivel [--]: 872 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas y agua: Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 7

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta


















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta














TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH
* Mapa 3D (archivo kmz)

RUTA EN WIKILOC
Ver esta ruta en Wikiloc

RESUMEN
Para no bajar el listón de la excursión anterior por la Cuerda de la Pinillla, nos planteamos esta de 23 Km, medio más, aunque con un poquito menos de desnivel, y eso sí, mucho más fresquita porque el Valle de la Angostura siempre lo es.

En el aparcamiento de la Isla nos reunimos los 7 participantes de la excursión, el tiempo quiso ayudar y en la parte más dura de la ruta, la subida desde La Isla a Cabeza Mediana y Puerto de Cotos, las nubes proporcionaron unos grados menos para hacerla más llevadera.

Nos pusimos en marcha, dirigiéndonos hacia el restaurante Los Claveles y tras cruzar la carretera de Cotos a Rascafría, ascendimos por la pista que sube al Mirador de los Robledos, al que llegamos tras pasar por el bonito refugio de madera utilizado como puesto de vigilancia contra incendios.

En el mirador, presidido por un enorme monolito, erigido como monumento a los Guardas Forestales, contemplamos las fantásticas vistas del Valle del Lozoya, con el Monasterio de El Paular en primer término, los pueblos ribereños del Lozoya a continuación y las cumbres de Peñalara y Montes Carpetanos cerrando por el oeste el marco. Cumbres y puntos de interés que pueden localizarse en un señalizador circular que hay junto al monumento.

Continuamos el ascenso recuperando la pista que sube a Cabeza Mediana, a la que llegamos dando una amplia curva, tras una breve parada para contemplar una laguna que nos quedaba a la izquierda, en la que nuestras mascotas no tardaron en zambullirse. En una fuentecilla, de la que manaba un hilo de agua, aliviamos la sed acumulada en la subida.

Desde los 1.629 metros de altitud del vértice geodésico de Cabeza Mediana contemplamos las espléndidas vistas del Valle de la Angostura, del Lozoya y todo el macizo de Peñalara, a punto de ser engullido por las nubes, al sur bonitas vistas de Cuerda Larga, con Cabezas de Hierro justo frente de nosotros.

Descendimos unos cien metros en dirección suroeste hasta llegar al collado de la Silla de Malabarba, y sin enseguida acometimos in un brusco pero corto ascenso hasta Cerrito Sarnoso, donde nos hicimos la foto de grupo aprovechando el esqueleto de lo que queda de un árbol caído que lleva allí mucho tiempo.

Volvimos a descender, hasta alcanzar el arroyo de la Laguna de Peñalara, previo paso por otra Silla, la de Garcisancho. Cruzamos el arroyo, que llevaba más agua de la esperada y acometimos una fuerte subida hasta enlazar con el Camino Viejo del Paular, coincidente con el GR-10, que seguimos hasta llegar al Puerto de Cotos, tras pasar junto a un refugio abandonado y una extensa pradera donde paramos a reponer fuerzas y comer los bocadillos acompañados de un estupendo vino, que como siempre, botella incluida, nos trae Jorge.

En Venta Marcelino nos tomamos unas buenas cervezas acompañadas de chorizo y morcilla que nos supieron a gloria, celebrando así haber culminado la parte más exigente de la ruta. Ahora comenzaba otra excursión completamente distinta a la anterior, descender hasta la Isla por el sombrío Valle de la Angostura.

Le comenté al grupo que ya todo era de bajada, y para certificarlo salimos de Cotos subiendo por la senda que asciende al cerro que hay enfrente de la Venta. Me puse delante y aligeré el paso para evitar miradas asesinas, aunque era por una buena causa, evitar la carretera que sube a Valdesquí.

Tras el breve repechón, la senda desciende suavemente hacia el refugio del Pingarrón, cruzando la aludida carretera de Valdesquí, pasando por un collado de obligada parada para contemplar, a la derecha, la desafiante cresta telúrica de Cabezas de Hierro y resto de la Cuerda Larga, y a nuestra izquierda el imponente macizo de Peñalara. Y de frente, cuan parque jurásico, el valle de la Angostura desdibujándose en el horizonte por efecto de una fina niebla, ¡todo un espectáculo!

Con tan impresionantes vistas, y ya tranquilizado el personal al comprobar que todo lo que quedaba sí era de bajada, bordeamos el refugio, que cuelga sobre una despejada ladera, para descender bruscamente al arroyo de las Guarramillas, continuando por su orilla izquierda hasta alcanzar enseguida la recoleta y recóndita poza de Sócrates, donde algunos nos dimos un memorable primer baño de la ruta en su gélida ducha, animados porque, como si estuviera planeado, las nubes de la mañana habían dado paso al sol para animar las ganas de baño.

Continuamos descendiendo el arroyo de Guarramillas por la misma orilla, siguiendo una senda no muy marcada, con vistas a todo un rosario de pequeñas y cantarinas pozas que forma el agua en su alocada huida hacia el fondo del valle.

Para nuestra sorpresa, la senda se iba desvaneciendo conforme nos acercábamos al arroyo, que vadeamos para enseguida alcanzar un roquedal, excelente mirador del valle, por el que se despeñan sus aguas, formando una bonita cascada de gran altura, junto a unos tejos milenarios. El lugar invita a quedarse todo el día, escuchando el murmullo del agua al caer.

Continuamos cruzando por un puente el arroyo de las Cerradillas, para seguir por una pista con el arroyo de las Guarramillas a nuestra izquierda, hasta cruzarle por un puente hecho a base de bloques de cemento por entre los cuales discurre el agua.

Seguimos por una amplia pista que cruza el arroyo de la Laguna Grande de Peñalara, que nace en dicho humedal, punto donde el Guarramillas cambia de nombre, pasando a llamarse arroyo de la Angostura, nombre que no le dura mucho, porque algunos kilómetros más abajo, tras recibir las aguas del arroyo del Aguilón, sin previo aviso y sin que haya un punto concreto que lo indique, pasa a llamarse río Lozoya.

Al poco volvimos a cruzar el arroyo por un puente, entretenidos con tanto cambio de nombre y tanto cambio de orilla, descendimos sosegadamente por el Camino de las Vueltas, hasta alcanzar la gran e idílica poza que hay poco antes de llegar al puente de la Angostura. Y aquí sí, el regocijo en el agua fue general, con saltos desde las rocas, largos de punta a punta y risas generalizadas.

Refrescados, continuamos por una verde pradera, parando un instante a contemplar el puente de la Angostura, de piedra, que salva el corto estrecho que da nombre al valle y que para muchos es uno de los más hermosos de toda la Sierra. Sin cruzarle, continuamos por el camino Viejo de Segovia, que llevaba desde el monasterio de El Paular a Valsaín a través del puerto de los Cotos, hoy llamado PR-25, mucho menos poético, eran otros tiempos.

Poco a poco, el bosque se fue transformando. Los pinos fueron dejando sitio a otras masas forestales como abedules, acebos y robles, llamando mucho nuestra atención los helechos que cubrían amplias zonas de la ladera del arroyo de Valhondillo. Al poco, llegamos al remanso de agua del embalse de la Presa del Pradillo, donde algunos nos quedamos con ganas de un nuevo baño.

Continuamos y enseguida alcanzamos la Isla, inicio y final de nuestra ruta. En el bar del mismo nombre celebramos el final de esta preciosa ruta en la que ha habido de todo: cerros, collados, aperitivos en Venta Marcelino, paseo ribereño sombreado por pinos, serbales, sauces, abedules, acebos, avellanos y robles, jalonado con baño en pozas cristalinas, chorreras, piscinas naturales, y hasta un embalse, y estupenda compañía.

Por todo esto, se ha hecho merecedora de 5 estrellas esta bonita y gratificante excursión.
Paco Nieto

FOTOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario