domingo, 29 de enero de 2023

Excursión X384: Lagunas de Peñalara por refugio Zabala

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Puerto de Cotos
Final: Puerto de Cotos
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,5 Km
Desnivel [+]: 711 m
Desnivel [--]: 711 m
Tipo: Circular
Dificultad: Media
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: No
Valoración: 5
Participantes: 10

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta

















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Para poder seguir disfrutando de la nieve caída la semana anterior, decidimos visitar las lagunas glaciares del Parque Natural de Peñalara, que a buen seguro iban a estar cubiertas de nieve o heladas, como así fue.

En el aparcamiento del Puerto de Cotos nos reunimos bien equipados y abrigados, aunque el espléndido sol presagiaba que no iba a ser muy necesario, porque sin viento y caminando, pronto nos sobraría la mitad de lo que llevábamos.

Por las escaleras de madera que suben hacia el chozo de entrada comenzamos el ascenso por la pista del PR-3, en la que ya encontramos bastante nieve y un cartel que pone "Prohibido trineos", al que algunos no hacían mucho caso.

A mitad de la cuesta, a mano izquierda, salía abundante agua de la Fuente Cubeiro, y puedo asegurar que bien fresquita.

Al final de este primer tramo de subida llegamos al Mirador de la Gitana, cuyo indicador de montañas señalaba los picos nevados de Cabezas de Hierro y Valdemartín.

Una bonita vista que cada vez que paso por aquí me impresiona y me gusta contemplar. En la explanada del mirador se encuentra también, en el suelo, un reloj de sol hecho de piedra de granito que hoy estaba totalmente cubierto por la nieve.

Después de una curva a la izquierda llegamos al Cobertizo del Depósito, multitud de carámbanos colgaban afilados de su techo.

La pista estaba cubierta de nieve dura y teníamos que ascender con cuidado. Los pinos de su alrededor no tenían ya nieve, lo que contrastaba con el suelo. En el horizonte se podía divisar claramente la silueta nevada de la Cuerda Larga, todo un espectáculo.

A medida que ascendíamos, los pinos se iban volviendo más escasos y de menor altura. Al llegar a la primera bifurcación, abandonamos el PR-3 para seguir el camino que lleva a la laguna de Peñalara.

Este camino bordea a media ladera la peña los Quesos, una de las cimas del Parque, reconocible por su pico de relieve redondeado, que está situada a mitad de camino entre el Puerto de los Cotos y el circo glaciar de Peñalara.

La pista va ascendiendo hasta llegar al Cerro del Cuco, que parece delimitar la frontera natural del bosque.

Desde él comenzamos el descenso en dirección al circo glaciar de Peñalara, que, con sus 140 hectáreas es el más extenso de la Sierra de Guadarrama. Se calcula que se formó en el período Cuaternario, hace 1.8 millones de años.

Nuestra intención era desviamos un poco a la derecha para contemplar la laguna Chica de Peñalara, pero a petición de Carlos, decidimos subir al refugio de Zabala.

Sin sendas que poder seguir, guiándonos por la intuición y algunas pisadas remontamos la ladera hasta alcanzar el refugio. Es obra del arquitecto Julián Delgado Úbeda y fue inaugurado el 2 de octubre de 1927 por los miembros pertenecientes a la Sociedad Peñalara, una sociedad de montañeros establecida a principios del siglo XX. ​ El nombre del refugio rinde homenaje al alpinista José Fernández Zabala.

Está construido con granito y hormigón, actualmente está dividido en dos partes, una empleada para almacenar material y otra parte, bastante pequeña, que queda abierta para el público y está concebida para que sirva de refugio temporal ante los fenómenos meteorológicos. No está acondicionada para pernoctar, aunque es posible hacerlo en caso de necesidad. Estuvimos especulando con cuántas personas cabrían, y concluimos que de 2 a 6, dependiendo de lo juntitos que pasasen la noche.

Mientras esperábamos a los demás, llegaron unos militares que estaban de entrenamiento y tras una breve charla con ellos, continuamos rumbo hacia la laguna Grande.

Delante de nosotros la imponente cornisa de las cumbres de Peñalara te dejan literalmente helado, por sus laderas nevadas se suelen contemplar intrépidos senderistas que suben a Peñalara por su parte más complicada y helada, donde la nieve parece nata derramada sobre una tarta. Para mí es una experiencia que la sigo teniendo pendiente.

Con cuidado, descendimos hacia la laguna, asentada en una gran hondonada desde la que contemplamos, a nuestra izquierda, en la distancia, el Refugio Zabala, situado sobre un resalte rocoso que separa las dos cubetas glaciares que conforman el circo de Peñalara. 

La luz nítida hacía resaltar el color verdoso de las peñas y rocas debido a un diminuto liquen que las recubre, aportando algo de color a un paisaje en blanco y negro.

En primavera, el agua que desciende de la montaña a causa del deshielo se acumula en la Hoya de la laguna, convirtiéndola en un humedal surcado por numerosos arroyuelos que derriten la nieve por debajo, aflorando a la superficie en numerosos lugares.

La laguna Grande tiene agua de forma permanente, es de forma ovoidal, con una longitud máxima de 127 metros y una anchura máxima de 73 metros.

En ella no viven peces (como en ninguna de las lagunas del Parque, al congelarse en invierno), pero sí anfibios, y en sus riberas nidifican varias especies de pájaros.

Hoy estaba completamente helada, pero se adivinaba su perímetro por el cambio de color de la nieve que la cubría.

Tras la breve parada, el grupo se dividió en dos, unos tenía que regresar pronto y harían la "ruta corta", volviendo al puerto de Cotos, el resto haríamos la "ruta larga", acercándonos a la laguna de los Pájaros, para lo cual, buscamos la senda que, bordeando la loma, sube al mirador de Javier, situado a unos 300 metros de distancia de la laguna. Desde aquí se podía contemplar una espectacular vista de la Cuerda Larga y todo el circo de Peñalara.

En el mirador enlazamos con el PR-15, que se interna por la ladera de la montaña en leve ascenso, entre solitarios y heroicos pinos moldeados por el viento, sobreviviendo a los duros inviernos, año tras año.

Gradualmente la pendiente se volvió más empinada. Tras la cuesta, alcanzamos un mirador natural señalizado por un enorme hito de piedras desde el cual se goza de las mejores vistas del macizo de Peñalara y las Cinco Lagunillas, que en esta ocasión, sin embargo, estaban prácticamente invisibles bajo el manto de nieve.

Esta zona para mi tiene un encanto especial, sobre todo en primavera con el deshielo. En temporada de deshielo es pantanosa, por lo que el sendero que la atraviesa está protegido por pasarelas de madera, que hoy también estaban, pero completamente tapadas bajo la densa capa de nieve.

A continuación ascendimos por el canal que conduce a los llanos de Peñalara, planicie situada a los pies de la cornisa y que lucia un resplandeciente manto de nieve.

Continuamos en dirección a la laguna de los Claveles, que como era de esperar, también la encontramos nevada. Proseguimos la travesía de la gran planicie nevada, pasando al poco por la zona de las charcas, que hoy estaban completamente cubiertas de nieve, más adelante la laguna Mariposa estaba igual.

Por aquí, los escasos pinos presentaban unas bonitas cencelladas y estaban semicubiertos de nieve. En el horizonte vislumbrábamos la característica silueta de Peñalara y el risco de los Claveles que cobija a sus faldas la laguna de los Pájaros.

Ésta es la más alta de todas las lagunas del Parque y una de las más grandes. De forma similar a la suela de un zapato, mantiene agua de forma permanente, al igual que la laguna Grande, a pesar de su escasa profundidad (máximo 0,5 m). Se debe a la presencia de un sustrato limoso que impide que el agua se suma en el terreno.

Contemplándola nos tomamos un refrigerio y tras un breve descanso iniciamos el camino de regreso volviendo sobre nuestros pasos, siguiendo el trazado de la PR-15 y disfrutando de la incomparable majestuosidad de la Cuerda Larga en el horizonte.

Unas vistas que siempre me trasladan a recuerdos de mi infancia, cuando leía novelas de cazadores de Alaska por montañas de paisajes nevados imposibles de imaginar en mi tierra natal de la campiña cordobesa.

Esta vez, nos desviamos a la derecha, para acercarnos a los riscos y poder contemplar de cerca los helados carámbanos que se habían formado por sus verticales paredes. Cruzamos las Cinco lagunas, de las que no había ni rastro bajo tanta nieve, subimos el repecho que siempre se hace largo y da paso a la bajada que nos lleva al mirador de Javier, donde nos reagrupamos para iniciar el descenso final hacia el Puerto de Cotos.

Al final de esta primera cuesta nos encontramos a la derecha con el chozo de vigilancia y de frente con el puente de madera que cruza el arroyo que desagua de la laguna Grande, cuyas aguas, montaña abajo, se incorporan al caudal del río Lozoya.

Tras cruzar el puente giramos a la izquierda, siempre siguiendo el PR-15, que desciende bordeando la ladera hasta el pinar, particularmente hermoso en este tramo.

En la la fuente del Cedrón, con su agua fresca y cristalina, paramos a beber, y tras pasar por un portón, llegamos de nuevo al Cobertizo del Depósito por el que habíamos pasado esta mañana.

El grupo se había estirado mucho y tenía prisa por ver si alcanzaba a los compañeros que esperaban en el refugio de Cotos, el bar de la estación.

Descendimos el último tramo hasta el Puerto de Cotos, pasando de nuevo por el chozo de entrada y el centro de interpretación.

Al llegar a la estación, los de las prisas por volver a Madrid ya se habían marchado, nos esperaban los que iban a comer con nosotros.

Por las vistas espectaculares, la belleza imponente del paisaje glaciar cubierto de su blanco manto invernal y lo bien que lo pasamos, esta excursión se merece la máxima nota, 5 estrellas.
Paco Nieto

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