lunes, 2 de enero de 2023

Excursión X380: Chorreras de Miraflores de la Sierra

FICHA
 TÉCNICA
Inicio: Miraflores de la Sierra
Final: Miraflores de la Sierra
Tiempo: 4 a 5 horas
Distancia: 12,6 Km
Desnivel [+]: 375 m
Desnivel [--]: 375 m
Tipo: Circular
Dificultad: Baja
Pozas/Agua: No/Sí
Ciclable: Sí
Valoración: 5
Participantes: 17

MAPAS 
* Mapas de localización y 3D de la ruta















PERFIL
* Perfil, alturas y distancias de la ruta













TRACK
Track de la ruta (archivo gpx)

PANORÁMICA 3D GOOGLE EARTH

RUTA EN RELIVE
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RESUMEN
Hace un par de años programé esta misma ruta a la que no pude asistir. Me contaron que les gustó mucho y desde entonces la tenía pendiente, a la espera de que las circunstancias permitieran repetirla.

Como preveía que los arroyos que forman las cascadas iban a llevar bastante agua, no lo dejé para más tarde y así surgió el hacerla como primera ruta del año.

Quizás por todo esto, la participación fue masiva, hasta nos acompañó Enrique, en feliz proceso de recuperación. Nos reunimos en el aparcamiento que hay junto a la Fuente del Cura, nada más cruzar por un puente el río Guadalix, en el extremo oeste de Miraflores de la Sierra.

El cielo estaba algo nublado, pero con grandes claros, no se esperaba lluvia. Un día estupendo para caminar.

Salimos del aparcamiento en dirección al área recreativa de la Fuente del Cura, por el camino asfaltado que asciende hacia un precioso bosque de roble melojo por el que el sol se dejaba entrever, alargando las sombras de los árboles y sus deshojadas ramas.

La pista enseguida gira a la derecha, en dirección suroeste, por la zona conocida como Las Bayonas, cruza el arroyo de las Zahúrdas, sin agua y se interna en Puerta Lobera. Al llegar al Vallejo del Conjuro la niebla nos envolvió durante un instante, pero enseguida se evadió.

Justo donde la pista se bifurca en dos, nos acercamos a la izquierda a un promontorio de rocas, el mirador natural de la Muñequilla, desde el que tenemos unas excelentes vistas del valle.

Desde aquí, es posible contemplar el vuelo de algún milano real, el abundante busardo ratonero o alguna pareja de cuervos realizando acrobacias en el aire.

Proseguimos por la pista de la derecha, en ligero ascenso, en dirección oeste, hasta llegar al arroyo del Espino, por el que corría un pequeño chorro de agua.

El camino discurre en ligero ascenso, cruza el Cordel del Puerto, utilizado antiguamente por pastores y ganaderos para conducir a sus rebaños al cercano puerto de la Morcuera.

Nos aproximamos a una cerca metálica que dejaba ver un edificio en ruinas y una granja algo más atrás de ella.

Cruzamos una barrera y continuamos de frente por el Monte Aguirre, una zona de pinos albar, desviándonos unos metros más adelante por la pista que surge a la derecha y que enseguida realiza un par de zetas que minimizan la pendiente.

Tras una de ellas, dejamos de subir por la pista para continuar de frente, sin pendiente, hacia el Barranco de los Eriales o arroyo de San Blas, donde se encuentra la primera de las chorreras del día.

El agua del arroyo se precipita desde unos 10 metros de altura con gran estruendo por un lanchar granítico formando una media luna. Junto al arroyo crecen robles rodeados de musgo.

Un poco más abajo se forman otro par de saltos, de muy poca altura, pero también muy bellos, la senda que baja a ellos es muy empinada, por lo que hay que ir con cuidado.

Mientras la contemplamos, nos enteramos que un par de compañeros, más rezagados, no se han desviado en el punto oportuno y han continuado subiendo, les esperamos mientras hacemos fotos y nos hidratamos.

Todos juntos emprendimos el regreso a la pista, volviendo sobre nuestros pasos, para continuar el ascenso por la izquierda, en dirección norte.

A ambos lados, estamos rodeados de altos pinos, que crecen entre helechos que han cambiado su color verde primaveral por el ocre del invierno.

Pasamos junto a un deteriorado muro de piedras superpuestas que parece delimitar alguna finca o zona de ganado, punto en el que la pista gira hacia el noroeste.

Un poco más adelante, nos sorprende en un claro del bosque el que haya muchos pinos caídos, seguramente atacados por algunos de los parásitos o plagas que afectan a estas coníferas.

La pista, ya convertida en sendero, alcanza aguas arriba el Barranco de los Eriales, el mismo arroyo que forma la chorrera en la que acabamos de estar.

Aquí también hay otra, mucho más modesta que la anterior, que desciende por la loma, a poco de alcanzar el puente por el que el agua corre hacia la siguiente.

Dejando el arroyo a nuestra izquierda, continuamos por la senda, entre más pinos y helechos secos. Nuevamente vemos árboles caídos en el suelo, alguno partido atravesando el sendero, todo un misterio.

Poco después alcanzamos un claro rocoso con vistas impresionantes hacia el embalse de Santillana y el omnipresente y solitario Cerro de San Pedro. Con tan magníficas panorámicas, nos hicimos la foto de grupo y un montón más, este mirador natural sobre el Barranco de Hoyuela, lo merecía.

Desde allí, descendimos un poco, cruzamos sin dificultad el arroyo que da origen al Barranco de Hoyuela. Enseguida nos desviándonos un poco hacia la izquierda en busca de tres saltos de agua sobre las rocas que forman las chorreras más bonitas de la ruta.

Tras las múltiples fotos con tan bello escenario de fondo, ascendemos en busca de la senda que habíamos dejado hasta dar con el Camino del Mostajo, que en sentido contrario al de la senda, pero unas decenas de metros más arriba, se introduce en el Pinar de los Cuarteles.

En ligera bajada, la amplia pista cruza, aguas arriba, los arroyos que forman las chorreras, primero el Barranco de Hoyuela, seguido del de los Eriales, hasta llegar a la escondida fuente de la Parada del Rey, de la que manaba mucha agua.

Hay que estar atentos porque desde la pista pasa desapercebida y se puede pasar de largo si no se lleva un track.

Bajamos las escaleras de piedra que dan acceso a fuente y continuamos rectos hacia una preciosa charca, donde nace el arroyo de las Zahúrdas, que bordeamos por la derecha tras pasar una alambrada.

De frente, nada más cruzar el Cordel del Puerto, a lo lejos contemplamos el majestuoso corro de robles que forman los Diecisiete Hermanos.

En el centro del círculo que forman hay una roca de granito con forma de pilar de algo más de un metro de altura, dándole al lugar un aire místico.

Frente a este precioso conjunto de robles, esperamos a estar todos para hacernos una última foto de grupo y celebrar el nuevo año con cava, pero algunos tenían prisa para volver a comer a casa y emprendieron el regreso hacia los coches. El resto aprovechamos para tomar algo y brindar por el nuevo año y las rutas que nos esperan.

Tras el descanso, buscamos la senda que sale detrás de los robles y en dirección sueste cruza una cerca de piedras, pasa junto a un abrevadero que estaba completamente seco, y desciende por el robledal del Monte de la Raya hasta dar con un promontorio rocoso llamado Piedralosa, desde el que se tienen unas excelentes panorámicas en las que se pierde la mirada por los confines del valle.

Ya solo nos quedaba seguir el sendero, que poco más abajo conecta con la pista por la habíamos subido a la mañana y llegar a la fuente del Cura y el aparcamiento donde habíamos dejado los coches.

Para completar el día, nos fuimos a la terraza del bar Llerja, en Miraflores, a reponernos con un excelente menú, muy bien atendidos por Judit y Rubén, elevando a 5 estrechas esta estupenda excursión, que de postre, nos regaló unas preciosas puestas de sol a la que volvíamos por la carretera.
Paco Nieto

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